Fandom: Original
Género: Angst
Rating: General
Prompt: #006
TablaNotas: He recuperado a los niños de
este drabble diario, y aunque parezca mentira, escribí este mini fic estando de muy buen humor (yeah, mi musa a veces da miedo)
Érase una vez una niña que nunca creyó en los cuentos de hadas. Que creció escuchando los gritos de sus padres, que se escondía en su cuarto refugiándose en los libros y sus muñecas para no tener que enfrentarse al mundo real. Tenía un hermano pequeño, y cuando esa niña creció un poco más y su hermano tenía edad para entender los gritos y las discusiones, se lo llevaba a su cuarto y se encerraban en él, allí inventaba cuentos y juegos para hacerle reír.
Ese niño nunca lloró por las noches deseando todo mejorara, porque cuando se despertaba a media noche se iba a escondidas a ver a su hermana, que a menudo hacía ver que era sonámbula y fingía ser una momia para hacerle reír y volver a la cama, o le dejaba pasar y le contaba más y más cuentos bajo las sábanas.
Desde pequeña dijo a todos los que quisieron escucharla que nunca iba a casarse, los adultos se reían y creían que era una niña muy mona y divertida. Nunca les dijo que lo pensaba de verdad, que jamás obligaría a sus hijos a rezar bajo las sábanas para que sus padres dejaran de gritarse. Por las mañanas se lo contaba a su abuela, que la hacía sonreír, convenciéndola de que a sus padres se les habría pasado. Siempre tenía razón, pero siempre volvían las discusiones.
Hasta que durante una de ellas los dos hermanos estaban delante, y sus padres se pegaron, y cuando el padre se marchó porque no quería discutir más, la madre hizo daño a la niña porque estaba allí y después de todo, siempre fue la preferida del padre.
Esa fue la última discusión con golpes, la noche que sus padres hablaron en lugar de gritar, y su padre obligó a su madre a disculparse con ella.
Pero la niña seguía sin creer en los cuentos de hadas, y creció para aprender a enfrentarse a sus miedos, nunca más dejó que su madre le gritara o que sus padres lo hicieran delante de su hermano. Lo vio llorar por primera y última vez y tuvo bastante, gritándoles a los dos que se separaran, que lo hablaran, pero que les dejaran vivir en paz.
Así que esa niña que ahora es una mujer que no cree en los cuentos de hadas ha conseguido que su madre no le grite más, porque no le hace falta levantar la voz para que sus padres la escuchen. Sigue sin creer en el matrimonio, o en los finales perfectos para toda la vida, pero a veces se permite soñar.
Los sueños la han acompañado en este camino, y no está dispuesta a dejarlos morir. Al menos no del todo.