Fandom: Original
Título: Noches londinenses
Personajes: Leah/Sombra
Rating: NR-13
Palabras: 427
Prompt: #002
Tabla de imágenesNota: Otra tabla acabada, yay!
Disfrutad!
Leah baja la persiana de la tienda y pone el candado, cerrándolo con un chasquido, le duelen los pies y la espalda, quiere llegar a casa y darse un baño caliente. La tarde se le ha pasado con rapidez, a menudo la librería acaba llena de niños acompañados por sus padres, en busca del cuento perfecto, adora tenerles por allí, revolviendo las estanterías o sentados en los cojines, escuchando al lector de turno. Pero ha llegado el momento de desconectar, anochece pronto en Londres y las calles empiezan a oscurecerse, tiene que cruzar un callejón desde su librería hasta la parada de autobús más cercana.
Quiere pensar que es su imaginación la que oye los pasos a su espalda, la que susurra una y otra vez su nombre, suena a terciopelo y peligro, acelerándole los latidos del corazón.
- Deja de soñar, Leah. - Sus murmullos la reconfortan, mientras acelera, ya puede oír los coches y el sonido de los peatones al otro lado del callejón, está cada vez más cerca.
Igual que su sombra, porque no vende historias de terror ni tiene tiempo de ver las noticias, así que no era fruto de su mente, porque los brazos que la rodean por la espalda son cálidos y robustos, apenas tiene tiempo de soltar una exclamación de sorpresa antes de que la apresen contra la pared, su espalda golpea el ladrillo y sus senos rozan el pecho del desconocido.
- ¿Qué demonios…
- Eso, querida, exactamente. - Le oye más que le ve sonreír, se le atrapa el aliento en la garganta, sus pezones se endurecen y empieza a humedecerse, puede notar la erección del hombre contra su pelvis, rozándose en su ropa.
Cómo puede ser que la vuelva loca un desconocido, tiene que haber perdido la cabeza, estas cosas nunca suceden en la vida real, nunca…
- Deja de pensar, Leah. Sólo siente. - No puede preguntarle a qué se refiere o de qué la conoce, porque se agacha hacia su boca, lamiéndole los labios con firmeza, obligándola a separarlos. Besándola como si deseara dejarla sin aire, como si la necesitara para sobrevivir.
No se da cuenta de que ha ladeado el cuello de manera inconsciente hasta que su desconocido deja de besarla y baja por su barbilla, por su rostro, hasta que lame su garganta, buscando el pulso que late bajo su piel.
Asoman los colmillos, centellean en la oscuridad del callejón, abriéndose paso hasta que succiona, sangre caliente y jugosa llenándole las entrañas, abrazando a Leah con más fuerza, alimentándose de ella, aún atrapada entre sus brazos.