Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #2 Sumisión.
Palabras: 644.
Advertencias: post-manga, sin spoilers.
Alphonse solía visitar el Atelier del señor Garfiel cada vez que iba de viaje a Rush Valley; sobre todo desde que allí se habían establecido, de forma más o menos permanente, Edward y Winry ahora que ya estaban juntos de forma oficial -aunque ninguno de los dos lo anunció públicamente-. Le divertía regresar a esa pequeña tiendecita, destartalada y acogedora. Volvía a ver a Paninya, al matrimonio Lecoulte (cuyo hijo estaba cada día más grande y espabilado), al mismo señor Garfiel y, en contadas ocasiones, Dominic bajaba de su casa en las montañas para hacerles una visita. Pero lo que más amenizaba aquellos días en Rush Valley era, de lejos, ver cómo evolucionaba la relación de su hermano mayor y la enérgica Winry.
Las llaves inglesas seguían siendo un instrumento de poder entre esos dos, y Alphonse lo comprobaba cada vez que regresaba y veía decenas de herramientas volando por encima de su cabeza, con una Winry histérica vociferando a un minúsculo bulto en el suelo que, usualmente, solía ser Ed (con el implante destrozado por motivos desconocidos). En cambio, conforme el tiempo pasaba, Alphonse comenzó a percibir ciertos cambios significativos entre ambos. Seguían discutiendo con la misma frecuencia de siempre y se arreglaban con la misma facilidad, como siempre. Pero se asombró al comprobar una noche que Edward estaba en el cuarto trastero del taller, iluminado por una pésima lamparita, con un libro algo estropeado en su regazo y algunas herramientas extendidas sobre la mesa de trabajo más el botecito de aceite para mantenimiento.
-¿Qué haces, Ed?-le había preguntado, curioso.
-Sólo estoy leyendo un poco-fue toda su respuesta, y volvió a clavar la mirada en las páginas del manual.
Sin embargo, Alphonse pudo leer el título del libro. “Automail, vol. 12. Mantenimiento y reparación”, rezaban las letras doradas en el lomo.
-Seguro que se pondrá muy contenta-había añadido Alphonse, después de unos segundos.
Edward volteó la vista hacia él, con expresión incrédula y un leve rubor.
-¿Quién?
-Ella.
Edward dejó escapar un bufido.
-No tengo ni idea de a quién te refieres.
Alphonse no había replicado, pero en su fuero interno pudo decir que estaba orgulloso de los progresos de Winry para con su hermano. Después de todo, Edward sería capaz de cualquier cosa (incluso de cuidar su automail), si con eso hacía feliz a Winry.
Meses más tarde, Alphonse volvió a Rush Valley después de su pequeña escapada a Xing. Todo parecía inalterable en aquella ciudad del sur de Amestris: las mismas caras, el mismo ambiente sofocante y las hordas de mecánicos ávidos de clientela jugosa. En el Atelier tampoco había cambiado nada. Paninya se dedicaba a corretear con el hijo de los Lecoulte, el señor Dominic hacía sus paseos ocasionales por la tienda y el negocio del señor Garfiel iba viento en popa. Oh, y Edward estaba postrado en cama debido a un pequeño accidente.
-Estuvo ayudando a Paninya a reparar el tejado de la señora Shadydowns, y por un descuido tropezó con una de las herramientas y cayó desde un primer piso. ¡Menudo susto nos dio! Con lo chiquitín que es (a pesar de que ha crecido), creíamos que se había partido la crisma-le explicó el señor Garfiel en voz baja, para evitar que el malherido les escuchase-. Pero Winry ha cuidado de él muy bien. ¡Ya verás, ya! Ha conseguido algo impensable, mi pequeña-añadió, soltando una risotada aguda al final.
Cuando Alphonse entró en la habitación de Edward, vio a éste tumbado sobre la cama, con la pierna derecha escayolada y el brazo izquierdo en cabestrillo. Delante de él, una bandeja de comida ya, y al lado una botellita pequeña de color blanco con el dibujo de una vaquita. Era una botella de leche. Y estaba vacía.
Sin duda alguna, pensó Alphonse, Winry había conseguido someter a su hermano mayor.
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