Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #7 Mordaza.
Palabras: 337.
Advertencias: pre-manga, en esos años entre que Ed se convierte en alquimista nacional y comienza la trama.
A pesar de haber superado la operación casi sin rechistar, haciendo gala de una entereza superior a la de alguien de su edad, Edward Elric se desmoronó en la primera revisión después de haberse puesto los automails.
Winry sabía cuán dolorosos podían ser los implantes, pues los conocía al dedillo; pero los quejidos, gruñidos y alaridos de Ed la escaban sacando francamente de sus casillas. Ella trataba de concentrarse en la pieza de metal, el brazo, y evadirse de todo lo demás; aún era una aprendiz, y la abuela le había dejado una gran responsabilidad cuando le confió hacer esa primera revisión. Winry estaba dispuesta a hacerlo no sólo bien, sino perfecto. No iba a fallar.
Pero Edward no paraba de moverse. Se retorcía como un animalillo acorralado en la camilla y dejaba escapar gemidos punzantes, capaces de perforar los tímpanos de Winry. Llevaba gritando tanto rato de dolor que cada vez sus quejidos eran más bajitos, pero constantes. Winry le habría mandado cerrar la bocaza; pero entendía el porqué de tanto drama, aunque en su fuero interno se decía que ya podría soportar mejor el dolor como cuando lo hizo en la operación. Sin embargo, como buena profesional -y amiga comprensiva- se calló y trabajó sobre el brazo y la pierna como pudo. Aquella noche tuvo jaquecas horribles.
Así que, resuelta a no dejar que esa tortura se prolongase más, cuando llegó la segunda revisión, Winry ya iba preprada.
―¿Qué es eso? ―cuestionó desconfiado Ed al verla llegar con algo entre las manos.
―Una mordaza ―respondió tranquila, posicionándose tras él.
―¿Mordaza?
No le dio tiempo a decir nada más. Winry ató la venda alrededor de la boca de Ed, dejándole espacio para respirar. Después, calmada y con cierto tono de advertencia, levantó su dedo índice y le miró directamente.
―Así te estarás callado. ―Edward enarcó ambas cejas e hizo el intento de desatar la mordaza―. La otra opción era meterte un destornillador por la garganta, así que yo de ti me estaba quietecito.
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