Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #9 Húmedo.
Palabras: 858.
Advertencias: pre-manga. Situado después de la partida de Hohenheim, más o menos.
Durante el verano, Trisha y Pinako solían preparar una noche a la semana una pequeña fogata delante del hogar de los Elric. Los niños, siempre entusiasmados por la misteriosa magia de aquellas llamas anaranjadas, correteaban alrededor entre carcajadas o tostaban dulces que después se deshacían en sus bocas. Tanto Pinako como Trisha disfrutaban viendo cómo Edward y Winry sujetaban al pequeño Alphonse, que todavía no lograba mantener bien el equilibrio. O cómo los dos hermanos, sentados a izquierda y derecha de la niña, le regalaban un tierno beso en cada mejilla. “Si Urey estuviera aquí ya habría temido por lo que se avecina” comentaba jocosa Pinako, sorbiendo de su pipa.
Sin embargo, algunos días no resultaban tan pacíficos; sino que se convertían en un diminuto campo de batalla.
-¡Al ha vuelto a mojar la cama! -dijo Edward con una risotada.
Inmediatamente, Alphonse se quedó al borde de las lágrimas. Winry arrugó su expresión y lanzó una mirada furibunda hacia su amigo.
-¡No le digas eso!
-¡Pero si es verdad!
-¡Da igual! No tienes que burlarte de Al.
Ed hizo un mohín, cubriendo su labio superior con el inferior y cruzándose de brazos. Enmudeció unos breves segundos. Entonces, con el dedo índice apuntando a Winry, acusatorio, replicó:
-¡Tonta!
-¡Tonto tú!
-¡Tú eres más tonta!
-¡Tonto es quien más dice tonto!
-¡Ah, pero yo he dicho tonta!
-¡Pero yo sería tonta, no tonto… idiota!
-¡Has dicho que eres tonta!¡Lo ha dicho!¡Winry es tonta!
La niña, haciendo pucheros, se giró hacia el porche donde charlaban, ajenas al revuelo, Pinako y Trisha. Enfurruñada, gritó:
-¡Abuela, Ed me está llamando tonta! -lloriqueó.
-Dile a ese granuja que se lleve cuidado con las Rockbell -contestó Pinako, sin ocultar el tono socarrón.
Trisha sacudió levemente la cabeza y esbozó una sonrisa resignada. Indicó a Edward que se acercase hasta ella; y el niño, sujetando a su hermano de la manita, fue hasta allí, cabizbajo.
-No tienes que llamar tonta a Winry, cariño. Es tu amiga. Y tampoco tienes que reírte de tu hermanito, ¿vale? -le regañó; aunque sonó más dulce que amonestador.
El pequeño alzó la cabeza, encarando a su madre. Se rascó la nariz y, tímido, preguntó:
-¿Si lo hago puedo tomar más zumo, mami?
Trisha le revolvió la melena rubia y sonrió.
-Sólo un poquito más. O mañana te pasará como a Alphonse, y tú ya eres un hombrecito.
Edward rió entre dientes y miró orgulloso a su madre, presionando el dedo pulgar contra su pecho. Como los hombres hacían en las películas.
-¡A mí eso no me pasará!
La leve riña entre Edward y Winry duró el resto de la noche, y el pobre Alphonse sufría las consecuencias (“¡Déjame que lo lleve en brazos!” exigía Winry, y Edward respondía, mientras vaciaba paulatinamente la jarra de zumo, con un antipático “¡Es mi hermano, mío!”; y entonces Winry le lanzaba ramitas del montón que usaban para mantener el fuego). Cuando tocaron las once de la noche, Trisha y Pinako decidieron que los niños ya habían guerreado suficiente -y Alphonse reclamaba volver con su mamá-. Apagaron las ascuas, recogieron los vasos y la jarra (y Trisha tuvo que volver a regañar a Edward por habérsela bebido entera) y se dieron las buenas noches con un efusiva despedida, adornada por algún comentario burlón de Winry o Ed. Trisha sujetó a Al entre sus brazos mientras guiaba al hermano mayor con la mano hacia el dormitorio del piso de arriba.
Los abrigó bajo las sábanas, bien tapaditos ambos y se despidió de ellos con un beso en la frente. Segundos después, tanto Alphonse como Edward yacían completamente dormidos.
A la mañana siguiente, el llanto de Alphonse despertó a Edward de un profundo sueño. Un sueño extraño, pensó, porque salía un oso enorme con una jarra de zumo aún más grande. Entreabrió los ojos, ceñudo y molesto por el gimoteo interminable de su hermano menor. Al parecer, Trisha lo había oído desde el piso inferior y subió veloz hasta el cuarto de los niños.
-¿Qué pasa… ?
Estrechó a Alphonse, dando ligeras palmaditas sobre su espalda. Entonces su mirada se desvió hasta Edward y la sorpresa apareció en su rostro. Después, y para desconcierto de Edward, su madre empezó a reír sin parar. Y en ese momento lo notó. Bajó la vista y vio que los pantalones del pijama estaban húmedos. La cara de Edward adquirió toda una gama de colores rojizos al tiempo que comenzaba a balbucear excusas.
-Bebiste demasiado, ya te lo dije.
El desayuno se desarrolló sin comentarios al respecto (Alphonse sólo observaba curioso los ojos afilados de su hermano, clavados en la nada pero un tanto enfadados).
No obstante, cuando Winry llegó por la mañana, cargada con una cesta llena de pastelitos para compartir con los Elric, vio las sábanas secándose fuera en el jardín. Trisha le explicó el incidente. Sin demora, Winry entró la cocina, donde Edward y Al aún desayunaban. Su expresión histriónica acompañada de carcajadas fue suficiente para que Edward no volviese a salir de su habitación en todo el día; las palabras de Winry aún perforando sus oídos.
-¡Ed ha mojado la cama! ¡Ed ha mojado la cama!
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