[fic] #11 Quebrar | Edward/Winry | Fullmetal Alchemist

Nov 14, 2008 23:46

Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla: Vicios.
Prompt: #11 Quebrar.
Palabras: 1088.
Advertencias: spoilers capítulo 81. Medio AU-ish. Referencias al gaiden Simple People.



Winry forzó la vista, intentando ver a través de la estrecha abertura de la puerta entrecerrada. Al otro lado, Edward trataba de colocarse unos pantalones de algodón con cuidado de no morir en el intento. Cerca de su ombligo había una mancha oscura de carne quemada, indicio de la herida que el alquimista había sufrido tras su periplo por las tierras del norte de Amestris. La muchacha suspiró, más o menos aliviada. Al menos había regresado.

Rose se ofreció a prestar su casa nada más Edward llegó a Lior, acompañado de aquellas dos quimeras. El mayor de los Elric, aunque no estaba en peligro de muerte, sí tenía una herida profunda y grave que no terminaba de curarse, a pesar de que él insistía en que estaba perfectamente bien y que no había tiempo. El hecho de que Hohenheim estuviese con ellos le alteraba aún más, con lo cual había insistido el doble en marcharse lo más pronto posible de Lior. Pero la evidencia era irrefutable y Edward tuvo que aceptar las condiciones del doctor: un par de días de reposo absoluto antes de partir de nuevo. Así habían acabado en casa de Rose, que parecía encantada de tener tantos invitados y estaba dispuesta a ayudar a los Elric en todo lo posible.

Era el tercer día que permanecían allí. A la mañana siguiente, el viaje continuaría. Pero Winry no podía evitar sentirse intranquila cuando veía que Edward apenas era capaz de moverse con soltura. Arrugó el ceño y, con una pila de ropa en sus manos, entró sin pedir permiso en la habitación.

―¡Ah, Winry! ―exclamó Ed, atribulado, mientras intentaba mantener el equilibrio al meter su pierna izquierda por el camal del pantalón―. Avisa antes de entrar.

Ella no respondió. Caminó hacia la cama que Rose había dispuesto para Edward y dejó el montón de ropa limpia encima.

―Es tu ropa. Rose acaba de lavarla, y dice que te arreglará el abrigo ―informó ella, con voz monótona.

Edward se ajustó el cordón a la cintura y observó a Winry durante unos segundos.

―Dale la gracias de mi parte.

Winry permaneció allí quieta, inmóvil, de espaldas a su amigo. Respiró profundamente. Tenía que controlarse.

―Esa herida… ¿no deberías vendarla? ―dijo ella, después de unos segundos de silencio.

Edward pareció reparar de nuevo en ella. Bajó la mirada, con expresión de dolor, y se rascó la nuca.

―Eh, sí ―musitó, cabizbajo―. Eso iba a hacer ahora.

Entonces Winry se aproximó hasta el maletín que el médico les había proporcionado, sujetó las vendas y encaró, decidida, a Edward.

―Lo haré yo.

Edward no supo negarse. No cuando Winry adquiría esa mirada determinada.

Minutos después, ella estaba sentada a sus espaldas fijando las vendas alrededor de la herida. Edward no abrió la boca, algo desorientado por el comportamiento de su amiga. Winry parecía absorta en su labor y, así, el silencio llenó la pequeña habitación.

Cuando terminó de vendar la herida, Winry se movió un poco hacia atrás y amplió la distancia que los separaba. Edward esperó en la misma posición, deduciendo que ella haría la primera intervención. Pero Winry no dijo una sola palabra; de hecho, Ed empezó a sospechar que ni siquiera estaba respirando. Sin embargo, un sonido parecido al de un sollozo ahogado le alertó e, instintivamente, Edward se dio la vuelta.

Winry, encogida de hombros y apretando los puños, estaba temblando como un animal asustado, evitando por todos los medios derramar una sola lágrima. Edward abrió los ojos de par en par, alarmado.

―¡Winry! ―la sujetó por los hombros y buscó su mirada, que ella ocultaba con sus propias manos―. Eh, Winry ¿qué te pasa?

La muchacha detuvo sus hipidos y se quedó quieta. Poco a poco apartó los dedos de su vista y lanzó una mirada furibunda hacia Edward.

―¿Que qué me pasa? ―espetó, entre dientes―. ¿Tú eres idiota o qué? Llevas desaparecido semanas. ¡No sabíamos nada de ti! ―el volumen de su voz fue incrementándose, si bien Winry parecía intentar controlarse a sí misma y no gritar a pleno pulmón―. ¡Podrías haber estado muerto, y nosotros sin enterarnos de nada! Al y yo confiábamos en que volverías, pero… pero… ―el nudo en la garganta le impidió continuar.

Edward se llevó una mano a la frente y masculló algo por lo bajo. Con todos los acontecimientos de los últimos días, apenas había reparado en que, durante su periplo, había gente que se preocupaba por él. Como Alphonse. Y como ella. Winry se había mostrado muy serena desde que él hubiera vuelto, pero de nuevo había ignorado que Winry, a pesar de su fortaleza, sólo era una chica de dieciseis años como él que únicamente trataba de disimular lo que en realidad ocurría en su interior. Y por lo visto, aquélla había sido la gota que colmó el vaso.

Apurado, Edward le acarició los hombros en un vano intento por tranquilizarla. Sus labios se torcieron en una mueca de disgusto. Odiaba profundamente ver a Winry así, y más aún si él era la causa directa.

―Tranquila ―susurraba, mientras ella luchaba por no llorar―, tranquila… ―vaciló―. Lo siento mucho, Winry. No quería causaros molestias…

Winry alzó su mirada, que mostraba un brillo exasperado.

―No tienes la culpa, Ed ―replicó, severa―; pero… es que sólo pensar que estabas… muer-

―Pero no lo estoy ¿vale? Hey, mírame ―la tomó del mentón y la obligó a mirarle a los ojos―. Estoy aquí ¿ves? Al y tú no os librareis tan fácilmente de mí ―dijo, con una sonrisa socarrona pintada en el rostro.

Winry sonrió también y se frotó los ojos.

―Además ―añadió Edward, de repente―, todavía tengo tus pendientes. No podía morirme por ahí sin habértelos devuelto ―rió, y sacó de un diminuto bolsillo de la mochila que había traído el montoncito de pendientes plateados que los hermanos Elric le habían regalado tiempo atrás.

Edward se los ofreció pero Winry, con decisión, se plantó delante de Edward y le señaló con el dedo índice apuntando directamente hacia él.

―Vas a quedártelos hasta que todo esto acabe ―dijo, con voz firme―. Entonces tendrás que devolvérmelos… y créeme, esa herida será un simple rasguño en comparación a lo que te puede pasar si no regresas.

El resplandor casi diabólico de ojos de Winry junto a su sonrisa mortal (marca de las Rockbell) convenció a Edward para ir con máximo cuidado en lo que quedaba de viaje. Las torturas de los homúnculos podrían ser un juego de niños al lado de una Winry furiosa y armada con llaves inglesas y destornilladores.

Crossposteado en 30vicios y fma_esp.

= fandom: fullmetal alchemist, ! fanfic, @ tabla: vicios, p: fma: edward/winry

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