[fic] #27 Deseo | Edward/Winry | Fullmetal Alchemist
Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla: Vicios.
Prompt: #27 Deseo.
Palabras: 541.
Advertencias: post-manga.
Le dolía todo el cuerpo, especialmente espalda y tobillos, y, como podía, permanecía recostada en la cama boca arriba. Ese día era uno de esos “malos”, y daba igual que posición adoptase, tenía la permanente sensación de que la habían golpeado con palos de hierro. El peso de una tripa de seis meses tampoco ayudaba que se diga, y Winry sólo quería dormirse de una vez y que la tarde pasase rápido.
Lo habría conseguido de no ser por Edward; o más preciso, de un Edward hiper-emocionado y con el síndrome oh-dios-mío-voy-a-ser-papá, que por lo general conducía a un comportamiento histérico y quisquilloso hasta decir basta. Que si lleva cuidado bajando las escaleras, no andes tan rápido o te agotarás, deja de comer porquerías o ¡ni se te ocurra tocar un tornillo! Ése era el nuevo Edward, y durante los seis meses que Winry llevaba de embarazo, no la había dejado ni a sol ni sombra.
Esa tarde no fue una excepción. En cuanto se dio cuenta del cansancio de Winry, entraba cada cinco minutos en la habitación y le preguntaba si necesitaba algo, le llevaba la jarra de agua, la abanicaba y se quedaba revoloteando por allí, frotándose las manos.
A pesar de lo mucho que la enervase con sus excesivas -y atípicas, viniendo de él- atenciones, Winry lo encontraba adorable. Edward se comportaba como un niño pequeño y maravillado con el tema del embarazo, y nunca se molestaba en ocultarlo, menos cuando el bebé que iba a nacer era suyo específicamente.
―¿Te abro las ventanas? Aquí empieza a hacer mucho calor ―Había vuelto a entrar y, sin esperar una respuesta, dio varias zancadas hasta la ventana y corrió los cortinas.
Después de abrirla y contemplar el paisaje verde que daba a la habitación, se dirigió hacia el borde de la cama donde Winry dormitaba. Sus ojos fueron hacia la abultada barriga, escondida bajo la tela fina de un vestido de verano. Puso la mano izquierda encima y comenzó a acariciarla suavemente, como siempre tenía por costumbre hacer cuando le surgía la oportunidad.
―¡Oh! Ahora que lo pienso, no he pedido ningún deseo ―exclamó, como quien se acaba de dar cuenta de que no ha ido a hacer la compra.
―¿Un deseo? ―murmuró Winry, aún somnolienta.
―Sí. Hay que desearle algo bueno al bebé. ¿Te acuerdas del hijo de los Lecoulte, en Rush Valley? Pedí que naciera sano y fuerte; se supone que da buena suerte.
Winry dejó escapar una risita aguda y se encogió de hombros.
―Pues adelante, deséale algo.
Edward frunció el ceño un poco y se rascó la barbilla, meditando. Tardó varios segundos en decidirse, pero finalmente una amplia sonrisa en su rostro le dio a entender a Winry que ya se le había ocurrido algo. Se acomodó en la cama, apoyada contra el cabecero, y miró expectante a Edward.
―Bien, ¿y qué has pedido? ―preguntó curiosa.
―Que sea igual de listo que su padre.
Edward empezó a reír a carcajada limpia, y Winry no contuvo una pequeña sonrisa. Llevó su propia mano hacia el estómago y, mentalmente, le dijo al bebé: Por favor, espero que sólo te parezcas a él en eso. Lo último que necesitaba era dos Edward en la misma casa.
Crossposteado en 30vicios y fma_esp.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla: Vicios.
Prompt: #27 Deseo.
Palabras: 541.
Advertencias: post-manga.
Le dolía todo el cuerpo, especialmente espalda y tobillos, y, como podía, permanecía recostada en la cama boca arriba. Ese día era uno de esos “malos”, y daba igual que posición adoptase, tenía la permanente sensación de que la habían golpeado con palos de hierro. El peso de una tripa de seis meses tampoco ayudaba que se diga, y Winry sólo quería dormirse de una vez y que la tarde pasase rápido.
Lo habría conseguido de no ser por Edward; o más preciso, de un Edward hiper-emocionado y con el síndrome oh-dios-mío-voy-a-ser-papá, que por lo general conducía a un comportamiento histérico y quisquilloso hasta decir basta. Que si lleva cuidado bajando las escaleras, no andes tan rápido o te agotarás, deja de comer porquerías o ¡ni se te ocurra tocar un tornillo! Ése era el nuevo Edward, y durante los seis meses que Winry llevaba de embarazo, no la había dejado ni a sol ni sombra.
Esa tarde no fue una excepción. En cuanto se dio cuenta del cansancio de Winry, entraba cada cinco minutos en la habitación y le preguntaba si necesitaba algo, le llevaba la jarra de agua, la abanicaba y se quedaba revoloteando por allí, frotándose las manos.
A pesar de lo mucho que la enervase con sus excesivas -y atípicas, viniendo de él- atenciones, Winry lo encontraba adorable. Edward se comportaba como un niño pequeño y maravillado con el tema del embarazo, y nunca se molestaba en ocultarlo, menos cuando el bebé que iba a nacer era suyo específicamente.
―¿Te abro las ventanas? Aquí empieza a hacer mucho calor ―Había vuelto a entrar y, sin esperar una respuesta, dio varias zancadas hasta la ventana y corrió los cortinas.
Después de abrirla y contemplar el paisaje verde que daba a la habitación, se dirigió hacia el borde de la cama donde Winry dormitaba. Sus ojos fueron hacia la abultada barriga, escondida bajo la tela fina de un vestido de verano. Puso la mano izquierda encima y comenzó a acariciarla suavemente, como siempre tenía por costumbre hacer cuando le surgía la oportunidad.
―¡Oh! Ahora que lo pienso, no he pedido ningún deseo ―exclamó, como quien se acaba de dar cuenta de que no ha ido a hacer la compra.
―¿Un deseo? ―murmuró Winry, aún somnolienta.
―Sí. Hay que desearle algo bueno al bebé. ¿Te acuerdas del hijo de los Lecoulte, en Rush Valley? Pedí que naciera sano y fuerte; se supone que da buena suerte.
Winry dejó escapar una risita aguda y se encogió de hombros.
―Pues adelante, deséale algo.
Edward frunció el ceño un poco y se rascó la barbilla, meditando. Tardó varios segundos en decidirse, pero finalmente una amplia sonrisa en su rostro le dio a entender a Winry que ya se le había ocurrido algo. Se acomodó en la cama, apoyada contra el cabecero, y miró expectante a Edward.
―Bien, ¿y qué has pedido? ―preguntó curiosa.
―Que sea igual de listo que su padre.
Edward empezó a reír a carcajada limpia, y Winry no contuvo una pequeña sonrisa. Llevó su propia mano hacia el estómago y, mentalmente, le dijo al bebé: Por favor, espero que sólo te parezcas a él en eso. Lo último que necesitaba era dos Edward en la misma casa.
Crossposteado en 30vicios y fma_esp.