[fic] #17 Chocolate | Edward/Winry | Fullmetal Alchemist
Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla: Vicios.
Prompt: #17 Chocolate.
Palabras: 544.
Advertencias: referencias sexuales implícitas. Y alto contenido en calorías (xD). Post-manga o algo así
Lo último que esperaba Edward Elric nada más cruzar la puerta del recogido apartamento era ver, con total claridad, la figura de Winry “embadurnada” en chocolate. Y decir que iba vestida era una exageración (costumbre que había adquirido desde que comenzasen los meses de verano).
Que la cocina estuviese patas arriba, repleta de cacharros y utensilios sucios desde el fregadero hasta la encimera, o que hubiese azúcar glas flotando en el aire acompañado por salpicaduras de crema pastelera aquí y allá… eso importó más bien poco a Edward. Al menos en aquel momento, cuando su cerebro intentaba no derretirse tras el colapso.
―¿Pero qué… cómo… ? ―comenzó a balbucear, con expresión severa que no lograba ocultar su aturdimiento.
Winry soltó una risita nerviosa y se rascó la mejilla, como una niña pequeña que sabe que ha hecho una travesura pero está segura de poder solucionarlo con una cara angelical. Y, en efecto, podía. Ese viejo truco funcionaba con Edward si tenía la guardia bajada.
―Estaba cocinando.
―Nunca lo habría imaginado ―ironizó Ed, resoplando. Adoptó la postura de “persona responsable” y se cruzó de brazos. ―Ahora sólo dime cuándo te ha atacado la cocina, y quizás entienda este desastre ―añadió, señalando el estropicio.
Winry hizo un mohín y comenzó a quitarse el delantal, repleto de chocolate.
―Iba a ser un regalo sorpresa. Antes.
Edward se aproximó hasta ella, que, sentada en una silla, intentaba limpiar todo el líquido derretido de su escote con un paño húmedo. El alquimista tomó asiento enfrente y no pudo evitar arrugar el entrecejo.
―¿Un regalo sorpresa?
―Exacto ―asintió Winry, ocupada en su interminable tarea―. Mañana hace un año que empezamos a vivir aquí, juntos. Ya sabes. No es que fuera nada especial; sólo iba a prepararte una tarta.
Entonces Edward reparó en la masa de aspecto desinflado que reposaba sobre una bandeja de cristal en la encimera. Justo en el centro creyó adivinar el contorno de un libro pequeño de recetas. Qué hacía el libro dentro del bizcocho estaba por encima de su nivel de comprensión; aunque sopesando los numerosos indicios podía asegurar que tenía algo que ver con el desorden y el chocolate esparcido sobre Winry.
Desconcertado, enmudeció durante unos segundos.
―Supongo que tengo que darte las gracias ―contestó al fin, sonriendo.
―Deberías ayudarme con esto, más bien ―replicó, y acto seguido lanzó otro paño empapado a la cara de Ed.
Éste, con filosofía y contando mentalmente hasta diez, gruñó un poco en voz baja y arrastró la silla hasta quedar a pocos centímetros de ella, produciendo un sonido estridente. Cuando Edward comenzó a pasar el paño sobre su rostro, salpicado de diminutas motitas de chocolate, la joven mecánica alzó las cejas en un gesto de asombro.
―Me refería a que me ayudarás a limpiar esto ―señaló con la cocina― con eso ―indicó con el dedo el trozo de tela húmedo.
Edward esbozó una sonrisa arrogante.
―Este chocolate es parte de mi regalo ¿no? Creo que aún puedo aprovecharlo.
Inmediatamente, Winry captó la indirecta. Era una proposición irrechazable. Curvó sus labios con gesto ladino y, poco después, estaba arrastrando a Edward hacia el dormitorio.
―Más te vale.
No salieron de la habitación durante horas. Desde entonces, a Edward dejó de importarle que el chocolate llevase leche.
Crossposteado en 30vicios y fma_esp.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla: Vicios.
Prompt: #17 Chocolate.
Palabras: 544.
Advertencias: referencias sexuales implícitas. Y alto contenido en calorías (xD). Post-manga o algo así
Lo último que esperaba Edward Elric nada más cruzar la puerta del recogido apartamento era ver, con total claridad, la figura de Winry “embadurnada” en chocolate. Y decir que iba vestida era una exageración (costumbre que había adquirido desde que comenzasen los meses de verano).
Que la cocina estuviese patas arriba, repleta de cacharros y utensilios sucios desde el fregadero hasta la encimera, o que hubiese azúcar glas flotando en el aire acompañado por salpicaduras de crema pastelera aquí y allá… eso importó más bien poco a Edward. Al menos en aquel momento, cuando su cerebro intentaba no derretirse tras el colapso.
―¿Pero qué… cómo… ? ―comenzó a balbucear, con expresión severa que no lograba ocultar su aturdimiento.
Winry soltó una risita nerviosa y se rascó la mejilla, como una niña pequeña que sabe que ha hecho una travesura pero está segura de poder solucionarlo con una cara angelical. Y, en efecto, podía. Ese viejo truco funcionaba con Edward si tenía la guardia bajada.
―Estaba cocinando.
―Nunca lo habría imaginado ―ironizó Ed, resoplando. Adoptó la postura de “persona responsable” y se cruzó de brazos. ―Ahora sólo dime cuándo te ha atacado la cocina, y quizás entienda este desastre ―añadió, señalando el estropicio.
Winry hizo un mohín y comenzó a quitarse el delantal, repleto de chocolate.
―Iba a ser un regalo sorpresa. Antes.
Edward se aproximó hasta ella, que, sentada en una silla, intentaba limpiar todo el líquido derretido de su escote con un paño húmedo. El alquimista tomó asiento enfrente y no pudo evitar arrugar el entrecejo.
―¿Un regalo sorpresa?
―Exacto ―asintió Winry, ocupada en su interminable tarea―. Mañana hace un año que empezamos a vivir aquí, juntos. Ya sabes. No es que fuera nada especial; sólo iba a prepararte una tarta.
Entonces Edward reparó en la masa de aspecto desinflado que reposaba sobre una bandeja de cristal en la encimera. Justo en el centro creyó adivinar el contorno de un libro pequeño de recetas. Qué hacía el libro dentro del bizcocho estaba por encima de su nivel de comprensión; aunque sopesando los numerosos indicios podía asegurar que tenía algo que ver con el desorden y el chocolate esparcido sobre Winry.
Desconcertado, enmudeció durante unos segundos.
―Supongo que tengo que darte las gracias ―contestó al fin, sonriendo.
―Deberías ayudarme con esto, más bien ―replicó, y acto seguido lanzó otro paño empapado a la cara de Ed.
Éste, con filosofía y contando mentalmente hasta diez, gruñó un poco en voz baja y arrastró la silla hasta quedar a pocos centímetros de ella, produciendo un sonido estridente. Cuando Edward comenzó a pasar el paño sobre su rostro, salpicado de diminutas motitas de chocolate, la joven mecánica alzó las cejas en un gesto de asombro.
―Me refería a que me ayudarás a limpiar esto ―señaló con la cocina― con eso ―indicó con el dedo el trozo de tela húmedo.
Edward esbozó una sonrisa arrogante.
―Este chocolate es parte de mi regalo ¿no? Creo que aún puedo aprovecharlo.
Inmediatamente, Winry captó la indirecta. Era una proposición irrechazable. Curvó sus labios con gesto ladino y, poco después, estaba arrastrando a Edward hacia el dormitorio.
―Más te vale.
No salieron de la habitación durante horas. Desde entonces, a Edward dejó de importarle que el chocolate llevase leche.
Crossposteado en 30vicios y fma_esp.