Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #28 Disfraz.
Palabras: 836.
Advertencias: post-manga.
Perderse en las callejuelas de Central a las doce de la noche tenía más inconvenientes que ventajas. La iluminación de la ciudad era escasa, y por norma general las travesías más intrincadas eran los sitios donde, con suerte, una farola alumbraba los alrededores. Con la visita de los hermanos Elric y Winry a Central, tras un mes, Roy y el resto del grupo habían decidido invitarlos a tomar algo por la noche. Una escapadita sólo para hombres, había dicho Mustang. El resultado final fue que acabaron por emborrachar al pobre Alphonse, a pesar de las reticencias de éste a seguir bebiendo. Falman se había encargado de llevarlo de vuelta al hotel en el coche, y ahora Ed vagabundeaba solo por la ciudad en mitad de la noche intentando encontrar el camino al hotel. Y con más alcohol del necesario en vena, su sentido de la orientación dejaba mucho que desear.
Por eso no le extrañó cuando, de repente, se encontró solo en un callejón oscuro y helado hasta los huesos. Para colmo de males, un reticente tintineo de algo que sonaba como una lata chocando contra otra empezaba a ponerle nervioso. Miró a ambos lados, pero el camino era en dirección recta. Dejó escapar un bufido y se puso en marcha hacia delante. La cabeza iba a estallarle de un momento a otro, y notaba la visión emborronada. Decidido a no caerse en mitad de la sucia callejuela, optó por descansar unos segundos, tomar aire y recapacitar sobre dónde estaba y cómo salir de allí antes de que llegasen las primeras arcadas. Como nota mental, apuntó vengarse de Mustang antes de regresar a Rush Valley con Winry.
Apoyó la espalda en una de las paredes de ladrillo y se recostó ligeramente. Cerró los ojos durante unos instantes, con tal de descansar la vista. Sin embargo, el olor fétido procedente de un cubo de basura volcado le hizo abrirlos de nuevo y maldecir entre dientes por tener que haberse perdido en el lugar más asqueroso de todo Central. Con la nariz tapada por su mano, se alejó unos pocos pasos de la fuente de hedor. Entonces, casi sin querer, vio el cartelito estampado en la pared de enfrente. Un cartel que pasaba desapercibido, hasta que lo mirabas dos veces. En él, una belleza de cabellos dorados y muy poca ropa le observaba (el halo de luz de la farola más próxima aumentaba la sensación enigmática de esa mirada) con ojos libidinosos y en una posición… un tanto indecorosa para ser mostrada en público. Lo curioso era que la escasa ropa que llevaba era, en realidad, una especie de disfraz de gatita con orejas y cascabel al cuello incluido. Una gatita de índole sadomasoquista, apostilló mentalmente; porque el corsé negro, el látigo y las botas de tacón fino no eran complementos muy comunes en ese tipo de disfraz. A pie de foto, en letras rojas, había algo escrito que rezaba: Miss Pussycat te espera en la Sala 69 del Central's Private Paradise Nightclub el día 15 de noviembre. Desnudo íntegro y sexo en directo. Para reservas llamar al…
Supo que no era necesario leer más para saber de qué iba el tema. Sacudió la cabeza, ahora aún más aturdido que hacía unos segundos. Mientras deshacía el camino para salir de una vez de aquel recóndito lugar de la ciudad, algo empezó a asaltar su confundida mente. La cara de Miss Pussycat en todas y una da las imágenes que iban y venían, sus voluptuosos pechos, sus muslos abiertos de par en par y una mano inocente que descendía entre ellos. Entornó los ojos y pasó el dorso de la mano por su frente. Llegar hasta el hotel se iba a convertir en su propia odisea como su cabeza no dejase de jugarle malas pasadas. Pero, de nuevo, otra imagen de la exuberante Miss Pussycat abordó su mente. Ronroneando y moviendo sutilmente su mano, como si indicase al espectador que se acercase, mientras se relamía los labios de una forma que algunos calificarían de indecente.
Cuando se quiso dar cuenta, ya estaba en la puerta del hotel, sudoroso, alterado y mareado. Y con una mano cuidadosamente colocada encima de cierta zona. Pasó a toda velocidad por la recepción, para evitar que nadie se percatase de su precario estado. Llegó, con alivio, hasta la habitación que él y Winry compartían y entró lo más silencioso que pudo. Dentro, entre la penumbra, vislumbró el cuerpo recostado de Winry y el revoltijo de sábanas a sus pies. Si las imágenes de Miss Pussycat le habían atormentado en todo el trayecto, ahora su imaginación morbosa empezó a trabajar más rápido con la visión de su chica disfrazada de gatita y ronroneándole cerca de la oreja. Un escalofrío recorrió su espalda. En esos momentos, sólo tuvo dos cosas claras: el alcohol realmente no le sentaba para nada bien… e iba a tener que hablar por la mañana con Winry acerca de disfraces de gatita y pasar un día entero en el hotel.
Crossposteado en
30vicios y
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