Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #30 Obsesión.
Palabras: 484.
Advertencias: post-manga.
Desde que habían empezado a vivir juntos, en un recogido apartamento de Central que despedía un aura un tanto hogareña, Winry descubrió las múltiples manías y obsesiones que Edward había conservado con los años. Algunas tan simples como peinarse ese mechón rebelde que tenía nada más despertar (y tras varios minutos lo lograba), o usar dos cucharillas diferentes para el azúcar y el café. Esos pequeños detalles ya los conocía de su infancia, y le resultaba adorable ver que Edward, con diecinueve años ya, aún no se había desprendido de ellos. Sin embargo, el sedentarismo y la repentina convivencia permanente con alguien -y en concreto, con ella- habían degenerado en la aparición de otro tipo de extravagancias por parte del joven alquimista.
Winry todavía contemplaba entre risas cómo Edward atusaba los cojines del sofá cada vez que ella cruzaba la puerta de entrada, nada más regresar del trabajo en la tienda. Él insistía en que lo hacía porque ella era un desastre y siempre se quedaba dormida allí por las noches; pero Winry sabía que lo hacía expresamente por eso: para que al quedarse dormida estuviese más cómoda. Entonces Edward refunfuñaba y se marchaba al dormitorio con cara larga. Winry, además, podía asegurar que el resto de obsesiones que había adquirido Ed siempre estaban relacionadas con ella: la cena lista a las ocho en punto (justo cuando ella acababa su jornada), las cajas de herramientas clasificadas por número en el pequeño trastero (porque ella siempre las dejaba repartidas por toda la casa), dejar agua caliente preparada en el baño (la caldera no funcionaba por lo normal y Winry necesitaba una ducha después de ocho horas entre engranajes y aceites para maquinaria). Pero, de entre todos esos detallitos, el que más enternecía a Winry era la curiosa forma de dormir de Edward desde que compartían cama.
Al principio, se limitaba a pasar un brazo alrededor de su cintura cada vez que se acostaban. Poco después, empezó a apoyar su cabeza en la de ella, dejando a Winry completamente rodeada. Más tarde, eso debió parecerle poco porque el brazo izquierdo, que siempre descansaba sobre sus caderas, se cobijaba debajo de su pijama o camisón con la mano envolviendo uno de sus pechos. Winry nunca se quejaba y, con el paso del tiempo, pasó a convertirse en un nuevo hábito en la vida de Edward. Y no importaba cuánto ruido hubiese fuera en la calle o lo mucho que Winry se moviese, Edward nunca soltaba su agarre; como los niños que sólo pueden conciliar el sueño con dedo pulgar en la boca. Winry solía burlarse de él en la intimidad, con el consiguiente mosqueo de Edward (incapaz de reconocer que él, el gran alquimista de Acero, tenía una pequeña obsesión con el pecho de su novia).
Aunque, en el fondo, Winry adoraba todas y cada una de esas obsesiones. Y especialmente ésa.
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