Hace un tiempo escribí un diálogo entre dos personajes, Kathleen y Leonard, llamado "Madrugada de domingo". Esto es una especie de secuela. Otra escena. Otra vuelta de tuerca. Menos real que la otra, quizá, aunque con sus puntos de contacto con hechos verídicos. Como siempre.
Asimetría
Se miró en el espejo del vestidor. Alguien ahí la miraba con curiosidad. Una chica tan maquillada que no podían adivinarse sus verdaderos rasgos. Una chica con un vestido tan ajustado que no dejaba lugar a la imaginación ni aún en las imperfecciones. Una chica más alta que ella, con el cabello recogido en un armatoste que parecía un nido sobre su cabeza.
No era ella. No era Kate Esa en el espejo era otra persona. Ni más ni menos bonita; simplemente otra.
Pero ¿y si a Leo le gustaba...?
Se sentiría celosa de la que estaba en el espejo. Querría ser ella, porque en realidad no lo era.
Quitó las hebillas que le sujetaban el pelo y sacudió la cabeza para soltarlo. Cambió el vestido por sus viejos jeans rectos y su camiseta de cuello redondo. Se puso encima una camisa y una chaquetilla. Los tacos volaron para ser reemplazados con unas zapatillas deportivas. Corrió a quitarse el maquillaje. Y volvió a mirarse en el espejo.
Esa era ella. Natural. Simple. Directa.
Aún así se puso un poco de maquillaje muy suave. Apenas una sombra en los ojos y algo de brillo en los labios.
¿Y si a Leo no le gustaba?
A Leo no le importaba. Lo sabía bien. Tacos o zapatillas, vestido o jeans, maquillaje o piel. Leo la abrazaría de todos modos, y la haría reír, y le daría un golpecito en el hombro cuando ella le hiciera alguna broma cómplice. Leo le sonreiría, y nada más en el mundo existiría para ella.
Le sonrió a su propio reflejo. No necesitaba más.
Salió del vestidor y se topó con una ancha espalda.
- ¡Hey! ¡Ahí estás! - exclamó su amigo, sonriéndole. - Te buscaban allá adentro. Algo sobre un cable que no andaba...
Kate rodó los ojos e hizo un gesto despreocupado.
- No es mi problema hoy.
Sintió la mirada de Leo examinando su rostro.
- Te maquillaste un poquito, - señaló. Se encogió de hombros y sonrió de lado. - Te queda bien.
- Gracias... - murmuró. Estiró la mano para abrir la chaqueta de Leo. - ¿Traje de tres piezas gris? Interesante elección. Se te nota que estás más flaco...
- Vengo a romper corazones, - bromeó. Kate rió apenas, disimulando sus celos. - Tranquila, prometo no abandonarte.
- Habrá que ver qué opinan las de los corazones rotos sobre eso, - le siguió el juego. - Querrán sacarme del medio para tenerte todito para ellas...
- Nadie se mete con mi amiga., - afirmó serio. Y le dio un fuerte abrazo como para confirmarle que era así.
Leo la quería. Ella lo amaba. Y pese a la asimetría la amistad funcionaba. Pese al tiempo y a los chusmeríos de la gente, su amistad se fortalecía. Aunque no era la situación que más anhelara, Kate estaba cómoda así. No haría nada para cambiarla.