Otra vez andaba revolviendo por mi carpeta cuando encontré esto. Un texto muy real y divertido del genial Luis Pescetti en el que trata de explicar razones y consecuencias de idealizar a la pareja...
La idealización... (¡¿para quién trabajan los cinco sentidos?!)
¿DE QUé SE TRATA?
- Lo de la idealización es bien cierto, yo tuve un novio que no hablaba nada y a mí me encantaba porque me parecía que era muy hombre y se lo contaba a mis amigas y era genial porque yo le hablaba de mis cosas y él no me interrumpía y después el médico forense me dijo que llevaba un año muerto y yo al principio, la verdad, me costó creerle, por la idealización ¿no?
Testimonio, Alicia de San Telmo
- Yo una vez vi una idealización y me gustó mucho
Testimonio, Elena de Puente Saavedra
Idealizar es ver a nuestra media naranja como si fuera el mercado de abasto. Es una especie de maquillaje global con el que le damos una mejoradita a la/el postulante y la/lo ponemos más a tono con lo que andábamos buscando. Y ahora les pido que sean comprensivos si sigo escribiendo un poco en masculino, lo que ocurre es que me cansa andar poniendo la: / a cada rato.
Sigo. Idealizar es hacer algo más o menos parecido a la conversación de Caperucita cuando creía que el lobo era la abuela. Con algunas modificaciones, en el terreno de la pareja sería así:
- ¿Y te gusta esta naríz tan grande que tengo?
- Sí, porque es para oler mejor
- ¿Y no te parecen feas estas orejas tan grandes que tengo?
- No, porque oyes mucho más lejos
La idealización es eso que hace que nuestros amigos y familiares se pregunten: ¿¡Qué carajo le vio!?. Incluso ese es un buen test para saber si estamos idealizando o no. Nos paramos delante de un buen amigo y le decimos, así a lo macho: A mí me gusta Marta porque... y le lanzamos esa explicación que nace de la mezcla de los cinco sentidos, las hormonas con lo que nos queda de cerebro disponible. Si nuestro amigo nos felicita, nos dice: Che, qué bueno que encontraste una mujer así... estamos salvados. Pero si se refriega los oídos y nos pregunta: - Perdón ¿de quién me dijiste que estabas hablando? O nos mira con cara de turista que no le coincide el folleto que le habían dado en la empresa de viajes con lo ahora que tiene enfrente... debemos preocuparnos.
La demostración más fehaciente de que hubo idealización es cuando ya nos separamos de la persona y, ahora sí, todos, todos, tienen a bien confesarnos: - Estaba cantado que eso no iba a funcionar. A vos habría que quitarte la licencia de conducir emocional, sos un peligro. Y nosotros, la verdad, que tenemos ganas de reclamarles por qué carajo no nos avisaron antes. Aunque en el fondo lo sabemos: porque no-les-habríamos-hecho-caso, no les hubiéramos creído, hasta nos hubiéramos enojado, porque en nuestra nube de pedo no veíamos que era tan enana como todos decían... además estábamos cansados de mujeres altas. Y eso de que no se sabía si iba o venía, tampoco era cierto, a nosotros nos constaba que una vez que ubicábamos de qué lado estaba el culo era bien fácil saber dónde estaban los pechos. Y los que decían que tenía un carácter muy fuerte también se equivocaban, se enojaba mucho sí, pero porque era su manera de defenderse... y porque era muy perfeccionista.
Y así los contrastes entre lo que nosotros afirmábamos y lo que veían los demás eran tantos que empezábamos a dejar de frecuentar a algunos, a salir más bien de noche, a taparla con una manta, en fin, a ir cada vez más seguido de aquellos que la veían tal como nosotros, esos buenos amigos que ahora están internados los pobres.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS
Entre las ventajas está esa felicidad a toda prueba, nos volvemos más audaces, nos bañamos más seguido (cosas que si no tuviéramos el estímulo de nuestra Dulcinea capaz que ni se nos pasan por la cabeza). Es más: nos animamos a salir de la camita calientita del hogar paterno. Es que, imagínense: si no fuera porque alguien hace que se nos humedezca el cerebro a tal punto que queremos estar con esa persona y sólo con esa persona y si no es con esa persona no queremos estar con nadie, si no fuera así, les juro que empezaríamos a hacer cálculos: Mmm, no sé... a ver ¿y qué saco yo si me voy con ésta? Mmm, no sé, pasá mañana... Ya no digamos que nadie se suicidaría por amor, ni siquiera se resfriarían si quitáramos la idealización. Porque esa es su función: convencernos, sin una sola palabra y sin pérdida de tiempo, como una especie de súper-comercial, de que queremos, de que nos urge, estar en pareja. Como diría Jacques Cousteau: La natugaleza es sabia.
Pero tiene desventajas, como que la primer pelea, el primer desacuerdo, nos voltea, nos aplasta, nos mata...
- Pará no es para tanto
- Sí es, sí es
Nos aniquila, nos hunde, nos destroza...
- No lo tomes así
- Es que vos no entendés
Nos desbarata, nos fractura, nos desgarra...
- Pero ¿qué te hizo?
- No te lo puedo explicar
Por no haber querido ver, por dejar pasar demasiadas cosas, un día nos despertamos a la realidad de que esa/e que está al lado nuestro tiene tanto que ver con nosotros como la música militar con la música. Y si no ¿Por qué creen que alguien se nos hace la octava maravilla y después de que pasan algunas cosas (algunas cosas, repito, o sea que no hubo una transmutación ni la reemplazó un marciano) esa misma persona se nos hace un monstruhorrible?
De todas maneras, si uno hiciera una encuesta verían que la mayoría de la gente opina que idealizar no es bueno, que lo que está bien, lo sano, es vivir la realidad, enfrentar las cosas como son. Digan lo que quieran, pero yo creo que sin la idealización de la persona amada, haciendo un cálculo gruessso, así nomás, a ojo de buen cubero, nos quedamos sin la mitad de la literatura universal, sin la mitad de las canciones populares, sin tangos, sin boleros ni serenatas. O sea que, cuando más adelante recomendamos ver a la persona amada tal como es, nos referimos a: ...y también tal como somos, y: ...también tal como son las cosas. Vale decir, una especie de realismo poético es lo que quisiéramos recomendar (esto es más fácil de entender que de explicar, les agradeceré que no manden cartas pidiendo que desarrolle este punto).
PERO ¿Y CóMO ES QUE LLEGAMOS A IDEALIZAR?
Segunda ley de Pescetti sobre la idealización:
La impresión de lo maravillosa que es una persona es directamente proporcional al tiempo que llevamos solos
Dicho de otra manera: lo súpermaravillosafantástica que sea la donna (o rapaz) que nos encontremos dependerá de cuánto tiempo llevamos sin alguien que nos conmueva un poco. Y no nos referimos a alguien-súper sino a alguien-algo. Porque hay esas épocas, en la vida de uno, en las que ni siquiera estábamos con alguien ya no un poquito fantástica, sino que estuviera, al menos, alfabetizada emocionalmente, por decirlo de alguna manera.
Oséase que el tiempo que nos pasamos sin encausar el asunto le da intensidad a quien sea que se aparezca. Algo así como que la pobre futura dueña de nuestro corazón (o el futuro Robin Hood de vuestros bosques) transita libremente por las calles, compra el pan, toma un taxi, y no advierte que nuestro deseo (que se acumula, se acumula, se acumula...) la está invistiendo de extraños poderes, la está cargando. A medida que pasen los meses hasta conocerla, ella será cada vez más capaz de transformar nuestra vida. Y si se demora en aparecer, esa carga energética continuará hasta que terminará por convertirla en exactamente-eso-que-estuvimos-buscando-toda-la-vida. Ni más ni menos. Y diremos: ¡Oh, nunca pensé que iba conocer a alguien como vos! ¡eres lo que siempre soñé! (y cómo no va a ser lo que siempre soñamos si ya se nos estaba por reventar una venita del ojo).
Principio del éxtasis urinario:
Lo que hace que hacer pipí sea un acto común o la más maravillosa de las experiencias sensoriales, es la distancia a la que queda el baño
Por eso afirmamos que la idealización de la persona que nos topamos está hecha, entre otras cosas, de soledades y tropezones acumulados. Introduje algo nuevo: tropezones. Perdón, la ciencia me llama:
Tercera ley de Pescetti sobre la idealización:
La impresión de lo maravillosa que es una persona es directamente proporcional a los tropezones amorosos que llevamos
Y es que eso también cuenta. Si venimos fresquitos no es lo mismo que si llevamos tres o cuatro intentos de pareja que terminaron mal. A medida que transcurren nuevos tropezones aumenta la necesidad de que la próxima vez no nos pase lo mismo. Nos urge demostrarnos (a nosotros y a nuestros compañeros del zoológico) que somos capaces de vivir una pareja feliz. Y si hay una cosa que puede joder el asunto casi al mismo nivel que la idealización, es este empeño tipo: la tercera es la vencida. A lo mejor la cuarta o la quinta eran la vencida, andá a saber... en el amor. Pero si uno se clava en: no, la tercera no me puede fallar (o la segunda no me puede fallar, o la vigésimo novena no me puede... etcétera) si uno se clava en eso no sólo va a lograr que la relación siga unida a pesar de todas las crisis, sino que la relación siga unida a pesar de todas las evidencias, de todos los desastres, pruebas irrefutables, demostraciones científicas, fotos, videos, testimonios de la Madre Teresa de Calcuta.
Pero, retrocedamos un casillero y digamos que, cuando llevamos un tiempo solos, o habiendo participado de algunos tropezones amorosos bastantes memorables y nos encontramos con alguien, pasan dos cosas: exageramos sus virtudes y negamos sus defectos. Pero aquí, por favor, déjenme hacer un alto, servirme una copita de mi buen ron de mi buena Cuba o un mate patriótico, porque lo que sigue es como para escribirlo con tiempo y si no con tiempo, al menos para darse el lujo de ser un experto en la materia y entonces uno tiene ganas de echarse el rollo con cierta clase, no como a quien se le ocurre algo mientras charla en un bar, por favor, no, sino como si un doctor en el tema te invitara a cenar a su casa ¡y cocina él! Quiero decir: son ocasiones especiales.
Gracias, aquí estoy. Sí, yo soy el doctor y les cociné un sandwichito de mierda, ponele, pero no importa, sepan disculpar estuve todo el día en el laboratorio y esas cosas. Aquí les va la quintaesencia de mis triunfos pasionales que se convertían en tocar tierra sin tren de aterrizaje tan sólo unos meses después.
COMIDA EN LO DEL ESPECIALISTA INTERNACIONAL
Parece ser que el ingrediente básico de la pasión amorosa, de aquella cosa que hace romper sábanas, tocar el cielo, sentir una exaltación como un mar en el pecho, escribir poemas, comprar pomadas para irritaciones íntimas, en fin todo lo que tiene que ver con la holiwoodesca industria del enamoramiento con violines y angelitos... la clave para que ocurra todo eso está en: no ver ... (puntos suspensivos) ... (en este momento me hago el distraído, me sirvo otra porción, un vasito de vino, porque los veo a ustedes con cara de: ¿tanto escándalo para decir eso? ¿qué carajo quiere decir? Es que forma parte de toda revelación que valga la pena un momento en el cual no se entiende dónde está el misterio o lo tan maravilloso del asunto).
Retomo. Sí, así de cortito y extendido: no ver. Porque eso es lo que tienen de común: el exagerar las virtudes de alguien y el negar algunos de sus defectos. No vemos a la materia orgánica en cuestión tal como es, no vemos a la persona como Dios, junto con su mamá y, eventualmente, su papá la hicieron, sino a través del cristal de nuestras ganas de lo que queríamos encontrar. Nos negamos rotundamente a usar solamente los ojos. Es más, cuando conocemos a alguien que tiene la posibilidad de impactarnos, los ojos es lo que menos usamos. Lo vemos con una mezcla de memoria e imaginación inflamada. La memoria empieza a saltar y a dar gritos de: ¡¡¡AHÍ'STÁ!!! ¡¡¡AHÍ'STÁ!!! Mientras la imaginación se pone como si hubiera chocado contra un camión de opio: lo gordo nos parece rellenito, lo esmirriado: estilizado, lo definitivamente descerebrado: encantadoramente simple, lo perversamente retorcido: intenso. Con esa distancia que hay entre la realidad y los discursos de gobierno.
COSAS QUE FAVORECEN LA IDEALIZACIóN
Cuarta ley de Pescetti sobre la idealización
La impresión de lo maravillosa que es una persona es directamente proporcional a la cantidad de dificultades o inversamente proporcional a las posibilidades de frecuentación
Ejemplos:
* Que los dos se conozcan en un viaje y pertenezcan a culturas muy diferentes. Por ejemplo: él es un pigmeo africano y ella una gorda esquimal, se encuentran en sus vacaciones en Acapulco y lo suyo no tiene futuro.
* Que los dos trabajen metiendo zapatos en las cajas (en una fábrica de zapatos, claro) y un día pasa un director de cine y le propone a él ir a filmar una película a otro continente y como recién empieza en el gremio del celuloide nada más le pagan un pasaje y una habitación con una sola cama (individual) y no puede llervarla y deben separarse.
* Que el tatarabuelo, de uno de los dos, le escupió en el ojo al mejor amigo del tatarabuelo del otro y desde entonces las familias se siguen escupiendo y odiando y jamás entenderían que ellos no sólo se amaran sino que no quisieran escupirse.
* Uno de los dos tiene hijos y está casado y su pareja tiene una enfermedad muy grave o terminal y el padre o la madre de ese uno de los dos vive con ellos y adora al de la enfermedad y el otro progenitor está en un hospicio y para mantenerlo dependen de los ahorros del de la enfermedad, en fin...
LA ILUSIóN ENGAñOSA
De todas maneras, por más tapado que esté el cerebro, de vez en cuando, sin querer, ya sea porque alguna neurona se desperezó e hizo sinápsis o porque eso con que nos ata a la mesa nos lastima los tobillos o porque los vecinos se quejan de nuestros gritos, puede pasar que nos demos cuenta de que algo-no-nos-gusta.
Cuando un dato francamente molesto, disgustante o amenazador, se instala y ya no es posible negarlo, inmediatamente recurrimos a una dosis de confianza interior en que, con el tiempo, lograremos modificar eso feo. Con el tiempo yo lo/a voy a ir cambiando (todo esto dicho con un parpadeo de ojos muy rápido, de preferencia cerca de una playa y mirando el horizonte). ¡Grave error! ¿Qué nos dicen las estadísticas? Que sí, es cierto, todos los que pensaban que con el tiempo iban a lograr cambiar a su pareja lo lograron, la cambiaron... pero por otra.
Chicos, yo no quiero ser el que les dice que el azúcar produce caries cuando ustedes están con los dientes clavados en el postre. Pero, en honor a la verdad, me hubiera ido mejor en muchas parejas (es un número seguido de dos ceros) si tan solo un día me hubiera sentado y la hubiera visto tal cual era y no tal cual yo quería que llegara a ser para mí. Si me hubiera sentado y la hubiera visto así y además hubiera pensado que, con el tiempo, a mi lado iba a tener una versión un poco mejor o un poco peor... pero de lo mismo, es decir: la misma persona un poco mejorada o un poco empeorada. Si hubiera hecho eso, habría ahorrado una fortuna en antiácidos.
Ley del milagro poco probable:
Es más fácil transformar una carroza en calabaza que al revés
Los cambios humanos tienen límites. Si tenemos una avioneta biplaza podemos arreglarla hasta que sea la mejor avioneta de ese modelo y ese año, pero nunca la transformaremos en un Boeing de última generación. Quiero decir, si ustedes conocen a alguien que se come los mocos (por dar un ejemplo) y se lo vuelven a encontrar luego de cinco años, tal vez ya no se los coma, de acuerdo, pero los guardará en una cajita, algo así.
Si ustedes se descubren pensando que la/o van a poder cambiar, le recomendamos considerar los siguientes puntos:
AYUDA, PASO POR PASO:
1) Recuerde que hay cambios posibles e imposibles (la diferencia radica en que los imposibles no se producen nunca y los posibles llevan toda la vida).
2) Trate de ver si el cambio que usted espera es posible o imposible
3) Una vez que haya hecho el cálculo exacto de cuánto tiempo le llevará modificar una conducta de su pareja, agréguele entre 6 y 8 años más
4) Piense seriamente si, cuando ese cambio se produzca, usted todavía querrá estar allí
Los cambios humanos, queridos terráqueos, (lo digo con toda mi dolorosa experiencia de premio Nobel a la ansiedad) son lentos, leeeeeenntos como el carajo. Hagan este experimento: mírenla/o a ella/él sin maldad, con todo el amor del mundo, pero también con objetividad, con criterio de realidad. Véanla/o allí leyendo el diario de una manera que ustedes quieren dinamitar, perdiendo tiempo frente a la televisión, rascándose. Obsérvenlo/a, les decía, mientras les contesta de una manera que queda al revés de como a ustedes les gusta. Vean cuando habla de más o cuando calla de más, véanlo/a cuando les reclama algo que ustedes jamás pusieron en oferta, véanlo/a cuando pone oreja de estatua para atender un pedido de ustedes. En fin, dedíquense a mirar las cosas tal cual sin ninguna clase de esas escenografías que uno prepara cuando quiere que el otro sea lo que uno andaba buscando, vean y traten de imaginar o de percibir la distancia que hay entre esa/e que está allí sentada/o y lo que ustedes aspiran como pareja. Miren un rato, miren con calma... después: acérquense a darle un beso o huyan sin perder tiempo en llevarse nada.
CODA LEGAL
Ley de Merlo:
No todo lo que brilla brilla
Ley de Coulin:
Una cosa tal como es y la misma cosa tal como se la ve son dos cosas diferentes
Corolario:
Las cosas son según con qué cristal se eligió el cristal con que se miran
Ley de Costamagna:
Lo que deslumbra es opaco
Fórmula de Tincho:
Hagan un listado de las cosas que buscan en su pareja y asígnenle 5 puntos a cada una. Si la suma final es mayor a 2.000 es probable que sus expectativas sean exageradas
Ley de Trillo:
La realidad es esa cosa que está última en la fila
Ley de Piro:
La pantalla es mejor que la butaca, pero lo peor es salir del cine
© Luis Pescetti