Balance anual 2008

Dec 11, 2008 17:50

Éste es mi balance de este año, para todos aquellos que quieran pasarse, enterarse de cómo fue mi año, y de paso llevarse algunos buenos deseos para el año entrante.

Este año que ya casi termina fue un año de cambios. Grandes cambios en casi todos los aspectos de mi vida.

Primer beso, primer novio, primer ex novio. Seis meses de pura primavera... que se marchitó en apenas una semana. Ahora que lo pienso, no sé si realmente creí que duraría “para siempre”. De hecho, me parece que jamás le dije “para siempre”. Bueno, al menos no mentí. Pero encuentro toda esa situación muy positiva: por una vez fui valiente cuando necesitaba serlo, fui decidida en el momento justo, y mantuve mi palabra sin contradecirme.

Con la Iglesia... Fue complicado. Por culpa de la intolerancia de los dos grandes grupos que componían la congregación a la que yo pertenecía, ésta se dividió. La situación generada quedó realmente tensa. Pero por gracia de Dios, el enfrentamiento más fuerte no lo viví, y fui a parar a una Iglesia chiquita donde siento una paz contagiosa, y donde tengo la oportunidad de bendecir a Dios y a mis hermanos. Sin embargo, creo que lo que más me dolió de este proceso fue el perder gente. Había muchos a quienes yo creía mis amigos que nunca más se interesaron por mí. Hubo muchos que profesaban quererme, y que ahora aunque me crucen no me saludan.

Hablando de amistades... Este año me di cuenta de que uno de mis más queridos amigos ya no me tolera. Yo atrás de él como una estúpida... y él nada, ni la hora me daba. Fue una verdadera bofetada. Me falló una y otra vez, hasta que hace sólo unos días decidí que no vale la pena sacrificarse por mantener a flote el Titanic. Ya está hundido y bien destrozado, y sólo quedan recuerdos de aquellos momentos de gloria. Pero a cambio encontré mucha más gente muy copada con quienes me relaciono. La mayoría de ellos los conocí en Internet. Y debo destacar a dos de ellas, Carly y Tere, que se han convertido hoy en parte esencial de mi existencia. Hablamos y chateamos casi a diario, escribimos juntas, tenemos confianza... Una confianza que surgió casi de inmediato. Tere ha sido una verdadera inspiración, a veces pasamos nueve o diez horas al día escribiendo sin cansarnos. Y con Carly nos conocimos personalmente, y descubrimos que, salvo por la estatura y seis meses de diferencia de edad, somos casi iguales... o por lo menos nos pasan cosas parecidas.

Volví a escribir. Tras más de un año y medio de vacaciones, mis musos volvieron, y hasta trajeron musos nuevos y sin uso. Desde el 1º de febrero (fecha en que escribí mi primer fanfiction de House) hasta ahora no he parado. Y lo he hecho siempre con pasión renovada. He incursionado en algunos géneros y temas que no había probado antes, y vi que si me propongo hacerlo bien las cosas salen. En una mirada retrospectiva puedo ver que he madurado. Mi estilo se acerca cada día más a mi ideal soñado, y eso me causa una enorme satisfacción.

En el estudio... bien, no fue un año glorioso. Recursé una materia, tuve que dejar otra, aprendí lo que significa hacer horas-trasero-silla. Algún día lo aprehenderé, pero de eso ya tendré tiempo en otra ocasión. Igual puedo decir que fue un buen año. Por fin comencé mi ayudantía en Geometría con miras a una futura especialización. Mis alumnos fueron en general bastante copados, trabajaron y aprendieron (o eso me pareció). Me hicieron sentir que tengo pasta de docente, y eso me animó a seguir en el momento en que me planteé abandonar todo. Por eso debo agradecerles especialmente. Ya por ser el primer grupo con el que trabajo tienen un lugar especial en mi memoria.

En lo familiar también hubo complicaciones. El 6 de julio, tan sólo un día antes de su cumpleaños número 76, el Señor llevó a su presencia a mi abuela Ana. Me puse al hombro la tarea de ser la fuerte de la familia... pero cuando entró en coma no pude ir a visitarla, y tampoco tuve el valor de asomarme a ver el féretro en el velatorio. Todo eso con un objetivo: recordarla viva. Recordar que cuando fui a verla al sanatorio dos días antes de la operación ella estaba consciente, me reconoció, y hasta me preguntó por mis exámenes. Recordar cuando me exasperaba por contarme millones de veces las mismas historias de su infancia y juventud. Recordar sus tortas de chocolate totalmente perfectas, sus papas fritas especiales que sabían mejor que las de paquete, y sus tortillas a la española que dejó de herencia a mamá. Así, la recuerdo siempre con una sonrisa, y en lugar de ponerme triste, soy feliz, porque sé que ahora su felicidad es completa junto a Dios. Ese Dios que ella nunca se cansó de predicar a voz en cuello y que alcanzó a muchísima gente, porque lo hablaba con la sencillez de un niño.

Fue un año de cambios. Pasaron demasiadas cosas para mi gusto. Aquí sólo conté algunas. Me han quedado otras en el tintero, pero no las escribo para no extenderme tanto.

Charlando con Tere el otro día salió este tema del balance y del cambio de humor que me provoca esta época. Me vuelvo introvertida, me siento pesada, y todo porque me da la sensación de que todo el año se me viene encima ahora. Pero Tere me decía que a veces, cuando hacemos el balance, hay cosas que aún no terminaron su proceso, aún no están maduras. Y aunque hoy las veo mal, con cierta depresión, puede que con el paso del tiempo sea todo para bien. Carly me recordó después que, en verdad, TODO termina siendo para bien de una u otra forma.

Eso me alentó. Me dio fuerzas para empezar otro año con la esperanza de ver el fruto de lo que se sembró este año. Por eso es que decidí compartir toda mi experiencia de los últimos doce meses y ponerla bajo la lupa. El cristal de cada uno le dará un enfoque especial. Quizá ustedes, los que me leen, puedan ver cosas que yo no vi, y así mi balance pueda ir completándose y haciéndose más rico. O tal vez les sirva para ver que alguien pasó algo parecido a lo que ustedes vivieron y se sientan menos solos. Sé que tendrá su efecto.

Les deseo Felices Fiestas a todos. A los que conocí recién y a los que son mis amigos de años. A los que viven acá, cerquita, y a los que están del otro lado del charco atlántico, y hacia todo lo ancho y alto del planeta. A los que veo siempre, a los que no veo nunca... y también a esos que me ignoran y a quienes les doy igual. Porque todos por igual merecen que el balance del año les dé positivo. Porque, si no da positivo, hay un elemento para pesar también: que TODO es para bien. Y ése pesa más que cualquier otra cosa.

Que el Niño Dios nazca en sus corazones esta Navidad, llenándolos de paz, alegría y amor. Que el Nuevo Año que comienza en casi nada les traiga las más ricas bendiciones, para que el próximo balance también sea positivo.

Y les deseo una visión clara, para que la niebla de las dificultades no les impida ver los paisajes gloriosos que hay en este camino que todos recorremos.

YAMILA SERANTE

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