Whatever
Cara (2/4)
- Mi vida apesta.
Kyungsoo ocultó su rostro en ambas manos y suspiró frustrado. Sabía que había hecho el ridículo allí, pero justo ahora le venía la repercusión en medio de las narices. Nunca se había sentido más avergonzado en su vida. ¿Guardias? ¿En serio? Qué humillante.
Jongin, por otro lado, lo miraba desde su lugar, junto a él, con expresión algo preocupada mientras le frotaba la espalda para tranquilizarle. Y es que era el único método al que podía recurrir, el único que se sabía: aquello siempre había reconfortado al más bajo cuando estaban en la secundaria.
- Oye, no digas eso -respondió a lo antes dicho por el mayor, y éste destapó su rostro para mirarlo-. Es decir, también hubiese hecho lo mismo en una situación como aquella.
El aludido lo miró con algo más parecido a la esperanza, y sorbió su nariz.
- ¿Lo dices en serio?
- Claro -sonrió-. Después de todo, soy prácticamente igual que tú.
Kyungsoo resopló ante la vaga respuesta y puso los ojos en blanco.
- Maldito frígido -soltó-. Eres un asco como apoyo moral.
El otro se encogió de hombros.
- No pretendía serlo, en primer lugar.
- Sí, claro -dijo sarcástico-. Ahora me vas a decir que me frotabas la espalda y mierda como esa sólo para poder llevarme a la cama, ¿no es así?
Jongin enarcó una ceja, apartando la mano y colocándola sobre su rodilla.
- Oh, sí -se recostó en el respaldo del asiento y cruzó ambos brazos detrás de su cabeza en posición cómoda-. Te aseguro que no puedo esperar para llevarte a la cama, Kyungsoo. Seguro que allí lograré consolarte todo lo que quieras.
El mayor abrió los ojos en grande.
- No acabaste de decir eso como creo que lo dijiste.
- ¿Y cómo es eso, eh? -lo miró desafiante.
Kyungsoo apretó los labios y sintió como las mejillas se le calentaban cada vez más. Y decidió desviar la mirada, diciéndose mentalmente el mantener la boca cerrada la próxima vez.
- Como sea -balbuceó-. Lo único que te dejaré en claro es que tu fantasía sexual quedará en eso, fantasía.
Jongin, y al verlo tan nervioso de pronto, rió.
- Lo sé -respondió, chocando su hombro contra el del más bajo a modo de juego-. Sabes que busco consolarte en realidad, 'Soo.
- Pues no estás ayudando mucho que digamos.
- Nunca dije que haría un buen trabajo -sonrió apenado-. Pero, hey, ya estás mejor, ¿verdad?
Kyungsoo lo meditó por un momento y miró a su acompañante un tanto dubitativo. Pero al encontrarse con aquella sonrisa que tantos recuerdos de su niñez le traía, no pudo evitar devolvérsela. A medias, pero una sonrisa a fin de cuentas.
- Supongo.
- Entonces supongo que ya tendré mi sesión de sexo luego, ¿verdad? -el moreno le lanzó una mirada socarrona y rió una vez más al ver al más pequeño poner los ojos en blanco.
- Sueña -soltó sin más y se cruzó de brazos-.Tú sí que arruinas el ambiente, ¿sabes?
- Siempre me lo han dicho.
El más bajo se permitió reír luego de todo lo que había sucedido aquel día y se dejó caer en el respaldo del sillón en el que estaba sentado con expresión agotada.
- Sea como sea, espero que ese idiota baje rápido -habló el ojón, soltando un resoplido-. Muero por ir de una vez al hotel.
- Lo mismo digo -contestó el moreno, imitándolo.
Kyungsoo giró los ojos hasta dar con el rostro cansado de Jongin y se mordió el labio, volviendo la vista al frente.
- Si quieres, puedes volver antes -dijo el más pequeño-. No tienes porqué estar haciendo ésto.
Jongin lo miró y enarcó una ceja.
- ¿Bromeas? -el aludido lo miró, confundido-. Habré sido tu ex-novio en el pasado, pero eso no me impide ser tu amigo y apoyarte ahora que lo necesitas, ¿no crees? -sonrió y le revolvió el pelo al mayor-. No me iré a ningún lado, quieras o no.
Kyungsoo hizo una mueca entre sonrisa y disgusto, ya que él odiaba que le revolvieran el cabello, pero terminó por reír y quitar las manos del moreno de su cabeza.
- Haz lo que quieras -dijo en cuanto se hubo arreglado el cabello-, pero no vuelvas a hacer eso. Sabes cuánto lo odio.
Jongin sonrió, satisfecho.
- Lo sé.
El más bajo puso los ojos en blanco y negó con la cabeza. El chico que tenía a un lado, y sin contar la apariencia de modelo sexy, no había cambiado para nada con el correr de los años y no sabía si eso le alegraba o no. Porque, por un lado, cuando eran niños, recordaba que al otro siempre le había sido difícil tomarse algunas cosas muy en serio -ya que era muy infantil- y eso había sido uno de los primeros factores que salían a flote a la hora de las discusiones. Eso y que el moreno siempre le tomaba el pelo cada que tenía la oportunidad (como ahora, pero peor). Pero, por el otro lado, Jongin había conservado su sentido del humor en todo este tiempo que habían estado separados y su positividad, pensaba el mayor, jamás cambiaría ni aunque tuviese ochenta y tantos. Él siempre había sido el mejor a la hora de apoyar y consolar a alguien, y Kyungsoo sabía que era la persona más leal que jamás haya conocido en su vida entera. Era de esperar que el moreno quisiera quedarse junto a él, a pesar de estar tan agotado por el viaje.
A Kyungsoo siempre le había gustado eso de él. Y eso era lo malo.
Sobre todo porque ahora eran mayores y mucho más conscientes, y las pequeñas cosas que le molestaban cuando eran niños, eran algo irrelevante si lo pensaba bien.
Y el no quería pensarlo bien. No.
- Entonces, dime, 'Soo -dijo el menor, sacándolo de su ensoñación-. Es raro decirlo, pero, ¿cómo es tu prometido?
El aludido parpadeó, sin entender el sentido de la pregunta.
- Quiero decir -se apresuró a agregar el moreno al ver el rostro del otro-, así sabré como es de apariencia y será mucho más fácil y rápido encontrarlo si lo hacemos los dos, ¿no crees?
- Eh...
Pero antes de que pudiese contestar nada, un grupo de personas vestidas de traje comenzó a bajar del lujoso ascensor, haciendo demasiado ruido y llamando la atención de ambos chicos que se encontraban a unos pocos metros de éstos.
- Vaya -soltó Jongin al verlos-. Deben ser ricos o algo.
Las personas habían ido desalojando el elevador a paso lento, amontonándose para salir lo más pronto posible. Kyungsoo miraba con atención los bolsos que iban cargando con ellos, todos de marca y fuera de su alcance, y luego desviaba la vista a los atuendos que llevaban puestos, formales y sin un ápice de imperfección en ellos. Parecía como si hubiesen acabado hace menos de cinco minutos con una reunión empresarial en extremo larga y tediosa, además de aburrida, y estuviesen realmente desesperados por abandonar el establecimiento de una vez por todas y no saber nada de él durante siglos.
“Vaya. Con todo lo que tienen, prefieren huir de ésto. Y yo que creía que eran totalmente estirados”
El mayor sintió unas sutiles ganas de reírse de repente, pero logró aguantarse hasta que todos bajaran. Porque, aunque fuese algo raro, al parecer aquel ascensor tenía un soporte de más de veinte personas a la vez. O, al menos, eso era lo que él pensaba, ya que la manada de gente parecía no acabarse nunca. Ya hasta le estaba dando una especie de jaqueca al ver que aún quedaban algunos allí dentro; estuvo tentado de gruñir algunas veces y levantarse para largarse de una vez por todas. Tanto era así la molestia que casi festejó cuando había visto que el elevador había cerrado sus puertas (con unas cuantas personas dentro de él aún) y se había dignado a subir nuevamente.
Luego, simplemente, se quedó quieto en su lugar.
Y sintió frío. Un frío helado correr por todo su cuerpo hasta petrificarlo por completo.
Porque allí, frente a sus ojos, y mientras era transportado por esa enorme y lujosa caja en movimiento, estaba el que le había propuesto matrimonio hacía casi dos meses atrás, y con el que, se suponía, se iba a casar esa misma semana si no hubiese tenido tanto trabajo. Allí estaba Park Chanyeol, sin tener idea de que él estaba en el mismo hotel que el más alto.
Y eso hubiese estado perfecto, salvo por el hecho de que no estaba... solo.
Un chico, centímetros más alto que él, se encontraba atrapado entre los brazos del gigante mientras lo besuqueaba con bastante pasión. El sujeto en cuestión no sólo era un poco más alto que el propio Kyungsoo, sino que también tenía unas hermosas manos, las cuales tomaban el rostro del alto con cariño, un rostro mucho más fino y delicado que el suyo, y unos muslos y trasero prácticamente perfectos, los cuales eran amansados por la enormes manos de su antes prometido.
Ambos con los ojos cerrados y sonriendo entre besos. Ambos demostrando más cariño del que alguna vez haya visto, y él ya no pudo soportar ver más.
Así que se dejó caer sobre el respaldo una vez más, exhalando y sin poder cerrar los ojos ni un milímetro a causa de la impresión.
Y sintió que se rompía por dentro.
- ¿Kyungsoo? -preguntó un preocupado Jongin al ver a su acompañante aparentemente shockeado, y colocó una mano sobre su hombro, sacudiéndolo levemente y frunciendo el ceño al ver que no reaccionaba-. Kyungsoo, ¿qué sucede? ¿Acaso has visto un fantasma o algo así? Estás pálido.
El otro, sin embargo, no logró escuchar nada de lo que el moreno le decía y, en cambio, se dedicó a murmurar por lo bajo algo que al más alto le costó, pero logró escuchar.
- Estaba con otro. Le estaba tocando el trasero a otro -decía como si fuese un mantra-. A mí nunca... nunca me había hecho algo así. Él...
- Kyungsoo, eh -intentó llamar su atención mientras trataba de levantarlo de su lugar, pues parecía pegado a éste-. ¿Qué es lo que quieres decir? No puedo...
- Cabronazo.
Jongin parpadeó, impactado. ¿Acaso se lo decía a él o qué? No podía entender nada. Ni siquiera tenía idea de lo que había puesto así al más bajo para empezar.
- ¿Qué?
- Jongin -el mayor soltó de manera casi queda, sin mirar a nada más que el suelo debajo de sus pies-. Llévame a casa. Por favor.
El más alto apenas y logró escuchar aquello, y no pudo estar más confundido. Sin embargo, obedeció a la petición de su mayor sin chistar y, prácticamente, lo arrastró hasta la puerta de salida, viendo cómo unas cuantas gotitas caían del rostro del mayor en el camino. Y suspiró.
- Ya decía yo que no tenía que irme...
[…]
- Oye, Kyungsoo. No tienes por qué llorar.
Jongin se encontraba frotándole la espalda al más bajo, tratando de animarlo de alguna manera, pero nada parecía funcionar. Cuando por fin habían llegado al hotel en el que se hospedaban, Kyungsoo rompió en un llanto demasiado lastimero, contándole cada detalle del por qué se habían ido tan de repente, por qué estaba llorando. Y el moreno pudo comprender finalmente la situación y, sinceramente, no sabía qué demonios hacer. El mayor llevaba llorando tres horas de reloj.
- ¿Y sabes qué es lo peor, Jongin? Que a mí nunca en su miserable vida me había tocado de esa manera. Siempre me decía que era delicado conmigo porque “no quería apresurar ni arruinar nada, y prefería que estuviese listo antes de hacer algo como eso” pero míralo ahora. Sus manos casi desaparecían en el trasero de ese.. ese...
- Ya, 'Soo. No digas nada más; olvida eso, ¿quieres? -el moreno se atrevió a acariciar su cabeza de forma cálida y le obligó a recostarse en su hombro-. No lo vale.
El aludido sorbió de su nariz, pero aquello no impidió que siguiera llorando. Aunque, en el fondo, agradecía inmensamente la ayuda que le estaba brindando su ex-novio, bien sabía que no iba a recuperarse de aquello que había sucedido. Al menos, no ahora; no pronto.
Y dolía, siquiera, recordarlo. Dolía ver el anillo que aún estaba en su dedo. Dolía el haberse enterado de que el tipo que, se suponía, más quería en toda su vida, le había puesto el cuerno a pocos días de su casamiento.
- Me iba a dejar parado en el altar, Jongin. Como un idiota. Iba a estar parado allí, sólo, como un maldito idiota -sollozó sobre el pecho del más alto, abrazándose aún más a él-. Me ha puesto el cuerno, y ni siquiera iba a tener las bolas para decirme nada. No. Prefirió irse y dejarme sin que me enterase, y yo te juro que tengo unas terribles ganas de meterle el cuerno por el maldito culo.
El más alto, y al oír aquello, sintió unas irremediables ganas de lanzar una carcajada, pero decidió que ese no era el momento para hacerlo. En cambio, cargó al chico en sus brazos hasta el sofá de la sala y lo acostó allí suavemente. Luego, y bajo la atenta mirada del sorprendido ojón, se colocó la chaqueta y salió de la habitación a una velocidad casi descomunal, sin justificarse ni decirle nada al que era su compañero de cuarto.
Se fue. Así, sin más, dejando estupefacto al devastado Kyungsoo.
“¿Qué? ¿Ahora es él el que me abandona? ¿Acaso es el maldito día de ´abandonen a Do Kyungsoo´, es eso?”
Y el mayor estaba frágil, sensible, en ese momento, y no creía poder soportar también aquello. Ya bastante había tenido con ese orejón idiota como para tener que lidiar con la traición de Jongin, así que se dispuso a cubrirse el rostro con ambas manos y cargar con toda esa miserable situación solo.
Pero antes de que pudiese soltar algún otro sollozo, la puerta de la entrada se azotó, sobresaltándolo, y unos pasos se escucharon desde algún punto del pasillo. Fue entonces cuando la silueta del moreno se había mostrado en el umbral de la sala, y éste, al parecer, iba cargando con algo en las manos.
Kyungsoo se limpió el rostro y parpadeó, confundido, mientras miraba a Jongin acercarse a él.
- ¿Qué es... ? -balbuceó.
El más alto le colocó la bolsa que había traído sobre el regazo y le devolvió la mirada con una sonrisa tranquilizadora.
- Ábrelo.
El mayor miró con un poco de duda lo que tenía frente a él, pero no tardó en obedecer y comenzar a quitar la bolsa. Un objeto con envoltorio dorado salió rodando de ésta hasta llegar al sillón y se apresuró a recogerlo para ver de qué se trataba.
Había tardado menos de dos segundos en descifrar qué era.
- No es cierto... -soltó incrédulo, limpiándose las lágrimas de su rostro-. ¿Aún recuerdas ésto?
Jongin sonrió triunfante.
- Oh, vamos, Kyungsoo -dijo-. Eran mis favoritos también.
- Duc D'O -murmuró con una sonrisa en los labios-. Hace tiempo que no como éstos bombones.
- Ni yo -el moreno se dejó caer junto a él en el sillón y cruzó ambos brazos detrás de su cabeza, relajado-. ¿Recuerdas cuando nuestros padres nos daban una reprimenda cuando nos descubrían comiéndonos algunos a escondidas?
- ¿Cómo olvidarlo? -el más bajo desenvolvió el chocolate que tenía en las manos y se lo llevó a la boca-. Siempre nos decían que no teníamos la edad suficiente para ingerir licor.
- Pero aún así seguían siendo nuestros preferidos -rió el más alto-. Si nos vieran ahora, les daría un ataque.
- Nah -contradijo Kyungsoo, llevándose otro bombón a la boca-. No es para tanto. Además, ya somos lo suficientemente grandes, y ésto no tiene demasiado alcohol para hacernos nada.
El moreno chasqueó la lengua y se inclinó en su lugar para tomar algo que estaba oculto a un lado del sillón y, cuando lo hubo hallado, se aseguró de colocarlo en frente del rostro del más bajo para que no tuviera ninguna duda de lo que tenía en manos.
Kyungsoo miró con los ojos bien abiertos a lo que tenía delante, casi sin poder creérselo.
- Jongin -musitó-. ¿Y ésto?
El aludido se encogió de hombros, restándole importancia, y colocó el objeto sobre las piernas del mayor.
- Es bueno olvidarse de todo algunas veces, ¿no crees? -contestó simplemente, creyendo que eso bastaba para explicar el por qué había escondido la botella de vodka de los ojos de su mayor. Y es que, hasta donde estaba enterado, a Kyungsoo nunca le había gustado el licor. Una vez había probado un sorbo de cerveza y simplemente terminó por escupirlo todo y maldecir al que había creado aquella horrible cosa. Tampoco es como si se hubiese embriagado alguna vez en la vida, o, al menos, es lo que Jongin esperaba, así que no puede saber si el más bajo tomará aquel atrevimiento de buena o mala manera. Prácticamente le estaba invitando a tener una resaca de mil demonios junto a él la mañana siguiente.
Sin embargo, y fuera de todo lo que esperaba, el mayor tomó la botella casi decidido y la abrió en un dos por tres.
Kyungsoo sabía lo que estaba a punto de hacer y estaba consciente de que aquello no traería nada bueno, salvo dolor punzante en la cabeza y náuseas. Jamás había experimentado aquella cosa, pero tenía una vaga idea de lo que la gente sentía al hacerlo, por lo que, al principio, no había estado tan seguro de querer tomar nada de eso. Si las circunstancias hubiesen sido otras, probablemente hubiese agarrado la botella y se la hubiese aventado a Jongin en la cabeza al siquiera proponerle algo como aquello.
Pero la verdad era que su ex-prometido lo había estado engañando con otro y planeaba dejarlo parado en el altar sólo, y él, sinceramente, no creía que fuese capaz de soportar aquello en ese momento.
Así que la idea de la amnesia por una noche le pareció bastante tentadora y no pudo evitar sucumbir ante ésta.
- Tienes razón -respondió, lanzando el corcho a algún lugar de la habitación y llevándose la botella completa a la boca para dar un gran trago al líquido. Hizo una mueca de profundo asco al sentir el sabor que esa cosa tenía y lamió varias veces su paladar antes de volver a colocarse la botella en los labios y darle otro sorbo, exhalando fuertemente al casi quedarse sin aire por no tomarse el tiempo de respirar y mirando a Jongin en el proceso. Le tendió la botella sin pudor alguno, invitándole a participar también a hacer lo mismo-. Aunque no quiero hacerlo solo, ¿sabes?
El aludido parpadeó varias veces, impactado, antes de aceptar el ofrecimiento y tomar algo de aquello él también.
A juzgar por la mirada de Kyungsoo, se dijo mentalmente, es más que seguro que aquella noche termine con un coma alcohólico que con una simple resaca la mañana siguiente.
-
Cuando Jongin se hubo despertado aquel día, no se esperaba hacerlo con el sol golpeando su rostro de manera destructiva y con un dolor lo suficientemente horrible en la cabeza como para hacerlo gruñir apenas abre un ojo. La noche anterior, Kyungsoo le había ordenado comprar más botellas de licor para poder compartirlas entre ellos y ahogar sus penas -y sí, sólo las del mayor únicamente- hasta asegurarse de que hayan quedado en el olvido. Y la cosa había terminado empeorando a medida que el tempo iba pasando, y ambos habían caído rendidos a altas horas de la madrugada, incluso ya sintiendo la resaca. Por lo que, en el fondo, el moreno no estaba sorprendido realmente de que, cuando se movió ligeramente y buscó sentarse, su cabeza haya hecho cosas raras y todo el suelo haya terminado por dar vueltas y a zigzaguear a su vista. Incluso la habitación le parecía mucho más clara de lo normal, cortesía del sol matutino que entraba por la ventana, y sólo lograba que su dolor de cabeza fuera en aumento y gruñera aún más antes de dejar caer su cabeza nuevamente en lo que fuera que tuviera como almohada. A juzgar por cómo su cuello dolía también como mil demonios, dedujo que no tenía nada y que simplemente era el brazo de algún sillón o la propia madera de la cama, si es que había llegado a alguna.
Pero antes de que se decidiera por alguna de las opciones que había formulado su mente y que lo estaban matando por el simple hecho de que sólo empeoraba la resaca, un movimiento suave junto a su estómago lo hizo parpadear en confusión y mirar en aquella dirección.
Y en efecto, Do Kyungsoo se encontraba acurrucado junto a él mientras su cabeza se movía ligeramente sobre su pecho, despertándose poco a poco.
Si Jongin debía ser honesto, sinceramente no se esperaba aquella. El más bajo se encontraba demasiado cerca de su rostro para su propio bien y eso no hizo otra cosa más que ponerlo incómodo. Porque el mayor se miraba lindo cuando hacía esas típicas muecas de perrito antes de abrir los ojos; porque él se sentía cálido y pequeño junto al más alto, lo cuál provocaba esa extraña sensación de protección que había tenido cuando había salido con él hacía un tiempo atrás y le traía bastantes recuerdos. Pero, y por sobre todas esas cosas, porque Jongin sentía que era agradable estar así con el mayor, después de tanto tiempo, y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa y sentir la necesidad de acercarse un poco más a él.
Pero no pudo, y obviamente se detuvo antes de poder hacer nada.
Porque Kyungsoo aún llevaba aquel anillo en su dedo. Porque él ya era un caso perdido para el moreno, y siempre lo había creído así desde que hubieron terminado. Habían sido varias las noches, los días, los que había estado pidiéndole al cielo que lo trajera devuelta a sus brazos cuando habían estado separados, lejos el uno del otro, y habían sido también incontables las veces en las que había derramado alguna que otra lágrima al darse cuenta de que aquello ya había acabado por completo y jamás estaría destinado a ser. Y no es como si Jongin tuviese sentimientos por él ahora que se habían reencontrado luego de tanto tiempo, salvo los de protección y una infinita adoración por los tiempos pasados, pero él sabía que ya no le gustaba Do Kyungsoo ni un poquito. Aunque tenerlo tan cerca hacía que su mente maquine y se pusiese a recordar los viejos tiempos en los que ambos eran felices y se hacían mimos siempre que estaban juntos, y, frente a aquello, ¿qué se suponía que pudiese hacer? Él aún seguía siendo humano, seguía siendo hombre, y seguía actuando por impulsos, algunas veces tontos.
Y sí. Por un momento tuvo ese impulso familiar de besarle o de abrazarlo, para qué engañarse. Pero él conocía los límites, y Do Kyungsoo acababa de, prácticamente, terminar con su ex-prometido y emborracharse para olvidar todo tipo de dolor, a pesar de saber que no le gustaba para nada el alcohol y jamás en su vida lo hará.
El chico estaba destrozado, y él no era del tipo de persona que tomaba ventaja de situaciones como aquellas.
Así que suspiró, revolviendo su cabello en un intento de despertarse completamente y hacer la resaca menos detonante, y sacudió levemente al chico sobre su pecho para hacerle abrir los ojos.
- Eh, hyung -murmuró con voz ronca-. Despierta.
Kyungsoo se removió en su lugar con una mueca, pero no tardó en enrollar su brazo libre sobre el estómago del más alto, obviamente negándose a despertar.
Jongin se quejó mentalmente por tener al más bajo aún más pegado a su cuerpo y lo sacudió con un poco más de fuerza. A ese paso, dudaba que tuviese el suficiente auto control como para reprimir demasiado sus impulsos. Porque, si lo pensaba bien, el mayor seguía teniendo el mismo aroma que tenía hace unos años atrás, y no es como si hubiese cambiado demasiado. Seguía siendo hermoso, para qué negarlo, y tenía una rara combinación entre pequeño indefenso y demonio sexy que podría hacerle perder la cabeza, pero allí la situación era otra. Si seguía pensando en ello y en los montones de cosas buenas que había conservado y ganado el mayor en todo ese tiempo, tal vez su auto control se iría al traste y él no podía permitirlo. No cuando el más bajo le había estado implorando por ayuda hace unas horas atrás para recuperar a su ex-prometido y él solamente tenía una cabeza hueca en la que sólo pasaba sexo por toda su mente. Todas aquellas bromas con las que molestaba al mayor se estaban poniendo en su contra y estaban jugando contra él, ciertamente haciéndolo sentir náuseas hacia su persona por siquiera pensar en aquello.
- Diablos, Kyungsoo -murmuró, aún sacudiendo su hombro y tratando de apartarse en el proceso-. Despierta de una vez.
El pequeño junto a él volvió a removerse de forma perezosa mientras hacía otra mueca de molestia, y parpadeó una cuantas veces antes de bostezar y estirarse, sin tener idea de nada.
El moreno, y al ver que por fin había reaccionado, suspiró de alivio y sonrió de lado. Kyungsoo aún seguía siendo difícil en las mañanas.
- Buenos días, 'Soo.
El aludido parpadeó unas cuantas veces más para poder abrir los ojos y despertarse por completo, pero no tardó en fruncir el ceño y apretar sus ojos con fuerza al ver la luz brillante del sol colarse por la ventana y golpearlo como si se tratase de un martillo súper potente. Gruñó bastante sonoramente al sentir el dolor de cabeza ir en aumento ante aquello, y se reprendió mentalmente, jurando jamás en su vida volver a tomar ni una sola gota del estúpido licor. Nunca había odiado tanto al maldito sol.
- Demonios... -se quejó, colocando una mano en su frente y presionando la zona-. Mi cabeza se siente como si fuera a explotar...
Jongin se rió al ver la mueca que el rostro del mayor formaba y se levantó, pestañando un poco al ver que todo aún le daba pequeñas vueltas dolorosas.
- A eso se le llama resaca -soltó, esbozando una sonrisa-. Bienvenido al club de la buena vida, perra.
- Buena vida mi trasero -protestó, estirando un brazo para que el moreno tome su mano y le ayude a levantarse, lo cual no tardó en hacer-. Recuérdame nunca volver a beber en mi vida.
- Lo haré las veces que estés ebrio, para que lo recuerdes mejor -sonrió de lado.
- Muy gracioso, Kim Jongin -entrecerró los ojos en su dirección y se arrastró hasta estar a su lado-. Ya que estabas tan empeñado en emborracharme la noche anterior que preparaste todo al pie de la letra, me imagino que habrás comprado también alguna aspirina para la maldita resaca, ¿no es cierto?
El más alto hizo una mueca y rascó la cabeza.
- Olvidé ese pequeñísimo detalle.
- Genial -soltó el más bajo entre dientes mientras se masajeaba la sien y caminaba directo hacia el baño-. Entonces, si no te molesta, usaré el baño primero. El dolor es tan potente que hasta dan ganas de vomitar.
Jongin se encogió de hombros y, viendo que aún estaba vestido, simplemente se colocó la chaqueta y los zapatos.
- Las damas primero.
Kyungsoo le lanzó una mirada fulminante desde su lugar antes de negar de manera reprobatoria y seguir su camino hacia el cuarto de baño. Se detuvo en su lugar, sin embargo, y volteó a ver al moreno con confusión al recordar la noche pasada. Podía acordarse más o menos de lo que había dicho entre trago y trago, pero la mayoría de las frases que había soltado no podía saber si estaban siendo producto de su imaginación, ahora que lo pensaba, o realmente salieron de su boca esa vez.
- Oye -llamó su atención antes de que hubiese abierto la puerta-. Ayer... -mordió su labio, sin saber si preguntar o no sobre una frase en especial. ¿Qué si Jongin no se acordaba de nada o lo tomaba por loco por inventarse aquella? A lo mejor estaba peor que él, aunque dudaba de ello, pero no cree que estuviese preparado para que lo llamasen loco a esa hora de la mañana precisamente-. ¿Dije algo raro con respecto a... ? Tú sabes.
El aludido se detuvo en su camino de abrir la puerta para colocar dos dedos sobre su barbilla y pensar en ello. Bueno, él no había tomado tanto como el mayor la noche pasada, pero aún así había perdido el conocimiento en un momento dado. ¿Había dicho algo realmente importante sobre ese sujeto mientras habían estado bebiendo?
Sonrió lentamente al recordar fragmentos interesantes de la conversación que habían tenido, y se recargó sobre la pared despreocupadamente.
- Sí, de hecho -respondió, cruzándose de brazos y enarcando una ceja hacia el chico parado en medio de la sala-. Si aún no estoy mal de la cabeza y recuerdo bien, habías hablado sobre algo parecido a que probablemente tú y él nunca han tenido relaciones en todo el tiempo que habían salido, y que era más que seguro que al otro sujeto se lo estuviese follando de todas las maneras posibles y tú estabas celoso de siquiera pensarlo. Si debo ser sincero, eso sólo me hacer pensar que realmente aún no has perdido tu virginidad, y eso sólo hace que me entusiasme mucho más ante la idea de la sesión de sexo, para que veas. Incluso podría enseñarte todas las posiciones del Kamasutra. Serías un experto para entonces.
Pero Jongin no lo decía en serio. Si iba al caso, el moreno apenas y recordaba que el más bajo le había dicho que aún no se había acostado con el tipo cuando habían estado saliendo, pero eso no le impedía distorsionar un tanto la historia. Porque, a pesar de todo y aunque su intensión no era aprovecharse de él ahora que estaba frágil, nada le impedía jugar un poco con el mayor, ¿verdad? Después de todo, era divertido verlo nervioso o atontado, o sonrojado hasta la médula por el atrevimiento.
Como era en aquel caso.
- ¿Qué? -balbuceó el más bajo, sintiendo el calor arremolinándose en su rostro-. C... creo que ya has perdido la cabeza por fin. Yo no pude haber dicho eso.
- Oh, sí. Lo hiciste -canturreó felizmente-. Incluso me habías pedido que te desvirgara allí mismo, pero como soy un hombre de palabra y respeto lo que te dije sobre esperar hasta después para el sexo, me vi obligado a detenerte. No me esperaba eso de ti, 'Soo.
Al aludido se le subieron los colores a la cara ante aquello, y se cruzó de brazos. Porque era obvio que el más alto estaba jugando con él, maldita sea. Eso sólo le hacía recordar a cuando estaban saliendo juntos antes.
- Cierra el pico, Kim Jongin. Eso sí que no te lo creo para nada -espetó, resoplando al oír al otro reírse en su cara-. Como sea, ¿nada más?
El menor miró hacia un punto del techo, buscando recordar algo que se le haya pasado por alto, y chasqueó la lengua al saber el qué.
- Dijiste que querías recuperarlo. A él -murmuró con expresión seria-. Yo no sé si el mito ese de que las personas ebrias dicen siempre la verdad sea eso, verdad, pero lo único que puedo decirte es que, si necesitas mi ayuda, mi yo ebrio te ha dicho que sí en el momento en que lo pediste y yo también.
Kyungsoo quedó momentáneamente seco en su lugar al escuchar eso y se mordió el labio en duda. Porque era verdad que él quería, por todos los medios, recuperar a su ex-prometido y volver a su vida de antes. Porque él aún amaba al tipo, y no quería dejarlo ir tan fácilmente.
Pero que Jongin lo ayudase a cumplir su cometido no estaba en sus planes. Al menos no mientras estaba consciente, pero, ahora que el moreno lo había dicho, no podía evitar pensarlo. Y es que sería genial tener a alguien que le apoye en una situación como aquella, que le ayude, pero sentía que era como un atrevimiento demasiado... bueno, descarado.
Aunque, si tuviese que elegir, diría que sí. Agradecería su ayuda más que nada en el mundo.
- No tienes que hacerlo si no quieres -dijo sin embargo, con timidez en su voz-. Habías venido por vacaciones, después de todo. No tienes por qué...
- Lo haré -interrumpió de inmediato el moreno, apartándose de la pared y sonriendo de lado mientras se revolvía el cabello-. Aunque creo que necesitaremos más aspirinas, de todas formas . Serán muchos días de resaca, te lo puedo asegurar -rió.
Kyungsoo, y en vez de unirse al moreno, quedó con la boca semi abierta al oírle aceptar tan rápido y tan decididamente. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué... ?
- ¿Por qué... ? -farfulló sin poder comprender.
Jongin detuvo su risa y, al entender de qué estaba hablando, se encogió de hombros, restándole importancia.
- No lo sé. Supongo que -metió ambas manos en los bolsillos de su chaqueta-... no me gusta verte llorar. Es todo.
- ¿Es todo? -repitió el más bajo, aún estupefacto. ¿Por qué estaba siendo tan amable? ¿Es acaso parte de la madurez que ha obtenido en todos esos años?
- Oh, por favor, Kyungsoo -rió-. Eres mi amigo ahora, ¿no es así? Y a mí no me gusta ver a mis amigos tristes. No si puedo evitarlo.
El aludido, simplemente, boqueó como pez fuera del agua.
¿Desde cuándo Jongin era así? ¿Se había perdido de tanto en todo el tiempo que había pasado lejos del menor? ¿Cómo es posible que sea tan amable y atento ahora? O, bueno, puede que lo haya sido siempre, pero él realmente no había prestado atención a ello, salvo excepciones. De todas formas, en lo único que podía pensar el más bajo en ese momento era que su estómago había comenzado a hacer cosas raras en cuanto el más alto había dejado salir esas palabras de su boca, y no lo hacía sentir especialmente bien.
“Estúpido Jongin, siendo tan amable que hasta enferma. Ahora mi estómago está haciendo porquerías en mi interior”
Y él, por un segundo, había creído que su cuerpo entero había reaccionado ante la frase del moreno. Podía sentir como asquerosas mariposas revoloteaban dentro suyo al ver tanta gentileza, y él casi se sintió asustado de ello. Porque, hasta donde sabía, él había olvidado por completo al otro hacía ya mucho tiempo. Sencillamente, era imposible que volviese a sentir algo por el otro de repente. Mucho menos si había terminado con su relación hacía menos de unas cuantas horas. No.
Por eso |cuando sintió que algo comenzó a subir por su garganta, caliente y asqueroso, se sintió repentinamente aliviado porque oh, diablos. No eran mariposas, sino todo el alcohol que había ingerido la noche anterior en forma de vómito.
Y se pudo haber reído en aquel momento, sí, pero resulta ser que la arcada que le había dado en ese mismo instante no le había dejado tiempo.
- Demonios, quiero vomitar... -murmuró con una mano sobre su boca, sintiendo que el vómito se le salía hasta por la nariz. Ugh.
Jongin abrió los ojos con sorpresa antes de apresurarse a llegar junto a él y guiarlo hacia el baño para que pudiese descargarlo todo. Iba a ser un problema si ensuciaban de porquería el suelo de la habitación del hotel en el que estaban hospedados.
Por poco y casi no llega cuando Kyungsoo se arrojó al piso frío del baño y devolvió todo dentro del inodoro.
- Maldición -el moreno hizo una mueca de disgusto mientras frotaba la espalda del enfermo y veía todo desde allí. Él había olvidado por completo cuánto odiaba el vómito. Verlo o incluso escucharlo le hacía dar arcadas por pura inercia. Requirió un montón de su fuerza de voluntad quedarse allí a acompañar al más bajo y apoyarlo sin devolver él mismo todo lo que tenía en su estómago. Tragó saliva, esperando a que eso le ayudase a aguantar todo mejor-. ¿Quieres que vaya a por una aspirina ahora?
- Y enjuague bucal. Necesito el maldito enjuague bucal -respondió Kyungsoo cuando se hubo recuperado, temblando y con una expresión de profundo asco en su rostro.
El moreno asintió y se levantó del lugar.
- Entonces... creo que el plan de recuperar a tu chico se pospondrá para mañana, ¿no es cierto? Viendo como estás...
Al mayor le dio una arcada bastante violenta y Jongin casi se sintió llorar en ese preciso momento. Kyungsoo chilló en protesta antes de volver a tener otra totalmente igual a la anterior y se apoyó sobre el inodoro sin remedio.
- Diablos, sí. El idiota ese puede esperar. Estoy ocupado ahora.
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