May 04, 2008 21:01
Reto #142: Las Tres Escobas es un lugar clásico de Hogsmeade que no hay que dejar de visitar. ¿Cuándo se fundó? ¿Quién se encontraba allí?
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Las Tres Escobas.
Cuatro magos caminan pacíficamente por un precioso y estéticamente cubierto de nieve caminito enrevesado, alejándose de los cimientos de lo que parece un castillo en construcción.
-Venga, vamos, tírate el rollo.
-Por última vez, Godric, no me parece apropiado.
Bueno, tal vez me precipitase con lo de “pacíficamente”.
El mago que respondía con Godric frunció el ceño y le dio una furiosa patada a una piedrecita del bucólico camino.
-Vas a conseguir que le suba el colesterol, Helga -dijo otro mago, de siniestra voz y maneras cuidadas y sigilosas, parecidas a las de un lagarto introvertido. Caminaba a la izquierda del todo, en fila con los otros tres, con la cabeza ligeramente hundida sobre los hombros para protegerse del frío.
-Me da igual, lo que propone es pura especulación -la bruja, rechoncha y con cara de pocos amigos, refunfuñó cruzándose de brazos y mirando a la lejanía, indignada. Godric Gryffindor se atravesó a codazos por donde estaban sus tres compañeros y encanchó uno de los pliegues de la falda de la bruja.
-¡Pero eso es mentira! ¿Qué daño podría hacer al mundo el que yo montara un bar en esas colinas desiertas?
Su tono de súplica fue fervientemente respondido por una ráfaga de aire helado, que hizo deteneser momentaneamente al grupo.
-La verdad -una vocecilla salió de la delgadísima bruja que se había mantenido en silencio hasta entonces- es que en estos momentos no me importaría poder estar tomándome algo en un sitio cercano al castillo, y no tener que caminar hasta el campamento provisional.
-¡Rowena!
-¡EH! ¡No la interrumpas, Helga! ¡SABES QUE TIENE RAZÓN! -Godric volvió a recorrer toda la fila para agarrar por los hombros a su aliada con camaradería-. Míranos, por Merlín. Nos queda poco tiempo para acabar de congelarnos. Personalmente, ya empiezo a tener estalactitas en el bigote. -y, como para corroborarlo, el mago sacudió enérgicamente su poblado mostacho hacia los lados-. ¿Lo veis? Suenan campanitas.
El rostro de Helga Huffelpuff ya alcanzaba tonalidades violáceas.
-Pues Salazar no parece estarse quejando -consiguió decir reuniendo toda la calma que pudo.
-Salazar ni siquiera tiene pelo -añadió señalando sin ningún pudor a su reptil compañero.
-No sé siquiera cómo contestarte. -comentó éste mirándole cansinamente.
-¡Y…Y tú con esa capa de grasa no es posible que tengas frío!
La bruja estalló como un toro embravecido. Hinchó mucho la boca con aire congelado y lo expulsó con furia por los orificios de la nariz, produciendo dos nubecitas que se deshicieron en la ventisca. Su piel pasó de tener tonalidades a ser completamente violeta, y sus ojos irritados enfocaron al mago con una nueva furia asesina.
-¡Se acabó! -gritó Rowena, interponiéndose entre los dos justo a tiempo. Sus manos detuvieron a la furiosa Helga, y por los tironcitos de su capa dedujo que Godric se encontraba agazapado tras su capa -. Los dos tenéis que ceder. ¿Qué os parece si lo sometemos a votación?
Helga respló y volvió a su estado normal, con alguna que otra mirada furiosa por el rabillo del ojo.
-Bien -Rowena continuó, habiendo tomado las riendas de la situación-. Ya sabemos cuáles son los votos de Helga y Godric. Yo personalmente voto que Sí. ¿Salazar?
El mago miró a su alrededor. En realidad, el alrededor lo estaba mirando a él, y muy fijamente; le miraba suplicante por un lado, agresivo por otro e indiferente por el restante. Suspiró profundamente y se sacudió la nieve que empezaba a formar un cono en su cabeza.
-Diga lo que diga, alguien va a matarme. Así que seré egoísta. Yo digo que sí, que dejemos a Godric montar su maldito bar aquí, en las afueras del colegio de los cuatro fundadores -un chillido de jubilo se escuchó a su derecha-, pero que, a cambio, todos nosotros tengamos servicio gratuito.
-Eso por descontado -murmuró Helga desafiante.
Los cuatro reanudaron su marcha por la tormenta, algunos más contentos que otros. De pronto, Godric se paró en seco.
-¡Ya tengo el nombre! -gritó.
Una vez pasados los dos segundos de rigor en los que el resto de magos averiguaron de qué demonios estaba hablando, continuó:
-Si, de nuestro bar. Lo llamaré “Las Tres Escobas”.
El silencio fue ensordecedor, al menos hasta que Salazar habló con un hilo de voz.
-Daría cien galeones por estar dentro de tu cabeza ahora mismo.
-Pero Godric -le interrumplió Rowena, perpleja-, ¿por qué tres? Nosotros somos cuatro, ya lo sabes.
-No te preocupes, sé contar. Son tres por los votos a favor de esta tarde, los votos a favor de la creación del bar.
-¿Y las escobas? -añadió Helga rencorosa.
-Bueno… -Godric dudó unos instantes-. Los tres somos muy buenos en Quiddich, ya sabes… y la escoba es el signo de un mago, de la magia en general…del ocio y tiempo libre de los jóvenes…
Ante la mirada incrédula de Helga, tragó saliva y habló, colocándose en posición de iniciar una huída rápida.
-Además, aunque te añadiesemos en el nombre de bar, dudo muchísimo que pudiésemos entre todos subirte a una escoba.
Y, efectivamente, segunos más tarde Rowena Ravenclaw desenfundaba su varita con cansancio y se disponía a cazar a sus dos colegas, que corrían (al menos Godric) como si sus vidas dependiesen de ello (o eso le parecía cada vez que Helga acortaba distancias). Un poco más retrasado, Salazar Slytherin volvía a intentar sacudirse la nieve de encima y suspiraba amargamente, preguntándose que cruel azar del destino le había impedido montar un colegio a él solito.
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