Fandom: Good Omens
Claim: Azirafel/Crowley
Advertencias: Spoilers
Palabras: 283
Bunny de:
kmiya Al llegar a su trastienda unos cuantos días después del Apocalipsis fallido, Azirafel no esperaba encontrarse una bolsa sobre su mesa. Su desorden continuaba allí después de la remodelación (disminuido por los ejemplares que no había podido recordar), pero la bolsa era nueva, y para nada común como sí resultaba el ver a Crowley husmeando entre los estantes. Dentro de la bolsa, un libro.
-¿Qué es esto?
Crowley volteó, alzando las cejas con total inocencia (inocencia perturbadora, dado que no parpadeaba en ningún momento). Azirafel enarcó una de las suyas, delgada y elegante, por encima de los anteojos de leer.
-Lo vi, estaba barato, no creí que lo tuvieses. Me apetecía comprarlo.
-Imagino que sabrás que no es literalmente el diccionario del Diablo.
-De hecho, le hace algo de honor a su nombre. "Disculparse: sentar las bases para una futura ofensa". Bastante bueno para venir de un humano.
Azirafel contuvo la risa. Dejó el regalo junto a la lámpara (encendida sin necesidad de enchufarse, probablemente de las primeras que se habían fabricado en el país).
-Y no tuviste nada que ver con su concepción.
-Nope. Nada.
-¿Quieres ir al Ritz? Ya me he encargado de los mafiosos de hoy.
La cara de Crowley se contrajo en una mueca. Recordó, con algo similar al dolor trágico que causa una pérdida, el rugido del Bentley y sus asientos tapizados. Recordó el Another One Bites The Dust de Tchaikovsky. Podría replicar el auto con un estornudo, pero no: no sería lo mismo.
-Habrá que caminar.
-No importa. Yo invito, por cierto.
Se marcharon. Crowley, canturreando algo sobre columpiarse mientras los años pasaban, y Azirafel, decidido a investigar más tarde sobre los verdaderos orígenes de aquel libro.
Fandom: Latin Hetalia
Claim: Argentina
Advertencias: Crack. Headcanon. TRUE STORY
Palabras: 91
Bunny de:
meia_krane Una vez cada tanto, Martín se encerraba en su baño personal, por unas cuantas horas y bajo siete llaves. Su secretismo tanto antes como después del hecho hacía correr los rumores como si fuesen pólvora. Algunos bromeaban sobre el chupacabras, sin saber que había pasado de moda (y sin que tuviera mucho que ver al respecto).
Lo cierto es que había algo diferente en Martín después de cada estancia prolongada. Una rápida ojeada a su cabello bastaba para notarlo más brillante, lleno de vida. Más amarillo. Nadie comentaba nada al respecto.
Fandom: Merlin
Claim: child!Morgana/young!Uther
Advertencias: Ninguna. Es platónico, dejen de mirarme así 8|
Palabras: 221
Bunny de:
kaos_yaoi Cada vez que Gorlois recibía una invitación procedente de Camelot para cualquier fiesta, Morgana salía corriendo en ese preciso instante hasta su dormitorio y tardaba, aproximadamente, cinco minutos en alborotar a todas las criadas con la excusa de que no podía escoger un vestido ella sola.
Gorlois se lo tomaba con buen humor, como era habitual en él, pensando en cómo sería su damita cuando tuviese más de una década de vida, ni qué decir de dos. Siempre acababa sacudiendo la cabeza ante esto, alegando que esos tiempos estaban muy, muy lejos de su presente. Por el momento tenía que concentrarse en pedirle a Morgana que no molestase tanto al hijo de Uther.
Claro que, cuando llegaban a destino, una de las primeras cosas que hacía Morgana era buscar a Arthur para presumir lo alta que era al lado de un enano como él. Eso sí: jamás delante de Uther. Cuando el anfitrión se acercaba para darles la bienvenida, Morgana se transformaba en un ángel de la serenidad.
-Buenos días, Majestad-saludaba con una reverencia.
El hombre reía, entrecerrando los ojos claros, y se ponía a su altura para besarle la mano. Morgana nunca notaba que el cabello rubio comenzaba a ralear o que las líneas de expresión se convertían paulatinamente en arrugas poco definidas.
-Lady Morgana, me alegra volver a verte.