Ayer vi Tierras de penumbra. Es una película que he visto muchas veces pero hacía años que no la veía. Ahora es diferente y exactamente la misma (ya sabéis cómo va eso).
Es una muy buena película, os la recomiendo sin paliativos. Es una de esas películas en que todo está muy bien, con esos ingredientes es difícil hacer algo malo, pero se da ese punto de... loquesea y sale algo que está más que bien.
Probablemente nadie se acuerde, probablemente nadie llegó siquiera a leerlo, pero yo recuerdo que en las primeras entradas de este blog yo llegué a escribir algo así como: “Os aseguro que puedo escribir una entrada sin citar Tierras de penumbra”.
Hoy voy a citar de nuevo Tierras de penumbra. Grandes frases, muchas: “Leemos para saber que no estamos solos”, es una de ellas, pero no el tema.
El protagonista de la película, basada en hechos reales, es C.S. Lewis. He de decir que nunca he leído una sola palabra escrita por este hombre. Ni siquiera he visto las películas de Narnia. No sé (ni importa en este caso) si algunas de las frases que Anthony Hopkins dice en la película son de Lewis o de William Nicholson, el guionista.
Es un poco difícil explicar lo que quiero explicar y no sé cómo hacerlo, pero empezaré con un discurso repetido por el protagonista varias veces en la película.
“¿Quiere Dios que suframos? No creo que Dios quiera exactamente que seamos felices. Quiere que seamos capaces de amar y ser amados. Quiere que maduremos. Y yo sugiero que precisamente porque Dios nos ama, nos concede el don de sufrir. O por decirlo de otro modo: el dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos. Porque somos como bloques de piedra a partir de los cuales el escultor poco a poco va formando la figura del hombre. Los golpes de su cincel, que tanto daño nos hacen, también nos hacen perfectos. “
Esto último, si es verdad, es una verdad relativa: Todos sabemos que el dolor crea monstruos o, sin llegar a tanto, a veces simplemente el cincel rompe.
Cito la frase porque, aún siendo atea y no por serlo, cada vez que veo la película me fascina. Exista o no exista Dios (un dios, otro, varios, múltiples, dios no pero otro “algo/alguien”, una conciencia superior capaz de hacer y deshacer y dar golpes y esculpir) el dolor existe. El dolor existe y, así, ese discurso no deja de ser interesante, con o sin dios: La idea de que el dolor nos hace mejores, o nos despierta, o nos hace madurar, o nos permite amar.
"Sólo el dolor nos hacía iguales" dice la criatura en Remando al viento. Otra frase que me fascina cada vez que la escucho.
Ahora, recuerdo esas frases y pienso que el personaje está intentando desesperadamente que el dolor tenga sentido. ¿Lo tiene?
:Una vocecita en el fondo de mi cabeza empieza a susurrar “No.... pero existe igualmente”:
Otra cita:
“Tengo tanto miedo […] de pensar que el sufrimiento no es más que sufrimiento. Sin causa, sin propósito, sin sentido. Ahora tengo un poco de experiencia. La experiencia es una maestra brutal. Pero aprendes. Dios mío, sí aprendes.”
Bien, lo del dolor es discutible pero en lo de la experiencia creo que estaremos todos de acuerdo.
Siento mezclar más referencias pero ayer, tras ver Tierras de penumbra, me dieron unas ganas enormes de ver El show de Truman. Conté aquí (muy largamente) en una ocasión que, en mi opinión, El show de Truman trataba del enfrentamiento del ser humano al hecho de que no tenía verdadero control sobre su vida y que “el programa” era una metáfora de Dios/Destino/Azar, dando igual a nivel práctico en qué creyese cada uno. Existan o no Dios o el Destino o ambos... las cosas ocurren y las decisiones que puedes tomar en tu vida tienen un poder limitado sobre lo que tu vida es realmente.
Cada dolor, cada momento de felicidad, cada enfermedad que tienes, las personas que conoces y te cambiarán la vida,... los etcéteras más variados tienen todos causa. A menudo esa causa no tiene que ver con tus decisiones o, al menos, con lo que planeabas que ocurriese cuando decidiste. A veces las causas que conducen a un hecho son tantas que resulta imposible determinarlas.
Todo tiene una causa pero no todo tiene un fin. Sin embargo, a posteriori, es fácil encontrar esa finalidad, la haya o no, encontrarla o inventarla. Explicándome fatalmente, el cerebro está no-diseñado (la tendencia a decir “diseñado” es un ejemplo de lo que voy a decir) para encontrar relaciones entre elementos no relacionados.
Siguiendo con el tema de buscar la finalidad me estoy acordando de una conversación bastante... extraña que tuve hace unos meses. Una persona que me preguntó por qué creía yo que existía el dolor, si era inútil. Me sorprendió muchísimo esa idea del dolor como algo inútil. Le dije que consideraba que el dolor podía ser bastante útil en muchas ocasiones: Una quemadura dolorosa evitará que te acerques al fuego lo bastante para morir quemado, por poner un ejemplo tonto. Tras un buen rato hablando de la utilidad del dolor me di cuenta de que seguía sacando ejemplos, uno tras otro, preguntándome por qué existían dolores que no tenían utilidad en lo que a supervivencia se refiere (no sé, varices, dolores articulares, que si las muelas del juicio) como si... tuviese que haber un "buen motivo" para todo, como si las causas que yo intentaba explicar no valiesen porque no implicaban un fin mayor, como si... no sé, creo que "como si tuviésemos que estar bien diseñados y si no la explicación no se vale" sería la expresión correcta.
A veces lo que no te mata te hace más fuerte o te aporta un conocimiento útil para el futuro (podríamos decir te hace más sabio).
A veces lo que no te mata te deja vivo.
El dolor existe, hecho, a veces se puede sacar algo bueno del dolor, hecho (contando con el “a veces”) pero eso no significa que tenga un fin.
Llevo la mitad del texto evitando utilizar la palabra “sentido”. No creo en un dios, no creo en el destino, creo en el azar que es lo que algunos llamarían no creer en nada, pero utilizo el creo porque me parece más propio, y podría decir que no creo que la vida tenga sentido. Lo he dicho muchas veces.
Pero, la verdad, es que no creo que la vida tenga sentido a priori. Quizá esto sea dejarme llevar por el error evolutivo de un cerebro erróneo y no diseñado.
O, quizá, me estoy engañando porque la idea de que no tiene sentido buscar un sentido a lo que no lo tiene me parece demasiado aterradora (una parte cínica de mi quiere decir “aburrida” en lugar de aterradora. Va, me valen ambas).
Al final, de lo que quería hablar es de una cita que son dos de la película Tierras de penumbra:
El dolor de entonces es parte de la felicidad de ahora. Ese es el trato.
El dolor de ahora es parte de la felicidad de entonces. Ese es el trato.
Ayer, viendo la película en español y sabiéndome de memoria esas frases, estaba traduciendo mentalmente: That's the deal. Deal es trato, como nombre, pero como verbo to deal significa, entre otras cosas, repartir (cartas), abordar/ocuparse de (una situación). Y pensé en ese otro sentido.
La segunda frase viene después de un: "Dos veces en la vida pude elegir. Como niño elegí la seguridad, como adulto elegí el dolor."
No creo que haya trato. Con el dolor o con la felicidad, no hay trato. La vida no ofrece tratos o, al menos, tratos justos. Las excepciones están ahí para confirmar la regla. A veces hay posibilidad de jugar unas cartas dadas pero... como dice la canción, “con una buena mano también se puede perder”. Con una mala, ni te cuento. Lo que sí hay es posibilidad de abordar las cosas de una forma u otra.
El dolor existe. Y punto. No para hacerte mejor ni peor, sólo existe, no para traerte felicidades futuras, sólo existe, ni siquiera para cobrarse felicidades pasadas, el dolor no piensa ni hace planes, ni lleva cuentas. Sólo existe. Deal with it.
La felicidad, por supuesto, también existe. Creo realmente que todo sería más fácil si sólo existiese uno de los dos (cualquiera, en serio), pero no es así. Deal with it.