Dolce Primavera Cap 9 (Final)

Apr 27, 2011 23:45

Fandom: Hetalia
Rating: PG-13
Personajes/Parejas: Alemania/Veneciano y España/Romano
Resumen: El pobre Italia llevaba varias semanas completamente descompuesto, pero cuando empezaron los desmayos, Alemania supo que era hora de ir a un doctor especialista en países.
Advertencias: yaoi, m-preg

-Ludwig!

Si había una palabra para describir a Feliciano durante sus últimas semanas de embarazo, esa era “insoportable”. Todo le molestaba, nada le complacía y ni siquiera estaba seguro de qué era lo que quería. Esa tarde se encontraba mirando la tele con un plato de salchichas coctail sobre su enorme vientre, el cual se había vuelto muy conveniente como reemplazo de una mesa.

-Ludwig! Puedes traerme algo fresco?

El pobre Ludwig que no había terminado de limpiar la parrilla donde preparó el último antojo del italiano, tuvo que dejar todo para preparar una limonada frozen como sabía que le gustaba a la futura madre de su hijo.

-Aquí tienes.

-Pero yo no dije algo para beber! Todavía queda helado de nocciola?

-Si, voy a traerte un poco.

-Ludwig! No te dije que te llevaras la limonada!

-Lo-lo siento.

-Vee…

En los últimos días le dolía mucho el vientre bajo y le era difícil encontrar una posición en la que se sintiera cómodo. No podía dormir bien y eso lo ponía de mal humor. Su hambre había disminuido pero todavía tenía antojos de cosas muy específicas y eso ponía a Ludwig de mal humor.

Un único bocado de helado lo hizo derretirse de placer y olvidarse de sus molestias. Por qué las cosas no pueden ser tan simples como comer helado y disfrutarlo? Pero ni bien hundió la cuchara para otra probadita, se dio cuenta de que ya no quería helado, así que lo dejó junto a las salchichas coctail que tampoco había terminado. La limonada por otro lado, lo estaba llamando.

Ludwig estaba frotándose las sienes cuando su grandioso hermano entró por la cocina.

-Llegó el grandioso tío!!!

-Hola bruder…

-Y esa cara de resaca? Has estado tomando sin mi?!

-No he estado tomando! Pero, Gott! Lo que daría por una cerveza bien helada en estos momentos…

-Problemas con el dulce Feli?

-El bebé puede llegar en cualquier momento y Feliciano anda muy estresado.

-Tú no andas muy bien que digamos.

-Qué traes ahí? -Alemania fijó su mirada en el video que traía su hermano bajo el brazo.

-Es solo una comedia, no te preocupes, ya aprendí mi lección. Digo, sabía que Feli lloraba en las películas, pero ese día… Mein Gott! Y pensar que el grandioso yo se había compadecido de lo aburrido que andaba y le acepté ver una de esas películas italianas de las que siempre habla, y hasta pensé que sería grandioso llamarlo principessa, pero cuando volteé y lo vi…

-Si, ya recuerdo. Cuando llegué a casa pensé que alguien se había muerto.

-Es raro verlo así, siempre anda tan feliz y despreocupado.

-Pero también anda sensible con cosas más serias.

-Como cuáles?

-El otro día lo encontré llorando en el cuarto del bebé. Últimamente se le ha dado por sentarse en la mecedora y tejer. Como eso lo relaja puedo dejarlo solo un momento, pero cuando fui a echarle un vistazo estaba… llorando. Destrozado.

-Destrozado?

-Si, me asusté mucho, nunca lo había visto así. Temblaba…

-Qué pasó? Qué lo puso así?

-Cuando me acerqué me dijo que no era nada. Que había estado imaginándose cómo sería el bebé, a quién se parecería. Y cuando intentó imaginarlo parecido a mí…

-Oh… ya veo.

-Ya hemos conversado del tema antes y no tenemos problemas al respecto pero… ese día él dijo que sabía que el Sacro Imperio Romano hubiera querido que continuara con su vida, que ya lo había superado, pero, que no podía dejar de llorar.

-Si, es un tema delicado…

-Lo siento… sé que también era tu hermano.

-Oye! Quizá no lo conociste pero también se puede decir que fue tu hermano, o no? Puede que te le parezcas pero no eres igual a él, y ese niño tampoco será igual a él. Cada quien es único, Verdammt! -Ludwig no podía recordar cuándo fue la última vez que vio a su hermano tan serio.

-S-si, tienes razón.

-Ahora dejémonos de preocupaciones que el grandioso yo está aquí para ayudar!

-Ludwig! -se oyó desde la sala.

-Te importaría empezar ahora mismo? Todavía tengo muchos documentos acumulados que debo terminar antes de que llegue el bebé.

-A la orden capitán!

Esa tarde, Gilbert dio varios paseos por el jardín con el pobre Feli que apenas y podía moverse pero que tampoco se sentía muy a gusto sentado. Estuvieron revisando la lista de nombres, agregando todo tipo de opciones como Anacleta o Tiburcio solo por diversión, y tachando todos los nombres femeninos que Ludwig había sugerido, por el bien del bebé. Le dieron un último visto bueno a la habitación y la ubicación final del Gilbird gigante. Luego lo ayudó a bañarse, vestirse y le dio varios masajes en todas las partes del cuerpo que nunca creyó poder tocar sin convertir a West en fraticida.

La cena no fue difícil de preparar ya que Feliciano tenía antojo de una sopa especial de fideos de un restaurante chino que quedaba cerca. Desempacar y servir. Ser padre no parecía difícil. Tal vez debería tener sus propios grandiosos retoños. O tal vez debería llamar a Francis y Antonio para tomar unos tragos el fin de semana. Las posibilidades de su grandiosa vida eran infinitas.

Cuando Ludwig salió de su estudio, encontró a su hermano y amante bajo una frazada mirando la película que había traído Prusia. Exhausto luego de haber terminado todos sus pendientes, solo se dejó caer al lado de Italia sin darle mucha importancia a la comedia pero si a las palomitas que olían deliciosamente a mantequilla.

~Hetalia~

Esa noche, mientras el alemán parecía haber caído rendido como piedra, el italiano, no podía conciliar el sueño. Podía sentir al bebé posicionado perfectamente en el canal de parto y sabía que solo era cuestión de tiempo para entrar en labor. Serían días? Horas? Ludwig había dicho algo sobre las madres primerizas…

-Per favore, bambino, ven pronto -Susurró mientras acariciaba su vientre.- Ludwig... Ludwig...

-Mmm?

-Puedes traerme cubitos de hielo?

-Cubitos de hielo? A esta hora?

-Si, tengo mucho calor.

-Está bien, necesitas algo más?

-Vee, podrías llevarme a la mecedora? Me duele la espalda y no puedo dormir.

Alemania suspiró muy fuerte y se levantó de la cama despidiéndose de una buena noche de sueño. Con mucho cuidado, levantó a Italia y dio unos pocos pasos cuando de pronto sintió algo húmedo entre sus brazos.

-En verdad estás sudando, no tendrás fiebre?

Pero Italia no respondió. Tenía los ojos cerrados y los puños asiéndose muy fuerte de la pijama de Alemania.

-Italia?

-Estoy bien… pero creo que he roto fuente.

~Hetalia~

-West? Qué es todo este escándalo?

-Ya es hora!

-Si, ya sé qué hora es, por eso te pregunto…

-No, que ya ES hora, que el bebé ya viene!

-Qué?! Ahora?!! AQUÍ?!!!

-Bruder!!! No te desmayes en medio del pasillo!

-Lo siento, el grandioso yo todavía tenía un poco de sueño, eso es todo.

-Necesito que te quedes con Italia mientras yo hago unas llamadas.

-Es…está bien…

Dentro de la habitación principal, Feliciano yacía tranquilo sobre un montón de almohadones. Eso era muy sospechoso. No debería estar gritando y retorciéndose o algo? Gilbert se asomó sigilosamente intentando captar cualquier detalle que se le estuviera escapando, como un león apunto de tirársele encima.

-Ita-chan… estás bien?

-Gilbert! Vee, no te preocupes, todavía tenemos varias horas, y las contracciones no son tan fuertes.

-Oh… qué alivio! Entonces… hay algo que el grandioso yo pueda hacer? -dijo recobrando un poco el valor… solo un poco.

-Podrías traerme cubitos de hielo?

-Cubitos de hielo? Quieres una bebida o algo?

-Vee~ no, solo quiero chuparlos.

-Oh, claro! Te traeré los cubitos más grandiosos que encuentre!

-Y dile a Ludwig que no tarde. No quiero quedarme solo.

~Hetalia~

Un par de horas después, Japón ya había llegado a la casa con todos sus implementos para ayudar a relajar a Italia, pero el doctor a cargo había dicho que hasta que Feliciano no tuviera contracciones intensas seguidas, no había necesidad de apersonarse todavía. Scheiẞkerl!

-Cómo te sientes, Feliciano-kun?

-Kiku… me alegra verte… -estaba bastante agitado. Las contracciones se iban incrementando pero seguían siendo aisladas.

A diferencia de lo que muchos creen, Italia conoce el dolor, y por eso le teme. Ha sido golpeado muchas veces desde que tiene memoria, pero sabe que hay dolores peores que los que siente el cuerpo, como perder a un ser querido. Esa es la razón de que evite los enfrentamientos a toda costa y prefiera sonreír. Conoce el precio de las lágrimas, las verdaderas lágrimas, por eso aprecia cada alegría que le da la vida, como este pequeño milagro. Pero cuánto tiempo sería capaz de soportar las contracciones? Podría su cuerpo dar a luz a un niño saludable? O colapsaría antes de tiempo? Su pecho se llenaba de miedos, los cuales se hinchaban con cada jadeo.

-Alemania-san.

-Japón.

-Italia-kun lo está haciendo muy bien, mejor de lo que creía.

-No creo que aguante mucho, hay que tener todo listo.

Entre los dos habían previsto un plan para aliviar todo el stress posible del pobre Feliciano. Ludwig había remodelado el baño para incluir una bañera masajeadora bastante grande y lámparas con luz baja. Kiku había traído su juego de aceites para aromaterapia, un cd de música italiana selecta y fármacos naturistas chinos para lidiar con el dolor. Ambos sabían que Feliciano le tenía pánico a la aguja de la epidural, más que a dar a luz naturalmente. Eso y que Ludwig dudaba del efecto “inofensivo” en el neonato.

Llevaron todas las toallas de la casa al baño, el juego de tina y demás para limpiar al bebé, botiquín de primeros auxilios y cambios de ropa para ambos. El doctor se encargaría de traer cualquier instrumento especial que se pudiera necesitar. El auto también estaba listo en caso de alguna complicación y tuvieran que llevar a Italia al hospital. Parecía ser todo. Lo era? Mejor volver a revisar.

-Ludwig!!

Ni bien escuchó la voz de su agonizante amante, el alemán llegó a su lado en un pestañeo.

-Estás bien? Ya es hora?

-Quédate conmigo… *snif* por favor no me dejes, tengo miedo -las lágrimas caían por sus coloradas mejillas, mientras sus manos temblaban entre las suyas.

-Ya no me voy a ir, todo está listo. Japón.

-Si.

-Creo que ya puedes ir llenando la tina, hay que evitar que a Feliciano le de fiebre. Bruder.

-Dime, West.

-Recibe al doctor cuando llegue y transfiere cualquier llamada importante a mi celular.

-Ya llegó niichan?

-Todavía no.

~Hetalia~

-No quiero entrar. No puedes obligarme.

-Vamos, Lovi, acaso quieres perderte el nacimiento de tu sobrino?

-Tú no sabes lo que puede haber ahí adentro. Puede ser una cámara de tortura con agujas gigantes y esas pinzas que te meten en el…

Ding Dong

-Nooooo!!! Por qué tocaste el timbre, bastardo?

-Porque ya llegamos y no vamos a quedarnos afuera.

-Te dije que no quiero entrar!!!

-Oh, vamos! Qué tan malo puede ser? -en el momento en que se abrió la puerta, un grito desgarrador cruzó la casa entera hasta grabarse en el subconsciente del italiano.

-Quiero a mi madre!!!!! Por favor abuelo Roma no me digas es esa mujer aterradora que se parece a Lovi cuando se molesta!!!

-Antonio! Romano! Feli los está esperando hace horas. Llegan justo a tiempo, el doctor ya está con él.

-Esperando? -todos los sentidos de Lovino Vargas se congelaron al igual que su cerebro, impidiéndole prepararse mentalmente para lo que iba a ver. Ni siquiera se dio cuenta que era arrastrado hacia el segundo piso hasta que una opera conocida se coló por sus oídos. “O Mio Babbino Caro”?

Vistiendo solo la parte superior del pijama, su hermano se encontraba dentro de una gran tina, pálido, jadeante y con lágrimas en los ojos. Todo su cuerpo temblaba, excepto una mano, la cual era sujetada por una figura de la que recién caía en cuenta. Detrás de Veneciano, se encontraba Alemania igualmente sumergido, acariciando el vientre de su amado y susurrándole palabras dulces al oído.

-Vee… Lovi, llegaste…

-Y-yo… yo…

-Usted debe ser el hermano del señor Vargas, mucho gusto. Si va a presenciar el alumbramiento le voy a pedir que cierre la puerta. A juzgar por el último grito del paciente, diría que ya está coronando y listo para pujar.

-Fratello, quédate… necesito que estés conmigo. Toma mi otra mano… -Romano avanzó en cámara lenta hasta Feliciano sin saber lo que estaba haciendo, solo sabía que su hermano necesitaba apoyo, no tanto por el dolor como por el miedo.

-Sr. Vargas, abra bien las piernas, vamos a echar un último vistazo para confirmar…

-West! Todavía falta mucho…? -un golpe seco chocó contra el piso del baño mientras el alma de Prusia se fue volando a través del techo.

-Por favor, continúen -Japón, tan servicial como siempre, se llevó el cuerpo sin vida de Prusia y cerró la puerta.

-Eh… bueno, ya estamos listos. Sr. Vargas, en la próxima contracción le voy a pedir que puje lo más que pueda.

-Ya falta poco Fel, un último esfuerzo y tendremos a nuestro hijo con nosotros.

Feliciano asintió e intentó tomar aire sabiendo que no tenía opción. La vida de este bebé dependía de él y nadie podía ayudarlo. Pero no estaba solo. Todos sus seres queridos se habían reunido para apoyarlo y asegurarse que estuviese bien y a darle la bienvenida a su pequeño milagro. Tenía que ser fuerte, por una vez en su vida, tenía que ser fuerte. Sintió la oleada de una nueva contracción. Cerró los ojos y apretó los puños tan fuerte que dejó blancos los dedos de Romano. Y pujó.

-Muy bien, siga así, ya casi sale la cabeza.

El dolor era insoportable y ya estaba exhausto. El oxígeno no le llegaba bien a los pulmones de lo entrecortada que tenía la respiración y hacía mucho que había dejado de oír la música de fondo. Sentía el rostro hirviendo del esfuerzo y de no ser porque estaba dentro de una tina seguro estaría empapado de sudor. Pero no podía quedarse ahí. Debía seguir.

-Eso es, eso es -podía sentir la cabecita de su bebé dejando su cuerpo y las manos del doctor acomodándola.- En esta contracción ponga más fuerza para sacar los hombros, yo voy a ayudarle.

Cada pulgada de fuerza y voluntad habían abandonado su cuerpo. La vista se le nublaba. Temblaba por reflejo. Podría morir por tanto esfuerzo? Y si así fuera, el bebé moriría con él? Sentía que la vida se le escapaba pero no podía permitirlo. No podía quedarse a la mitad, no cuando ya estaba tan cerca. Había llevado esa responsabilidad durante 9 meses y ya era hora de la prueba final antes de su gran recompensa.

-Tú puedes Fel, solo un poco más -sintió el cálido abrazo de su amante y la determinación de su hermano. Tomó aire nuevamente. Y pujó.

Sabía que estaba gritando, pero no podía escucharse a sí mismo, ni las indicaciones del doctor o lo ánimos de la enfermera. Solo sabía que su cuerpo estaba cediendo al milagro de la vida, y con un último empujón el resto del bebé estaba fuera. Conteniendo el aliento, se quedó atento hasta escuchar el llanto de su hijo, su hijo… y finalmente se desvaneció.

~Hetalia~

Cuando la pequeña Maud Weilschmidt llegó al mundo, todo se volvió muy confuso. Ludwig no sabía si prestarle atención a la enfermera que atendía al bebé, al doctor que revisaba los signos vitales de Italia que acababa de desmayarse, o a Romano que acababa de entrar en un ataque de pánico. Felizmente el doctor le indicó que solo se debía al cansancio y que recuperaría el conocimiento en cualquier momento. Luego le indicó que saliera de la tina para poder cortar el cordón umbilical. No estaba muy seguro de dejar solo a Feliciano, pero Romano ya estaba completamente dentro de la bañera, así que se retiró cuidadosamente y fue a echarle un vistazo a su nueva razón de ser.

-Felicitaciones, es una niña -era una cosa rosada muy pequeña que se movía y hacía ruiditos.

Tomó las tijeras y cortó donde le indicaban, sintiendo que le estaba causando dolor al bebé. Luego se quedó mirando cómo la limpiaban y la envolvían en una manta rosada con mucha rapidez. Era tan pequeña y delicada, y pequeña… cómo pueden las enfermeras manipular así a los recién nacidos? Ludwig nunca podría…

-Aquí tiene. Sosténgale bien la cabeza -su alma casi se va al piso, pero guardó la compostura para no dejar caer al bebé.

Sus ojitos empezaban a abrirse, y aunque sabía que todavía no podía ver, habría jurado que lo estaba mirando. Ya no lloraba pero seguía haciendo ruiditos mientras movía la boca de muchas maneras graciosas. Una de sus manitos sobresalía de la manta y se movía tanto como su boca. “Italianos“, pensó, deslizando un dedo en busca de contacto.

Cuando sintió que su hija le cogía el dedo con tanta fuerza y sin quererlo soltar, creyó que su corazón había latido por última vez y con tanta fuerza, que había roto su pecho. Y entre las múltiples gesticulaciones que hacía, pudo distinguir una sonrisa. Una sonrisa tan pura e inocente como solo un bebé puede dar. Una lágrima de felicidad se escapó de su coraza de capitán. Era su hija. Por fin tenía a su hija con él.

-Sr. Vargas! Qué bueno que se nos une. Todavía no hemos terminado.

Lo primero que Feliciano pudo distinguir luego de recuperar la conciencia, fue el rostro preocupado de su hermano que lo abrazaba como si no hubiera mañana. Luego al doctor a un lado y atrás, a Ludwig sosteniendo un pequeño bulto rosa.

-Esa es… ah…-nuevas contracciones lo golpearon completamente de regreso a la realidad.

-Ya es hora de expulsar la placenta, Sr. Vargas. Comparado con lo anterior será fácil, pero igual necesito que se concentre, si?

Una última contracción y un último empujón. Había terminado. Lo había logrado. Había sobrevivido y tenía a su bebé con él. La emoción no lo dejaba pensar claramente, solo veía cómo su amado se acercaba con su hija en brazos hasta colocarla en su pecho.

-Oh, Ludwig, es hermosa…

-Es más que eso. Lo hiciste muy bien, Fel -le susurró mientras sellaba un beso lleno de amor en su frente. Nunca podría agradecerle tan maravilloso regalo.

-Niichan… crees que vale la pena? -Romano solo asintió sin quitarle la vista a su nueva sobrina.

-É un miracolo.

~Hetalia~

Cuando todo estuvo limpio y puesto en orden. Empezaron las llamadas compulsivas a todas las demás naciones y uno que otro jefe de estado. Pero Ludwig no permitiría las visitas hasta que Feliciano se encuentre recuperado. Mientras, los que habían tenido la suerte de estar presentes, se turnaban para cargar a la pequeña.

-Dime, Feliciano-kun, si el bebé no se dejaba ver, cómo supiste que era una niña?

-Vee~ porque Ludwig a veces me leía sus libros en voz alta y decía algo sobre la forma de la barriga y el tipo de síntomas. También por mi estado de humor. Haciendo cálculos, coincidían más con una niña.

-Pero esas no son pruebas científicas. Existen algunos métodos con fórmulas matemáticas, o la tabla china.

-Esas cosas son aburridas! Con Feli intentamos el grandioso método del anillo.

Entre risas y bromas, Feliciano recostó su cabeza en el hombro de Ludwig, sabiendo que ya podía descansar, o al menos hasta que Maud tuviera hambre o necesitara un cambio de pañales. Su vida había cambiado para siempre, ya no podría ser despreocupado o irresponsable, pero todo eso lo veía grandioso y fascinante. Tenía a Ludwig a su lado y la promesa de un futuro brillante en el que su hija pueda crecer con una sonrisa en el rostro. Así que ahora, solo por ahora, cerraría sus ojos y dormiría una siesta.

FIN

*Nota: OMGosh!!! Escribir esto fue literalmente todo un parto XD XD XD Pero no se preocupen, todavía falta un pequeño omake ^^

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