Nezumi parpadeó lentamente dos veces. Entonces se puso la palma en la frente y sacudió lentamente la cabeza con exasperación.
-Shion, lo he notado desde hace un tiempo, pero-
-¿Sí?
-Tu habilidad en el lenguaje es peor que la de un chimpancé.
-He oído que el genoma de un humano y un chimpancé sólo son diferentes por 1.23 %, -dijo Shion, imperturbable. -No creo que debas burlarte de los chimpancés.
-Me estoy burlando de ti. Idiota. ¿No tienes idea de cuáles expresiones es apropiado usar?
-¿Hubo algo raro en lo que dije?
-No uses tan fácilmente palabras como “atraído por”. Es una frase con mucho significado, importante. Se supone que sólo la uses con una persona especial, irremplazable en tu vida.
-¿Entonces cómo se supone que debo decirlo? ¿Debo decir te amo?
Nezumi lanzó un largo y exagerado suspiro. -Olvídalo, -murmuró. -Me perturba cada vez que hablo contigo. Toma, -le dio un grueso libro a Shion, y se levantó. -Hamlet. Léelo.
-Ya lo he leído.
-Entonces léelo de nuevo. Dale un buen y duro entrenamiento a ese lisiado lenguaje que tienes. Aprende algunas palabras.
-¿Me equivoque tan gravemente?
Las palabras de Nezumi se intensificaron.
-Simplemente estás fascinado por las cosas nuevas e inusuales. Eres como un escolar que descubre un nuevo planeta, o un nuevo tipo de bacteria. Sólo hormigueas de curiosidad porque has conocido a alguien que es diferente de toda la gente que solía rodearte, eso es todo. No estás atraído por mí, y no estás enamorado de mi. Sólo estas emocionado por el animal exótico que has descubierto. ¿Ni siquiera puedes notar la diferencia?
Eran palabras ásperas. Se volvieron espinas afiladas que apuñalaron los tímpanos de Shion.
-No te creo, -dijo Nezumi.
Shion levantó el rostro, y su mirada se estampó con la de Nezumi. Se había estado mordiendo el labio sin notarlo.
-No creo nada de lo que dices. Eres alguien que ha estado viviendo en una abundancia artificial desde que nació. Y eres lo suficientemente arrogante para decir que puedes deshacerse fácilmente de esa fortuna.- Shion, -dijo repentinamente. -Cuándo hacías la labor de limpieza en el parque, tenías que hacer ese ritual cada mañana, ¿No es así?
El ritual siempre era la primera tarea en el día laboral de Shion. Tenía que poner la palma en la imagen del Ayuntamiento- o llamada informalmente Gota Lunar,- que aparecía en el monitor del sistema de mantenimiento, y jurar su lealtad.
-Juro de aquí en adelante y para siempre mi inquebrantable lealtad a la ciudad de No. 6.
-Agradecemos tu lealtad. Comprométete en tus labores diarias con sinceridad y orgullo como un buen ciudadano.
Eso era. Cada mañana, repetía la misma tarea. Era una gran incomodidad para él. Su juvenil orgullo se resentía por tener que repetir esas palabras banales y pomposas, y por el ritual mismo, que parecía absurdo.
Nezumi soltó una breve carcajada.
-Lo odiabas, cierto.
-Sí.
-Te sentías sofocado, siendo forzado a declarar tu lealtad, ¿Cierto?
-Ahora que lo mencionas… Sí.
-Pero lo aguantabas, -dijo Nezumi. -En lugar de rebelarte, recitabas esa promesa cada mañana, sin sentir ni una palabra, y fingías que no te molestaba. Déjame decirte algo, Shion: las palabras no son algo que puedas lanzar de aquí allá casualmente. No puedes permitir que te fuercen a decir algo, y simplemente aguantarlo. Pero tú no sabes eso. Así que por eso no voy a creerte.
La mano de Nezumi repentinamente se extendió hacia él. Su palma tocó la mejilla de Shion.
-¿Eso dolió?- preguntó gentilmente.
-Bastante.
--No tengo ningún resentimiento contra ti. Y tampoco te odio.
-Lo sé... - respondió Shion silenciosamente. -Es todo lo que puedo decir.
-Shion.
-¿Mm?
-¿Tienes ánimos de salir?
Sus dedos acariciaron el cabello de Shion.
-Ahora estás completamente recuperado, ¿No? ¿Tienes ganas de ver por ti mismo el lugar en el que has decidido seguir viviendo?
La mano de Nezumi se apartó lentamente. Varias hebras de cabello blanco colgaban de sus largos dedos. El cabello de Shion aún tenía algo de brillo a pesar de haberse decolorado, y se imaginó que para ciertos ojos podría lucir bonito. Pero él sentía que esa belleza era cruel. En una sola noche, el color había desaparecido de su cabello, y había sido marcado con una banda roja que se deslizaba como una serpiente sobre todo su cuerpo. Lo habían visto los niños, quienes gritaron ante su visión. No podía olvidar la mirada de sus ojos, estaban llenos de consternación y horror, como los ojos de alguien que contempla un monstruo deforme. Pero tenía que salir, quería ver con sus propios ojos el mundo en el que iba a vivir, escuchar los sonidos con sus propios oídos, oler con su nariz, y sentirlo con su propia piel. Entonces, tal vez, podría volver a hablar de ello con Nezumi.
No importa qué clase de lugar sea este, quiero quedarme aquí. En vez de estar rodeado por falsedades, y ser forzado a tragar palabras banales, quiero vivir aquí- incluso si eso significa tener que luchar-
-Podemos pintar tu cabello, si eso te hace sentir mejor, -dijo Nezumi. -Negro, castaño, verde- del color que quieras. ¿Qué quieres hacer?
-No, está bien.
-¿Vas a mantenerlo así?
-Sí, mantendré mi cabello así. El cabello blanco no está tan mal. Me imagino que es mejor que estar completamente calvo.
Nezumi agachó la cabeza. Sus hombros estaban temblando.
-Eres realmente gracioso, ¿Lo sabías? -dijo, con la voz temblando por contener la risa. -En serio. Quiero decir, de verdad.
-¿Lo soy? -dijo Shion dudando. -En verdad nadie me dijo nunca que fuera gracioso…
-Eres un comediante nato. Deberías olvidar los libros teóricos y en lugar de eso estudiar comedia.
-Pensaré en ello.
-Deberías. Correcto- entonces mañana, te mostraré los alrededores.
-Muy bien, -consintió Shion.
-Y hay un lugar al que definitivamente necesitas ir.
-El Edificio de Información, -respondió Shion por él.
Era un memo de Karan, y uno críptico- Shion no sabía a dónde apuntaba, o quién iba a estar ahí.
-¿Encontraste dónde es el Edificio de Información?
-Nop, -contestó Nezumi. -No tenemos ninguna lujosa numeración para nuestros edificios. Pero alguna vez este lugar solía ser una ciudad decente, y fui capaz de conseguir un mapa de entonces. Y hay una región marcada como LK-3000.
-Buscaste todo eso... -murmuró Shion con admiración.
-Sólo para matar el tiempo.
-No creí que tuvieras tiempo que matar. Siempre pareces tan ocupado-
-Oh, y escribe una carta, -lo interrumpió Nezumi despreocupadamente.
-¿Eh?
-Para tu mamá, pero déjala en 15 palabras. Sólo una simple nota. El ratón de aquí dice que extraña el pan casero de tu madre.
-¿Enviarás por mi la carta?
-Más cómo un memo, -dijo bruscamente. -Menos de 15 palabras. No puedo garantizar que llegará a salvo.
-Nezumi.
-¿Qué?
-Gracias.
Nezumi se apartó de Shion y fijo en él una mirada horrorizada.
-Por favor, ¿Podrías no mirarme de esa forma? Me da escalofríos. Lo que pase mañana pasará mañana. Iré a darme una ducha. Oh, y antes de escribir la carta a tu mamá, léele al pobre chico una historia. Ha estado esperando todo este tiempo.
Nezumi desapareció dentro del baño. Shion se acurrucó en una silla y abrió el libro que Nezumi le había dado antes. Había un débil olor a papel. Se sumergió instantáneamente y pronto se perdió en las páginas.
Si alguna vez me diste lugar en tu corazón,
retarda un poco esa felicidad que apeteces;
alarga por algún tiempo la fatigosa vida en este mundo llena de miserias,
Hamlet lanzó su último suspiro en brazos de su amigo. Shion cerró lentamente el libro. Ahí estaba el sonido de la lluvia; se preguntó por qué siempre parecía atravesar las paredes de esa habitación subterránea, se filtraba y resonaba, como el suave sonido de la música.
Y en ese mundo duro, respirar con dolor- tal vez es lo que significaba vivir en ese mundo- sufrir por el dolor. Y Nezumi lo sabía. Estaba arraigado en todo su cuerpo. Un ratón chilló a sus pies.
-Oh, lo siento. ¿Cuál quieres que lea?
El ratón subió a su rodilla y frotó sus patas delanteras.
-¿Quieres que te lea este libro?
Chip.
-Realmente te gustan las tragedias, ¿Cierto? ¿Por qué no escoges algo más divertido?
Cruzó las piernas con el ratón aún sobre su rodilla.
-Léele la tragedia, -La voz de Nezumi se levantó detrás de él. No había notado que Nezumi hubiera salido del baño, no había escuchado ni un sonido o sentido su presencia.
-Tienes buena voz. Este pequeño ama que le lean, y ama escucharte leer tragedias.
-¿En serio?
El ratón le parpadeó con sus ojos color uva. Shion supuso que era su forma de decir sí.
-Ok, ok. Entonces desde el principio del Acto Cinco-
-Shh- -La mano húmeda de Nezumi se presionó sobre la boca de Shion. -Escuché algo.
-¿Eh?
Antes de que Shion pudiera preguntar qué era, alcanzó sus propios oídos. El sonido de pisadas bajando los escalones. La pesada puerta estaba siendo aporreada. Alguien estaba tocando el centro de la puerta, y el sonido era frenético, aunque no muy fuerte.
Un niño.
Un niño estaba golpeando desesperadamente la puerta. Shion se levantó y se acercó a la entrada.
-No tan rápido. -Nezumi lo detuvo. Bajo el húmedo flequillo, sus ojos grises veían la puerta con recelo.
-Todavía no abras la puerta.
-¿Por qué no?
-Es peligroso. No abras la puerta sin ninguna defensa.
-Es un niño tocando. Y es urgente, algo debe haber sucedido.
-¿Cómo puedes estar seguro? Un soldado armado puede tocar sin problema en la mitad inferior de la puerta.
La mirada de Shion viajó del rostro de Nezumi a la puerta.
Ayúdenme.
Creyó oír una débil voz gritar en súplica. Tragó; descorrió el cerrojo y agarró la perilla.
-¡Shion!
Abrió la puerta. Una brisa fría irrumpió en la habitación. Se estaba poniendo oscuro afuera y soplaba un viento frío.
Una niña estaba parada en la creciente oscuridad. Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras miraba a Shion. La había visto antes, vivía en los almacenes de la hondonada bajando la pendiente. Era la niña que no había podido olvidar- la niña que había gritado ante el cabello blanqueado de Shion y la cicatriz roja que serpenteaba hasta su cuello. Por primera vez, en su mirada, había sido visto como una deformidad; pero ahora, sus grandes ojos estaban arrasados en lágrimas y no contenían rastros de terror. Más bien estaban brillantes con frenética urgencia.
-Ayúdeme- por favor- él se está muriendo.
Shion rápidamente tomó a la niña de la mano y empezó a subir las escaleras. Gritó precipitadamente por sobre el hombro.
-¡Nezumi, trae el kit de emergencia y algunas cobijas!
Entonces emergió fuera, en el bosque de ramas desnudas y hojas caídas.