- No, no…poneos los guantes, que vais a meter las manos y decirme de que ha muerto este hombre.
No os voy a mentir. Meter las manos en el abdomen de un hombre que sabes que ha muerto hace un par de horas es probablemente una de las cosas más espeluznantes que he hecho desde que empecé la carrera. Y asquerosa, también. Huele mal, hay muchísima sangre
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