Es como caminar despacio. Porque cuando voy sola y no llueve ni hay niebla no me suele salir caminar despacio, me vuelvo torpe, insegura, miro hacia los lados y echo a andar, lo más rápido que puedo. Y luego están esos días de caminar despacio, sábados por la mañana o viernes completos, martes de poesía e incluso las semanas corriendo detrás del
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Aunque a veces no sea suficiente.
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Encontraré la selva de aquél libro, donde las lluvias tropicales y la niebla matinal se mueva al son de aquella canción que canta aquél oso dichoso, oso feliz.
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