Hasta que nos volvamos a ver 2

Jul 27, 2017 17:55

Pareja: Ninomiya Kazunari x Sakurai Sho (x Ohno Satoshi)

Clasificación: PG

Resumen: Tras algunos meses de terapia, Sho parece estar mejorando. ¿Será que está listo para dar el siguiente paso y comenzar a salir con alguien? Pronto se dará cuenta de que ser impulsivo no siempre es bueno.

Notas de la autora: Cuando escribí esto honestamente no sabía cómo sería la segunda parte, pero estoy segura de que no es lo que esperaban. No lo he editado, pero lo haré en cuanto pueda y creo que esto da para una tercera parte. Sólo pido paciencia, mi estado emocional es peor que el de Sho.

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( Primera parte) (Segunda parte) (Tercera parte)

-A veces siento que no estoy yendo a ninguna parte, ¿sabes?

-¿Y qué pasó con esa chica de la que me contaste?

-No podía estar con ella si seguía recordando todo acerca de… tú sabes.

Ninomiya dejó salir una leve risa y negó con la cabeza, inclinándose un poco hacia Sho, quien lo miraba desconcertado. Durante unos segundos, Sakurai sintió la mirada del chico de cabello oscuro como si pudiera ver a través de él. Sabía que en ese momento lo que estaba haciendo era buscar la forma de dejarle saber lo que pensaba sin atacarlo directamente (sólo porque era poco profesional, no porque Ninomiya no quisiera hacerlo).

-Creo que parte del problema es que no estás bien con eso. Quiero decir, cuando lo recuerdas lo haces para recriminarte, no como un buen recuerdo.

Sho no pudo evitar poner los ojos en blanco.

-Claro, es que no se me había ocurrido que los fracasos amorosos podían ser un buen recuerdo.

-Porque no lo son -negó Ninomiya mirándolo mientras se reclinaba en su sofá favorito. El pequeño botón plateado con su nombre atrajo momentáneamente la atención de Sho, quien estaba a punto de replicar algo sarcástico.

Ninomiya Kazunari
Psicólogo
Desde aquel encuentro fortuito en el subterráneo, Sho había estado asistiendo a terapia con el enigmático chico. Evidentemente no sabía mucho de él, ni siquiera había podido preguntar por qué había decidido ayudarlo en primer lugar, pero en ese tiempo se había dado cuenta de que había tenido razón cuando pensó que Ninomiya sabía hacer muy bien su trabajo. Incluso a veces sentía que para él era muy fácil leer sus expresiones y su actitud: nunca había podido ocultar cuando tenía un mal día o cuando su depresión atacaba de nuevo.

Y eso poco a poco había hecho que Sho avanzara sin darse cuenta, aunque claro, faltaba un gran trecho para decir que realmente estaba bien. Así pues, en ese momento, mientras estaban sentados frente a frente hablando como si fueran viejos amigos en una cafetería y no como si estuvieran en un muy bien amueblado consultorio médico, Sho se daba cuenta de que Kazunari había leído también lo que le molestaba ese día.

-Ahora que han vuelto a hablar, ¿cómo te sientes? -inquirió el médico ladeando la cabeza para así clavar la mirada nuevamente en los ojos de Sho, quien ni siquiera negó que lo que decía fuera cierto.

-Es complicado -musitó suspirando-. Al principio era sumamente duro, pero ahora a veces olvido lo que ha ocurrido y siento que de nuevo somos mejores amigos y eso.

Nino asintió y sonrió de lado con aire pensativo.

-Creo que es importante que entiendas que muchas veces cuando extrañamos a alguien en realidad extrañamos como nos hacía sentir -dijo sin realmente mirarlo-. Has avanzado mucho aunque no lo creas, pero los pacientes que siguen en contacto con sus ex después del rompimiento tienen más probabilidades de sufrir de miocardiopatía de Takotsubo.

Sho lo miró sorprendido un instante y después se soltó a reír.

-¡No hay que ser un genio para saber que tengo el corazón roto! -exclamó en medio de un ataque de risa-. ¿Estudiaste tanto tiempo para eso?

Ninomiya enarcó una ceja y entonces Sho se dio cuenta de que se había dejado llevar por la idea de que Kazunari era un viejo amigo y había terminado hablando como lo haría con uno. El periodista se acomodó en su asiento, aclarándose la garganta y miró sus manos un tanto avergonzado. Tras unos instantes de silencio incómodo, levantó la mirada y abrió la boca para decir algo, pero Ninomiya lo detuvo con un gesto.

-Ni se te ocurra -dijo en tono amenazante, dándole a entender a Sakurai que lo había ofendido, pero que sería peor si se disculpaba-. Para ser tan listo, señor Periodista de News Zero, no te has dado cuenta de lo que intentaba decir. La miocardiopatía de Takotsubo no significa metafóricamente que tienes el corazón roto. Realmente puedes sufrir daño porque tu cerebro no ha procesado el rompimiento.

Sho lo miró un instante, perplejo y avergonzado. “Ahora definitivamente parece una conversación entre amigos” se dijo mientras se abofeteaba mentalmente por haber sido tan imprudente. El chico de cabello oscuro le estaba dando un consejo profesional (porque, después de todo, ese era su trabajo), ¿por qué su cerebro luchaba tanto por negar la idea de alejarse de Jun? Kazunari sonrió al darse cuenta que Sho parecía estar reflexionando al respecto y juntó las manos mientras esperaba escuchar sus conclusiones.

El tiempo que llevaban de conocerse le había enseñado que era mejor que él adoptara las decisiones por sí mismo o no funcionaría. Eso había pasado cuando le dijo que fuera a un bar a bailar y conocer gente nueva. Durante la siguiente consulta Sho se había visto sumamente apático, tal vez porque había terminado con una chica que era terriblemente similar a su ex. Sin embargo, cuando le había insinuado que debería buscar un hobby en lugar de solo dedicarse a trabajar, Sakurai había redescubierto su pasión por el piano, e incluso lo había invitado a un pequeño recital que había dado en la academia donde estudiaba (y posteriormente comenzó a dar clases en ese mismo sitio).

No había sido la forma ideal de decírselo, pero confiaba en que, ahora que pensaba en ello, el castaño se diera cuenta de lo que estaba sugiriéndole que hiciera. Al cabo de unos minutos, Sho asintió lentamente y suspiró en señal de derrota, cubriendo su rostro con las manos para que el médico no viera su expresión apesadumbrada.

-Tienes razón… Me empeñé en no perder lo último que tenía de él y creo que no está funcionando.

-Y cuando realmente consigas asimilar el rompimiento, salir con alguien ya no te hará pensar en ese chico -asintió Kazunari sonriendo un poco al contrario aunque este no podía verlo-, al menos no con amargura.

-Va a tener que ser alguien como tú, porque si no estoy condenado.

Nuevamente un silencio incómodo reinó en la habitación. Alarmado, Sho levantó la mirada y vio que por primera vez desde que se conocían, Ninomiya parecía avergonzado. “No debiste decir eso. Ahora seguramente va decirte que ya no puede seguir siendo tu médico y entonces volverás a donde estabas…”. Sin embargo, el pelinegro se echó a reír y negó con la cabeza, disipando así la atmósfera de incomodidad que había surgido a su alrededor.

-Si salieras con alguien como yo, terminarías muerto por decir la mitad de las idioteces que te he escuchado decir -respondió divertido y después le lanzó nuevamente una mirada avergonzada-. Yo debo contenerme porque soy tu médico, pero puedes no tener tanta suerte y acabar mal. Así que mientras más pronto recuperes la prudencia, mejor.

El sutil rechazo del contrario hizo que el rostro de Sho se contorsionara en una mueca que, afortunadamente, el contrario pareció interpretar como reacción a aquella crítica sobre su personalidad. Bueno, al menos ya no tendría que preguntarse qué pasaría si invitaba a salir al pelinegro. Aun cuando no lo pareciera, Ninomiya era bastante profesional y de verdad se esforzaba por ayudar a Sho.

De pronto el médico se puso de pie, provocando que el botón plateado centellara bajo la luz de la lámpara que iluminaba el lugar, y pronto el periodista se dio cuenta que la hora había pasado más rápido que de costumbre. De inmediato, Sakurai imitó las acciones ajenas y se puso de pie para así inclinarse y agradecerle aquella ayuda. Nadie podría realmente imaginar cuan agradecido se sentía con Ninomiya, mucho más de lo que algún día podría expresar y probablemente pagar. Era como si Dios se hubiera apiadado de él y le hubiera enviado su propio ángel de la guarda.

Sin embargo, unos minutos después se dio cuenta de que se había adelantado a los hechos. Antes de que Ninomiya pudiera llevar a su paciente hacia la puerta, esta se abrió de golpe y un (muy atractivo) médico entró sonriendo a la habitación en tal silencio que ninguno de los dos pudo darse cuenta sino hasta que se volvieron hacia la puerta. El médico (de esto Sho estaba seguro puesto que usaba una bata muy similar a la que portaba Ninomiya) se detuvo de golpe, haciendo que su cabello cobrizo ligeramente largo se balanceara de manera hipnótica, y los miró sorprendido aunque su expresión tranquila apenas reflejó aquello.

-Lo siento -se excusó el chico hablando en tono tranquilo como si estuviera hablando del clima mientras sonreía ligeramente avergonzado a Sakurai quien se vio incapaz de devolverle la sonrisa porque de pronto sentía que se iba a desmayar-. Venía a buscar a Nino para ir a comer. Últimamente parece que si no vengo por ti, tú no…

Sakurai no pudo entender lo que decía porque de pronto el movimiento de sus labios atrajo totalmente su atención y el castaño comenzó a pensar en lo mucho que le gustaría tocarlos, clavando sin darse cuenta, una mirada soñadora en él. El médico (cuyo botón plateado indicaba que se llamaba Ohno Satoshi, jefe de emergencias) pareció no notar el tumulto que provocó en el periodista, pero a su lado Kazunari le lanzó una mirada divertida al evaluar el cambio de humor de su paciente, apenas evitando que la sonrisa socarrona que amenazaba con aparecer en sus labios consiguiera hacerlo.

-Claro, Oh-chan, te alcanzo en un momento. Sólo debo acompañar a Sakurai-kun a la salida.

La mención del nombre ajeno hizo que el recién llegado volviera la mirada hacia Sho y que este saliera de su ensoñación en la que Ohno y él ya habían llegado a la luna de miel en la playa. El joven médico apenas esbozo una sonrisa hacia él, mirándolo con un dejo de extrañeza y mucha curiosidad lo que terminó por provocar que el rostro del periodista se tiñera de rojo y, tras lo que pareció un gruñido de despedida, caminara rápidamente hacia la puerta en dirección a la salida.

-¡Sakurai-kun! -exclamó Ninomiya antes de que el aludido desapareciera completamente. Sho se detuvo a mitad de la sala de espera solo para ver que el psicólogo se acercaba a él y depositaba una tarjeta en su mano-. La buena noticia es que él no es tu terapeuta.

El castaño pudo notar que Kazunari intentaba no reírse de su expresión perpleja en cuanto se alejó de él para reunirse con Ohno, quien había observado la escena con atención hasta que el más bajo lo tomó por el brazo y lo arrastró hacia la cafetería del hospital. En esta ocasión, la tarjeta que Ninomiya le había dado no era la suya, sino la de su amigo, y el periodista no pudo evitar preguntarse si no había alguna norma profesional que le impidiera hacer aquello. Sin embargo, se dio cuenta de que una vez más, Kazunari había podido leer bien la situación y le había dado otra “sugerencia” que ambos tenían la esperanza de que funcionara.

“En su caso, debe ser una certeza o si no, no me habría dado su teléfono” pensó Sakurai mientras caminaba a su auto. Permaneció un tiempo reclinado contra la puerta del conductor mirando la tarjeta como si se tratara de un objeto sumamente raro que jamás había visto antes. Eso fue, claro, hasta que su teléfono comenzó a vibrar indicándole que había un mensaje nuevo. No tenía que ser un genio para saber que era Jun, quien seguramente querría discutir el libro nuevo que ambos habían comprado (obviamente, Sho lo hizo tan pronto como el menor se lo había sugerido), pero en ese momento, no quería perder su buen humor.

Rápidamente ingresó al auto, notando que faltaba poco para que oscureciera y Masaki seguramente lo estaría esperando con la cena servida y una buena historia acerca de su día en el restaurante. Por primera vez en muchos meses, Sho se dio cuenta de que lo que más deseaba era escuchar a su hiperactivo amigo emocionarse por la forma en que la pasta se había cocinado de manera perfecta y se descubrió sonriendo un poco más amplio.

El teléfono volvió a vibrar, amenazando con tumbar aquella sonrisa pronto, pero el periodista no estaba dispuesto a dejarlo ganar. Sin perder un instante, Sho encendió el auto y comenzó a conducir hacia la avenida principal mientras intentaba ignorar el zumbido insistente de las notificaciones. “No, Jun, yo también tengo derecho a seguir con mi vida”, pensó mientras el teléfono volvía a sonar. Entonces, tuvo una idea.

Su mano izquierda ya se encontraba presionando el botón de la ventana, abriéndola de par en par al tiempo que el auto continuaba su marcha hacia el hogar del periodista. A tientas buscó el teléfono, que tuvo el descaro de vibrar nuevamente en su mano, como si le pidiera que reconsiderara las cosas y que pensara en otra solución. Solo que Sho ya había decidido y sin siquiera considerar las posibles consecuencias de sus actos, lanzó el aparato por la ventana, sonriendo satisfecho al ver por el retrovisor que el auto que venía en sentido contrario le pasaba por encima, quebrándolo por completo.

Ya hallaría otra forma de llamar a Ohno Satoshi después. En ese momento sólo disfrutó la paz de no tener que responder ni un mensaje más, un alivio que duró un buen tiempo hasta que se dio cuenta que quien mandaba mensajes insistentemente podía ser Aiba. Entonces su concentración cambió de foco y terminó pisando a fondo el acelerador. Debía llegar a casa lo más pronto posible, la última vez que no había respondido un mensaje de Aiba, él había terminado llamando a la policía.

Sin embargo, al dar la vuelta en la calle de su casa, se dio cuenta de que su comportamiento impulsivo ya lo había metido en problemas. Bueno, la conversación que quería tener con Masaki acerca de su nuevo objetivo tendría que esperar hasta que le explicara a la policía que su compañero de apartamento era más paranoico de lo que podría haber imaginado.

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Muy bonito tu nuevo editor, LJ, pero no lo entiendo

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