Golden Cherry Blossoms - Capítulo 10

Feb 18, 2014 22:29


CAPÍTULO10 | Siempre

Luhan regresa al puesto de Chanyeol en el mercado tras varias semanas, para enfrentarlo con furia. Piensa que aquello es de lo último que debería estar preocupándose en ese momento porque ya tiene muchas otras cosas con las que lidiar, teniendo en cuenta que Sehun aparece cada semana con heridas más y más graves.

Chanyeol está ocupado con su trabajo, limpiando hortalizas, y cuando Luhan ladra bruscamente su nombre, el hombre deja caer la papa en el balde de agua y se gira con los ojos ensanchados.

-¡Luhan! -exclama, con evidente alivio en el rostro-. Temía que no regresaras. ¡Me alegra tanto…!

-Te dije que no llegaras tarde -lo interrumpe él con una voz ligeramente amenazadora y, a pesar de sus esfuerzos por ponerse firme, su voz flaquea y tiembla con desespero-. Te dije que no llegaras tarde y no fuiste.

-Perdí el papel.

Luhan ladea la cabeza y junta las cejas con confusión.

-Perdí el papel que me diste con la dirección y la fecha. No sabía qué hacer ni a dónde ir, y esperaba que regresaras porque no era para nada mi intención el abandonar nuestro encuentro.

Siente ahora una oleada de alivio bañándolo, pero eso no cambia su súbita urgencia de lanzarle al alto muchacho sus propios vegetales. Extrae de su bolso otra tarjeta que simplemente tiene la dirección de la casa en ella y se la entrega al hombre.

-Este viernes, a las diez de la noche. No te retrases. -Se voltea hacia Kyungsoo. -Asegúrate de que esta vez no lo olvide. -Chanyeol asiente y le da la tarjeta al pequeño hombre con grandes ojos, quien se la mete en el bolsillo. Los dos vendedores tienen un mutuo entendimiento de que Chanyeol simplemente volverá a perder el papel si se lo dan a él.

-Gracias -le dice a Luhan con total sinceridad-. Gracias por esta segunda oportunidad. No decepcionaré a Baekhyun esta vez.

Luhan está en la calle frente a la Casa Bermellón, esperando ansiosamente a Sehun. Ha empezado a hacerlo recientemente, desde que el otro se había aparecido hacía unas semanas con marcas rojas por su cuello, que lucían sospechosamente como si hubieran sido hechas con un cinturón. Se da cuenta de que está demasiado nervioso y ansioso para aguardar en su cuarto. Es la misma espera enfermiza cada miércoles: ¿qué heridas tendrá Sehun esta semana?

El miedo crece en su estómago mientras observa al sol comenzar lentamente a tocar el horizonte. Sehun debería llegar en cualquier momento.

-Hola, bonito.

Luhan se sobresalta por la voz encima de él, y levanta la vista para ver a un hombre de negocios que no había sentido aproximarse. Le dedica una venía de noventa grados.

-Buenas tardes, señor -responde con cortesía-. ¿Puedo ayudarle?

El hombre acorta la distancia entre ambos y le tironea de un brazo.

-Vengo en busca de tus… servicios. -Luhan asiente con entendimiento. -¿Cuánto más me cobrarías para cambiar el lugar de nuestro… encuentro?

Luhan traga y se aparta. Tiene un mal presentimiento sobre aquel hombre en particular. No es la usual sensación ruin que le da la mayoría, sino algo oscuro y peligroso.

-Lo siento, pero no hacemos negocios en ningún lugar que no sea la Casa Bermellón -contesta el delgado muchacho con serenidad y tan cortésmente como puede. Sus ojos se mueven con discreción hacia un costado, para planear un escape en caso de que las cosas se vayan de las manos.

El empresario se aproxima más aún y lo sujeta por el frente de su atuendo de seda negro y dorado. Luhan frunce profundamente el ceño. Es su traje preferido, y sabe con seguridad que es también el favorito de Sehun. Un breve recuerdo relampaguea en su memoria, uno de una hermosa noche que él y su amante compartieron y en la que Sehun quedó enmudecido tan sólo por ver a Luhan con dicha seda dorada y negra. Que aquel hombre la esté tocando le crispa los nervios y le hace curvar los labios con disgusto.

-Por favor, señor…

-No creo que sepas cuánto estoy dispuesto a ofrecerte, joven.

-Señor, en este lugar no negociamos así.

El alto hombre de negocios ha terminado de razonar, porque en un abrir y cerrar de ojos Luhan se encuentra siendo golpeado contra la pared exterior del a casa, clavado en el lugar.

-No voy a follarte en esa mugrienta cama tuya -le gruñe en su oído, y Luhan retrocede visiblemente ante el aliento cálido-. Todo lo que pido es una visita especial a mi casa.

El muchacho lo mira con dureza.

-No.

Una mano encallecida tira del nudo alrededor de su cintura y se introduce al interior de la prenda. Le sujeta el pene, y Luhan da una sacudida y jadea por la sorpresa y el miedo.

-P-por favor, señor -ruega cuando el hombre comienza a masturbarlo, y siente que la seda se abre y comienza a deslizársele por los hombros. La luz de las linternas los tiñe de carmesí, y entierra sus dedos en los hombros del otro. Tal vez, si aquello hubiese ocurrido durante el día, habría obtenido ayuda de los transeúntes; pero ahora los únicos peatones son aquellos en busca de noches llenas de pasión, y todos se muestran deseosos de presenciar aquel show gratuito que se lleva a cabo frente a ellos.

-Traté de razonar -dice el hombre amenazadoramente y aumenta el ritmo. Luhan cree que su rostro ahora debe estar del mismo color que las linternas, porque su atuendo se le ha deslizado hasta los codos y el frente se ha abierto completamente, y a pesar de su profesión, jamás había tenido que sufrir una humillación pública como esa.

-¡Señor, se lo ruego! -grita cuando un dedo seco comienza a tantearlo en el más íntimo de los lugares-. ¡Madama! ¡Madama, ayúdeme! -llama hacia la ventana del segundo piso y le ruega al cielo que alguien lo escuche. Las mofas y abucheos a su alrededor se están volviendo demasiado para él y cierra los ojos con fuerza, sintiendo a las lágrimas humedecer sus largas pestañas.

Las manos desaparecen con el sonido de un potente crujido y una fuerte maldición de parte del hombre de negocios. Antes de que Luhan pueda procesarlo todo, alguien lo sujeta de su delgada muñeca y lo lleva por un callejón contiguo. Trata desesperadamente de volverse a poner bien la vestidura y cubrirse, y una oleada de alivio baña todo su ser cuando reconoce a esa persona como su amado Sehun.

Debió haberlo sabido, en serio. Sehun siempre parecía estar allí cuando necesitaba ayuda desesperadamente.

Y sin embargo Luhan no es capaz de ayudarlo a él con los innumerables problemas de su vida. Ese pensamiento lo apuñala dolorosamente en el corazón, y trastabilla un poco.

Ambos se agachan dentro de un puesto abandonado y Sehun lo pone más cerca.

-¿Estás herido?

-No -le responde el mayor con suavidad-. Sólo mi orgullo.

Sehun vuelve a atar cautelosamente el traje de Luhan y se disculpa por no haber llegado antes. Luhan responde besándolo con urgencia al ver el moretón en el rostro del muchacho, y sabe exactamente por qué es que llegó tarde.

Le pregunta con algo de retraso qué pasó, una vez que se aparta para tomar aire, y Sehun le informa que golpeó en la cabeza al hombre de negocios fastidioso con un balde cercano. Le dice que recuerde su rostro en caso de que regrese para causar más problemas.

-No debes ponerte en peligro por mí.

-Tú harías lo mismo.

Luhan se sorprende a sí mismo al darse cuenta de que es cierto. Lo haría en un abrir y cerrar de ojos.

Pensar que antes de conocer y enamorarse tan profundamente de aquel chico, había erigido una pared elevada alrededor de su corazón. Pero Sehun había demostrado ser mucho más de lo que parecía, y con mucho trabajo, paciencia y amor había travesado el muro de Luhan. Los escombros fueron limpiados y desechados hace ya mucho tiempo.

Ahora, Luhan está listo para construir otra pared. Una pared que los rodee a ambos.

Sehun se aproxima al distrito aristocrático y se pasa la mano por el abrigo para despojarlo de los copos de nieve que se le adhirieron. Está nevando tan tarde, incluso cuando ya pasó el año nuevo, pero no le importa. Los copos son pequeños obsequios del cielo.

Golpea la puerta de la casa de su mentor. Un hombre desconocido abre las grandes puertas de madera y lo jala hacia adentro antes de que pueda registrarlo todo.

Es sólo cuando está dentro de la casa que se da cuenta de que Hana no está allí hoy, y que aquel hombre está presente para participar en los juegos enfermizos que su mentor ha comenzado a jugar con él.

Sehun avanza a tropezones por los callejones, doblando por el camino que memorizó hace un largo tiempo, hasta que el brillo de las linternas rojas y el bermellón brillante aparecen a la vista. El dolor es muy intenso, mas su rostro permanece inexpresivo e indiferente. Cada paso es una agonía, pero aún así continúa hasta que divisa un rostro familiar. El muchacho luce terriblemente confundido al ver a Sehun aparecer un día viernes por la tarde, y luego alarmado cuando Sehun colapsa en sus brazos, incapaz de permanecer de pie por más tiempo.

-Baekhyun -gimotea-. Por favor, déjame ver a Luhan.

Baekhyun tartamudea y habla atropelladamente, pero ayuda a Sehun a atravesar las puertas de la casa de todos modos. No sabe si es tan buena idea porque Luhan debe estar por terminar con un cliente, y tiene muchos más por atender esa tarde. Pero Sehun parece desesperado a pesar de su expresión impasible, y Baekhyun lo asiste para subir las escaleras. El otro gime a cada paso que da, y su corazón se vuelve de plomo cuando escucha el inconfundible sonido de los gritos y gemidos de Luhan reverberando por el pasillo.

-¿Está… viendo a alguien ahora? -Consigue interrogar y, como si estuviese planeado, los ruidos se detienen de repente.

-… Sí -responde Baekhyun con voz tenue, luciendo culpable. Se muerde el labio-. Pero sabes que sólo te ama a ti, ¿no? Sólo piensa en ti.

Finalmete, una emoción atraviesa el semblante de Sehun: felicidad pura.

-Lo sé.

Un hombre joven, probablemente no mucho mayor que Luhan, con cabello largo y un chaleco inmaculado, aparece en el umbral y hace una reverencia cortés hacia Sehun.

-¿Está usted bien? -le pregunta dicho hombre con preocupación, y Sehun no puede tolerar verlo a los ojos.

La mano de Baekhyun suelta la de Sehun mientras éste se precipita torpemente hacia la puerta y exclama frenéticamente el nombre de Luhan. El esbelto muchacho aparece unos instantes después, luciendo ligeramente despeinado y aplastándose el cabello.

Sus ojos se encuentran y la mandíbula de Luhan se afloja.

-Sehun. ¿Por qué estás…? ¿Qué ocurrió? Luces como si acabaras de ver un fantasma.

El más joven se lanza hacia sus brazos mientras las lágrimas finalmente brotan y ruedan por sus mejillas incesantemente. Odia estar llorando frente a Luhan otra vez.

Éste le agradece apresuradamente a Baekhyun, le cierra la puerta en la cara y posa a Sehun en la cama.

-Sehun -susurra con urgencia-. Sehun, dime por favor qué es lo que pasó.

-Mi mentor -deja salir entre toses y sollozos-. Yo estaba allí y luego hubo dos… a la vez. -Los ojos de Luhan se ensanchan. -Y luego había sangre y yo…

Luhan lo besa con dulzura para dejar de hablar de aquellos dolorosos recuerdos. Se adueña de la atención de Sehun mientras sus dedos se ocupan de desajustarle y bajarle los pantalones hasta los tobillos.

-Lamento -gime Sehun- que tengas que seguir haciendo esto. Sigues teniendo que cuidarme.

-Calla -responde Luhan con dureza, y le acaricia dulcemente la mejilla-. Siempre estaré aquí para ti, sin importar qué.

El mayor le posa un duradero beso en los labios y se escabulle en silencio de su cuarto para pedirle a Baekhyun que le informe a la Madama que no podrá atender el resto de sus clientes aquella tarde, y que los reacomode para el fin de semana si lo desean. Luego se dirige hacia los baños y lleva un tazón de agua tibia y un paño al regresar a su habitación.

Luhan limpia la sangre coagulada y trata lo mejor que puede de frenar el líquido carmesí.

-Vas a estar bien -le dice al más joven de la forma más tranquilizadora que puede. Ya ha visto eso antes y sabe que, mientras que el sangrado sea mínimo, no requiere atención médica. Sehun asiente y cierra los ojos con un gimoteo a cada roce del paño. Luhan se mueve para desabotonarle la camisa y él lo detiene con ojos grandes, implorantes.

No le presta atención a aquello y lo desprende de su camisa. Sehun hace su mejor esfuerzo por taparse pero Luhan le quita las manos y las fija a la cama. Luego besa apasionadamente al más joven con tanta pasión como puede acopiar, porque ahora que ha visto la miríada de marcas recientes rojas y púrpuras en su pecho y cuello y estómago, quiere ayudarlo a olvidar la sensación de las lenguas y labios de los dos hombres sobre su piel tersa. Sus risitas y sus burlas por cómo se retorció debajo de ellos y les rogó que pararan. Las miradas de sus ojos cuando se introdujeron en él a la vez, comenzando su castigo.

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