CAPÍTULO9 | Marchitez
Luhan se cubre la boca con una mano cuando Sehun llega a la Casa Bermellón la semana siguiente con un ojo morado y la cabeza gacha, dejando que sus mechones de cabello caigan y le cubran el rostro. Baja su mano en cuanto vuela a taparle la boca, tratando de que Sehun no se sienta avergonzado ni piense que tiene que darle explicaciones sobre cómo adquirió aquel ojo hinchado. Luhan lo toma de la mano tan pronto como está a su alcance y lo lleva con rapidez escaleras arriba.
Le quita las prendas una por una y sus temores se confirman; reprime más jadeos cuando otros moretones van quedando a la vista. Algunos son oscuros y recientes, mientras que otros están desvanecidos y son antiguos. Roza cada uno con sus dedos, como tratando de hacer desaparecer el dolor.
-Si no te sientes bien, no tenemos por qué…
-No -lo interrumpe el joven rápidamente-. Te necesito. Por favor.
Sehun no está totalmente seguro de por qué necesita sentir a Luhan con tanta desesperación ni de por qué está rogando, pero el otro parece comprender. Se desprende de su atuendo de seda y recuesta a Sehun suavemente sobre su espalda antes de colocarse con cuidado encima de él. Sus brazaletes dorados quedan expuestos una vez que la vestidura es retirada, y reflejan apenas la luz, dándole a Luhan un aspecto etéreo. De entre todas las alhajas que Sehun le compró, esos brazaletes parecen ser lo único que decide usar una y otra vez.
Sehun no quiere contarle cómo o por qué se hizo esas heridas. Que Hana se había impacientado por obtener una respuesta a principios de semana, y como queriendo estimularlo, había hecho algo impensable.
Lo había besado. Lo había besado justo frente a su esposo.
No quiere evocar la furia que había visto en los ojos de su mentor en ese momento; cómo había gritado como un debilucho cuando le asestó el primer golpe. Había gritado como un cobarde, había gritado que no era su culpa, que no era lo que parecía.
Pero ¿a quién le iba a creer su mentor? ¿A su esposa o a su puta?
Sehun no quiere estresar a Luhan innecesariamente, y en vez de eso hace a un lado los pensamientos dolorosos, para dejar espacio para la felicidad que ambos están por compartir.
Su nombre escapa de la boca de Luhan en una suave exhalación cuando están conectados de la manera más íntima. Luhan eleva sus caderas hacia arriba y hacia abajo, con los ojos medio cerrados e inmerso en el placer, a pesar de haber recién empezado. Cada vez con Sehun resulta arrebatadora.
El joven muchacho sujeta delicadamente entre sus dedos el cabello rubio y le mueve la cabeza a Luhan hacia abajo; captura sus labios y lo deja sin aliento.
Luhan puede darse cuenta que Sehun está cansado y agotado por todos aquellos lacerantes moretones esparcidos por su alguna vez perfecta piel. El mayor entrelaza sus dedos con los de él y lleva sus manos hacia la cama, donde quedan descansando encima de la cabeza de Sehun, comunicándole silenciosamente que cuidará de él.
Rebota frenéticamente hacia arriba y hacia abajo ahora, sintiendo a su cuerpo ser consumido por las llamas de la pasión, y cuando baja la vista hacia su amante ve que Sehun se siente igual. Trata lo mejor que puede de ser gentil porque sabe que está lastimado y cansado, pero resulta ser bastante complicado. Está destruido en este punto. La boca del más joven se encuentra abierta en un eterno y callado gemido, y sus dedos se aferran a los de Luhan con fuerza mientras los bellos y melodiosos suspiros de placer alcanzan sus oídos.
-Lu… han… Ahh… -gime Sehun cuando se siente listo para explotar en cualquier momento. Luhan tiene problemas para responderle porque está posicionado en el ángulo perfecto para que un éxtasis agonizante se apodere de él con cada embestida y tirón de sus caderas.
Acaban juntos, sin la ayuda de la mano de Sehun -algo que Luhan jamás había experimentado antes-, y mientras colapsa para acurrucarse junto al menor, está convencido de que no hay ningún lugar en el mundo donde debería estar más que al lado suyo.
La mente de Sehun comienza pronto a despejar aquella neblina de dicha, muy a su pesar. No quiere que su tiempo con Luhan se termine tan rápido. Cada semana sus encuentros se sienten más y más cortos, y sabe que tiene que usar sabiamente el poco tiempo que tienen disponible. Sehun toma un viejo trapo de la mesa de luz y limpia con delicadeza el pecho de su amante. Cuando el rostro de Luhan se transforma en una sonrisa genuina, Sehun lanza el trapo sucio y entierra su rostro en la curva del delgado cuello del otro, susurrándole el infinito amor que siente por él. Es recompensado con una mano suave contra su acelerado corazón y con declaraciones de amor correspondidas. Ambos rozan la delicada forma de las ramas y los cerezos en los brazos de Luhan. Ambos están convencidos de que el destino ha hecho que sus caminos se unan e interconecten tan profundamente, tal como el intrincado oro en la piel de Luhan.
Sehun no quiere contarle que su mentor le pidió que la próxima semana vaya a su casa todos los días. Tampoco quiere contarle que le prometió que, aquella vez, habrá muchas más heridas para él.
-Fui al mercado por primera vez en meses. Estuvo muy lindo.
Sehun sonríe con dulzura mientras Luhan le cuenta animadamente cómo el vendedor de vegetales, Chanyeol, quedó instantáneamente embelesado con Baekhyun, y cómo el vendedor de flores del puesto de al lado, Kyungsoo, también es muy amigable. La forma en que Luhan sonríe y se ríe al describir cuán lamentablemente incómodo se comporta Chanyeol cuando está con Baekhyun hace que Sehun le dé un abrazo lleno de amor. El otro tiene cuidado de evitar las marcas de quemaduras en sus brazos.
-Ambos se oyen adorables -dice Sehun con una risita-. Tendré que acompañarlos a ustedes dos uno de estos días.
Luhan se muerde el labio y asiente, sin querer contarle del reciente cambio de planes en relación al mercado. Quiere darle buenas noticias a Sehun, pero desafortunadamente las buenas noticias tienen que ser fabricadas.
Las cosas están empeorando. Las palabras de Luhan están volviéndose realidad.
Últimamente, su mentor ha estado pasando mucho más tiempo y enfocándose más en él que en su esposa. Hana se ha vuelto una suerte de excusa para que Sehun vaya, porque hace sólo unos días atrás el hombre eyaculó “accidentalmente” dentro de él y luego le dijo que estaba muy cansado para continuar. Que había sido un error y deberían intentarlo otra vez al día siguiente.
Pero no fue un error. Fue su castigo y el de Hana. Tan pronto como ella huyó de la habitación, humillada, el mentor recuperó el vigor que le había asegurado que había perdido y puso una mano en la boca de Sehun para continuar desde donde se habían quedado.
La tarde del viernes, Luhan espera pacientemente junto a su ventana, explorando la calle en busca del vendedor de vegetales, quien se supone que irá a encontrarse con Baekhyun. Sabe que su amigo tiene muy pocos clientes programados para dichas tardes, y cree que aquella será la oportunidad ideal para corregir las cosas. El pequeño muchacho estuvo taciturno toda la semana, claramente en un conflicto interno consigo mismo por lo que había acontecido en el mercado. Está claro que se arrepiente, pero es demasiado terco para ceder e ir a calmar los aires con Chanyeol.
Pronto, los minutos se convierten en una hora, y Luhan aún está plantado firmemente junto a su ventana, preocupado por no ver a aquel torpe y frenético hombre si se va por sólo un momento.
Pero la calle afuera queda vacía al poco tiempo, y puede escuchar a la gente en la casa alistándose para dormir. No hay señal de Chanyeol.
Al apagarse una a una las linternas rojas en el exterior de la casa bermellón, también lo hace la esperanza de Luhan por su amigo.
Sehun se olvida pronto de los oscuros moretones en su cadera y su pecho y de los verdugones rojos por su espalda. Se olvida de las noches de insomnio que tiene luego de visitar a su mentor. Se olvida de todo excepto de Luhan, aunque sea sólo por un breve momento.
-Deberías dejarlo -dice suavemente Luhan un miércoles, el día que deciden que está reservado sólo para su delicado y tibio capullo, porque Sehun ha sufrido la golpiza de su vida y Luhan aún no puede caminar bien por un cliente bastante brusco que tuvo la noche anterior.
-No es tan simple.
Luhan frunce el ceño ante su propia frase usada contra él, y se acurruca más para tratar de acortar la distancia que de pronto se está formando entre los dos.
-Sé lo que te dije acerca de que le perteneces, pero esto es distinto, Sehun. -Le roza con cuidado las fuertes marcas rojas contra su cuello, con el pulgar. -No es saludable. Necesitas alejarte antes de que algo terrible ocurra.
Su sugerencia recibe nada más que silencio en respuesta, así que continúa, determinado a ayudar a su amante:
-¿Por qué no le cuentas a tus padres de tu situación?
-Tengo miedo de cómo vayan a reaccionar. Que su hijo sea esencialmente una prostituta para un hombre casado, eso los deshonraría… -Se detiene abruptamente y se encoge. -Lo siento, no pretendía…
Luhan tan sólo asiente y roza patrones espiralados sobre el corazón de Sehun.
-Una vez traté de… contarles, no hace mucho. Les dije que mi mentor me golpea y les mostré los magullones. Me dijeron que la vida a veces es dura. No les importa. Sólo quieren el dinero.
Los dedos de Luhan se detienen y levanta la vista hacia el otro, con una expresión de tristeza.
-Estoy seguro de que si supieran…
-Ya me han dado su respuesta. Que le resten importancia al abuso físico dice mucho de sus personalidades. -Se voltea a ver por la ventana, con los ojos fijos en las grisáceas nubes del cielo, como buscando algo. -Además, siempre favorecían a mi hermano.
El miércoles siguiente, el delicado hombre observa cómo la lluvia golpea contra su ventana mientras pasa un dedo por los adornos intrincados de sus brazaletes de flores de cerezo. El sol hace mucho tiempo que se puso y las calles están vacías, salvo por unos pocos rezagados que corren a casa, cubriéndose la cabeza con las manos, que no hacen mucho por protegerlos del diluvio. Luhan baja la vista para pulir una vez más el oro. Lo que sea por pasar el tiempo, que le oprime el corazón y lo llena de ansiedad con cada momento que transcurre.
Es la primera vez en seis meses que Sehun se ausenta a una de sus citas.
Su mirada regresa distraídamente de la joyería hacia la ventana para ver a una figura en la calle, frente a la casa bermellón. Está parada debajo de la lluvia, inmóvil y totalmente calada.
Los brazaletes dorados regresan a su caja de alhajas y Luhan se precipita fuera de su cuarto y escaleras abajo, hacia las grandes puertas de roble. Descorre el pasador con frenesí y se apresura hacia los brazos del otro.
El aire está helado, y el incesante aluvión golpea contra su piel como un millón de diminutas dagas. Luhan siente que su costosa vestidura de seda se le desliza por un hombro, haciendo que más de su delicada piel quede expuesta a la intemperie, pero aquello es lo que menos le interesa en ese momento.
Sehun está sangrando por la cabeza y su labio está partido. Tiembla tan violentamente en los brazos de Luhan que éste comienza a entrar en pánico, porque ha tardado demasiado en notar al adolescente.
Luhan lo lleva de vuelta por las puertas, y pone el cerrojo con cuidado. Mantiene a Sehun cerca suyo mientras suben en silencio por las escaleras, de regreso al dormitorio. No están en horario de trabajo y aquello no es nada correcto, y podría ganarse una golpiza o que lo echen, pero no le importa. No le importa ni en lo más mínimo mientras desnuda con urgencia a Sehun y luego a sí mismo. Lo pone en la cama y lo abraza fuertemente para calentarlo, permitiendo que sus extremidades se enreden hasta que ya no puede saber dónde es que empieza Sehun y termina él. Quiere permanecer así por siempre. ¿Es mucho pedir?
La piel de Sehun está roja e irritada por la lluvia glacial. ¿Cuánto tiempo estuvo parado afuera?
Luhan estira un brazo para cubrirlos a ambos con la manta y envolverlos con fuerza, capturando el precioso y muy necesitado calor corporal. Sehun gime contra el cabello empapado de Luhan y se estremece con violencia. Su capullo no puede retener todo el calor.
Se mueve para presionar su frente contra la de Luhan y éste exhala aire caliente sobre los dedos de Sehun; le frota el pecho tratando de tranquilizarlo cuando el menor tiembla nuevamente. Luhan siente que algo gotea y le corre por el rostro en un fino rastro, y piensa que deben ser gotas de la lluvia, hasta que un sabor metálico ingresa a su boca. Estira una mano para limpiarse el líquido de sus labios y ve que es rojo, rojo como el cabello de Sehun sobre su ojo izquierdo.
Los dedos regresan a su boca para acallar los sollozos que puede sentir aproximándose, porque cuando se trata de Sehun, su habilidad para controlar sus emociones se esfuma completamente.
Luhan comienza a moverse para poder ir a buscar agua caliente y algunas vendas, y Sehun lo sujeta por la muñeca y lo lleva cerca suyo. Puede sentir la necesidad y la urgencia por el modo en que lo agarra.
-Luhan, si algo llegara a pasarme… si no puedo venir… espérame en el mercado el jueves por la tarde, en el puesto de flores, al ponerse el sol.
« Anterior |
Siguiente » Índice