CAPÍTULO15 | Hacia la noche
Bañado en la luz roja de las linternas, Luhan luce como una auténtica tentación pecaminosa. La seda enteramente negra que le cae con suavidad sobre la pálida piel da la ilusión de confianza, algo de lo que Luhan carece últimamente.
Su mente vaga hacia Sehun otra vez, y se regaña. Preocuparse por el muchacho no hará nada por traerlo de vuelta; no lo traerá hasta la Casa Bermellón más rápido. Ahora mismo tiene que deshacerse de la tristeza y reemplazarla con la naturaleza fría y distante, que alguna vez poseyó antes de que Sehun llegara a su vida. Pero aquella parte de su ser es… tan difícil de exhibir ahora. No puede, sin importar cuánto lo intente. No puede distanciarse del recuerdo de su amado por más de unos instantes, porque ¿y si se olvida? ¿Qué pasa si se olvida de cómo luce Sehun y de cómo suena su voz, y de la forma adorable en la que se lame un costado de la boca cuando está sumido en sus pensamientos? ¿Y si se olvida de todos los pequeños tics y hábitos del chico que aprendió a amar tanto? ¿Y si se olvida de todas las palabras de amor que intercambiaron, y de las promesas de tiempos mejores y un futuro juntos?
Lo que más le asusta a Luhan es continuar. Si en verdad continúa con su vida y acepta que Sehun ya no va a volver, estará dejando atrás aquella preciosa parte de sí mismo. La parte de su ser que fue alguna vez escondida del mundo, detrás de un sólido muro, hasta que Sehun la expuso.
El flexible hombre se sujeta el pecho porque la presión comienza a ser demasiada, y debe tomarse un momento para recuperar el aliento. Se vuelve a meter a la casa para recomponerse. Va escaleras arriba y se mete torpemente en su habitación; busca a tientas por su armario hasta que sus dedos se topan con el suave algodón de la camiseta de Sehun.
¿Cómo pudiste hacerme esto?, piensa con amargura mientras mantiene cerca la tela. Se mueve hasta su ventana, donde descansan las flores marchitas que jamás le consiguió dar a Sehun, y el esbelto muchacho abre su caja de alhajas con dedos temblorosos para rozar las ramas y flores doradas a las que se aferra en tiempos de necesidad. ¿Cómo pudiste derrumbar mis defensas sólo para después abandonarme?
-¡Estaba perfectamente bien hasta que apareciste! -brama sin intención, y lanza un brazalete por el cuarto para darle énfasis. Golpea contra la pared con un ruido sordo y repiquetea al caer al suelo-. Tú… lo arruinaste todo.
La culpa se apodera de él al ver el brillante oro tirado por su cuenta en el suelo sucio, y corre hacia él para recogerlo con cuidado e inspeccionarlo en busca de algún daño. El brazalete está indemne a pesar de su súbita ira.
-Lo siento -susurra Luhan, no para el brazalete, sino para Sehun mismo, dondequiera que esté. Sabe que es injusto culparlo porque él le enseñó tantas cosas… A amar; y más importante aún, a vivir.
Luhan se encuentra con que el traje negro de seda se vuelve el único que usa. Tal vez sea su forma privada de hacer luto, o quizás es porque lo hace parecer mucho más tentador y seductor de lo que se siente. El material se arrastra por los adoquines, pero últimamente dejaron de importarle los dobladillos deshilachados.
Empresarios sin rostro pasan por la calle, apareciendo y desapareciendo por entre las zonas de neblina, pero no sin antes lanzar hacia él una mirada astuta o hambrienta.
-Disculpa.
Aquella palabra sobresalta al muchacho, y mira hacia su derecha para ver a un hombre alto aproximándose. Sus facciones son afiladas y definidas, y la mitad superior de su cabello negro se encuentra peinada hacia atrás.
-¿Adónde puedo encontrar a Luhan? -pregunta, metiendo una mano en su bolsillo.
A Luhan no le sorprende que aquel señor sepa su nombre. Muchos clientes lo buscan por medio del boca a boca.
-Yo soy Luhan -responde con un suave ronroneo. Ve que los ojos del hombre de negocios destellan con interés, así que mueve su hombro un poco para dejar que la seda se le deslice y revele una zona de piel pálida, inmaculada. Contra el material más puramente negro, luce como porcelana-. ¿Qué puedo hacer por ti esta noche?
El empresario alto luce indeciso por un instante mientras contempla la piel expuesta, pero sacude su cabeza y extrae una nota pequeña, arrugada. Tras verla, y luego de ver al empleado de la Casa Bermellón mirándolo con ojos curiosos, le agarra las mangas y los pone de espaldas a la casa.
-¿Qué es esto? -pregunta Luhan con seriedad, aunque sus movimientos y su disposición son modestos y sensuales. Sus suaves labios rosas acarician la oreja del otro al preguntarle: -¿De quién es esto?
-Un chico joven me ha pedido que te lo dé. Estaba en la casa del concejal.
-¿Su nombre?
-No… No me acuerdo. ¿Comenzaba con S, tal vez?
La respiración de Luhan se detiene.
-… ¿Sehun?
El hombre de negocios se aparta y sonríe.
-¡Sí! Ese.
Luhan rodea el cuello del hombre con sus delgados brazos y le susurra el más sincero agradecimiento. La nota arrugada es puesta en su palma, y justo antes de que el empresario se vaya, Luhan le pregunta su nombre para poder ofrecerle las gracias y desearle lo mejor en su próxima oración.
El hombre simplemente le entrega una tarjeta de negocios, con el nombre Wu Fan estampado en negritas en el frente.
-Por si alguna vez vuelves a necesitar ayuda. Aunque demando recompensas. -Con un saludo rápido, se va.
Luhan se encoge en las sombras para poder leer la nota de su amante en paz. La etiqueta de alcohol arrancada y la escritura negra y borrosa lo preocupan, pero una vez que lee el mensaje, su corazón se llena hasta el tope de esperanza y amor.
Regresaré contigo.
Luhan es sacado de su sueño y sobresaltado por una voz profunda.
-¡Baekhyun!
Desenreda sus extremidades y sale velozmente de la cama cuando reconoce de quién es aquella voz. La madama es muy estricta con sus reglas. Los visitantes después de hora resultan en una inmediata expulsión de la casa. Sin excepciones.
El enjuto muchacho se precipita hacia la puerta de su amigo. Irrumpe sin pensar cuando escucha más murmullos fuertes de «Baekhyun, p-por favor».
Cierra la puerta detrás de sí y se voltea para encontrarse con un Chanyeol, intensamente sonrojado, y la mano del pequeño hombre en el frente de sus pantalones.
-¡Baekhyun! -sisea Luhan tan bajo como puede-. ¿¡Estás loco!? -Hace un gesto hacia el hombre alto, que está tratando desesperadamente de quitar la mano de su entrepierna, pero Baekhyun no tiene la menor intención de hacerlo. -¡Si la Madama se entera…!
El chico sisea en respuesta, tan enojado como él:
-¿Estás tratando de quitarme mi felicidad?
Luhan se queda perplejo un instante. Lo único que siempre ha querido para Baekhyun es felicidad.
-¡Estoy tratando de que no te echen!
-¡¿Y si eso es exactamente lo que quiero?!
Luhan se queda paralizado.
Baekhyun quiere irse… ¿sin él?
-Baekhyun… -susurra-. ¿Qué hay de…?
-¿Nuestro pacto? -Luhan asiente con lentitud. -Estoy cumpliendo con mi parte del pacto, Luhan. ¿Crees que la Madama dejará que nos vayamos así sin más? Seguro sabes que ha estado pendiente de todo lo que hicimos, Luhan: cada porción de comida que consumimos y cada hilo de ropa que nos ha comprado. Estamos eternamente en deuda con ella, Luhan. Esta es la única forma.
Luhan sacude su cabeza. La Madama fue siempre amable con él desde que llegó al lugar. Por supuesto que lo dejará irse si es que quiere buscar una nueva vida. De pronto, todas las cosas que le dijo a Sehun sobre pertenecerle a su mentor para siempre cruzan su mente. En un cruel giro del destino, se da cuenta de que aquellas palabras se aplicaban a él mismo también, todo ese tiempo.
-Eres su premio, Luhan. Eres lo que mantiene este lugar a flote, con tu lista interminable de clientes y tus precios elevados. No te dejará ir. Ni tampoco a mí. -Resopla y mira hacia abajo, al edredón. -Yo no le doy nada. No soy nada más que otra boca que alimentar. No lo sabes, jamás has estado alrededor cada vez que me habla. Me dice que no soy nada, que soy basura, un gasto más y, por todo el tiempo y el dinero que ha invertido en mí, va a hacer que lo valga. También estoy atrapado aquí.
El mayor sacude su cabeza, reticente a aceptar las palabras de su amigo. Baekhyun simplemente escuchó mal; lo malinterpretó. La Madama no podría haberle querido decir eso.
-Tiene un nuevo emprendimiento para mí -continúa Baekhyun, comprometido a cambiar la opinión que su amigo tiene sobre la dueña-. ¿Te acuerdas de aquel hombre que me ataba y me metía aquel trapo en la boca? Dice que hay un mercado para ese tipo de cosas, y que soy perfecto para él.
Luhan convierte sus manos en unos puños, apretados con tanta fuerza que sus nudillos se tornan blancos, y grita:
-¡Estás equivocado! ¡Ella jamás haría eso!
Baekhyun se coloca encima de un desconcertado Chanyeol.
-¡Abre los ojos, Luhan! ¿A quién vas a creerle?
Al permanecer Luhan en silencio, ya obtiene su respuesta.
El pequeño chico le baja los pantalones a Chanyeol con suavidad, y se mete su pene en la boca con tanta brusquedad que el otro exclama a los cielos. Lleva sus labios expertos por arriba y abajo del miembro, sonriendo alrededor de la carne cuando unos gemidos interminables, profundos, emanan de la boca de Chanyeol, y sabe que aquello va a funcionar.
Luhan permanece pegado a la puerta, temeroso de moverse o decir nada. Su mente está un paso más atrás, aún tratando de procesar todo lo que Baekhyun dijo y todo lo que está haciendo.
Cuando Chanyeol sujeta débilmente al pequeño hombre por el cabello, Baekhyun jadea para recuperar el aliento y deshace el nudo de seda de su traje.
-Ahora podremos estar juntos -dice sin respiración contra los labios de Chanyeol, antes de besarlo apasionadamente. Luhan aparta la mirada, sintiéndose de pronto como si estuviera interrumpiendo a dos viejos amantes. Baekhyun ha aceptado al otro hombre tan fácilmente y con tanta pasión. ¿Es eso sabio? Luhan se tomó su tiempo para aceptar a Sehun, pero tal vez Baekhyun simplemente se da cuenta de lo que quiere y lo que necesita mucho más rápido que él.
Baekhyun va hacia abajo otra vez, y Chanyeol se retuerce y gime más y más fuerte.
-Sí, sigue así -susurra el más bajo para estimularlo, y le llena de besos la parte interior de los muslos-. Más fuerte.
Un parpadeo de luz puede verse por debajo de la puerta cerrada, y Luhan siente el terror inundándole todo su ser. Sujeta la manilla con dedos temblorosos, echando un último vistazo hacia los dos en la cama, que parecen haberse olvidado completamente de él. Chanyeol los gira, y Baekhyun lo mira con amor a los ojos desde debajo de él. Su seda blanca se extiende y se abre a su alrededor, y el efecto resulta simplemente etéreo. Dobla sus piernas alrededor del cuello del vendedor de vegetales, dando la perfecta ilusión de que ambos están inmersos en un apasionado acto amoroso.
Su cuello se arquea ligeramente, y se pega al de Chanyeol; le roza al muchacho alto la oreja, con sus suaves labios, y se abrazan fuertemente.
-Estaremos juntos. Al fin.
Luhan se escabulle por la puerta y regresa a su cuarto. El dolor que siente ahora es abrumador. Se sujeta el pecho y se desploma en el suelo, sabiendo que en unos pocos instantes, su amigo más querido y más cercano ya no formará parte de la Casa Bermellón. ¿Qué hará él sin Baekhyun?
Mientras el llanto amenaza con quebrarle el cuerpo, tiene que recordarse que Baekhyun ha mantenido su parte del pacto. Con él fuera, ahora es su turno de encontrar un escape. Baekhyun esperará por él.
El chillido estridente de la dueña se oye en el cuarto vecino.
-¿¡Qué creen que están haciendo, por amor de Dios!?
Hay un fuerte golpe contra la pared, junto a la cabeza de Luhan, y éste se acobarda como un niño, envolviéndose con sus brazos con una falsa sensación de seguridad.
-¡¿Intentas ganar dinero extra a mis espaldas?!
-No necesito dinero de él. Lo amo.
Sólo hay silencio. Un silencio que es todo menos calmo, y Luhan está aterrado por su amigo.
Suena otro golpe junto a su cabeza, esta vez más fuerte, y escucha a Baekhyun gritar.
La Madama sujeta a Baekhyun por las muñecas y se las retuerce dolorosamente tras la espalda. Su asistente, un hombre fornido que usualmente le sirve de protección y seguridad contra los clientes más alborotadores, agarra el cuello de Chanyeol y lo lanza por el corto tramo de escaleras. Chanyeol consigue sujetarse por los pelos y colisiona contra la pared opuesta, antes de que el hombre amenazante lo agarre con un puño de su cabello oscuro.
Una vez en el patio, Baekhyun está listo para ser arrojado por la puerta junto al muchacho alto, y se prepara.
Pero no ocurre.
En vez de eso, ve al hombre lanzar a Chanyeol hacia la calle, y sus pantalones sueltos causan que se tropiece con sus piernas largas y desgarbadas, y cae al suelo. Chanyeol se voltea y mira a Baekhyun por sobre su hombro, con el miedo evidente en sus ojos enormes, antes de que le cierren de un portazo la entrada en la cara. Y así sin más, lo único que Baekhyun en verdad quiso alguna vez, desapareció.
Jadea el nombre de su amor, incrédulo. Estaba seguro de que aquello funcionaría. Era la única medida en la que pudo pensar para que lo expulsen de la casa sin tener que preocuparse de que la Madama fuera luego a buscarlo. Tendría que estar ahora mismo al otro lado de las puertas, porque ha roto las estrictas reglas que la Madama siempre les decía que haría que los echaran. Su rostro se transforma en uno de angustia, y trata de soltarse del agarre de la mujer y correr hacia la puerta cuando oye al vendedor de vegetales golpear desde el otro lado; unos gritos sofocados de su nombre se oyen a través de la gruesa madera.
-¡Chanyeol!
La dueña le da una bofetada en el rostro con el dorso de su mano para silenciar sus gemidos, y le hace un gesto a su asistente para que lo sujete.
A estas alturas, varios de los residentes de la Casa Bermellón se asoman por sus cuartos, curiosos por saber qué es toda esa conmoción. Las puertas que dan al patio se abren una por una, mientras que Baekhyun es lanzado con dureza hacia la grava del pequeño patio en el centro de la vivienda. Cuando la Madama blande una escoba de madera y golpea al chico con el mango fuertemente en la cadera, las puertas se vuelven a cerrar.
La de Luhan permanece cerrada todo el tiempo. No quiere ver aquello. No puede.
Pero los sonidos del castigo y el efecto que tienen en el joven se distinguen con claridad, sin importar cuánto trate de bloquearlos. Todos le dan la espalda a aquella muestra, sin palabras, pero sin querer desafiar a la Madama por temor a que aquel palo golpee en su lugar su propia carne.
-¡Jamás dejarás esta casa, Byun Baekhyun!
Páf.
-Jamás volverás a ver a ese hombre.
Luhan.
El muchacho esbelto se gira en su habitación, aturdido, seguro de haber escuchado un débil susurro de su voz. El aliento en su oreja se sintió tan real, pero no ve más que oscuras sombras.
Luhan, debes…
Luhan se limpia furiosamente las lágrimas de sus mejillas. Esa voz… ¿Sehun?
Los duros gritos de la Madama lo devuelven a la realidad.
-¿De verdad piensas que te ama?
Ayudar… Haz algo…
-¡Nunca nadie podría amarte! ¿Sabes cómo estarás por el resto de tu vida, Byun Baekhyun?
Luhan se encuentra de pie, con su pecho sintiendo una súbita calidez, y sabe que es el recuerdo de Sehun y la esperanza de su reencuentro lo que le está dando fuerzas. El muchacho al que ha aprendido a amar tanto lo está protegiendo, incluso estando separados.
-¡Solo!
El chico esbelto vestido de seda dorada abandona el falso paraíso de su habitación con rapidez, guiado y protegido por la tibieza y el amor de Sehun. Sus pies se mueven casi por cuenta propia, y bajan los escalones de dos en dos hasta que el escenario de un Baekhyun desplomado apiñado a los pies de la Madama aparece ante su vista. Sin pensarlo dos veces, se lanza frente a su más querido amigo, recibiendo un fuerte impacto en el brazo que le dejará, sin dudas, un horrible verdugón rojo más tarde. Sólo puede imaginar cómo se verán ahora la espalda y las caderas de Baekhyun.
-Muévete, Luhan -dice la mujer con toda la calma que puede reunir, pero Luhan se queda plantado en el lugar y extiende los brazos a modo de protección.
-No lo haga. -La plegaria sale suave y rasposa, producto del llanto y la preocupación, y la Madama no luce nada complacida por aquella muestra de desafío de parte de su posesión más preciada. Sostiene el palo de la escoba amenazadoramente contra su mejilla, como probando su voluntad, y cuando él no retrocede, deja caer vacilante la escoba y murmura algo de no querer dañar una piel tan hermosa.
Luhan está seguro de que se refiere a él, y no al pobre Baekhyun.
-Yo me lo llevaré y trataré sus heridas. Una firme reprimenda también se le impondrá -añade con suavidad, cruzando su sumisa mirada con la de la Madama, dura. Le está mostrando que es, por mucho, más inferior que ella. El más débil.
La mujer frunce el ceño, pero cede con un ligero asentimiento.
Una vez que ambos hombres están de regreso en el cuarto de Luhan, éste rodea a su querido amigo en un abrazo cariñoso que está lleno de dolor y disculpas, y solloza y espera que Baekhyun lo perdone por ser tan débil.
-No eres débil, Lulu -dice Baekhyun con una pequeña sonrisa. Sus ojos están pesados y cansados.
Luhan le da un apretón tranquilizador y lo envuelve con el edredón. Unos fuertes gritos del nombre de su amigo llegan hasta sus oídos, y se abre camino hacia la ventana. Mira para afuera para ver al alto trabajador del mercado aún ante la gran puerta de madera. Sus manos están apretadas contra ella, y sus hombros temblorosos delatan al instante que está llorando.
Luhan recuerda de inmediato la noche en la que Sehun fue a verlo bajo la lluvia helada. Aquella dedicación, aquella devoción…
Chanyeol ama, real y verdaderamente, a Baekhyun. Su Baekhyun, que nunca tuvo nada bueno en la vida.
Luhan vuela fuera de su cuarto, hacia el de Baekhyun, buscando en su guardarropa la caja que contiene la preciosa seda blanca con las grullas negras y rojas. La dobla con fuerza y regresa a su habitación, tras lo cual procede a meter su gargantilla con un ojo de gato esmeralda dentro de los pliegues de la suave seda. A continuación, rebusca por su propio armario para sacar un atavío negro. Es tan negro como la medianoche, con tenues espirales rojos y dorados. Atesora aquella prenda con amor, ya que es la que hizo que Sehun se quedara enmudecido y sonrojado, balbuceando sinsentidos sobre cómo Luhan se veía como alguien de una exótica realeza, con aquella seda negra y sus brazaletes dorados.
-Chanyeol aún está afuera para ti. Ve con él, sal por mi ventana.
Baekhyun levanta la vista hacia él con una expresión conmocionada. Las palabras se le atoran en la garganta, y no es capaz de decir que no a esa propuesta.
Luhan sonríe mientras desprende a su amigo de su atuendo barato y lo cubre con la seda azabache protectoramente, atando el nudo con fuerza extra para tener una excusa para sujetar a Baekhyun un poco más. Aquello le proveerá mucha más protección en la noche que su económico traje blanco.
-Prométeme que estarás a salvo.
Baekhyun estira una pequeña mano para acariciarle al mayor la mejilla con delicadeza, y luego presiona allí sus suaves labios.
-Chanyeol cuidará de mí, ¡y volveremos…!
Luhan lo detiene sujetándolo fuertemente de los hombros.
-No regreses. No puedo permitir que te arriesgues. Sehun vendrá hacia mí, escaparemos juntos y nos reuniremos. Su nota me lo prometió.
Baekhyun lo mira con tristeza, preguntándose si aquel será quizás el último momento que compartan juntos. Las lágrimas se acumulan en las esquinas de sus adorables ojos gatunos, y le dificultan ver, pero la alegría y la esperanza en el rostro de Luhan son tan claras como el cristal. Asiente con determinación y toma los tesoros envueltos en su más preciosa seda blanca.
-Vende el ojo de gato. Te ayudará para mantenerte.
-Pero, pero Sehun te lo dio.
-Véndelo -repite firmemente, y mueve deprisa a su amigo hacia la ventana.
Justo antes de que Baekhyun se deslice fuera de la ventana y desaparezca en la noche, se voltea y susurra:
-La granja de Chanyeol. Encuentra la granja. -Y con eso, se gira y desciende cuidadosamente, buscando pequeños puntos de apoyo en los alféizares y en la arquitectura sobresaliente de la casa.
Luhan observa cómo Chanyeol y Baekhyun se abrazan con fuerza, y puede darse cuenta de que lo que tienen es especial, tal como lo que él comparte con Sehun. Ambos desaparecen en la negrura, y a pesar de las lágrimas en sus ojos, Luhan se sorprende sonriendo.
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