CAPÍTULO16 | Sangre
Luhan le dice a la dueña de la casa que Baekhyun se escabulló por su ventana cuando fue a buscar agua caliente y un trapo para ocuparse de las heridas producidas por el mango de la escoba. Los ojos de la mujer lucen escépticos, pero él no se quiebra bajo su mirada. A su alrededor, siempre mantiene la cabeza gacha y los ojos en el suelo. Espera varios días para no levantar sospechas, pero cuando finalmente le pregunta si puede ir a hacer la compra semanal, ella se lo permite, le entrega una lista de cosas que comprar y posa sobre su escritorio una pequeña bolsita de seda con monedas, produciendo un suave tintineo.
Luhan se apresura por las calles, sujetándose la vestidura oscura firmemente contra el cuerpo.
A pesar de extrañar mucho a su amigo, sabe que puede interrogar a Kyungsoo y averiguar dónde está ubicada la granja de Chanyeol. Aún así, el tiempo en la casa se vuelve solitario sin Baekhyun. Él es realmente el único con quien en verdad se lleva bien, y las palabras que le dijo acerca de la Madama aún resuenan en sus oídos. Se pregunta cuántos otros habrán experimentado la adversidad de la arisca dueña, y quizás lo resintieron por el favoritismo que ella mostraba hacia él.
Cuando llega al distrito comercial y los puestos de flores y vegetales aparecen a la vista, hay una figura distinta sentada detrás del carro de Chanyeol, que es notoriamente más baja.
Kyungsoo lo recibe con entusiasmo.
-¡Luhan! Me alegra tanto que vinieras por fin. Tengo noticias de Chanyeol y Baekhyun.
Una oleada de alivio baña al hombre de seda negra, y siente que finalmente podrá ser capaz de dormir pacíficamente sabiendo que su querido amigo está a salvo.
Kyungsoo le cuenta que, por el momento, están quedándose en la granja de Chanyeol. Chanyeol está tratando de enseñarle a Baekhyun a hacer algunas de las tareas diarias, pero todo en lo que éste parece estar interesado es en abrazarse con él bajo las sábanas. Luhan ríe, y se alegra de que el corazón de su amigo no haya cambiado.
-El gigante decidió que será mejor si se mantiene lejos del ambiente del mercado por un tiempo, mientras su rostro siga fresco en las mentes de… -El hombre con ojos de ciervo va apagando la voz, como si estuviera inseguro al hablar sobre el incidente del que Chanyeol sin duda le contó. En vez de eso, prosigue y le presenta a Minseok, haciendo un gesto hacia el hombre detrás del carro vecino. Minseok tiene una sonrisa amable que se refleja en sus ojos, y unas mejillas suaves y redondas. Le hace una reverencia cortés.
-Trabajo en la granja con Chanyeol. Quiere que yo sea su reemplazo hasta que la conmoción haya pasado. -El hombre bajito ladea un poco la cabeza, y mira al Kyungsoo de ojos grandes junto a él. -De qué conmoción habla, no me lo quiere decir. Pero de todos modos aquí estoy para cubrirlo.
El vendedor de flores se ríe nerviosamente y se voltea hacia Luhan, ignorando por completo a Minseok, cuyas mejillas se hinchan un poco con indignación.
-Él y Baekhyun están a salvo. Además, Baekhyun quería saber cómo estás. Estaba preocupado de que los efectos de su escape pudieran haberte golpeado duro.
Luhan piensa en todos los clientes del joven muchacho que tuvo que tomar como castigo. Piensa en sus miradas hambrientas y lujuriosas, y en sus murmullos de cuán hermoso es, y cuán vacíos sonaron en comparación a cuando Sehun se lo decía. Cuando se lo decía, se refería a que Luhan era hermoso en todos los aspectos. Pero estos clientes nuevos sólo se preocupan de su piel de porcelana, que se sonroja bajo sus manos movedizas.
Sale de su ensimismamiento y ve que los ojos de Kyungsoo están más grandes de lo usual, fijos en algo por encima de su hombro.
-Luhan, hay un hombre grande que parece estar muy interesado en ti.
El muchacho esbelto sabe que es el asistente de la Madama, quien fue enviado sin duda para espiarlo. Tal vez la mujer pensó que él la llevaría hasta Baekhyun. Se siente instantáneamente agradecido de que Chanyeol fuera lo suficientemente inteligente como para evitar el mercado por ahora.
Se mantiene ocupado rebuscando por entre algunas de las hierbas que ofrece el carro de Kyungsoo.
-No le prestes atención. No me hará daño. Pero por favor, hazle saber a Baekhyun que me va bien y que espero con ansias la oportunidad de volvernos a ver. -Luhan titubea por un momento, y se lleva el labio inferior hacia los dientes, para morderlo distraídamente. -Si pudieras también hacerme un enorme favor. Mis… días laborales se han expandido en cuanto a las horas, así que no podré regresar a esperar a Sehun como me pidió que hiciera.
Kyungsoo asiente con lástima, habiéndole contado Luhan los detalles de por qué espera en el puente sobre el arroyo una semana tras otra desde aquella noche en la que Kyungsoo lo confortó.
-Si puedes estar atento a su llegada. Es joven y tiene una especie de… expresión de desinterés general. -Luhan se sorprende riendo sin querer ante el mero pensamiento de su amante. -Y si espera en el puente, seguro es él.
Kyungsoo asiente y le extiende una mano tranquilizadora.
-Estaré vigilante.
Luhan le hace una venía pronunciada y se apresura a terminar el resto de sus compras antes de que sus clientes empiecen a llegar.
Sehun ya se ha memorizado la rutina del hombre. Su mentor resulta ser un hombre de hábitos, así que todo lo que tiene que hacer ahora es esperar a que rompa su rutina, y entonces será cuando Sehun haga su jugada.
Escucha unos pesados pasos por encima y extingue velozmente la linterna, agachándose en la oscuridad como un depredador. Los ojos oscuros del muchacho siguen de cerca los movimientos del hombre, bajo la tenue luz de una vela en medio de la negrura, al abrirse las puertas del sótano con un fuerte ruido y luego ser cerradas otra vez. El señor se guarda la llave en el bolsillo trasero izquierdo de su pantalón, el cual es removido, doblado y dejado en el último escalón de madera de la escalera, justo fuera del alcance de Sehun debido a la soga que aún está asegurada a su alrededor.
Hoy, la rutina es llevada a cabo como cualquier otra noche, y Sehun escoge no poner en marcha su plan. A veces se pregunta si es debido a la rutina o a que está asustado.
El hombre se va y Sehun se queda allí, apiñado sobre su manta sucia. Se pregunta por qué el destino ha decidido una vida así para él. Por qué el destino lo ha arrojado a ese infierno habiendo él mantenido una existencia mundana con pocos pecados. Por qué no es lo suficientemente fuerte. Entonces, Sehun hace algo que no ha hecho en un largo tiempo: rezar. Le reza a los cielos por que pueda hacer uso de las fuerzas de Luhan, porque el esbelto muchacho vestido de seda soportó una vida no deseada por mucho más tiempo que él. Reza por poder usar esa fuerza para regresar otra vez con Luhan. Reza por que, si no llegara a poder, el malvado hombre que lo mantiene cautivo reciba algún día un castigo por todos sus pecados. El muchacho finaliza sus plegarias y trata de dormirse pensando en el tibio abrazo de Luhan.
Pero el frío aire estancado del sótano le hace difícil imaginar ningún tipo de tibieza. Con cada giro incómodo que da, la cortante aspereza de la cuerda alrededor de su cuello y el vendaje ajustado le recuerdan que, si no hace algo pronto, jamás volverá a ver a su amante. Puede urdir un plan de escape y perfeccionarlo y reproducirlo una y otra vez en su mente, tantas veces como quiera, pero si ese plan no se lleva a cabo todo habrá sido por nada.
Cuando Sehun siente la cálida sustancia del hombre deslizándose por sus muslos lastimados y su estómago amenaza con hacerlo vomitar, decide que pondrá su plan en marcha la próxima vez, esté la rutina presente o no.
Luhan es castigado por perder a Baekhyun haciéndolo recibir todos los clientes anteriores de este último, incluido el sujeto con cabello grasiento al que le alegra pintarle el pecho con pegajosas líneas blancas una y otra vez. La Madama no lo lastima físicamente para preservar su belleza y le mantiene la bella piel libre de moretones, pero él siente que este trato es igual de arduo. Si bien su horario anterior estaba ocupado, no era nada en comparación con el de ahora. No permanece sin ser tocado ni un solo momento de sus noches, sintiendo por todo su cuerpo labios agrietados y manos frías y lenguas calientes, y la sensación de ser constantemente llenado pero igual sentirse vacío nunca desaparece realmente. Hace una mueca al observar el producto final de la visita del hombre en su espejo de tocador, y se limpia el pecho y la cara. Tantas veces había tenido Baekhyun que lidiar con esa humillación…
Luhan se asea en un baño tibio y piensa en Sehun mientras se da placer, ya que el repugnante hombre no hizo nada para hacerlo sentir bien. A pesar de encontrarse carente de éxtasis, necesita que lo satisfagan; se siente tan vacío, y no sólo físicamente. Y cuando sus dedos hurgan por su estrecha entrada, jadea en voz alta el nombre de su amante y se pregunta cuánto más tendrá que esperar hasta poder ver al real frente a él.
El hombre está cansado esta noche, Sehun se da cuenta. La tradición que ha presenciado en incontables ocasiones no está allí hoy. Las puertas del sótano están cerradas y trabadas, pero las ropas no son descartadas y dobladas con prolijidad sobre el último escalón. El hombre parece distraído e indiferente, y Sehun sabe que esta es la oportunidad perfecta. Ha pasado tanto tiempo ideando y perfeccionando su plan de escape. Quiere que esto sea limpio. Sin sangre.
El hombre de mediana edad lo acerca para darle un beso enérgico. Todo dientes y lengua, y Sehun jadea porque se siente como si intentara lastimarlo. El tintineo del metal alcanza sus oídos cuando el hombre se desata el cinturón y se abre los pantalones. El momento ha llegado. Las manos de Sehun le pasan rozando la carne blanda y se deslizan cuidadosamente hasta el borde de sus pantalones. El momento ha llegado.
Sus dedos hallan el cuero resbaladizo del cinturón del hombre, y con un veloz movimiento, dicho cuero se desliza fuera de los sujetadores para su cinturón y se lo coloca por encima de la cabeza, rodeándole ajustadamente el delgado cuello a continuación. Un grito frenético llena el sótano. Sehun sólo lo aprieta más.
Su mentor luce ahora tan indefenso a su merced, y despierta algo en él que jamás había sentido.
-¿Recuerdas la noche cuando me hiciste esto a mí?
Sus labios escupen aquellas palabras, pero no suenan como si fueran propias. Suenan tan extrañas en sus oídos, tan maliciosas. ¿Es eso en lo que se ha convertido?
-Dijiste que te daba adrenalina.
En su imaginación recuerda cuando ese mismo cinturón fue usado contra él. Cómo la pesada hebilla le había vuelto púrpuras las mejillas pálidas, y el estrangulamiento del cuero, que se sentía como una serpiente sobre un ratón, le había dejado unas hórridas marcas rojas alrededor del cuello, que habían hecho a Luhan llorar y llorar por él.
Los ojos del hombre comienzan a rodar hacia el interior de su cabeza. Sehun siente que una sonrisa sádica se le dibuja en los labios, y no siente nada excepto satisfacción cuando un balbuceo desagradable escapa de la garganta del hombre.
-No estoy seguro de sentir lo que me contaste… Ajustémoslo más, ¿sí?
Tal vez es por el modo en que su voz suena tan siniestra en sus oídos, o tal vez es por la remembranza de los fríos ojos sin vida de Hana que le pasa por la mente, pero en un último discernimiento de lo que está haciendo, Sehun libera al hombre. No quiere que otro par de ojos muertos lo aceche en sus sueños. No puede hacerlo.
El hombre lo agarra por la cuerda y lo lanza contra la estantería de madera; los bordes duros se le astillan dolorosamente en la piel. La cuerda se desparrama y enreda bajo sus pies cuando los junta con torpeza. Siente al hombre arrancarle el vendaje alrededor de su cuello. Sus ojos frenéticos están llenos puramente de furia y malicia, sólo para él.
-Debiste hacerlo mientras tenías la oportunidad -gruñe en su oído, y no puede hacer más que gritar ante la agonía que siente cuando el vendaje le es arrancado, llevándose consigo la piel recientemente curada. Cada nervio de su cuerpo está vivo y atravesándolo con lo que se siente como mil pedacitos dentados de cristal. Sehun hace acopio de sus últimas fuerzas para no perder la conciencia. Siente que su mente se marea un poco; su visión se vuelve algo borrosa en los bordes (sin duda el producto del golpe asentándose), y antes de saberlo, sus dedos están agarrando una botella de alcohol y llevándola ciegamente hacia su agresor.
La puntería de Sehun falla por un poco, y el hombre retrocede torpemente sujetándose el hombro herido. Grita con furia, un sonido que Sehun está seguro que produciría algún demonio, y los temblorosos dedos del muchacho aún están aferrando el cuello de la botella rota. Se aparta de los estantes y del hombre, pero no hay lugar al que ir, no hay lugar al que escapar. Es débil, y siempre lo ha sido. Al ser incapaz de quitarle la vida a alguien tan verdaderamente malvado e indigno de un sitio en ese mundo, Sehun renunció a su propia vida en su lugar. Lamenta haberle mandado aquella nota a Luhan. Lamenta haber llenado a su amante de falsas esperanzas de su regreso porque ahora sabe, al ver la ira pura en los ojos de su mentor, que no saldrá de aquel sótano con vida.
Todo su cuerpo se sacude con puro terror y un ruido blanco le llena los oídos, y cuando el otro hombre arremete contra él y salta hacia atrás, siente la cuerda tensándose alrededor de sus tobillos, y la tierra se desliza de debajo de sus pies.
Rojo. No hay nada excepto rojo. En su rostro. En su pecho. Acumulándose a su alrededor. Un rojo que emana de los bordes dentados de un vidrio que desaparece dentro del pecho de su mentor.
Un jadeo borboteante y un chisporroteo de sangre son soltados contra sus labios, al abandonar un espíritu su cuerpo, y no sabe exactamente por cuánto tiempo yace allí, sólo observando a los ojos conmocionados sin vida frente a él. Sehun suelta el agarre mortal que tiene en el cuello roto de la botella que salvó su vida.
Cuando el muchacho finalmente gana la fuerza suficiente para moverse y empujar el cuerpo pesado que tiene encima, va tropezando hasta la estantería y rompe el cuello de otra botella; lo usa para cortar la cuerda áspera que le irrita la piel, viva y sangrando. Sehun se vierte el líquido restante en el cuello, sujetándose con firmeza de un estante con sus dedos temblorosos para sostenerse de algo y evitar desmayarse.
Está nervioso, como si esperara que el hombre muerto reviviera en cualquier instante y acabara con él. Pero se obliga a aproximarse al cuerpo sin vida y toma la llave para la puerta del sótano, de su bolsillo posterior izquierdo, y rompe un trozo de la camiseta de algodón, el cual ata con fuerza alrededor de su cuello. Algunas lágrimas escapan de las esquinas de sus ojos mientras presiona el suave material contra su herida. Sabe ahora que se lo tiene que remover antes, para que la piel no cicatrice sobre la tela.
Sehun está determinado a finalizar su plan, porque ahora que piensa en la posibilidad de reunirse con Luhan, siente como si nada más importara y como si todo lo que le pasó hasta ahora fuera sólo una muestra de cuánto ama al otro. Ahora puede hacer lo que sea.
El joven hombre asciende por las escaleras de madera, sin echar una mirada hacia atrás, y vuelve a cerrar la puerta del sótano; el brillo plateado de la luz de la luna disminuye sobre el cuerpo de su mentor. En un instante ya se encuentra dentro de la casa, para buscar ropa y dinero y joyería para empeñar. Todo le queda muy grande, pero consigue hallar una camisa de vestir blanca y unos pantalones informales a los que les rueda el dobladillo. Tiene que ir descalzo, porque los zapatos de su mentor son del doble del tamaño de sus pies.
El agua transparente se torna roja mientras intenta limpiarse desesperadamente. Las manchas podrán quitarse, pero Sehun siempre verá rojo cuando se mire las palmas.
Qué día es, lo desconoce, pero lo primero que piensa no es en buscar seguridad. No es en sus padres. No es en cambiar los adorables broches para el cabello de Hana por dinero. Es en serpentear por callejones oscuros, por un camino que ha memorizado, y seguir las linternas rojas de papel como una polilla que va hacia una llama, y encontrar a Luhan, su amor, su todo, en una casa pintada de un brillante color bermellón.
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