Es la mañana de navidad, y Jongin no se acuerda hasta que toma el control remoto (que casi se cae del sofá en el proceso porque no quería abandonar su capullo abrigado) y enciende la televisión. Están pasando un desfile, y se lo queda mirando hasta que otra desgarbada figura llega al recibidor. Se encuentra con Kyungsoo, con su cabello parado en ángulos raros y aún bostezando y frotándose los ojos con sus pequeños puños. Las manos de Jongin urgen por tomar al gato y acurrucarse con él, hacer cosas impropias y disfrutarlo enteramente, pero se conforma con saludarlo.
-Buen día -le dice con voz rasposa.
Kyungsoo se sobresalta, como si no recordara que Jongin está ahí, porque sus ojos estaban puestos en las carrozas brillantes del desfile en pantalla. Se muerde el labio y luce como si quisiera decir algo, pero Jongin ya sabe lo que quiere, así que dobla sus rodillas para apartar sus pies del lugar favorito de Kyungsoo en el sillón. Es recompensado con una pequeña sonrisa, y el gato se hunde en el almohadón con las rodillas puestas en su pecho y su mentón encima de ellas. Es la imagen de un ángel, un ángel con una cola que se balancea perezosamente fuera del sofá y una oreja izquierda que, Jongin nota luego de unos minutos, se crispa un poquito cada vez que sonríe.
-Feliz navidad.
Las luces en los ojos de Kyungsoo mueren, y la sonrisa se desvanece de sus labios. Jongin se arrepiente de su sentimiento, pero la curiosidad lo impulsa a sentarse y estirar un brazo para tocar con vacilación el del gato.
-¿Qué ocurre?
-La navidad es para las familias -dice Kyungsoo mientras sus ojos se humedecen-. Yo ya no tengo familia. -Una lágrima se desliza por su mejilla y Jongin no sabe qué hacer. Nunca ha sido bueno con las personas, y los gatos son más misteriosos todavía.
-¿Quieres… quieres hablar al respecto?
-No.
Bueno, Jongin ya no tiene más ideas y todo lo que hace es frotarle el brazo a Kyungsoo unas pocas veces antes de apartarse. Alguien que es casi un extraño tratando de abrazarlo probablemente le provocaría una conmoción al felino, así que mantiene su distancia.
El ánimo de Kyungsoo no mejora durante el día; su cola luce sin vida y sus orejas permanecen caídas. Come cuando Jongin pone la comida en la mesa, y luego vuelve a su lugar en el sofá, y a veces duerme una siesta de media hora, pero normalmente sólo mira hacia la nada. Hay una mirada vacía en sus ojos que Jongin reconoce por su propio reflejo cuando sus padres murieron, y sabe que no hay nada que pueda realmente hacer. No hay palabras que puedan arreglar aquella herida, y la única forma de curarla es el tiempo. Kyungsoo necesita tiempo.
La mañana siguiente es mejor. El gato está a los pies de Jongin mientras éste revuelve los últimos huevos para desayunar, mezclando con ellos unas lonchas de jamón. Kyungsoo está prácticamente pegado a su lado, y el calor corporal lo está enloqueciendo un poco. Los roces suaves de piel contra piel prueban los límites de su paciencia cada vez que siente una cola golpeando la parte trasera de sus piernas. Necesita irse antes de hacer algo estúpido y, mientras vierte lo último que queda de leche, sabe exactamente cómo.
Tras decirle a Kyungsoo que volvería pronto y que el gato le respondiera con un asentimiento perezoso antes de hacerse un ovillo en el sillón para una siesta, Jongin se halla en el pequeño mercado junto a su casa. Empuja el carrito por un pasillo tras otro en busca de ofertas y comida que pueda pagar para dos personas durante una semana. Se encoge de miedo cuando llega a donde está el ramen, recordando sus días de universidad, cuando vivió comiendo fideos durante meses. Con un suspiro profundo, toma una cantidad saludable de paquetes de colores vivos y los lanza al lado de la bolsa de cinco kilos de arroz. Se asegura de tomar más huevos y pan antes de ir hacia la caja.
Yixing levanta la vista mientras Jongin ingresa a la cafetería, y su rostro luce tan radiante que le es imposible no devolverle la sonrisa.
-Creí que tenías el día libre hoy.
-Lo tengo, pero vine a hablar con Wufan, si no está ocupado. -Jongin no tenía pensado ir a buscar café (y aún no piensa hacerlo), pero cuando divisó la tienda no pudo evitar pensar en el dueño y sus gatos. Le dio una idea, y poco después ya estaba estacionado y encaminándose hacia allí.
-Nunca estoy muy ocupado para un amigo -suena la voz de Wufan, y Jongin sabe que sólo está diciendo eso porque el gentío de la mañana ya se fue y no hay clientes, excepto por una mujer en el rincón con su teléfono celular. -¿Qué tal?
Jongin se lleva a Wufan hacia una mesa para dos y se sientan, alejados de dos pares de orejas entrometidas y peludas.
-Por casualidad no quieres otro gato, ¿no?
Wufan lo mira incrédulo por un instante, como si estuviera intentando comprender el chiste, pero no hay tal.
-Bromeas, ¿no? ¿Acaso ves a esos dos? Aún me estoy recuperando de… -Las orejas de Wufan se tornan rosadas e interrumpe su frase. -No importa. ¿Por qué preguntas?
Jongin se aclara la garganta y se mueve un poco en su silla.
-Es que recogí a uno callejero.
-¿¡TIENES UN GATO!?
La voz de Baekhyun suena con tal fuerza en su oído que Jongin salta y su cabeza colisiona con la ventana. Wufan se está riendo, y se pregunta por qué ha ido siquiera a aquella guarida de locos en primer lugar.
-¿Podemos conocerlo? Es macho, ¿no? No creo que puedas soportar a las mujeres. Son tan malhumoradas.
Yixing resopla y pone los ojos en blanco, causando que Baekhyun lo golpee y le gruña.
-Claro. Malhumoradas -repite Wufan, con los ojos fijos en sus mascotas y una mirada resignada en el rostro.
Jongin observa a los dos con cautela mientras intercambian puñetazos juguetones hasta que se enganchan de brazos y sonríen. Cree que ha conseguido librarse gratis, pero está equivocado. Tan equivocado.
-¿Cuándo lo traerás por aquí?
Jongin no tiene un abrigo extra, así que lleva puesto un sweater encima de su camiseta de manga larga, esperando que extienda el tiempo que demorará en congelarse de tres segundos a cuatro. Tras lidiar con las quejas incesantes de Baekhyun y eventualmente de Yixing también (con Wufan siendo de poca ayuda en el fondo con sus carcajadas), Jongin está ahora llevando a Kyungsoo para que los conozca. Y el gato está usando su abrigo; las mangas son lo suficientemente largas como para cubrirle las manos y el rostro está oculto tras el cuello subido con la cremallera. Luce como un pingüinito adorable con la capucha puesta, y Jongin quiere sostenerlo. Pero lo lleva fuera de la casa y hacia el auto en su lugar.
Kyungsoo se detiene de pronto, con los talones pegados firmemente a la vereda, confundiendo a Jongin.
-¿Qué sucede? -le pregunta cuando nota la mirada asustada en el rostro del gato.
-La última vez que estuve en un auto, fui separado de mi hogar.
Jongin avanza dos pasos para ponerse frente a él y se asegura de que Kyungsoo lo esté viendo directo a los ojos.
-No te abandonaré en ningún lugar. Iremos a encontrarnos con unos amigos y luego regresaremos. Te lo prometo.
Toma casi un minuto completo antes de que Kyungsoo le dé un débil asentimiento y se suba al vehículo. Jongin no puede imaginarse qué clase de vida habrá tenido el gato hasta ahora, pero lo último que quiere es agregarle más traumas. Durante el transcurso de su viaje, Kyungsoo enfoca su atención fuera de la ventana, casi como queriendo memorizar el camino en caso de que lo abandone. Jongin estira un brazo y presiona suavemente su palma contra las puntas de los dedos fríos de Kyungsoo. El gato se sobresalta y lo mira de manera inquisidora antes de sonreír, y finalmente se relaja por completo en su asiento.
La tienda está vacía cuando llegan; Jongin ni siquiera le quita el abrigo a Kyungsoo cuando Yixing y Baekhyun ya tienen al gato rodeado, con sus garras en él antes de que tenga oportunidad de correr. Jongin queda aturdido mientras le dejan el abrigo en sus manos y se llevan a Kyungsoo por la habitación hasta unos asientos. Wufan se acerca y lo palmea en la espalda, tal vez más fuerte de lo necesario, porque Jongin da un traspié un par de pasos hacia adelante antes de echarle un vistazo al hombre alto.
-Es bello -comenta éste, con los ojos recorriendo la silueta de Kyungsoo aplastada entre los otros dos gatos. Y aquella mirada contemplativa de Wufan, casi demasiado feliz, hace que el estómago de Jongin se retuerza. No le gusta para nada.
-Ten tus manos quietas -le gruñe, y Wufan suelta una carcajada y se apoya contra el mostrador, con el delantal manchado de café torciéndose en el centro hasta que se cansa de él y se lo quita.
-Creí que no te lo quedarías.
-No lo haré.
Wufan alza una ceja, pero no dice nada más. Los dos miran callados y divertidos mientras Baekhyun suelta a Kyungsoo sólo durante el tiempo que demora en desaparecer en el fondo y regresar con una bandeja de muffins y un gran vaso de leche. Y Luego procede a alimentar a Kyungsoo, quien obviamente está tratando de rechazarlo con cortesía. Le lanza a Jongin una mirada de auxilio que sólo le provoca una sonrisa. Kyungsoo se merece un poco de atención.
-¿Qué le has hecho ponerse?
Jongin se sonroja y le echa una mirada a Wufan.
-No me juzgues. Es lo que tengo. -Piensa por un breve momento y luego se arrastra más cerca de su amigo. -¿Sabes de algún lugar donde pueda conseguirle ropa? No tengo el dinero para cosas caras como las de Baekhyun o Yixing, pero necesita algo propio.
-Sí, dame un segundo. Creo que hay un negocio económico no muy lejos de aquí. Lo buscaré.
Jongin merodea hacia los gatos, aún apiñados los tres juntos en uno de los largos sillones, y decide sentarse en una mesa cerca suyo, pero no con ellos. Sus ojos registran las mejillas ruborizadas de Kyungsoo y el bailoteo alegre de su cola bajo la mesa. Yixing estira un brazo y comienza a rascarle detrás de la oreja izquierda, y Kyungsoo ronronea. Ronronea. Y el corazón de Jongin se desploma, para pasar a residirle en el estómago. Durante el (corto) tiempo que pasaron juntos, Kyungsoo no había ronroneado para nada. Incluso cuando sonreía y se sentaba en su lugar favorito con el estómago lleno y un manga, jamás ronroneó. Siente cómo los celos surgen, porque no es él la causa de que ahora lo haga. Yixing lo es, con sus dedos aún rascando la base de su oreja y Kyungsoo reclinándose hacia él.
-Te gusta -dice Wufan mientras toma asiento en la silla opuesta a Jongin, quien da un salto por la presencia repentina.
-Cállate.
Wufan suelta una risita.
-Me retracto. Te gusta mucho.
-No importa. -Jongin se encorva en su asiento y toma el trozo de papel que le ofrece con una dirección e instrucciones escritas con desprolijos garabatos. -No puedo quedármelo.
Le toma media hora separar a Kyungsoo de Baekhyun y Yixing. Es una triste victoria, porque la razón por la que lo liberaron al final es porque se acercaba la oleada de clientes de la hora del almuerzo, y no por el incesante ruego de Jongin. Wufan le pone en las manos una bolsa grande repleta con muffins y galletas antes de irse, e intenta insistirle con que no necesita aquella donación (sí la necesita), pero Wufan entorna los ojos y él se traga su orgullo. Murmura un agradecimiento antes de asegurarse de que Kyungsoo esté adecuadamente metido dentro de su abrigo y lo guía hacia afuera.
Esa noche se sientan en el sofá enfrentados, con una mala película para televisión olvidada en el fondo. Hay una variedad de muffins y galletas desparramadas delante suyo, y se turnan para probar los distintos sabores. Kyungsoo mordisquea un pedacito de un muffin de chispas de chocolate, y sus ojos se ensanchan antes de dar un bocado más grande en vez de pasárselo a Jongin. Por supuesto, eso es una violación directa de sus reglas no oficiales, lo cual impulsa a Jongin a lanzarse hacia él y tomar la comida. Excepto que, como es una masa torpe de miembros, se derrumban amontonados en el suelo. Kyungsoo se ríe debajo de él con el muffin aún sujeto en su mano.
Jongin siente que su rostro enrojece, y se sorprende de que aún haya sangre suficiente como para ruborizarle sus mejillas cuando toda parece estar yendo hacia abajo, al darse cuenta de su posición. Kyungsoo está retorciéndose debajo suyo, hecho todo sonrisas y ojos alegres, y el corazón le da un vuelco. Sus rostros están tan cerca, y decide permitirle al gato ganar aquella ronda, parándose lentamente antes de perder el control. Kyungsoo parece no darse cuenta; en vez de eso se vuelve a subir al sofá y se come el resto de su merecido premio con una sonrisa juguetona. Jongin esboza un puchero falso mientras toquetea la comida restante y se decide por una galleta de chocolate blanco y nueces de macadamia. Son sus favoritas.
Kyungsoo se come una galleta de chispas de chocolate luego de su muffin, y Jongin se ríe cuando nota las manchas de chocolate en las comisuras de su boca. Kyungsoo levanta la vista hacia él con curiosidad y sus largas pestañas, y el hombre hace uso de todo su autocontrol para señalar a la esquina de su propia boca para que el felino pueda limpiarse, porque en este punto Jongin probablemente use su lengua para hacerlo si no. Le toma varios intentos a una pequeña lengua rosada yendo como flecha el lamer el chocolate, y Jongin se aferra a una pequeña almohada en su regazo para mantenerse sereno. El gatito se vuelve más tentador con cada día que pasa.
¿Cómo es que Kyungsoo no nota el efecto que tiene en Jongin? Sus orejas de gato se inclinan hacia la derecha mientras gira la cabeza hacia la izquierda, moviéndose al ritmo de la música de los créditos pasando por la televisión. La película ha terminado, y Jongin no puede recordar ni siquiera cuál era, porque Kyungsoo está sonriendo y sus ojos están brillando y hay migajas pegadas en sus mejillas y Jongin no lo ha deseado nunca tanto en su vida.
Pero no puede tenerlo. Kyungsoo no le pertenece y no puede quedarse.
Jongin lleva gentilmente al gato adormilado hacia la habitación unos minutos más tarde, diciéndole que tiene que dormir un poco. Kyungsoo bosteza perezosamente y deambula hacia el baño para lavarse los dientes con un cepillo de sobra que Jongin por casualidad tenía, arreglándoselas para salir aún más despeinado que antes y de pie, medio dormido. Jongin está a punto de alistarse para la cama también, y divisa a Kyungsoo en el fondo del pasillo. Sus ojos se encuentran, y luce como si quisiera decirle algo, pero al final sólo cierra la puerta con una sonrisa triste, y Jongin se encierra en el baño para una ducha helada.
El sueño no llega rápido; tiene la cara pegada al respaldo del sillón y la manta deslizada hacia sus pies por haberse girado constantemente. Y no es que no esté cansado, porque que lo está. Su cuerpo está relajado y sus ojos cerrados, pero su mente no deja de reproducir imágenes de Kyungsoo en el interior de sus párpados. Hay sensaciones estimulantes que Jongin no ha sentido desde hace mucho tiempo, y no sólo las que se sitúan en su entrepierna, aunque tienen su buena parte. Kyungsoo es un chispazo de vida, un respiro de aire fresco, y Jongin aborrece tener que renunciar a él. Saber que no puede quedárselo por una razón tan material como aquella lo enfada. El dinero no debería ser un factor tan decisivo, pero no puede quedarse con el gato si no podrá alimentarlo… o vestirlo, o ser capaz de llevarlo a ver una película o al parque o al teatro. Jongin quiere hacer todas esas cosas, llenar su corazón de recuerdos juntos, porque está cayendo rápido y duro.
Todo lo que Jongin puede ver por sobre las filas de estantes es un par de orejas de gato; ve cómo a veces se paran o una se le baja, y aquella vez cuando ambas se aplastaron. Kyungsoo fue liberado dentro de la pequeña tienda económica para buscar ropa, porque sigue usando pantalones y una camiseta prestadas. Sus reacciones son adorables, y Jongin no puede apartar la vista del gato incluso aunque quisiera. Y no quiere. No hay vestidores, así que Kyungsoo continúa yendo disparado hacia el final del pasillo sosteniendo cosas para saber la opinión de Jongin.
Hasta ahora ha desaprobado varias camisetas que lucían demasiado delgadas como para poder hacer algo contra el frío, y un par de pantalones que por poco estaban llenos de agujeros. Sin embargo, está aferrando un par de jeans delgados y rojos, que puede imaginarse que lucirán espectaculares adheridos a los muslos de cierto felino, especialmente desde que está notoriamente ganando peso y no luce desnutrido.
-¿Tiene algún abrigo? -inquiere, y la pequeña mujer tras el mostrador lo dirige hacia un rincón alejado-. Gracias.
Obtiene la atención de Kyungsoo cuando ve al gato detenerse en seco cuando no lo encuentra. El temor reflejado en su rostro hace que Jongin se sienta un poco culpable por haberse ido fuera de su vista. Pero luego Kyungsoo vuelve a ser todo sonrisas otra vez, corriendo hacia él con un nuevo juego de camisetas. Jongin las quita del agarre del gato y le pide que se ponga un abrigo que cree que puede quedarle. La mayoría de su selección consta de chaqueas livianas, y estando en mitad del invierno, Kyungsoo necesita algo considerablemente más abrigado. Se pone las camisetas en su antebrazo y ayuda a abrochar el abrigo y poner la capucha encima de la cabeza de Kyungsoo, hasta que todo lo que puede ver es una nariz y unos ojos arrugados. Perfecta.
El dúo abandona la tienda con varias bolsas en sus manos y un saltito agregado al caminar de Kyungsoo. Justo antes de subirse al auto, enrosca su cola en la cintura de Jongin y lo acerca hasta que sus cuerpos están pegados.
-Gracias -dice, antes de que su cola le dé un apretón y lo deje ir. El gato se sienta en el auto y Jongin permanece allí parado, conmocionado por unos instantes más, antes de recuperar el comportamiento.
No podrá permitirse tomar café a la mañana ni almorzar durante la próxima semana, o posiblemente las próximas dos, teniendo en cuenta lo que gastó, pero el rostro de Kyungsoo hace que valga la pena. Kyungsoo lo vale.
Tras lavar y secar los pantalones, Jongin se abre camino hacia la casa del vecino para regresárselos. Afortunadamente es Minseok quien abre la puerta esta vez, y se ahorra la experiencia de aterrizar sobre el duro suelo nuevamente.
-Lamento haber tardado tanto en devolvértelos -le explica-. Recién hoy le compré ropa nueva.
-¿Oh? -El tono de Minseok suena demasiado sagaz para su gusto, pero su atención ya no se centra en él luego de un instante. Luhan sale como una saeta de la casa, casi tirando a los dos hombres al suelo en su apuro. Ambos levantan la vista para ver a Luhan abalanzándose hacia la puerta principal de Jongin. Ay mierda.
Despega y corre tras el gato, con Minseok pisándole los talones y gritándole a Luhan que se detenga. Por supuesto que el gato no lo escucha, y antes de que puedan alcanzarlo ya está dentro de la casa de Jongin. Éste irrumpe en su sala de estar y se encuentra con Kyungsoo tirado de espaldas en el sofá, con Luhan sentado sobre su estómago y sonriendo mientras pellizca las mejillas del pobre gato.
-Eres tan hermoso -le canturrea, y Minseok avanza para arrastrarlo fuera de allí-. Pero quiero jugar con él. -Y entonces Luhan hace un puchero y Jongin sabe que eso no es bueno para nadie.
-Más tarde -responde Minseok, y voltea la cabeza hacia Jongin.
-Sí, más tarde -repite él, asegurándole al gato que podrá jugar con Kyungsoo en el futuro siempre que se vaya ahora.
Parece funcionar, y Luhan deja de luchar en brazos de su dueño y se deja ser llevado afuera.
-Hey, ¿dónde está su collar? -pregunta justo antes de que los dos lleguen a la salida-. ¿POR QUÉ NO TIENE UN COLLAR?
La puerta se cierra y Jongin no puede lograr que sus piernas funcionen, no puede voltearse y ver la reacción de Kyungsoo ante aquel estallido.
Un collar es algo importante. Representa propiedad, lealtad y diversas otras cosas con las que Jongin no puede comprometerse. Si bien lo quiere, le encantaría mantener a Kyungsoo a su lado incluso tras tan poco tiempo, es imposible, y eso lo carcome por dentro. No puede seguir postergando la búsqueda de un nuevo hogar para él por mucho tiempo más.
En vez de voltearse y enfrentar al causante de sus emociones, Jongin se dirige hacia la cocina para lavar los pocos platos sucios apilados en el fregadero. Hay una sartén de los huevos de aquella mañana, porque Kyungsoo ama los huevos. Le gustan revueltos, pero fritos más aún, y Jongin intentó freír un huevo por primera vez. Kyungsoo se había reído durante todo el proceso, porque mantenía su lengua afuera con concentración y gruñó cuando la yema se desbordó. El gato le aseguró que no había problema y se lo comió de todas formas, con su cola revoloteando y sus labios sonriendo.
Jongin suspira, descargado algunas de sus frustraciones en aquella sartén mientras talla una tenaz porción de comida cocida. ¿Cuándo se volvió su vida tan complicada? Hace unos pocos días atrás era sólo él y su rutina de normalidad, y ahora está muriendo por un gato. Ni siquiera es algo que él haya querido en su vida, pero Kyungsoo no es como nadie que haya conocido. Ni siquiera sus amores previos lo habían afectado tanto con tal rapidez. Todo se siente como si fuera demasiado, y a la vez no suficiente, y siente como si estuviera siendo jalado en varias direcciones a la vez, incluso aunque todo parezca ser tan simple.
Necesita dejar de sentirse atraído por alguien a quien no puede tener.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Kyungsoo no lo mira cuando entra a la sala más tarde, pero Jongin puede darse cuenta que está algo tenso por la forma en que su cola se agita. El gato podrá controlar las emociones en su rostro, pero su cola lo delata.
-¿Quieres escoger una película?
Las orejas de Kyungsoo se levantan y asiente con una sonrisa. Jongin lo mira cariñosamente mientras revuelve entre los DVD y coloca uno en el reproductor, que está muy viejo como para seguir funcionando pero aún lo hace. Y luego vuelve al sillón, hundiéndose en su rincón, y Jongin está seguro de que ya ha quedado un hueco permanente con forma de Kyungsoo en los almohadones. Sonríe con cariño hacia el gato antes de apartar la mirada y pretender ver la película. Sólo que ya la ha visto mil veces, y Kyungsoo es más entretenido.
No pasa mucho tiempo hasta que el gato se estira, descansando su cabeza en el sofá y el cuerpo sobre dos almohadones. El tercero, en el que Jongin se está sentando, está intacto, y se siente un poco decepcionado por la distancia. Kyungsoo está evitando el contacto.
Una idea terrible, pero aun así brillante, brota en la mente de Jongin, y éste estira un brazo con la suficiente lentitud como para que el gato no lo note, hasta que sus dedos le acarician el cabello. Desde donde está puede ver la expresión inmutable de Kyungsoo, pero sus orejas se crispan en respuesta. Sin haber hecho eso antes, Jongin rasca con cuidado alrededor de la base de la oreja del gato, y cuando Kyungsoo no se aparta, lo hace un poco más fuerte. El felino suspira, inclinándose sutilmente hacia su toque, mientras continúa.
-Ven aquí -susurra Jongin, y Kyungsoo se pone rígido antes de levantar la vista hacia él. Se da una palmadita en su regazo y el gato estira su cuerpo lo suficiente como para que su cabeza aterrice en el muslo de Jongin. Está claro que Kyungsoo aún siente dudas sobre aquello, y honestamente Jongin también, pero quiere hacerlo mientras pueda. Usando ambas manos, roza con sus uñas por entre los suaves mechones de cabello que huelen como su shampoo, y Kyungsoo poco a poco se relaja ante ello.
Es relajante, la calidez de Kyungsoo fluye por Jongin cuando más tiempo pasan conectados. Se da cuenta de que disfruta cómo se siente la oreja del gato bajo sus dedos, el modo en que su aliento se entrecorta un poco cuando encuentra un punto sensible (el que está bajo su oreja izquierda es el más sensible), y cuánta satisfacción obtiene por brindarle atención. La primera vez que lo oye cree que es su imaginación, pero entonces el ruido se vuelve más fuerte y persistente. Kyungsoo está definitivamente ronroneando, y le envía una corriente por el cuerpo mientras sigue moviendo sus manos.
Él es la causa, es la razón por la que Kyungsoo está ronroneando esta vez, y Jongin no puede evitar esbozar una sonrisa. Su pierna podrá estar perdiendo la sensibilidad, unas cosquillas le invaden el muslo, pero no le importa porque el gato está ronroneando. A Jongin no le importaría pasar todas las noches así.
La película termina y Kyungsoo, a quien Jongin creía dormido, rueda fuera de su alcance y se pone de pie.
-Deberías dormir en la cama esta noche.
-Estoy bien en el sofá -le asegura Jongin con una sonrisa.
-Te he visto frotándote el cuello y la espalda todo el día. Necesitas la cama más que yo.
-No te sacaré fuera de la cama. -Jongin considera la discusión terminada y está totalmente preparado para pasar otra noche en el sillón, a pesar de la incomodidad que significa. Kyungsoo parece pensar distinto mientras posa una mano en su cintura y ladea su cabeza con entendimiento. Wow.
-Entonces tendremos que compartir.
Kyungsoo ni siquiera estaba bromeando, porque diez minutos más tarde, ambos están recostados en la cama de Jongin, aunque sin tocarse entre sí para nada. Jongin no está seguro de si eso es o no una mejoría respecto del sofá, porque todo en lo que puede pensar es en cuán cerca está Kyungsoo, y sus ojos se desvían hacia el bulto en el otro lado de la cama cada vez que se mueve. Suspira, frotándose los ojos cansados, y rueda hacia su costado, de espaldas al gato para que pueda tal vez obligarse a dormir.
Funciona en su mayor parte, y se está adormilando plácidamente cuando siente algo moviéndose en la cama. La espalda de Kyungsoo se apoya contra la suya propia, y un zumbidito débil llena el aire. Jongin sonríe, demasiado exhausto como para hacer algo más que no sea acalorarse y dejar que el sueño finalmente se apodere de él.
Es domingo, el último día de sus mini-vacaciones. Mañana por la mañana tendrá que volverse a sumir en su vieja rutina matutina y sus largos días tras un escritorio, que no hacen más que empeorar al acercarse rápidamente el final del año y todo el papeleo inevitable que conlleva. Está determinado a hacer lo menos posible hoy, tirado boca arriba en el sofá con su rodillas dobladas encima suyo y su cabeza colgando por un borde. Kyungsoo está junto a él en la misma posición, retorciendo sus dedos de los pies y sonriendo cada vez que mira a Jongin.
Es agradable.
Es perfecto.
Y Jongin resiste la urgencia de jalar a Kyungsoo hacia sus brazos y enterrar su cara en su cuello y acurrucarse con él por las siguientes seis horas. En vez de eso, suelta algo que podría arruinarlo todo.
-¿Por qué estabas afuera en el callejón?
Kyungsoo se pone rígido y su sonrisa desaparece. Cuando se levanta, Jongin asume que se irá a otra habitación para evadir la conversación sobre el tema, pero el gato se sienta en su lugar y juega con la punta de su cola.
-Mi dueño se volvió a casar -comienza suevamente, y Jongin se sienta a su lado y le toma la mano, entrelazando sus dedos-. Su nueva esposa decidió que no le gustaban los gatos, así que me llevaron fuera de allí y me patearon fuera del auto. Ella se llevó mi collar. -Jongin puede ver las lágrimas cayendo por sus mejillas, incluso aunque está mirando para abajo para ocultar su rostro. -Creí que volvería. Siempre decía que yo era su favorito.
Un sollozo logra escapar, y Jongin jala al desconsolado gato hacia su regazo, dejando que se oville en él y llore cuanto necesite hacerlo. Se balancea de un lado a otro, diciéndole qué tal maravilloso es y cuán afortunado se siente de haberlo encontrado.
Lo que Jongin quiere decirle es que siempre será bienvenido en su casa, que Kyungsoo debería quedarse y jamás irse. Quiere asegurarle al gato que nadie lo volverá a abandonar, pero ¿no es eso lo que Jongin estará forzado a hacer? Las palabras se atoran en su garganta y se las traga hasta que Kyungsoo cae dormido en sus brazos. No afloja su agarre en Jongin cuando éste lo lleva a la cama más tarde, así que el hombre se acuesta con él, durmiéndose con una pierna encima de la suya y unas manos enroscadas en su camiseta. Lo último que ve son los remanentes de las lágrimas brillando en las esquinas de los ojos de Kyungsoo y la pequeña sonrisa en sus labios.
Jongin deja su raramente usado y prehistórico teléfono celular en la mesa de la cocina a la mañana siguiente, junto con el número de su oficina en caso de que Kyungsoo necesite contactarse con él. Con suerte, sólo lo usará si es realmente necesario, porque Jongin está adherido a un plan que paga por lo que habla. Le echa una última mirada al gato hecho un lío entre las sábanas antes de irse un poquito más temprano de lo usual. La cafetería está afortunadamente vacía cuando ingresa, temblando por la diferencia de temperatura. Yixing y Baekhyun están ambos apoyados en el mostrador principal hablando entre sí, hasta que divisan a Jongin aproximándose y sonríen.
-¿Adónde está Kyungsoo?
-Me estoy yendo al trabajo, Baekhyun. Sigue en casa.
-Oh, ¿así que lo de siempre, entonces?
-No, hoy no. Sólo vine para agradecerle a Wufan.
Dicho hombre aparece y les lanza a ambos gatos una mirada de advertencia antes de que se vayan. Jamás ayudan a Wufan a preparar las cosas, y es obvio que siguen holgazaneando.
-¿Qué tal estuvo la tienda?
-Genial, gracias. Encontramos algunos conjuntos decentes así que ya no está sentado con la misma ropa todos los días.
-Tengo algunas prendas para él -comienza Wufan mientras busca debajo del mostrador-. Solían ser de Baekhyun, pero ya no las usa.
Una bolsa de basura gigante es puesta frente a Jongin, quien parpadea unas pocas veces.
-Wow.
-Sí, bueno, al menos tiene espacio en su armario ahora.
-Esto es… wow. No puedo agradecértelo lo suficiente.
-Tómalo como que me estás haciendo un favor. He estado tratando de hacer que limpie su condenado armario por casi un año, y nada funcionó hasta que mencioné a Kyungsoo. -Wufan camina hasta el otro lado y levanta la bolsa. -La llevaré hasta tu auto por ti.
-Me las puedo arreglar -dice Jongin con una risita. No es exactamente un debilucho.
-No cuando tus manos están ocupadas -añade Yixing antes de empujar café y una bolsa llena de comida (probablemente más muffins) hacia él.
-CREO QUE TENGO ALGUNOS COLLARES VIEJOS TAMBIÉN, SI…
-¡NO! -grita Jongin mientras se están alejando. Lo último que necesita es una repetición de aquella turbulencia emocional.
Incluso con aquel retraso más largo de lo normal, consigue llegar a la oficina antes que Joonmyun, y se toma un momento para disfrutar su café. Guarda los muffins en un cajón para llevarlos a casa más tarde para Kyungsoo, ya que la mayoría son de chispas de chocolate. Cuando su jefe ingresa, acompañado por Sehun, el gato huele por la nariz y Jongin le da un muffin. Sehun sonríe mientras come, saltando sobre sus talones y quedándose con Jongin en vez de seguir a Joonmyun como usualmente hace. Aún hay un montón de expedientes en su escritorio que tiene que revisar y clasificar, y eso le desocupa la mente de otras cosas por un rato.
Es casi la hora del almuerzo cuando Joonmyun deambula hacia la esquina del escritorio de Jongin, leyendo un error que éste encontró y murmurándolo para sí mismo. Jongin odia interrumpir, pero…
-Hey, no conoces por casualidad a alguien que quiera un gato, ¿no?
Se gana la atención de Sehun junto con la de Joonmyun, y el felino deja de tironear del cabello de su dueño para fijar los ojos en Jongin.
-¿Por qué preguntas?
Jongin se aclara la garganta y trata de sonar despreocupado al respecto.
-Recogí un gato callejero.
-¿Oh? -Joonmyun luce sorprendido, pero Sehun está sonriendo de oreja a oreja, con sus pequeños ojos cerrados y las orejas levantadas.
-Lo llevé a mi casa para que no se congelara, pero necesita un hogar. Preferentemente algún lugar agradable, con alguien que cocine huevos. Ama los huevos. Y le gusta leer manga también. Ah, y…
-Suena como la mascota perfecta para ti. -La sonrisa de Joonmyun ya no luce tan simpática ahora. Lo está provocando, y Jongin frunce el ceño.
-No puedo quedármelo.
-¿Por qué? -Esa vez es Sehun quien pregunta, y el trasero de Jongin se salva cuando suena el teléfono. Joonmyun lleva el expediente a su oficina y Sehun lo sigue, afortunadamente.
Jongin suspira y se hunde en el trabajo otra vez cuando cuelga el teléfono, deseando que su jefe le hubiera sido un poco más de ayuda. Ya sabía que Kyungsoo es la mascota perfecta para él, si pudiera quedárselo. Ese no es el problema. La reaparición de Sehun más tarde sólo sirve para retrasar su progreso, y le es difícil no hablarle con brusquedad al curioso gato.
-Tiene que haber alguna razón por la que no puedas quedártelo -divaga Sehun-. ¿Apesta? Porque en ese caso puedes simplemente darle un baño. Espera; sabe usar el baño, ¿no? No es un gatito, ¿o sí?
Sehun se está entusiasmando, y Jongin teme que su silla se vaya a romper si sigue trepándose a ella.
-¡Sehun! -grita momentos después, obteniendo su atención-. No tengo el dinero para mantenerlo, ¿de acuerdo? Así que ya cálmate.
-Oh. -Y Sehun luce alicaído. Jongin intenta animarlo con otro muffin antes de echarlo de allí.
Su cerebro está paralizado, y no desea volver a ver otro número en su vida. Ha estado enfrascado en ellos todo el día, y aún queda una pila considerable de papeles para mañana. Gime y se dirige hacia su auto con ansias. Kyungsoo está esperándolo. No se había dado cuenta de cuán acostumbrado está a la presencia que tuvo en el transcurso de unos pocos días, pero no escuchar la voz de Kyungsoo le baja el ánimo. Todo lo que quiere es llegar a su casa y ver aquella dulce sonrisa, escucharlo hablarle de lo que sea (incluso de números) hasta que él caiga dormido.
Jongin huele comida cuando entra por la puerta, y Kyungsoo se acerca hacia él con aquella sonrisa que extrañó tanto.
-¿Preparaste la cena?
-Sí. - Y Kyungsoo apenas le deja quitarse su abrigo antes de jalarlo hacia el horno. Se ve delicioso, y ya se le está haciendo agua la boca.
-No sabía que podías cocinar.
-Nunca preguntaste. Te mostré cómo freír un huevo, sin embargo.
-Y fallé.
-No todos somos perfectos -se burla Kyungsoo, y Jongin ríe. Oh, cómo extrañaba esto, y sólo se había ausentado por once horas; once largas e insoportables horas.
Jongin tiene que admitir que Kyungsoo es quien mejor cocina de los dos, y cuando se lo dice al gato, éste se ruboriza y agacha la cabeza. Lo patea juguetonamente por debajo de la mesa y Kyungsoo se ríe, corriendo su silla y subsecuentemente poniendo sus pies fuera de alcance. Cuando terminan de comer, con los estómagos llenos y sus cuerpos relajados, Jongin recoge los platos para lavarlos. Pero Kyungsoo lo aparta con un golpecito y le ordena salir de la cocina. Oye una tosecita y se voltea para ver, pero Kyungsoo ya está en el fregadero y Jongin no piensa nada más sobre aquello.
Está demasiado cansado como para ofrecer resistencia, e inevitablemente colapsa en el sillón, en la oscuridad. Sus ojos se cierran y no está seguro de cuánto consiguió dormirse antes de que Kyungsoo lo golpeara en el muslo.
-Auch -gruñe, frotándose el lugar lastimado. -Estoy despierto. -Rueda fuera del mueble y se pone de pie para irse a duchar. El agua caliente se siente bien, y sirve para despertarlo de una forma no impactante, y aún se frota con la mano aquel lugar rojo en su pierna. E incluso aunque le duele, Jongin sonríe.
-¿Tienes algún hobby? -le pregunta Kyungsoo mientras se sientan juntos en el sofá, dando un respiro por la nariz. Tiene un manga en la mano y mira a Jongin con expectación.
-Dormir.
-Ese no es un hobby -lo reprende el gato con un chasquido de su lengua.
-Sí lo es. Y uno muy respetable. -Kyungsoo le lanza una mirada y Jongin suelta una risita. -Solía bailar para mantenerme en forma, aunque no he tenido ganas últimamente. ¿Y tú?
-Estos son agradables -responde con una sonrisa astuta, sosteniendo el manga y agitándolo.
-¿Y antes?
Kyungsoo se toma un momento antes de responder; escoge sus palabras con cuidado.
-Mi dueño era un hombre mayor y no podía hacer muchas cosas. Así que lo hacía yo: cocinaba, limpiaba, lavaba. No me quedaba mucho tiempo para nada más.
-Bueno, ahora tienes todo el tiempo que quieras.
Kyungsoo arruga su nariz y se estira en el sofá antes de que Jongin le haga un gesto para que se acerque. Pasan el resto de la noche con la cabeza de Kyungsoo sobre su regazo, y Jongin acariciándolo hasta que se arrastran a la cama. Jongin abre su brazo y deja que Kyungsoo se oville a su lado antes de caer dormidos. Si hubiera estado más despierto, Jongin podría haber visto las señales de aviso.
Aún está oscuro afuera cuando se despierta, con Kyungsoo gimiendo en sueños mientras rueda. Se sienta con rapidez, y toma al gato de un brazo para acercarlo hacia él. Un par de ojos se abren y lo miran justo antes de que Kyungsoo estornude. Jongin enciende la lámpara junto a su cama y la habitación se inunda de una luz tenue. Kyungsoo se queja, pero Jongin no lo suelta. Observa su rostro sonrojado y su cabello transpirado y entonces el gato tose. Presiona sus manos contra su rostro y se da cuenta de que tiene fiebre.
-Ya regreso -le susurra antes de salir de la cama e ir hacia el baño.
En algún lugar del gabinete tiene medicina para el resfrío, y espera que sea adecuada para Kyungsoo también, porque no sabe qué lugares estarán abiertos a esa hora, y no puede permitirse llevarlo a una clínica. Encuentra las pastillas y lee la caja, cerciorándose tres veces de que sea segura para los gatos, antes de llenar un vaso con agua y llevárselo a Kyungsoo. Éste toma ambas cosas agradecido y le da las gracias a Jongin con una voz rasposa, seguida de otra tos. Jongin se sienta, con su espalda contra el cabezal para poder jalar a Kyungsoo hacia él. El gato recuesta su cabeza en su pecho y sorbe por la nariz. Con suerte, la medicina hará efecto pronto y ambos podrán regresar a dormir.
Si no fuera requerido en su trabajo con tal necesidad, Jongin habría llamado y dicho que estaba enfermo, aunque sólo sea el gato en sus brazos quien está tosiendo. Ha dormido muy poco, y está entrando en pánico por dejarlo solo en ese estado durante el día, hasta que toma una importante decisión: llevará a Kyungsoo al trabajo con él.
El gato no ofrece resistencia mientras Jongin le cambia la ropa por una más adecuada para el clima, demasiado preocupado por el patético sorbido como para mirar con lascivia el cuerpo más relleno de Kyungsoo tras todas las comidas regulares. Sus costillas ya no lucen peligrosamente cerca de atravesarle la piel, y sus piernas no lucen como si fueran a quebrarse por soportar el peso de su cuerpo. Jongin al menos tiene eso para sentirse agradecido cuando levanta al gato en brazos y lo lleva fuera, hacia el auto precalentado. Lo último que quiere es exponerlo al clima glacial más de lo que es absolutamente necesario.
Realmente no puede permitírselo, pero Jongin revuelve sus bolsillos y los compartimientos del auto en busca del cambio necesario para comprar un café. Si hubiera podido dormir lo suficiente la noche anterior, no sería un problema, pero se encuentra agotado y aquel empujón le ayudará a seguir funcionando. Yixing sonríe y lo saluda mientras se aproxima.
-Café, por favor -le dice, aún algo falto de aliento por la carrera. Ha dejado a Kyungsoo dormido en su auto con el motor encendido-. Estoy apresurado -agrega, disculpándose. Cuando se le ofrece su bebida, deposita el cambio en el mostrador y corre hacia afuera antes de que Yixing pueda siquiera decir algo más. El gato sigue dormido cuando Jongin se vuelve a meter al auto, y estira un brazo para poner la mano sobre su frente. Aún está caliente. La caja de píldoras está en el bolsillo de la chaqueta de Jongin, y llegarán a la oficina justo cuando sea hora de que ingiera otra dosis.
Cuando Joonmyun aparece luego de que Jongin haya acomodado a Kyungsoo en un rincón, con una gruesa manta bajo él para que pueda dormir, se sorprende de verlo sin Sehun. Significa que lo ha dejado con Tao, su otro gato (menos necesitado), al que Jongin raramente ve. Normalmente, Sehun se queda con Tao cuando está en celo, pero Jongin conoce siniestramente los tiempos del gato y sabe que aún no ha llegado a esos días. Recuerda claramente la primera vez que conoció a aquel intimidante gato, con su cola negra enroscada posesivamente alrededor de Sehun mientras los dos irrumpían a la oficina de Joonmyun sin aviso. Su jefe había asomado su cabeza por la puerta, con el cabello hecho un desastre y las mejillas sonrojadas, y le había dado el resto del día libre.
-¿Sehun no está?
-Creí que podríamos trabajar mejor sin distracciones -responde Joonmyun, con sus ojos revoloteando curiosamente hacia el bulto en el rincón.
Jongin se encoge y le ofrece una sonrisa de disculpas.
-Lo siento mucho. Kyungsoo se despertó anoche con fiebre, y no podía dejarlo solo en la casa.
Ante la mención de Kyungsoo, el rostro de Joonmyun se ilumina y se ríe.
-Está bien. Asegúrate de cuidarlo mientras trabajas. -Le echa un último vistazo a la figura durmiente antes de dejarlos solos, y Jongin suelta un suspiro de alivio. Aquello podía haber ido mucho peor.
Jongin tiene al jefe más bueno de toda la historia.
Incluso aunque Jongin hace varias pausas para despertar a Kyungsoo y darle un vaso con agua, aún consigue avanzar más en su trabajo de lo que habría podido hacer si Sehun hubiera estado alrededor. Le hace preguntarse cuánto mejor podría hacer su trabajo si Sehun se quedara cada día en casa con Tao. Jongin posa una mano en la frente de Kyungsoo, y se alegra de encontrarse con que su temperatura ha regresado a la normalidad, y aquel rojo cereza de su nariz ha vuelto a ser un débil rosado. Con un suspiro de cariño, se pone de pie y casi se choca con alguien que no sabía que estaba allí.
Se sujetan entre sí en un esfuerzo por no caer al piso, y Jongin se encuentra cara a cara con Jongdae.
-No me habían tocado ahí en un tiempo -dice el felino burlonamente, y Jongin baja la mirada hacia la ubicación de su mano. Sus dedos están en uno de sus costados, pero antes de que pueda siquiera hablar, el gato pone una mano alrededor de su cintura y con la otra lleva la de Jongin hacia su trasero. Él se ríe mientras Jongdae mueve las cejas y le da una palmada en el trasero antes de apartarse.
-Veo que sigues siendo el mismo -comenta Jongin mientras camina hacia su escritorio y se sienta.
-Porque sigue siendo divertido.
Jongdae no es el típico gato. La mayoría de ellos anhela tener un dueño, alguien que los cuide y los bañe con dedicación. Pero no este. Disfruta de la libertad y anda por todas partes orgulloso sin collar, y coquetea con cualquiera que le parece lo suficientemente atractivo como para estar en su liga. Jongdae y Jongin tuvieron sus momentos antes de que se uniera a la compañía, pero eso fue hace dos años, y no quedaron resentimientos porque fue algo puramente físico.
-Bueno, ¿qué te trae al último piso?
-Las tasas trimestrales de las publicidades para el año entrante -dice el gato arrastrando las palabras, escabulléndose hacia la figura aún dormida en un rincón-. ¿Tuyo?
-Es una larga historia. -Jongin suspira y Jongdae no sigue más. Siempre sabe cuando no debe insistir sobre algún asunto; esa es otra razón por la que se llevan tan bien.
Un respiro se cuela por la manta y Kyungsoo se sienta, con su cabello despeinado y el rostro cubierto de marcas rojas por haber estado en el mismo lugar por horas. Jongdae deja caer su mandíbula y le lanza a Jongin una mirada de aprobación, a la que él responde poniendo los ojos en blanco.
-¿Jongin? -pregunta Kyungsoo, frotándose los ojos para quitarse el sueño.
Si fuera menos varonil, Jongin posiblemente se hubiera derretido en su asiento por la ternura que le estaba siendo enviada en su dirección; una combinación de la expresión adormilada de Kyungsoo y la mirada de asombro en el rostro de Jongdae mientras se agacha y estira un brazo para darle una palmadita vacilante al gato enfermo.
-Pero si eres precioso -le susurra, y el rostro ya ruborizado de Kyungsoo se torna más rojo aún.
-No te acerques mucho -le advierte Jongin-. Está enfermo.
Eso no parece disuadir para nada a Jongdae, y continúa acariciando a Kyungsoo, quien ahora está cerrando sus ojos y sonriendo por la atención.
-¿Puedes ocuparte de él y encargarte de la pila en tu escritorio? -inquiere Jongdae, observando la pila de papeles con la que Jongin ha estado trabajando meticulosamente durante toda la mañana.
-Estamos perfectamente bien -gruñe.
-Oh, anímate. Sólo quería decir que estaré feliz de quitártelo de encima por un rato. Al menos darle de beber algo de sopa. Estoy seguro de que Chanyeol tiene un poco en la sala de descanso y no le importará compartirla.
Ante la mención de comida, la cola de Kyungsoo comienza a agitarse y Jongin admite la derrota.
-¿Me prometes que no lo dejarás solo con el gigante?
-No dejaría ni una bolsa de plástico sola con Chanyeol.
-De acuerdo. -Jongin suspira. -Si Kyungsoo quiere ir, por mí está bien.
Ambos miran al gato, quien está asintiendo y sonriendo mientras intenta pararse, y sus pies están enroscados en la sábana. Se tropieza una vez antes de conseguir su objetivo. Jongdae le pasa un brazo por su cintura y lo guía por el vestíbulo, olvidándose del trabajo que tenía que hacer, y Jongin suelta una risita antes de regresar al suyo. Estarán bien.
Las carcajadas se cuelan por la puerta abierta en la sala de descanso, una risa tintineante que Jongin identifica inmediatamente como la de Kyungsoo, pero está mezclada con una voz grave que también conoce muy bien. Ingresa para encontrarse con Kyungsoo sentado en una de las mesas, con sus rodillas sobre el pecho, luciendo mejor de lo que ha lucido en todo el día. Jongin ignora el impulso de ir hacia él a favor de mirar a Chanyeol, quien se está sentado opuesto al gato y palmeándose una pierna mientras ríe como idiota. No es que Chanyeol le caiga mal, no en realidad, pero aún está convencido de que es quien estuvo detrás del striptease de Sehun, y eso le resta algo de confianza en el área de «quedarse solo con Kyungsoo». ¿Dónde rayos está Jongdae? Ese pequeño felino traidor.
Decidiéndose por no lanzarle nada a Chanyeol, Jongin se sienta en la silla más cercana a Kyungsoo, inclinándose para descansar su cabeza en el hombro del gato. Está tan cansado y sus ojos le duelen y su cerebro le duele y todo lo que quiere es irse a casa y acurrucarse con Kyungsoo y dormir todo el día.
-¿Por qué no me dijiste que tenías un gato? -le pregunta Chanyeol cuando nota al otro hombre.
-No tengo un gato. Tengo a Kyungsoo -aclara, y es entonces cuando Jongdae honra la habitación con su presencia.
-Bueno, lucen bastante íntimos ustedes dos -comenta, y Jongin bosteza, frotándose la cara antes de dejar que su brazo se pose alrededor de los hombros de Kyungsoo. El gato se tensa por un instante antes de volverse a relajar, así que Jongin permanece así en un intento por consentirlo un poco.
Cuando Jongin mira hacia Chanyeol, su estómago se aprieta y frunce el ceño.
-Deja de verlo así.
-¿Así cómo? -Aquella fachada inocente de Chanyeol es desagradable, y Jongin arruga la nariz. No es tierno, y Jongdae golpea al más alto en la nuca con su cola antes de sentarse en su regazo. Bueno, aquello es una novedad.
Es muy entrada la tarde como para que alguien esté en la sala, y Jongin deduce que la única razón por la que Chanyeol está ahí es por Jongdae. Eso aún no lo hace sentir mejor acerca de la forma en la que estaba mirando a Kyungsoo antes, como si quisiera comérselo. Jongin se convence de que no está experimentando ningún tipo de celos, sino una necesidad de proteger a quienes no pueden protegerse a sí mismos. Chanyeol es grande y Kyungsoo es prácticamente tamaño bolsillo.
-Oh -exclama el hombre sentándose de pronto, y Kyungsoo casi se cae de su silla porque se había estado apoyando en Jongin con todo su peso-. Te traje tu medicina. -Jongin extrae las píldoras de su bolsillo y saca dos para el gato, quien las toma sin vacilar. Es la única razón por la que había ido ahí de todas formas, pero terminó desviándose un poco por Chanyeol. Posa su palma en la frente de Kyungsoo y le agrada notar que su temperatura sigue baja. Se pone de pie y se estira antes de dirigirse hacia afuera. -¿Lo llevas de vuelta hasta arriba luego? -le pregunta a Jongdae, y el gato le levanta el pulgar.
Jongin se asegura de que Kyungsoo esté propiamente metido en su abrigo antes de envolverlo también bajo la manta para que puedan caminar hacia el auto. Es bien entrada la noche, y el frío le pica el rostro cuando salen afuera. Jongin tiembla y posa una mano donde cree que está la espalda del gato, para poderlo guiar.
-Lamento ser una molestia -murmura Kyungsoo con un suspiro, y Jongin se detiene.
-Nunca eres una molestia.
-¿Ni siquiera cuando me escondo bajo la cama?
Todo lo que Jongin puede ver de Kyungsoo son sus ojos, los cuales están apretados con una sonrisa oculta tras las capas de abrigo.
-Por favor, prométeme que nunca volverás a hacer eso.
-Te lo prometo -dice con una risa.
Retoman su caminata, Jongin guiando a Kyungsoo por posibles zonas congeladas en el estacionamiento antes de conducir hacia su hogar. Su hogar.
Jongin regresa a casa a la tarde siguiente con sobras de pizza de la pequeña reunión que tuvieron en la oficina para celebrar fin de año. Kyungsoo se sienta con él en el sofá, abandonando la mesa de la cocina, y se quedan despiertos hasta medianoche mientras comen y charlan sobre la falta de programas decentes en la televisión. Se abrigan y se quedan de pie en la puerta principal para ver los fuegos artificiales, sonriendo y con las manos bien metidas en los bolsillos. Jongin está un poco más fascinado por la felicidad genuina en el rostro de Kyungsoo que por las luces coloridas explotando en el cielo. Continúa lanzándole miradas furtivas, sorprendiéndose a sí mismo sonriendo y deseando que la noche jamás termine.
Luhan los divisa desde al lado y va saltando hacia ellos, con una desprolija sonrisa en su rostro, y se abalanza otra vez sobre Kyungsoo. El pobre gato cae hacia la tierra con Luhan en su espalda mientras Jongin trata de apartarlo. Minseok se une al jaleo y todos caen al suelo en una pila polvorienta de abrigos y piernas. Kyungsoo suelta una risita desde el fondo incluso aunque hay tres cuerpos aplastándolo, y Jongin resopla mientras finalmente le quita a Luhan de encima. Revisa dos veces a Kyungsoo hasta estar seguro de que no haya sido herido, y le frunce el ceño a Luhan, quien está acobardado detrás de la espalda de su dueño.
-Sólo quería jugar. -Luhan hace un puchero y espía por sobre el hombro de Minseok con las orejas caídas.
-No después de medianoche -lo reprende Minseok, y su gato se vuelve a agachar.
Se van, prometiéndole que pronto lo hará, y se arrastran adentro para trepar a la cama juntos y caer desmayados.
Kyungsoo canta mientras toma un baño, y hace feliz a Jongin porque puede escucharlo a través de las delgadas paredes.
Kyungsoo se roba una de las sábanas de Jongin para tenerla en su lado del sofá, y el hombre instintivamente deja ese lugar vacío aun si el gato está en otra parte.
Kyungsoo va con Jongin y no duda en apoyar su cabeza en su regazo para ser rascado, ronroneando y tarareando suavemente hasta que ambos están peligrosamente cerca de caer dormidos.
Kyungsoo se trepa a Jongin cuando se van a la cama, hundiendo su nariz en su cuello y enredándole la cola en su cintura.
Kyungsoo hace que Jongin se sienta una persona diferente, alguien menos harto del mundo, y no puede recordar una época en la que haya sonreído tanto como ahora.
Jongin se niega a vivir sin él.
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