Los últimos románticos, capítulo XI |
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Rating/Advertencias: T | Palabrotas y toqueteos.
Nota de autor: Es un nuevo año en el Ponyuniverso.
XI. (parte i)
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Álvaro giró la llave en la cerradura y entró en casa con paso lento y cansado. Soltó la mochila llena de ropa sobre el sofá, aunque sabía que Silva le pondría mala cara si seguía allí cuando él volviera a casa, y abrió su ordenador portátil, que se había hecho un lugar encima de la mesa del comedor.
-Algún día me gustaría que me saludaras a mí antes de encender el ordenador -dijo Raúl, sin apartar la mirada de la tele, ocupado con un videojuego.
-Él necesita tiempo para encenderse. Tú siempre estás listo para ser usado -se burló, acercándose a él y besándole en la comisura de los labios, porque Raúl fue incapaz de girar la cara para él.
Fue a la cocina y se abrió una lata de Coca-Cola bien fría, como cada tarde, antes de sentarse frente al ordenador para enterarse de lo que había pasado en el mundo en los días que él había estado en casa de sus padres. En su casa, tuvo que recordarse. Con un par de clics lo tuvo todo abierto en pestañas; el correo, el Twitter, el Facebook, los dos o tres foros que visitaba habitualmente y un par de webs de chorradas.
-Cesc me ha mandado un mail -comentó, algo extrañado, antes de mirar los detalles-. Y a ti también.
-¿Qué dice?
-Que el cumpleaños del Pony es el viernes.
-Ya.
-¿Lo sabías? Yo no tenía ni idea.
-Tú no te acordarías ni de tu propio cumpleaños si no te lo recordara tu madre -contestó, poniendo los ojos en blanco-. ¿Qué otras noticias nos da? ¿Alguien ha descubierto América?
-Estás hoy simpático, ¿eh?
-Lee lo que dice.
-Bla, bla… -empezó, echando un vistazo rápido sobre los tres párrafos de los que estaba compuesto el email-. David está bastante mal últimamente y me gustaría hacer algo por él, como él ha hecho por mí, tal y cual. Bla bla. Oh, dice que, como nosotros le conocemos más, le demos alguna idea sobre qué regalarle que le vaya a hacer ilusión.
-Si tuviera alguna idea la usaría para mí. No sé qué coño comprarle. Hacerle un dibujo de un pony con macarrones y lentejas dos años seguidos no colará, ¿no?
-Lo tiene colgado en su cuarto. Digo yo que le gustaría.
-Se lo colgué yo. No sé, ¿tú le vas a regalar algo?
-Debería. Había pensado en ir a medias contigo.
-Genial -masculló, antes de pulsar rápidamente una complicada combinación de botones que hizo que la figura en la pantalla explotara, llenándolo todo de vísceras-. A ver, ¿qué se te ocurre?
-Tú eres bueno regalando, Chori.
-Tú eres fácil de regalar. David no quiere nada, es un tío como muy espiritual. No necesita cosas materiales. Podría organizarle una fiesta.
-¡Una fiesta sorpresa!
-¿Crees que le gustará? -dijo, dejando el mando en la mesa y acercándose hasta él.
-¿A quién no le gusta una fiesta sorpresa? Con globos y tarta de chocolate. Y cerveza.
-Mándale un mail a Cesc, a ver qué le parece.
-Está conectado.
Álvaro dice: empanao!
acabo d ver lo q m has mandado.
Cesc dice: hola
Álvaro dice: dice raul q podemos montarle 1 fiesta sorpresa
t mola?
Cesc dice: :D
-Le parece buena idea -le comunicó a Raúl.
-Dile que además él los viernes tiene rondas en el hospital, así que tendremos toda la tarde para prepararlo.
Álvaro tecleó rápidamente y esperó la contestación.
-Dice que él los viernes los tiene libres, así que puede ayudarte, si quieres.
-Este tío me gusta. Tendríamos que aprovechar para liarle con él otra vez.
-¿Le digo eso?
-No, joder. Dile que… -Pensó un momento, inclinándose junto a Arbeloa para mirar la pantalla. -Espera, déjame hablar con él. Levanta.
-No jodas, coge tu ordenador.
Raúl se fue refunfuñando hasta su cuarto, cogió su portátil y lo puso al otro lado de la mesa del comedor, conectándose enseguida.
-Venga, invítame a la conversación.
Raúl se ha unido a la conversación.
Álvaro dice: ya
Raúl dice: vale, esto s serio
tiene k salir bien
Cesc dice: hola!
Álvaro dice: va a ser aquí en casa?
Raúl dice: si, donde quieres k sea?
hola cesc xD
Álvaro dice: yo q se, nunca he organizado una d estas!!
Cesc dice: estáis en la misma habitación ahora mismo?
Raúl dice: si
Álvaro dice: si
Raúl dice: asik tenemos sitio y hora
gente?
Álvaro dice: nosotros 3, sergio y fer…
Cesc dice: ese de su clase
nigel?
Raúl dice: LMAO
no se si dspues de lo k paso en noxevieja va a querer venir
Álvaro dice: lol, ya
pero está muy pillado dl pony
Raúl dice: pasame el cuaderno amarillo
-Gilipollas.
-Ah. Perdona. Pásame el cuaderno amarillo.
Álvaro se lo lanzó, y Raúl cogió un boli y empezó a hacer la lista de invitados provisional.
Álvaro dice: xabi?
Raúl dice: ese kien es?
Álvaro dice: coño su profe
espera, q ha entrado ramos
Sergio se ha unido a la conversación
Álvaro dice: eh!
Sergio dice: q es esto
Raúl dice: fiesta sorpresa para el pony el viernes
si o no?
Sergio dice: coño si
Álvaro dice: xabi?
intento nº 2
Raúl dice: amos a ver
tu t imaginas a ese, to estirao, bebiendo cerveza con nosotros con to el musicote?
ese tío solo bebe te, con el pulgar para arriba
Álvaro dice: xabi mola, tío
Raúl dice: k le has arreglado en ordenador 4 veces y ya sois BFF?
Álvaro dice: lol te estás poniendo celoso?
Sergio dice: eeeeeeeeeh!!
Raúl dice: ¬¬
solo digo k no pega mucho
Raúl se distrajo un momento con una mancha blanca que acababa de cruzar frente a sus ojos.
-¿Qué coño era eso?
-Una palomita. Me la he encontrado en la mesa.
-Eres gilipollas -replicó, riendo.
-¿Estás celoso de Xabi?
-Deja de suponer que todo en este mundo me pone celoso, joder.
-Sólo pregunto -dijo, encogiéndose de hombros-. Yo estaría celoso si él te considerara tan gracioso...
-Alvarito, la diferencia entre tú y yo es…
-¿Qué yo hago que esto luzca? -bromeó.
-Que tú no puedes aspirar a nadie mejor que yo. ¿Eso era una frase de ‘Hombres de Negro’? -preguntó, confuso, tardando un momento en procesarla.
-¿Ves? Nadie más lo habría pillado. Somos la hostia.
Cesc dice: la fiesta es para David, tendrían que estar sus amigos
Raúl dice: pft, es que no es k tenga -muchos- amigos
a xabi le pongo en la fila de ‘a lo mejor’
kien + se os ocurre?
Sergio dice: para q coño m necesitais aki?
Álvaro dice: para q nos entretengas
+ gente de su clase, os suena?
Cesc mmm
Raúl dice: esta fiesta va a ser un puto fail
vamos a ser 5
Álvaro dice: buscaremos en su movil
no es como si fuera a ser la primera vez
anda, está fer
Raúl dice ok ok
Cesc dice: ehm… vais a avisar al otro David?
Fernando se ha unido a la conversación
Raúl dice: no
Álvaro dice: fuck no
Fernando dice: fuck yeah
Sergio dice: joder
Fernando dice: zergio, a q hora habiamos qdado para el gym?
Sergio dice: 7
Raúl dice: a ver hostia
cosas personales a conversaciones privadas
estamos hablando d la fiesta dl pony
Fernando dice: q fiesta?
Raúl dice: kien cojones ha metido a este idiota en la conv?
Fernando dice: fuck you
Álvaro dice: xDDD he sido yo
-Hostia, macho -se quejó Albiol en voz alta.
-Cuantos más mejor.
Cesc dice: creo que me he perdido
Raúl dice: NO AVANZAMOS SI TENGO K REPETIR LO MISMO 2487384 PUTAS VECES
Fernando dice: relax
m he enterado
fiesta al pony en su cumple?
Raúl dice: bien
Sergio dice: vais a llamar a busi?
Álvaro dice: ???
Sergio dice: busi es el puto amo
Raúl dice: si no llamamos a villa va a ser un poco random
Sergio dice: un poco q
Álvaro dice: q no viene a cuento
Sergio dice: y a piqué?
Fernando dice: weeeeeee
-Le voy a meter una hostia a Ramos que le va a dar calambre -amenazó Arbeloa.
-¿Por?
-Piqué. Y Cesc.
-Hostia, se me había olvidado.
Raúl dice: ehm… no tenemos xq avisarle
Sergio dice: venga macho que piqué es to gracioso
Fernando dice: cierra la boquita
Cesc dice: por mí no os preocupéis
de verdad
me da igual si va
Sergio dice: q pasa
Fernando dice: tronco…
Sergio dice: coño tio cecs perdona
q no macordaba de lo vuestro
Cesc dice: en serio, que me da igual
Raúl dice: no no
k le den
Cesc dice: paso tanto de él que casi prefiero que venga
Fernando dice: ¿?
Cesc dice: así me lo quito de en medio
cuanto antes mejor
Álvaro dice: seguro?
Cesc dice: sí sí
-Este chaval es tonto -dijo Albiol, frunciendo el ceño, mirándole por encima de la pantalla de su portátil.
-¿Por?
-¿No ves que está deseando volver a verle? Después de lo que le hizo.
-Bueno, déjale. Él sabrá.
-Pero es que no entiendo a la gente.
Cesc dice: lo de no llamar a david está decidido?
Raúl dice: por?
no creo k al pony le vaya a hacer gracia tenerle aki
Cesc dice: no sé, yo creo que todo ha sido un gran malentendido
si lo hablaran lo arreglarían seguro
Raúl dice: stoy hasta los cojones d david-drama.
si villa kiere arreglarlo k se buske la vida
pony le dio la oportunidad y el ni se presentó
k le peten
Fernando dice: tengo la impresión d q no t cae muy bien xDD
Raúl dice: m cae como el culo
Cesc dice: ok, ok
tú mandas
Fernando dice: sergio, vete saliendo que no llegas al gym
y paso de esperarte hoy tb
Sergio dice: taba vistiendome
aora nos vemos
Sergio ha abandonado la conversación
Raúl dice: hostia macho
si que han sido de muxa ayuda
Fernando dice: chori, no me mates
pro yo tb me voy
Álvaro dice: lol
Raúl dice: cesc?
Cesc dice: la verdad es que tengo que acabar un trabajo de la uni…
Fernando dice: bye!
Fernando ha abandonado la conversación
Raúl dice: d puta madre.
m voy a x una pera
Cesc dice: uhm, vale
si necesitáis lo que sea…
ya nos vemos
ciao.
Álvaro dice: taluego
Cesc ha abandonado la conversación
Albiol, que se había ido a la cocina para no acabar llamando nada de lo que pudiera arrepentirse más adelante a nadie, volvió con una pera en la boca y una caja llena de galletas en las manos. Se volvió a sentar en su sitio y resopló.
-¿Ya se ha ido todo el mundo?
-Sí. Pero creo que te ha hablado alguien más -dijo, sonriendo.
-Cago en la puta -refunfuñó, volviendo a traer al frente la ventana del chat.
Álvaro dice: pues bueno
follamos?
Raúl dice: no
Álvaro dice: !!!
Raúl dice: es coña
claro k si
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Juan sostuvo el pincel sobre el lienzo, sin tocarlo, unos segundos observando el fondo que debía retocar. El problema era que no había nada que añadir, nada que corregir. El cuadro estaba terminado.
Una oleada de pánico le recorrió el cuerpo. Los músculos de su mano se tensaron, los dedos se crisparon entorno al pincel. Podría haberlo partido, sólo un poco más de presión y la ligera madera se habría roto. A duras penas consiguió evitarlo. Bajó la mano despacio, muy despacio para después volver a volver a subirla súbitamente. No podía haber terminado. No podía haberse acabado. Si fuese así tendría que mostrarle a Carlos el resultado, esperar su aprobación y después, después tendría que recoger sus cosas, guardar pinturas, pinceles y el caballete para llevárselos consigo. Dejando a Carlos allí. Y eso era lo último que deseaba. No quería perder aquello por pequeño que fuese, por poco que significase. Quería seguir acudiendo casi cada tarde, esperar a que Carlos preparase el café y sentarse para compartirlo mientras hablaban de su día a día, de los avances de la novela Marchena y cuando él recordaba que debía ponerse a trabajar Juan se sentaba en el taburete, tras el lienzo, y daba lentas y estudiadas pinceladas que iban definiendo poco a poco la estructura final de su trabajo. Quería esa intimidad, esa oportunidad de mirar sin problemas, seguir memorizando sus rasgos, sus gestos. Quería a Carlos de la manera en la que lo había capturado en su obra. Pero, en el fondo, sabía que todo iba a terminarse. Más tarde o más temprano. Y ese momento había llegado.
Juan dejó caer el pincel al suelo.
-¿Estás bien? -preguntó Carlos sobresaltado por el inesperado ruido.
-Sí. Lo siento. Se me ha resbalado -mintió.
Marchena le observó levantarse, recoger el pincel y darle la espalda. Se permitió entonces, arrellanándose en la silla, observarle. Su postura no deja lugar a dudas, estaba tenso, con los hombros rígidos, moviéndose torpemente. Probablemente estaría cansado de estar allí, sin más compañía que la de un viejo profesor de historia que apenas era capaz de darle conversación, mientras él pasaba horas y horas sentado frente a un trabajo que seguro acabaría detestando.
-He terminado -musitó Juan aún de espaldas.
-Bien. Yo tengo que seguir con esto -comentó incorporándose- Mañana estaré toda la tarde corriengiendo exámenes.
-No. He terminado -dijo dándose la vuelta sin levantar la vista del suelo. Había estirado las mangas de su jersey gris hasta taparse con ellas las manos, y las retorcía ahora entre sus dedos- El cuadro está listo.
-¡Oh!
Carlos se quitó la gafas, se masajeó el puente de la nariz, y volvió a ponérselas. Así que ya estaba. Había terminado. Ya no habría más tardes viéndole esconderse tras su lienzo, no más sonrisas sinceras que le llegaban al alma, ni miradas que hacían que el corazón se le encogiese.
-Bien -murmuró agachando la cabeza, llevando las manos de nuevo sobre la maquina de escribir.
-¿No quieres verlo?
Juan le miraba anhelante, expectante con los ojos brillantes y una mirada urgente. Pidiéndole aprobación.
-Claro, claro.
Carlos se puso de pie tropezando con una pila de libros que tenía a un lado. Estaba nervioso. Le temblaban las manos, el sudor empezaba a resbalar por las sienes. Juan había vuelto a sentarse frente al lienzo esperando por él. Carlos tardó unos segundo más en caminar hacia él, tratando de serenarse, después le rodeó y se colocó a su espalda. Tuvo que cerrar los ojos, inspirar y expirar un par de veces hasta atreverse a mirarlo por fin.
Mata le sentía respirar calmadamente, su aliento rozándole la nuca. Se llevó las manos sobre los muslos y estrechó la tela de los vaqueros entre los dedos. Pasaron unos minutos en los que sólo podía escuchar el latido de su corazón, martilleando incesantemente. Bombeando demasiado rápido.
-Es…
Carlos tenía un nudo en la garganta. Se había quedado sin capacidad de raciocinio. Estaba viendo su hogar, su trabajo retratado hasta el más mínimo detalle. Y él estaba allí en el centro de todo, con expresión ausente, distraída. Ajeno a todo lo que le rodeaba. Había algo en la suavidad de los trazos, en la calidez de los tonos que le hacía quedarse sin palabras. Se sentía frustrado. Necesitaba, deseaba poder decirle a Juan todo aquello que bullía en su cabeza, todo lo que su obra le estaba haciendo sentir.
-¿Sí?
Juan se dio la vuelta ansioso por ver su rostro, ver la reacción, el impacto que su trabajo había causado en él. Pero sobre todo ansiaba saber su opinión. Le miró detenidamente, dándose cuenta de la turbación que mostraba el rostro de Marchena, le observó así mucho antes de que Carlos bajase la mirada y la posase en él y le viese. Le viese por fin.
Carlos extendió una temblorosa mano hasta su mejilla, posándola sobre ella con extrema delicadeza, le acarició entonces durante un segundo antes de inclinarse y besarle por primera vez. Juan tuvo que agarrarse a él, apresando con las manos la lana de su chaqueta, cuanto más avanzaba Carlos en su boca más fuerte lo hacía. Un gemido escapó de sus labios cuando la mano sobre su mejilla se deslizó por su cuello hasta afianzarse en su nuca. Carlos le besaba lento y tranquilo, explorando su boca con pausa y él se desesperaba ante el pensamiento de que aquello pudiese terminar. Marchena separó sus labios.
-Carlos -susurró.
-Yo…
-Por favor, por favor no me digas que ha sido un error -suplicó.
Carlos observó aquellos ojos azules que le miraban con una intensidad con la que ningunos otros ojos le habían mirado hasta entonces. Sus labios temblaron ligeramente antes de hablar.
-No, no lo ha sido.
---
-A ver, tenemos una especie de puré de algo, una cosa verde que supongo que son espinacas, y lentejas -enumeró Álvaro, revolviendo entre los tuppers del congelador.
-Ni siquiera me vas a dejar elegir, ¿no?
-No.
-Vale.
-Es que mi madre hace muy bien las lentejas.
-Que he dicho que vale.
-Bien -contestó, cerrando el congelador y metiendo el recipiente en el microondas.
Raúl hizo un sitio en la mesa del comedor y colocó dos platos, dos cucharas y dos latas de Coca-Cola, antes de sentarse a esperar con su cuaderno amarillo al lado, dándole vueltas al boli en los dedos.
-Vamos a hacer el último recuento.
-Deja de obsesionarte, Chori.
-Bebida, sí. Comida, sí -fue tachando de la lista-. ¿Música?
-De eso se encargaba Ramos.
-Vale. ¿Cómo va la lista de invitados?
Álvaro se acercó con el tupper humeante que olía a gloria y sirvió la mitad del contenido en cada plato antes de sentarse a su lado y coger la cuchara.
-Busi llamó para confirmar que venían algunas amigas de su hermana. Sergio va a traer a su primo Jesús, que está de visita en Madrid… Ah, y Filipe también se apunta.
-De puta madre, va a estar lleno de gente que no conoce.
-Viene Nigel.
-¿Y el Juanín ese que sacamos de su teléfono?
-Ah, le llamé y resultó ser el primo de Villa.
-Cago en todo -masculló, haciendo un tachón en su libreta.
-Sí, fue una conversación incómoda -recordó, pescando un trozo de costilla entre las lentejas-. ¿Para qué necesitas más gente, si ni siquiera te van a entrar en casa?
-Quiero que salga bien.
-Va a salir bien. Come, anda, que se te enfría -le pidió-. Te preocupas demasiado.
-Es que… Yo te tengo a ti, y a Torres y a Ramos, y a mis hermanos… Y David aquí no tiene a casi nadie. Sólo quiero que sea un cumpleaños especial, que vea que nos importa.
-David tiene suerte, ¿sabes? Porque te tiene a ti. Y tú vales diez veces más que nadie.
Raúl sonrió, metiéndose una cucharada en la boca.
-Tienes que dejar de hacer eso -dijo, dando un trago a su Coca-Cola.
-¿El qué?
-Decirme esas cosas así sin avisar.
-¿Tengo que notificártelo de antemano? -preguntó con retintin.
-Sí. Vale con un par de minutos, para que me mentalice. Rollo ‘en un momento voy a ser muy moñas’.
-Ah, vale, pues te informo de que en cuanto acabemos de comer voy a ser muy guarro.
-Es lo que tienen las lentejas -bromeó Raúl.
-Gilipollas -contestó, sonriendo-. Entonces, ¿falta algo por concretar de la fiesta? Come -insistió.
-Sólo hay que asegurarse de que estén aquí para las siete. Y que el Pony no se entere.
-El único suficientemente idiota como para ir corriendo a contárselo eres tú, así que creo que podemos estar tranquilos.
-¿Sabes que ha habido un par de veces en las que casi se me escapa?
-Me lo creo -se rió.
En ese momento las llaves de Silva tintinearon contra la cerradura de la puerta, y él apareció cargado de bolsas en las dos manos.
-Hola -saludó Raúl-. ¿Has comprado mucho?
-He ido al Eroski, no a Zara. Pero tengo un regalo para vosotros -dijo, sacando un bote de plástico de una bolsa y dejándolo sobre la mesa entre ellos-. Gel de ducha. Sólo para vosotros, que estoy harto de que uséis el mío. ¿Qué hacéis? -preguntó, señalando la libreta de Raúl.
-Nada -contestó, cerrándola de golpe, muy sospechosamente.
-Son… estrategias para el WoW, ¿sabes? Este es un momento muy importante para el jugador del World Of Warcraft, con la nueva actualización…
-Ya. Genial -le cortó, perdiendo repentinamente el interés en la conversación.
-¿Has comido? -inquirió Raúl.
-Son las cinco de la tarde.
-¿Eso es que sí o que no?
-Sí, Raúl, he comido. Hace tres horas, mientras vosotros dormíais.
-Bien, porque no te hemos guardado lentejas -replicó Álvaro.
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El bar tenía la persiana bajada aunque no del todo. No estaba muy lejos del taller de Pep, solían ir allí casi a diario a tomarse unas cervezas después de que Piqué saliese. A veces el jefe se les unía cuando terminaba de cuadrar cuentas y todas esas cosas raras que hacía encerrado en su despacho, y entonces Busi solía aparecer también. Villa sonrió recordando la cara que ponía Sergi cada vez que Guardiola hacía acto de presencia. Era tan evidente. Golpeó la puerta un par de veces y metió rápidamente las manos en los bolsillos. En el interior se oían voces y risas por lo que supuso que probablemente llegaba tarde. La puerta se abrió y una mano asomó por debajo de la persiana y de un tirón la levantó.
-¡Guaje! Llegas tarde, mamón.
-Tenía que ayudar a mi padre.
-Tan trabajador como siempre. Pasa anda, que se me hielan las ideas -dijo señalándose la cabeza.
-Pero, ¿usas de eso?
Pepe, el dueño del bar, se hizo a un lado y le dejó pasar.
-Hombre, pero si te has dignado y todo. -Piqué le recibió acerando una silla a la mesa para que se sentase.
-Algunos hacemos algo más que tocarnos los huevos -le respondió antes de darle una colleja.
-Con los grandes que los tengo, necesito más tiempo.
-Hostia, Geri -se rió Busi-. Eres más bruto.
-Ya ves. ¡Eh, camarero! -le gritó a Reina. que intentaba poner orden detrás de la barra- Una cerveza.
-¿Vas a pagármela?
-A mí no me mires - se excusó-, paga el jefe.
-Pónsela anda, y tráela otra a Villa -le indicó Pepe- ¿Quieres otra? -preguntó mirando a Busi, éste negó con la cabeza.
-¿Y qué celebramos? -preguntó David.
-Aquí, el filosofo -apuntó Gerard señalando a su jefe- acaba de aprobar la última asignatura de la carrera. Que por otra parte, ya iba siendo hora.
-Enhorabuena.
-Gracias, la verdad es que llevaba años dándome la lata. No sé por qué.
-No nos has dicho cuál era -preguntó Sergi interesado.
-Antropología Filosófica II.
-Sueña a coñazo de primera categoría -comentó Piqué, mientras tomaba la cerveza que Pepe le tendía.
-A ti como no tenga un montón de fotos de tías en bolas, no hay nada que no te parezca un coñazo.
-Mehh… si son tíos tampoco me importa ¿eh?
-Así que ya has acabado ¿no? -preguntó Villa.
-No, me queda el trabajo final. Con esto de Bolonia han cambiando muchas cosas.
-Jo, que putada -dijo Busi-, aunque seguro que te irá genial y lo sacarás pronto.
-Madre mía -le susurró Villa a Piqué-. Es que le falta restregarse contra su pierna.
-No te creas que no es capaz de hacerlo. Dale un par de cervezas más.
-¿Qué tramáis? -les preguntó Reina.
-Nada, nada -se apresuró a decir Villa-. Vamos, que acabas la carrera y nos invitas a unas cervezas. Joder, que catalán eres a veces.
-No la he acabado -le corrigió- Pero había pensando en invitaros a cenar. Hace mucho que no me dejáis en ridículo públicamente. Aún hay restaurantes a los que me dejan entrar.
-¡Oye!- exclamó Piqué- No fue culpa mía que la camarera fuese tan “amable”
-Y tampoco de haberle robado las bragas después de beneficiártela en el baño, ¿no? -le picó Pepe.
-Tampoco.
-En fin... -suspiró Pep- ¿Os parece bien este viernes?
-Perfecto -dijo Villa, Reina asintió también. Pero Piqué y Busi se miraron sin decir palabra.
-¿Qué pasa? -preguntó Guardiola- ¿Os viene mal?
-Tenemos… uhm... planes -le respondió Busi.
-¿Planes? -David les miró confuso.
-Verás, Guaje -comenzó Piqué rascándose la nuca-, resulta que el otro día me llamó, bueno y a Busi, Sergio.
-¿Sergio?
-Ramos -añadió- El amigo de…
-David.
-Sí -respondió-. Están montándole una fiesta por su cumpleaños.
-¿Os han invitado? -Sonaba irritado y sorprendido. -¿A los dos? -Ambos asintieron. -Ya.
-Oye, si quieres no voy - se apuró a decir Busquets, después miró a Gerard.
-No, tío. Lo siento pero Cesc va a estar allí.
-¿Cesc? -preguntó Pep interesado.
-¿Y vas a tener los huevos de ir? -espetó Villa.
-Los tenga o no es cosa mía.
-¡Hay que joderse!- exclamó David cruzándose de brazos.
-Bueno -comenzó Pep- creo que es una buena oportunidad para que Gerard pida disculpas.
-Yo…
-Deberías hacerlo -le dijo mirándole seriamente.
-Puede -masculló antes de beber de la botella.
-Hay oportunidades que no pueden desperdiciarse. Momentos en la vida en los que hay que tomar una decisión y ser consecuente con ella. También los hay en los que hay que saber cómo llevar las repercusiones de nuestras acciones.
-Vamos -le interrumpió Pepe-, que te toca apechugar. Un simple ajo y agua.
-No es eso -prosiguió mirando a Gerard-. Estoy hablando de que a veces hay que pararse a pensar en por qué hemos hecho las cosas. Aunque sigamos un impulso detrás de él siempre hay algo. Ese algo suele estar enterrado en nuestro subconsciente en estos casos pero si nos paramos a pensar en él podemos encontrarlo. Entonces pueden abrirse multitud de posibilidades.
-¿Posibilidades? -preguntó Villa.
-Claro, una vez hemos dado con el quid de la cuestión debemos plantearnos lo que queremos hacer con él. Puede que nos interese que siga oculto, puede que lo ocultemos aunque no sea lo que deseamos simplemente porque tenemos miedo. -Pep había captado la atención de todos sus amigos, pero era Piqué quién parecía más interesado. -O puede que seamos capaces de vencer ese miedo, tratando así de poner las cosas en claro.
-¿Has entendido algo? -le preguntó Reina a David.
-Más o menos.
-Sólo estaba divagando -comentó Pep dando un trago a su cerveza.
-Macho, desde que eres filosofo te entiendo menos. -Reina le dio un par de palmadas en la espalda. -Anda échame una mano con las cuentas, que estoy que me caigo de sueño.
Ambos caminaron hasta el final del bar donde estaba la caja.
-Que bien habla -musitó Sergi.
-¡Calzonazos! -exclamó Villa-. Mira que eres, ¿eh?
-¿Qué? Es verdad, además tenía razón.
-Pero si ni le has entendido.
-Claro que sí.
-Venga ya… ¡Tú! -le dijo a Piqué-. Dile algo, hombre.
-¿Qué? ¿Qué pasa? -preguntó como saliendo de un trance.
-Hostia, macho. ¿En qué pensabas?
-Nada, sólo…¿creéis que tiene razón?
-¡Claro! -le dijo Busi.
-Pffff… -Villa se levantó y cogió los botellines vacíos, después se acercó hasta la barra para dejarlos encima.
-Gracias -comentó Pepe acercándose-. Oye -le dijo antes de que volviese a la mesa-, ¿puedo preguntarte algo?
-Dispara.
-Ese David… -Villa frunció el ceño- ¿Es el chico con el que sales no?
-Salía, ¿por?
-Oh, vaya. Nada, sólo me extrañó que no te invitara a su cumpleaños.
-No acabamos especialmente bien.
-¡Qué pena! -Reina cogió un vaso y comenzó a secarlo con el paño que había sobre la barra. -Parecía que te gustaba de verdad.
-¿Por qué crees eso? -preguntó con curiosidad.
-Bueno, te conozco desde hace ya un tiempo y no te había visto con ningún chico por aquí. Ya te digo, parecía serio.
-Pues no lo era.
-¿Por?
-Cojones, estás tocapelotas ¿eh?
-No más de lo normal -repuso-. Y ¿no hay manera de arreglar lo vuestro?
-No creo, ¿qué más te da eso?
-Estabas bien, contento. Y tenías menos mala hostia -Reina se encogió de hombros-. Por alguna absurda razón me parecía que ese chico te hacía feliz.
Villa le miró un par de segundos sin saber que contestarle, después volvió a la mesa dónde sus amigos volvían a darle vueltas a las palabras de Pep. Sobre oportunidades, miedos y posibilidades.
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El despertador sonó estridente a las siete y media de la mañana. Como cada día, Raúl abrió un ojo para comprobar que el universo no le estaba tomando el pelo, resopló y lo apagó. Debatió consigo mismo un momento antes de volver a cerrar los ojos, taparse con la manta hasta la barbilla y arrellanarse en la comodidad de su cama, calentita y acogedora. Se merecía dormir un rato más, aunque sólo fuera para tener fuerza para soportar el estrés de la fiesta sorpresa de esa noche.
-Eh -dijo Álvaro a su lado con la voz ronca y los ojos aún repegados-. Levanta.
-No quiero -contestó él, hundiendo la cara en el hueco de su cuello, que se había convertido en su lugar favorito de todo el universo.
-Va -insistió, tratando de empujarle fuera de la cama.
-Es muy pronto. Hace mucho frío.
-Y es el primer día de clase.
-¿Y qué? -bufó.
-Que no consiento que faltes ya el primer día.
-¿A quién le importa? -remoloneó, restregándose contra él juguetonamente-. Quiero estar contigo.
-No me jodas, Raúl, que no soy tan tonto.
-Nunca estamos juntos.
-Hostia, macho -replicó, despejándose con la repentina oleada de mal humor-. Hace como una semana que no me ven el pelo en casa. No nos hemos separado ni para mear.
-Pero ahora empiezan las clases y tú estarás fuera todas las tardes…
-¿Quieres que me vuelva al turno de mañana? Creo que aún estoy a tiempo.
-No.
-Claro que no, porque lo que te pasa es que eres un puto vago y que no quieres ir a clase. No es otra cosa.
-No seas así, joé -se quejó.
-Levanta el culo y vete a clase. Venga -le azuzó, incorporándose para darle un poco más de validez a sus palabras. Era complicado mantener una discusión seria estando tumbado junto a él en una cama de menos de un metro de ancho.
-No me hagas esto, no seas como mi madre.
-No me infles los cojones, Raúl, que la tenemos.
-¿Qué coño importa que vaya o deje de ir? -estalló por fin-. Los exámenes los voy aprobando, ¿no? ¿Qué más quieres?
-La universidad es más que el puñetero diploma que te dan al acabar la carrera. Es la gente, es el ambiente, es saltarte una clase para ir a tomarte una cerveza a la cafetería…
-Eso lo será para ti -contestó molesto, levantándose.
-Y lo sería para ti si fueras por la facultad más de una vez cada tres meses a pedir apuntes.
-¿A qué coño voy a ir? ¿A hacer amigos entre los niños pijos que lo único que quieren hacer es ganar suficiente dinero para comprarse un BWM con treinta años? -replicó, cruzando los brazos para darse un poco de calor en la gélida habitación-. Esa gente me la pela. Lo único por lo que sigo estudiando esta puta mierda es para que mis padres se callen y me dejen tranquilo, así que no me apetece que vengas tú ahora con el mismo cuento -exclamó, estirando la mano hacia el pomo de la puerta.
-Como te vayas y me dejes con la palabra en la boca en este momento, te juro por Dios que no vuelves a verme hasta pasados los exámenes de febrero -dijo con determinación.
-¿Pero qué coño quieres? ¿Por qué te importa si voy o dejo de ir, o lo que hago o dejo de hacer?
-Me importa una mierda la carrera que hagas, pero tú… -Álvaro suspiró con cansancio. -Sólo quiero que seas feliz. Y, quedará patético, pero a mí ir a clase me hace feliz. Claro que me da pereza muchas veces, pero llego allí y está Filipe y nos echamos unas risas y, de paso, aprendemos algo que en diez días será totalmente inútil. Y quiero que tú tengas algo así. Que llegues un día a la hora de comer y me expliques todo emocionado la teoría de la oferta y la demanda, o lo que coño sea que estudiáis, como te explico yo la lógica booleana. Y probablemente me importe menos que una mierda, pero te escucharé igual. Porque tú sí me importas. ¿Vale?
Raúl torció la boca y miró a su novio con cara de perrillo apaleado. No quería dejarse vencer tan rápido, pero lo que acababa de decirle le había roto todos los esquemas. Le había tirado todos los andamios sobre los que se sustentaba su cómoda vida. Volvió a trepar a la cama y se hizo un ovillo a su lado, apoyando la frente sobre el pecho de Álvaro.
-¿Y si Económicas no me hace feliz?
-Bueno, eso es una sorpresa, ¿eh? -ironizó, acariciando el mechón de pelo que se arremolinaba en su coronilla.
-Pero claro, sólo me queda un año de carrera y unas pocas asignaturas sueltas. ¿Cómo voy a dejarlo ahora? Sería perder cuatro años.
-Y seguir sería perder dos más.
-Pero tendré un título. Y mis padres dejarán de presionarme…
-A ver, al ritmo que vas no vas a sacarte esto ni en diez años -aseguró-. El curso pasado ibas a clase de vez en cuando. ¿Este año has pisado un aula?
-No -reconoció a media voz-. Pero puedo aprobar igual.
-No, no puedes. Nadie puede. Y tú mucho menos, porque ni siquiera quieres hacerlo.
-Joder…
-No sé, digo yo. ¿Te ves en un par de años entrando de becario a un banco, enchufado por tu padre? Porque eso es lo que vas a hacer antes o después.
Raúl levantó la vista para mirarle.
-No.
-¿Pues entonces qué quieres hacer?
-No lo sé.
-Creo que sí lo sabes.
-Ahora mismo te estoy odiando -masculló, aunque su cara decía lo contrario.
-Ya. Pero me lo agradecerás. ¿Quieres seguir estudiando Económicas?
-No.
-¿Quieres estudiar otra cosa?
-No lo sé.
-Bueno, eso tienes hasta junio para averiguarlo.
-No puedo hacerle esto a mi madre -musitó.
-No, Raúl, ella no puede hacerte esto a ti. Que ella sea una puta cajera del Banco Sabadell frustrada por no haber acabado la carrera no le da derecho a vivir a través de sus hijos. Y que tú seas el único suficientemente bueno -o tonto, no lo sé- para aceptarlo, tampoco es justo. Si ella hubiera querido ser bailarina de ballet tú estarías ahora dando saltitos en tutú y cagándote en sus muertos. Y el día que le digas que vas a dejar la carrera puedes decir que ha sido idea mía, si quieres. Ella ya me odia, y el sentimiento es mutuo, así que no va a ser una gran pérdida cuando me retire el saludo, pero realmente espero que te des cuenta de que tú te mereces algo mucho mejor, y te mereces hacer algo con tu vida que te vaya a hacer feliz de verdad, sea lo que sea. Y si lo que quieres es irte a una granja a criar avestruces y a fabricar mermelada, nos buscaremos la vida para hacerlo. Ya inventaré un microchip milagroso que nos haga ricos, o algo. ¿Vale?
-Vale -contestó, sonriendo ante la idea.
-¿Me lo prometes? Esto no es sólo una excusa para que te deje dormirte otra vez, ¿no?
-No.
-Porque si lo es, después de la cantidad de mariconadas que te he dicho, me enfadaré muchísimo -aseguró, sin poder evitar que media sonrisa escapara de sus labios.
-No lo es.
-Me pondré furioso. Hulk no sería nada a mi lado.
-Que no, joder.
-Vale -concluyó, convencido de que lo decía en serio, dejando que volviera a apoyarse en su pecho.
-Pero no me metas prisa. Hablaré con mi madre cuando sea el momento.
-Si quieres que esté ahí, sólo tienes que decirlo.
-Ya lo sé -murmuró.
Raúl respiró hondo y coló las manos bajo la camiseta de Álvaro, apretándose más contra él y sintiendo el calor de su piel.
-¿Sabes una cosa? -dijo él, mientras la respiración de Raúl le hacía cosquillas en el cuello-. Vamos a empezar a levantarnos antes. A irnos antes a dormir también, nada de quedarnos hasta las cuatro viendo teletienda.
-Me gusta la teletienda.
-Ahora hay canales que la ponen a todas horas. Y si no vas a clase vas a tener que hacer otras cosas. Buscar trabajo. -Notó a Raúl tensarse. -Despacito, sin prisa, hasta que encuentres uno que te motive. ¿Y apuntarte a algún curso de algo? Uno de cocina no te vendría mal -se burló.
-Estaría bien aprender inglés.
-Sí. O hacer algo de voluntariado. Mi hermano Raúl está metido en esos rollos, si quieres le pregunto. Eso seguro que te gustaría.
-Sí.
-Y también podrías ayudar un poco más en casa. Ir a la compra todas las semanas, pasar la aspiradora… Esas cosas.
-Oye, que paso la aspiradora.
-Sí, vale.
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Parte ii