Hace ya un tiempo, cuando no existian las estrellas y el cielo no lloraba por primavera, existia una
pequeña doncella llamada Auris.
Su madre era la flor más bella y su padre el arbol más viejo. Ella heredo la belleza de su madre, aunque tenía
el cuerpo del animal que habia nacido del egoismo y la madad (el humano), era tan delicada como los petalos
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