de Jorge Luis Borge
Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía, no significa seguridad y uno empieza a aprender.
Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza
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