Título: Una Sombra en el Mundo
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Reto: # 27
Reto proporcionado por:
drarry_holicNúmero de palabras:
Rating: Menos de NC17
Betas: Navleu
azhreik Datos del Reto
Periodo de tiempo Post-Segunda Guerra. AU universo alterno. Harry nunca conoció a Draco porque hace años que el último heredero de la familia Malfoy desapareció sin dejar rastro.
Lugar: Londres mágico / Hogsmeade.
Objeto/ Palabra/ Frases: Debe haber un viaje en moto con Draco por Londres de noche, a escondidas.
Resumen Harry quiere una vida lo más normal y sencilla posible. Trabaja hasta tarde y procura mantener un perfil bajo. Nada de relaciones. Nada de compromisos. Nada de fotos en primera plana y entrevistas interminables sobre su vida personal... Hasta que descubre que hay amores por los cuales vale la pena luchar.
Notas: La persona que dejo el reto dijo que se inspiro en una vieja película llamada Mannequin, yo nunca he visto le película pero leí un par de capítulos de un manga yaoi donde hay un maniquí que cobra vida. Lamento que aquí no haya ninguna escultura pero la idea se conserva en esencia.
Siendo esta una realidad alternativa he de considerar que los Malfoy (Lucius, Narcisa y Draco) no formaron parte de la primer ni segunda guerra. Supongamos que otros magos tomaron su lugar e hicieron lo que ellos tendrían que haber hecho, no importa. Solo quiero aclarar que en este universo solamente hay dos hermanas Black: Bellatrix y Andrómeda.
Una Sombra en el Mundo
I - Uno
En el castillo, el baile se encuentra en pleno apogeo, fuera, en los jardines, la música se escucha cada vez más lejana. Los jóvenes Malfoy y Lethood se tambalean, risueños, lejos de miradas indiscretas. Draco se ha dejado llevar por la invitación del apuesto y elegante Andrew, ya que nunca ha sido capaz de negarle nada cuando se lo pide con esos cautivadores ojos. Ambos han bebido demasiado vino y no se preocupan por las posibles consecuencias de su escapada nocturna.
Vagan sin rumbo, charlando de naderías, deleitándose con su mutua presencia. En determinado momento Andrew le pide que espere mientras se interna entre los árboles para descargar su vejiga.
El crujido de una rama y un breve destello de luz indican a Malfoy que Andrew está regresando. Está a punto de decirle algo, una cursilería tal vez, pero las palabras mueren en su boca cuando distingue que no es Andrew el que regresa del bosque, sino August Rumsfeld.
Su expresión se tiñe de desprecio.
-¿Qué haces aquí?
-Te di tiempo para pensarlo.
-Mi respuesta sigue siendo la misma: No me interesa.
-¿Es por tu amigo?... ¿me rechazas por él?
-Te rechazo porque no me gustas. Porque nunca me has gustado. Y porque te puedo garantizar que nunca me gustarás.
-Si tu amigo no existiera…
-Habría otro, cualquiera… menos tú.
La ira inunda el rostro de Rumsfeld.
-Tú no…
-No te querría ni aunque tuviera que verte todos los días y todas las noches, ni aunque fueras el último hombre sobre la tierra.
-Entonces no habrá nadie. Nadie más que yo.
Draco no puede evitar reírse. Tiene razones para hacerlo. Está ebrio. Es joven. Es rico. Su padre es un Marques. Y porque no decirlo, es tan guapo que provoca suspiros ahí por donde pasa.
Es así que Draco reacciona a la locura de su pretendiente con más burla que alerta.
“Tu hermosura deslumbra mis ojos.
Tus ojos roban mi aliento.”
Draco detiene su risa cuando el encantamiento ha tomado ritmo. Las palabras se confunden entre sí y un Draco ebrio no presta demasiada atención, hasta que siente calor y su cuerpo deja de responder. Su grito apenas consigue escapar antes de sentir que todo su ser se desvanece.
…
Los invitados encontrarán a Andrew Lethood muerto, sin heridas ni señales defensivas en su cuerpo. Su muerte y la desaparición del heredero Malfoy serán primera plana durante meses.
Los Lethood enterrarán a su hijo menor y llorarán por él durante años. Los Malfoy, en cambio, usarán su influencia para localizar al suyo. Durante meses lucharán por traerlo de vuelta, hasta que una noche ambos aparecerán muertos. La tragedia se registra como doble suicidio.
Por pena, dirán algunos. Vergüenza, afirmarán otros.
La desaparición de Draco Malfoy será clasificada como “investigación aún abierta” pero no habrá aurores asignados al caso y permanecerá así hasta la actualidad.
II - Dos
Tiempo Presente
Harry James Potter reprime un bostezo mientras escucha a medias las asignaciones que Melvin Shepard reparte a su grupo de aurores.
-Singht y Bradley irán a la mansión de los Rumsfeld… Un momento, ¿en dónde está Bradley?
-En San Mungo, señor. -responde Ron Weasley, que ha llegado tarde a la junta por ir al hospital. -Al parecer tropezó con su sobrina esta mañana y se rompió la pierna al caer por la escalera. Los médicos me aseguran que estará bien en un par de días.
-Ya. Bueno. Entonces Potter y Weasley irán con Singht.
Harry se despereza al escuchar su nombre.
-Hace unos días se efectuó una redada en el Callejón Knockturn y se confiscaron algunos libros de magia negra y unas cuantas pociones prohibidas. El vendedor consiguió escapar pero la firma mágica que aparece en uno de los libros pertenece a la familia Rumsfeld. El patriarca de la familia ha muerto hace una semana, a los 105 años, y mientras sus hijos y nietos se encargaban del funeral y velatorio alguien ha entrado en la casa y se ha llevado un par de cosas. Ellos no desean escándalos y el propio Ministro desea que la situación se maneje con extremo silencio. Su tarea consiste en averiguar quién es la persona que entró en la casa y qué se llevó exactamente. La familia cooperará en todo lo posible, pero ni una palabra a la prensa.
Terminadas las asignaciones Potter, Weasley y Singth se ponen en marcha hacia la mansión de los Rumsfeld, que se encuentra en Wiltshire, al sureste de Londres.
Se aparecen en las afueras de la mansión, en un sendero angosto flanqueado a la izquierda por setos pulcramente recortados y a la derecha por matorrales salvajes de corto crecimiento. Unas impresionantes verjas de hierro forjado marcan los límites de los terrenos. Las puertas se abren en cuanto anuncian su presencia y les toca avanzar por un camino recto de grava que lleva directamente hacia la mansión.
Ron se queda boquiabierto al mirar la inmensidad del terreno y las majestuosas fuentes que hay en el jardín. Es una hermosa mansión, con las ventanas del piso inferior en forma de diamantes y unos macizos escalones de piedra en la entrada.
Los recibe Madeleine Rumsfeld, heredera y actual presidenta en las empresas de su padre. Ella les conduce al interior.
Nada más entrar hay un amplio vestíbulo, pobremente iluminado y suntuosamente decorado, con una gran alfombra que lo cubre en su mayoría. Una pesada puerta de madera con manilla de bronce conduce a la siguiente habitación.
El salón es una sala grande con una hermosa chimenea de mármol sobre la cual hay un espejo con marco dorado. El suelo de la habitación está pulido y cubierto en parte por una alfombra; una lámpara de araña cuelga del techo. No hay retratos colgados en las paredes y todos los muebles han sido cubiertos con sabanas.
Harry asume inmediatamente el papel de auror jefe, Singht toma notas y Weasley se encarga de revisar las protecciones que posee la casa.
-¿Quién tiene el acceso a la casa?
-Nadie. Mi padre fue muy claro al respecto, nunca permitió que nadie entrara.
-¿Alguna excepción?
-Cuando instalaron la fuente del patio trasero y para hacer mantenimiento del techo y las tuberías. Solo una vez al año. Pero mi padre siempre estuvo con ellos.
-¿Nadie vive aquí?
-No.
-¿Elfos domésticos?
-Un elfo viene mensualmente a limpiar el polvo, las ventanas y revisar que todo esté en orden. Pero nunca notó que faltaran objetos.
-¿Quién cuida del jardín?
-Mi padre, hasta su enfermedad.
-¿Qué clase de protecciones tiene la casa y quién puede desactivarlas?
-Sólo mi padre lo sabe. Las protecciones eran impenetrables, pero desde que cayó enfermo su magia no fue la misma.
-¿Es posible entonces que los robos iniciaran una vez que su padre enfermó?
-Mi padre venía con regularidad, hasta que no pudo levantarse más. Tenía un despacho especial para él en está mansión. Era su recinto de paz. De haber sospechado que había alguien merodeando la propiedad lo habría entregado a los aurores.
-Muy bien, señorita Rumsfeld. Haremos un inventario de los artículos que tenemos aquí y revisaremos las protecciones en busca de puntos débiles o accesos que no estén protegidos. Siendo que la denuncia fue hecha en completa discreción es posible que los ladrones intenten volver. Le pido que nos dé acceso completo a la casa: Estableceremos un perímetro y es posible que consigamos atraparlos cuando se aparezcan aquí.
-Bien… sí… sólo espero que este asunto termine lo más pronto posible; la lectura del testamento es el próximo sábado.
-Entiendo que se encuentre sumamente ocupada, señorita, pero no creo que necesitemos de su presencia por ahora…
-Creo que no me entiende, auror Potter. Mi madre se ha opuesto terminantemente a levantar la denuncia. Ella no sabe que ustedes están aquí. Se encuentra sumamente afectada por la muerte de mi padre y no desea que la prensa haga un alboroto con todo este asunto. La decisión de recurrir al ministerio ha sido mía y de mi esposo. En la lectura de su testamento mi padre nos dirá qué hacer con la casa, cuando eso suceda ustedes no podrán entrar sin que mi familia se entere. Es por ello que si quiere encontrar a los ladrones tendrán seis días para hacerlo.
Potter hace un gesto vago con la mano.
-Entonces será mejor que comencemos a trabajar.
La mujer asiente y antes de marcharse hace llamar a su elfina doméstica.
-Ella es Wata, la encargada de la limpieza. Hará el inventario y se los hará llegar tan pronto sea posible.
Potter agradece la ayuda y ella se despide sin más ceremonia. Harry y los demás ocupan el tiempo para poner algunos hechizos trampa, con la finalidad de atrapar a los ladrones en caso de que las protecciones intenten ser burladas. Siendo sábado los tres vuelven al departamento para escribir sus reportes y dar finalizado el día.
III - Tres
Harry llega a Grimmauld Place pasadas las nueve de la noche, después de pasarse toda la tarde en casa de Andrómeda, redecorando el cuarto de su ahijado. Cuando entra, el silencio que lo recibe resulta tan físico como un golpe frío.
-Amo Harry, la cena esta lista.
Kreacher lo despierta de su parálisis y lo acompaña al comedor, donde la mesa esta puesta para él. El elfo es demasiado mayor para atender la casa con propiedad, pero Harry no tiene corazón para reemplazarlo, sobre todo porque el elfo se toma con demasiado entusiasmo el cuidado de su nuevo amo.
-Han llegado cartas para usted, señor.
Harry las pone en la mesa y despide al elfo antes de ponerse a comer. Entre bocado y bocado se pone a revisar la correspondencia. Hay un par de facturas, una invitación para el baile que el ministerio celebrará por año nuevo, una postal de Luna que se encuentra de viaje con su esposo Rolf Scamander, y una carta de Ginny.
Harry se queda mirando la esmerada caligrafía de la pelirroja antes de respirar hondo y abrir el sobre.
La carta es breve. Inicia con un caluroso saludo, seguido de una reseña de su viaje a Brasil donde está cubriendo el Campeonato de Quidditch Juvenil y termina con la noticia de su compromiso.
Quería que lo supieras por mí y no por los periódicos. Quiero que sepas que pese a las cosas que pasaron entre nosotros aún me preocupo por ti y quiero que te decidas a ser feliz, como yo decidí serlo. Nunca es demasiado tarde. No es tan difícil, Harry.
Harry suspira mientras aparta la carta. -Las cosas nunca son simples para mí, Ginny.
Su fama brilla allá a donde vaya. Su vida personal siempre es motivo de cotilleo y especulación. Entrevistas, peticiones, relatos… cientos de cartas que llegaron durante meses después de la batalla final, todas deseando conocer más sobre su héroe.
Su romance con Ginny, que por ese entonces comenzaba, fue portada de Corazón de Bruja durante meses. Eran constantemente perseguidos para ser fotografiados y entrevistados. El adolescente que era Harry quería privacidad para conocer a la chica de la que en ese momento estaba enamorado, pero solo obtenía admiración y gloria.
Hasta cierto punto su decisión de cortar la relación y de aislarse durante meses fue una consecuencia lógica de toda esa persecución.
Ahora su popularidad se ha establecido y Harry ha madurado lo suficiente para lidiar con ella con suficiente habilidad, pero sigue sin deseos de iniciar una relación con alguien que solo puede verle como el héroe del mundo mágico. No se siente capaz de salir y conocer gente cuando sabe que dicha incursión acabara en la primera plana de las revistas sensacionalistas.
Pese a ser ya un adulto, Harry no está familiarizado con la confidencia, el compañerismo, la intimidad… y el amor.
La guerra también me arrebató eso
Es por ello que Teddy es tan importante para él. El niño es adorable, feliz e inocente. En él Harry vuelca todo el cariño y la ternura que no se atreve a prodigarle a nadie más.
IV - Cuatro
El domingo Harry acostumbra dormir hasta las diez y tiene por costumbre pasarse el día con Teddy. Ese domingo en particular, Kreacher lo despierta a las ocho cuarenta con la noticia de que el auror Casper Singht le llama por la red flu.
En pijama y sin camiseta Harry se apresura a la chimenea donde Singht le informa que la señorita Rumsfeld le ha llamado para avisar de otra incursión en la mansión.
A las nueve y media Harry asciende presuroso por el sendero que conduce a la entrada. Se ha bañado y aseado, pero le resulta difícil no comenzar a bostezar en cuanto ve a Ron en la entrada, con su cara medio adormilada.
La primogénita de los Rumsfeld se acerca a ellos en cuanto los ve llegar e inmediatamente los pone al tanto de las novedades.
-Wata los descubrió anoche. Se quedó hasta tarde para terminar el inventario que le pedí. Mientras trabajaba escuchó voces en el vestíbulo y cuando ellos la vieron atacaron sin decir palabra. Wata se protegió, pero ellos huyeron como los cobardes que son.
-¿Pudo verlos?
-No. Era de noche y llevaban capuchas. Vio solo a dos, no sé si habría más.
-¿Podemos ver el inventario?
-Aquí esta. Yo no puedo quedarme, debo volver a casa de mi madre. Tendrán acceso completo a la mansión y a menos que sea un asunto urgente preferiría que no me contactaran.
Los aurores se despiden de ella y una vez que se marcha junto con su elfina, es Ron quien expresa en voz alta lo que todos están pensando.
-Es extraño que tus alarmas no sonaran cuando las protecciones fueron burladas.
Harry hace una revisión rápida de los hechizos que pusieron el día anterior.
-Todo está en orden. Los hechizos de alarma siguen activados. Sólo puede significar que…
Ron termina el enunciado por él.
-…la persona, o personas, que entraron aquí tenían permiso de los dueños para hacerlo. Es por eso que las protecciones no se activaron en su contra.
Casper suspira profundamente. -Supongo que todo esto significa que no tendremos día libre.
Harry toma el mando de la situación. Le entrega a Singht el inventario para que revise los artículos recuperados en la redada y busque algún patrón en los objetos sustraídos. Y a Ron le pide investigar la historia de la casa:
“Si nuestros ladrones tienen permiso para entrar, es posible que visitaran la casa con anterioridad. Busca antiguos dueños o empleados.
Y mientras tanto él se queda ahí haciendo una lista de las protecciones activadas, accesos vulnerables y los posibles residuos de magia que alguien pudiera dejar. Por suerte para él, a mediodía cuando su estómago ruge por comida, Kreacher se aparece para dejarle unos bocadillos y un par de bebidas, todo cortesía de Andrómeda, a quien llamó para informarle que no podría visitar a Teddy.
Es cerca de la una cuando termina su listado y se marcha de vuelta al departamento de aurores. En su escritorio tiene un breve mensaje de Singht quien le informa que irá al callejón Knockturn en busca de pistas.
Harry se mantiene ocupado con su reporte del día cuando Ron se deja caer a su lado llevando un montón de papeles en los brazos.
-Vaya… estar casado con Hermione provoca que se te peguen sus manías.
-Ja. Te veré a ti casado y entonces hablaremos.
-Mejor explícame por qué traes una biblioteca.
-Ya estas cambiando el tema, ¿eh?... Bueno, pues todo esto es porque hay una historia espeluznante tras esa mansión.
-¿Cuál?
-Ah, Harry, crecí oyendo historias de terror sobre esa casa. Nunca había estado ahí pero en cuanto he visto el nombre de los dueños anteriores me he acordado de un montón de cosas. Fred y George solían contarnos versiones terribles sobre la Mansión Encantada.
-¿Encantada? No vi ningún fantasma.
-Y dudo que los veas. No hay fantasmas, lo espeluznante viene de otro lado… Verás: Hace ochenta años los Malfoy eran dueños de esa mansión. Había sido su hogar durante siglos. Los dueños en ese entonces eran Narcisa y Lucius Malfoy, ambos magos de sangre pura y con mucha pasta. Su hijo Draco tenía veintidós años cuando desapareció.
-¿Huyó?
-Se esfumó, simplemente. Todo sucedió en la boda, ¿adivinas de quién? ¡Los Rumsfeld! Hubo una gran celebración, era el sobrino del ministro y toda la cosa, y mientras todos se divertían, Malfoy y otro tipo, Andrew Lethood, se escabulleron de la fiesta. El hijo de los Lethood apareció muerto esa misma noche, de Malfoy nunca se volvió a saber nada.
-¿Insinúas que Malfoy lo asesinó y huyó de la escena?
-Algunos lo creyeron. Los aurores nunca encontraron pruebas de su culpabilidad. Quien matara a Lethood llegó por la espalda y la magia que encontraron en él no poseía la firma mágica de Malfoy; era distinta. La gran mayoría cree que quien mató a Lethood lo hizo también con Malfoy, pero cómo nunca encontraron el cuerpo el caso sigue abierto.
-¿Malfoy nunca volvió?
-No… y ahí es donde empieza la parte espeluznante. Sus padres nunca se resignaron a perderlo y ofrecieron dinero, muchísimo dinero, a quien diera información de su paradero. Al mismo tiempo comenzaron a especializarse en hechizos de rastreo, querían buscarlo usando la magia de su hijo. Si estaba muerto no habría rastros de él, pero algunos dicen que encontraron algo, o a alguien. Quién puede saberlo. El punto es que ambos amanecieron muertos en su mansión.
-¿Nadie sospechó de eso?
-Por supuesto que sí, pero la investigación dictaminó que lo que ocurrió fue un doble suicidio, aunque si le preguntas a los magos de sangre pura te dirán que los Malfoy eran demasiado aristocráticos para caer en semejante tosquedad. Todo el asunto fue aterrador. Hay muchísimas versiones de lo acontecido. Que su propio hijo los asesinó para ocultarse. Que si para encontrarlo usaron magia negra y que ésta se revirtió. Que descubrieron que su hijo era culpable y se suicidaron para acallarlo. Incluso hay quien sugirió que el asesino de Lethood y de Malfoy fue tras de ellos para evitar que lo atraparan. Cuando era pequeño Fred me contaba que ellos habían convocado a un espíritu para encontrar a su hijo y cuando éste acudió como espectro los asesinó por perturbar su sueño.
-¿Y nunca encontraron señales de lucha o algo?
-No aparece marcado en el expediente que he sacado del depósito así que seguramente no había nada.
-Es una historia perturbadora, ¿tienes algo más sobre la casa?
-No en realidad. Cuando los dueños murieron, el ministerio retuvo la propiedad mientras se llevaban a cabo todas las investigaciones pertinentes. Le pedí a Reish, el tipo que trabaja en Archivos, que me encontrara todas las peticiones legales que existieran sobre la casa; así sabremos si existe alguien más que conozca y tenga derecho sobre ella. Podría llevarnos a nuestros ladrones.
-Excelente, Ron, ¿para cuándo tendrás la información?
-El lunes por la tarde, ya que por hoy ya terminó su día.
Singh llega en ese momento, luciendo cansado y hambriento, pero con un brillo de triunfo en los ojos.
-Me han dicho que hace un par de semanas un tipo estuvo preguntando por magos que tuvieran talento para romper las protecciones que fueran. Nunca dio detalles y nunca volvió, pero conseguí encontrar a un tipo con el cuál se entrevistó. Me dijo que intentó contratarlo para robar en una mansión, nunca le dijo qué ni donde, pero no puede ser coincidencia.
-¿Pero por qué contratar a alguien que pudiera burlar protecciones cuando pensaban darles acceso completo a la casa?
-Creo que la respuesta a tu pregunta, Ron, es: Porque hay otras protecciones que intentan burlar… Tenemos que volver a la casa y hacer una revisión completa de todos los rincones de la misma.
La expresión horrorizada de Weasley no pasa desapercibida para Casper. Cuando le pregunta sobre ella, Ron le cuenta lo que sabe. Por el respingo que el auror da al escuchar el apellido Malfoy, Harry entiende que también conoce los rumores.
-¡Santo Merlín! -exclama al terminar-. ¿Esa es la mansión de los Malfoy? ¡¿LOS-MAL-FOY!? Hay quien dice que tontearon con fuerzas oscuras y que el espíritu que los mató ronda esa casa por las noches, dándole muerte a quien se atreva a permanecer ahí después del anochecer.
Harry, que no ha crecido con las historias de terror del mundo mágico, procura no mirarlos con demasiada dureza.
-Según nos ha dicho su hija, su padre, August Rumsfeld, se pasaba todos los días ahí. Tenía una oficina y trabajaba hasta tarde. Si él nunca cayó muerto por un espíritu vengativo, no creo que nada vaya a pasarnos por ir a dar una vuelta esta noche.
Ron y Casper no parecen muy convencidos.
-Escuchen. Tenemos claro que los ladrones están buscando algo. Posiblemente nunca se atrevieron a intentar entrar mientras el patriarca Rumsfeld anduviera por ahí, así que por eso han empezado ahora. Cuando lo encuentren perderemos cualquier oportunidad de atraparlos. Si tienen permiso para entrar nuestras alarmas nunca sonarán. Es preciso que les tendamos una trampa ahora, esta noche de ser posible, ya que ellos deben saber que después de la lectura del testamento no podrán volver a la casa.
-Está bien, Harry, te acompañaré.
-Muy bien. Ron y yo haremos guardia esta noche. Mañana será tu turno Casper.
No hay forma de describir la expresión de alivio y terror que pone el auror.
V - Cinco
La casa es clara y luminosa durante el día, por la tarde las sombras comienzan a invadir las paredes y el viento hace crujir las ramas de los árboles que hay en el patio.
-En esta clase de lugares siempre hay asesinos tras cada puerta.
-¿Qué has dicho, Harry?
-Hum, nada. Estaba pensando en que esté escenario es muy común en las películas de terror.
-¿Con pílicula te refieres a las historias animadas de los muggles?
-Esas exactamente. Y se llaman pe-lí-cu-las; ¿acaso Hermione no te lleva al cine de vez en cuando?
-Antes sí, pero desde que se embarazó no solemos salir al mundo muggle, porque cuando le da hipo le da por transformar lo que tenga en la mano.
Harry se ríe.
-Nunca creí que llegaría a ver el día en que Hermione perdiera el control de su magia.
-No es culpa ella. Es el bebé. Es común que las brujas embarazadas sufran hipos mágicos, algunas transforman cosas, otras las hacen desaparecer, hay de todo la verdad. Y de hecho es de muy buena suerte porque eso significa que la magia del bebé es fuerte.
A Harry no le cuesta trabajo identificar el orgullo, el amor y el cariño que Ron le profesa a su esposa, y es muchísimo más evidente ver la ilusión que le hace hablar de los antojos de Hermione, sus manías y costumbres, algunas de las cuales, al ser muggles, le resultan incomprensibles.
Han terminado de revisar toda la planta alta cuando el patronus del patriarca de los Weasley hace su aparición. Arthur les informa que Hermione se encuentra en la madriguera debido a unas contracciones inesperadas.
Está bien, pero Molly desea que se quede aquí para que no vuelva sola a su casa. Sería bueno que vinieran en cuanto terminaran con su ronda.
Las piernas de Ron se niegan a sostenerle así que Harry lo ayuda a sentarse en el suelo.
-Ni cuando nos metimos en el bosque prohibido a buscar a Aragog mi corazón latió así.
Basta mirarlo para que Harry comprenda que sería cruel pedirle que se quede durante toda la noche.
-Vete, anda.
Ron discute un poco, como espera de su mejor amigo, pero Harry se muestra firme y le dice que buscará a Casper para que lo releve. Al final el pelirrojo se marcha haciéndole prometer que le llamará si algo malo ocurre.
Es medianoche y la casa permanece silenciosa y vacía. Harry usa un lumus, discreto y eficaz, para vagabundear por el piso inferior. Comienza analizando las escaleras en busca de escalones sueltos o pasadizos secretos. Revisa la cocina y el comedor sin éxito alguno. La oficina del patriarca Rumsfeld se encuentra en la planta baja y está llena de libros y pergaminos a medio redactar.
Encontrar ese lugar lleno de objetos, dentro de esa casa vacía y silenciosa, hace que Harry se pregunte una simple cosa:
-¿Por qué conservar la propiedad si nadie vive aquí?
Su voz, apenas un susurro, flota en la oscuridad de la mansión. Sin darse cuenta sus pies lo conducen de vuelta al salón. La habitación sigue exactamente igual: Sábanas blancas que cubren los muebles, paredes desnudas y una finísima capa de polvo en los marcos de las ventanas.
Mientras camina a lo largo del salón esperando ver sombras entre los matorrales del jardín, el piso cruje claramente.
Harry se detiene.
Estudia con atención el suelo, buscando algo inusual o llamativo, pero la alfombra parece nueva y sin usar…., con excepción de ese trozo sucio que se encuentra frente a una de las paredes de la habitación. La pared está lejos de las dos entradas que hay, así que esa mancha resulta sospechosa.
Harry se acerca para inspeccionar y descubre residuos de magia. Magia casi imperceptible. De hecho se da cuenta de ella porque el ambiente está en silencio y sus sentidos se han agudizado.
¿Un pasaje oculto?
Durante largos minutos estudia con atención la pared hasta asegurarse que no hay trampa tras ella. Harry prueba con varios hechizos hasta que se le ocurre una idea.
-Revelare abscondito
La pared brilla ligeramente e inmediatamente después se desvanece para dar paso a otra puerta que conduce a un oscuro pasillo con un ligero aroma de aire encerrado. Una escalera en el fondo conduce a una pesada puerta cerrada con magia.
La puerta tiene encima varios hechizos de cierre. Cuando Harry lanza un hechizo que enlista todos los sortilegios que tiene la puerta, descubre que está protegida por magia poderosa y antigua, cuya única finalidad es evitar que alguien entre.
O que nadie salga a juzgar el hechizo de vetuerat relinquo que veo aquí
La mayoría de los hechizos son demasiado poderosos para eliminarlos así como así, de manera que Harry se tarda un buen rato en ir desactivándolos uno por uno. Por suerte para él, la persona que lanzó los encantamientos no ha vuelto a reforzarlos desde hace tiempo, así que todos ellos ceden ante sus contra hechizos.
El sótano de la mansión se encuentra a oscuras y en silencio. Harry se adentra entre las sombras del cuarto con su lumus como única arma contra la noche. Pero no consigue distinguir nada a más de tres pies de distancia.
Es imposible evitar el taburete que se mete en su camino y le deja entumida la pierna.
-Maldita sea.
-Por todos los infiernos, sólo enciende la luz.
Harry se gira tan deprisa que el taburete vuelve a interponerse en su camino y esta vez sus pies se enredan haciéndole caer de trasero al suelo. Gracias a sus reflejos consigue gritar casi al mismo tiempo:
-lux maxima
Una intensa luz ilumina la habitación durante varios minutos. El corazón le late desenfrenadamente mientras busca posibles atacantes.
Pero el sótano está vacío.
Antes que la luz de su hechizo se desvanezca, Harry manda encender las lámparas de la habitación, junto con la chimenea que ha visto al fondo del cuarto.
El sótano está alfombrado y decorado con exquisito buen gusto, hay una pared completa destina a libros, varios sillones mullidos, un montón de taburetes esparcidos por la habitación, un escritorio, una pequeña bodega con botellas de vino… e infinidad de cosas más.
Toda la comodidad y conforte que falta en la mansión está ahí abajo, oculta de ojos curiosos. Incluso la supuesta oficina del dueño no tiene tanto lujo como ese sótano.
-¡Por favor! ¡Cierra esa boca!…, ¿es que acaso no tienes modales?
El tono mordaz, violento y agudo pone en alerta a Harry. Pero quién habla es un retrato. El retrato de un joven rubio, de acerados ojos grises, tan guapo como elegante. A simple vista se nota que se trata de un joven aristocrático.
-Supongo que él te envía.
Harry se siente perdido en la plática. Es cierto que ha conversado con cuadros parlantes antes, pero es la primera vez que le toca ver un cuadro con un personaje tan joven. La mayoría de los que conoce son mayores, brujos que a los cuarenta o cincuenta años hacen preparar su testamento y su cuadro para cuando termine su vida.
Casi todos los magos que mueren jóvenes no tienen un cuadro propio.
-¿Hola?... ¿tienes cerebro bajo esa cosa que llamas pelo?
-Lo siento, no esperaba encontrarte aquí.
El chico frunce el ceño.
-¿Y entonces por qué estás aquí? Él no…
Pero Harry lo hace callar con un brusco ademán porque acaba de escuchar el crujido de la puerta principal al abrirse. Está seguro que escucha voces que provienen del vestíbulo, y eso significa que quien esté ahí también podrá oírle si dice algo.
El chico del cuadro se ha callado, intuyendo tal vez que algo raro está pasando ahí.
Las voces se oyen más fuerte conforme se acercan al salón, momento en que Harry convoca un Nox no verbal y mientras lo hace se desliza con agilidad y rapidez hacia la entrada, desde donde lanza un par de hechizos de camuflaje que hacen reaparecer la pared falsa que cubre la entrada del sótano.
Sabe que su hechizo no puede compararse con el anterior, pero es posible que siendo de noche los ladrones no consigan notar la diferencia. Harry distingue tres voces susurrantes; por el tono de voz y las palabras sueltas que consigue pescar al aire, Harry comprende que los tres son ladrones de armas tomar. Imposible que pueda hacerles frente estando solo.
-¿Quién rayos eres tú?
Harry aprieta los dientes y le hace señas al cuadro para que se calle.
-Hay un silentium en este cuarto. Tu puedes oírlos pero ellos a ti no.
Harry mira en su dirección pero en la oscuridad no consigue ver nada más allá de su nariz, aunque no se siente con ánimos de encender ninguna lámpara. Siente que aunque los intrusos no puedan oírles si podrán distinguir un haz de luz que provenga de la puerta falsa que ha puesto en la entrada.
-¿Te he preguntado quién eres y qué haces aquí?
Harry le ignora, concentrado como está escuchando la conversación entre los ladrones.
Uno de ellos pregunta. “¿Qué hacemos ahora?”
Harry identifica al líder como la segunda voz que habla “Seguir buscando”
El tercero interviene “Este lugar es inmenso”
El líder suena más irritado conforme la conversación se prolonga. “Si fuera fácil encontrar un escondite secreto no sería un trabajo para nosotros”
El tercero interviene otra vez. “¿Estás seguro de que la elfina no está aquí? Buen susto que nos llevamos anoche.”
“Ya está arreglado. Nadie vendrá esta noche. Ni las que siguen. Y ahora dejen de parlotear. Separémonos. La cocina, la biblioteca y la oficina.”
La conversación entre los ladrones gira en la mente de Harry mientras las implicaciones de la misma toman forma en su cabeza.
Alguien los envía, pero quién y por qué… Supongo que cuando dicen escondite secreto se refieren al sótano que yo he encontrado por casualidad…, pero ¿qué puede haber aquí que ellos quieran?
-Supongo entonces que ellos no vienen contigo, pero si conoces este lugar significa que él te envía.
-No dejas de repetir él y él… pero no tengo idea de a quién te refieres.
-No te hagas el listo conmigo. No intentes engañarme, bien sabes que juré que nunca pronunciaría su nombre.
Harry maldice en silencio. Lo que me faltaba, un cuadro metiche. Uno arrogante, altanero y quisquilloso. En su experiencia esos son los peores, porque tienen manías con los modales y las reglas de etiqueta.
-Escuche señor… hum… ¿cuál es tu nombre?
-Si estás aquí es porque lo sabes.
Harry gruñe entre dientes y su mal humor se dispara.
-Lo siento pero no sé quién eres. No te vi bien cuando las luces estaban encendidas y ahora te veo menos. Y la verdad es que aunque te viera de frente no creo poder reconocerte puesto que no tengo conocimiento de los antepasados de los Rumsfeld. He de suponer que eres algo de él, ¿no?
-¡Ni en un millón de años!
-Cómo sea. Mi visita se debe a un asunto oficial. Te agradecería que guardaras silencio mientras estoy trabajando.
-¿En verdad no sabes quién soy?
-Te prometo que si te callas vendré más tarde a que me cuentes toda tu maravillosa genealogía.
-¡No sabes quién soy!
Harry le ignora y está alistándose para subir por las escaleras cuando el chico le habla de nuevo. Su voz ha dejado atrás la arrogancia y sólo se tiñe con desesperación.
-¡No te vayas! ¡ESPERA! ¡Sácame de aquí!
Harry le ignora y se sorprende cuando al salir del sótano la voz del cuadro desaparece.
Un hechizo de silencio muy potente
Para confirmarlo mete la cabeza de nuevo en el sótano e inmediatamente escucha la desgarrada voz del muchacho.
-¡SÁCAME! Por favor… por favor, ¡ayúdame!
Harry siente pena por él pero el cuadro seguirá ahí cuando vuelva y tiene asuntos más apremiantes que resolver; antes de alejarse lanza un hechizo a sus zapatos para evitar que hagan crujir el suelo que pisa. Cuando llega a la pared falsa asoma la cabeza hacia el otro lado, sólo para asegurarse que no hay nadie cerca. Antes de salir por completo se lanza un hechizo desvanecedor y refuerza la pared imaginaria que cubre la entrada al sótano.
Avanza con cautela ya que si tropieza con los intrusos en una esquina, no habrá forma de evitar una lucha.
Hay uno en la oficina, estudiando cada mínimo detalle y conjurando hechizos reveladores en todos los posibles rincones. El tipo es alto y fornido; en el brazo lleva tatuado un sol negro con bordes de color amarillo, marca inequívoca de que pertenece al grupo Eclipse.
Harry se abstiene de silbar. Con que un ladrón profesional, ¿eh? . Casi todos en el ministerio conocen la reputación del grupo, así que al verlo ahí le quedan dos cosas claras: La primera es que alguien le está pagando muchísimo dinero por contar con sus servicios y la segunda es que, incluso si consigue capturarlo, de su boca no saldrá jamás el nombre de su cliente.
Es bien sabido que el grupo alardea de la resistencia que sus miembros poseen ante el veritaserum.
Estudiando la situación, Harry no tiene más opción que evitar un enfrentamiento directo y un arresto rápido. Especialmente después de escuchar la conversación entre dos de los intrusos, uno de los cuales entra en la oficina justo cuando Harry está cavilando sobre sus contrincantes.
-La cocina está limpia.
-¿La has revisado a fondo?
-Sí… no hay nada. Este maldito lugar es gigantesco y muchas habitaciones tienen escondites secretos. Cajas fuertes y cosas por el estilo… ¿estás seguro que estamos buscando algo más grande?
-Nuestro cliente no tiene muy claro lo que estamos buscando, asegura que hay una habitación oculta y que en ella se encuentra algo importante. Eso es todo. ¿Dónde está Ralf?
-Examinando la biblioteca.
Los intrusos se marchan y Harry los sigue a prudente a distancia.
Cuando llegan a la biblioteca atrapan al tal Ralf escondiendo libros en su abrigo. La ira del líder es descomunal y mientras lo revisa a conciencia no deja de gritarle improperios y obscenidades. Por lo que escucha, Harry deduce que dos pertenecen al grupo y que el tercero es apenas un novato intentando entrar en el círculo. Lo que explica quién sustrajo el libro que los llevó ahí en primer lugar.
Harry se percata que el tercero es el más vulnerable de los tres, así que mientras el otro intenta calmar al líder, se apresura a lanzarle un hechizo rastreador y localizador. Ralf da un respingo al sentirlos pero se vuelve hacia la ventana y al darse cuenta del clareado del amanecer hace que el resto se ponga en marcha.
Cuando Harry está seguro de que se han marchado, lanza su Patronus para llamar a sus compañeros y se decide bajar al sótano para buscar eso que los ladrones quieren. Está bostezando mientras enciende las lámparas del sótano. No se percata del ominoso silencio hasta que la luz inunda el cuarto.
-Ya he vuelto.
Mira en dirección del cuadro. Sólo que ahora no hay un muchacho insolente y desesperado. El personaje rubio está quieto en su pintura con una expresión lejana y concentrada.
-¿Hola?... -ninguna reacción proviene del chico -Sé que estás molesto porque te deje pero…
Estando tan cerca de él, Harry guarda silencio. Si lo mira con atención puede notar los relieves de la pintura, pero nada más, no hay profundidad ni vida en él. Visto ahora no parece un cuadro parlante.
Parece más bien un cuadro completamente normal.
VI - Seis
El auror Singht llega temprano con café para ambos y Ron se aparece un rato después con desayuno para todos. Mientras desayunan Harry les cuenta los sucesos de la noche, incluido el descubrimiento del sótano.
Ellos, al igual que él, quedan impresionados por la riqueza que emana de ese lugar.
-Alguien se esforzó realmente por hacer este lugar lo más cómodo posible.
Harry no les menciona el cuadro porque el chico no ha vuelto a decir nada, de hecho permanece estático y fijo, como cualquier cuadro no mágico. A esa luz parece realmente un cuadro inmóvil, lo que provoca que Harry dude un poquitín de su cordura.
-En todo caso, -Ron consigue alejar su atención del rubio -la persona que los envió aquí tiene dinero a manos llenas y tiene acceso a la casa, y siendo que los Rumsfeld cumplen ambas condiciones creo debemos suponer que alguien de la familia tiene interés en obtener algo que hay por aquí.
-Estoy de acuerdo, pero no podemos decirle a la señorita Madeleine que alguien de su familia está detrás de este asunto, más aún cuando no tenemos pruebas.
-Podemos preparar una emboscada.
Singht interviene. -Si pertenecen a Eclipse es probable que se nieguen a proporcionarnos el nombre de su cliente, incluso si lo saben. Los miembros del grupo están bien entrenados en soportar y eludir interrogatorios.
-No sé qué clase de habilidades posean los dos que vi anoche, -Harry se frota los ojos sintiéndose más y más somnoliento -pero antes de decidir nada quiero saber un poco más de ellos y de su grupo.
Al final Potter decide enviar a Ron a recopilar información sobre el grupo para ver si resulta factible detenerlos y manda a Casper a seguir a Ralf para ver si existe oportunidad de usarlo. Sus amigos lo alientan para que tome una siesta y Harry los convence de que lo hará, una vez que consiga hablar con Madeleine Rumsfeld.
Se queda solo en el salón y no puede evitar dormitar sobre uno de los sillones de la casa. Así lo encuentra la heredera de los Rumsfeld, que aparece cerca de las diez con su formal y regia túnica negra.
Harry procura ser lo más conciso posible, tratando de no señalar sospechosos, pero en cuanto Madeleine se entera de la participación de Eclipse, inmediatamente supone que alguna familia rival los ha contratado.
-Mi padre guardaba toda clase de documentos en su oficina: Títulos de propiedad, cartas poder, registro de cuentas y quién sabe que más. Es seguro que alguien intenta apoderarse de ellos.
Harry evita mencionarle el hecho de que los intrusos tienen el permiso de alguien para atravesar las protecciones de la casa, sin embargo toma en consideración la sugerencia de la mujer porque parte de su trabajo consiste en examinar todas las posibilidades.
-Cómo comprenderá, señorita Rumsfeld, no se trata simplemente de emboscar a los ladrones y llevarlos al departamento, de hacerlo es posible que no sepamos quién los envía.
-¿Qué sugiere, auror Potter?
-Que averigüemos todo lo posible sobre los intrusos. Y cuando estén bajo vigilancia completa, entonces lanzarles un señuelo.
-¿Y mientras tanto sugiere que campen a sus anchas en la propiedad?
-En realidad quería pedirle que enviará a unos cuantos elfos por las noches para vigilar la mansión. Que levanten un hechizo coraza sobre los terrenos. Los intrusos no podrán entrar, así que irán a buscar a su jefe, mis hombres irán tras de ellos y cuando esa persona trate de intervenir, entonces sabremos quién es y podremos arrestarlo.
-¿Qué le diré a mi hermano o a mi madre para justificar la presencia de los elfos? Tendré que decirles lo que está pasando aquí.
-Preferiría que además de usted, nadie más tuviese conocimiento de lo que está sucediendo, de esa forma evitaremos interferencias innecesarias. Si necesita alguna excusa puede decirles que los elfos harán limpieza nocturna para tener en condiciones la mansión. No sé qué opinión tenga su familia sobre este lugar pero ya sea que quieran vender o quieran vivir aquí, entonces alguien deberá acondicionarlo y usaremos esa excusa para mantener a los intrusos fuera.
Después de pulir los detalles Harry se despide de ella y se marcha a su casa a dormir. Su alarma lo despierta a las cinco de la tarde. Hora en la cual, después de asearse y comer, vuelve a la mansión de los Rumsfeld.
Ya que los elfos llegarán al anochecer, Harry vaga por los jardines eludiendo neciamente el sótano. Al final no puede resistirse y baja, sólo para asegurarse que el cuadro sigue estando inmóvil.
Si lo ve a la luz del atardecer, el cuadro resulta completamente ordinario, y eso le provoca un poco de inseguridad porque está seguro de haberlo oído hablar y gritar.
¿Me estoy volviendo loco?
La pintura es simple, el torso de un joven rubio con asombrosos ojos grises, como si fueran de plata fundida. Si lo mira por mucho tiempo el mundo se vuelve gris. El joven viste una exquisita túnica formal, en la que apenas se distingue la parte superior. El fondo de la pintura es de un tétrico color negro, que contrasta con la delicada piel alabastrina y el cabello de un rubio casi blanquecino.
Harry lo mira y lo mira, escuchando la voz en su cabeza.
¡SACAME! Por favor… por favor, ¡ayúdame!
-¿Hola?
No hay respuesta ni reacción.
Acerca un taburete hasta la pared y se sube sobre él; a esa distancia se percata de que el marco es completamente inapropiado para la elegancia de todo el lugar. En primer lugar no es de madera y está pintado de un dorado chillón, es demasiado amplio y la textura le da un aspecto tosco y poco pulcro.
Harry lo toca, desliza su índice a lo largo y ancho del marco. Siente el contorno irregular: Rugoso, liso, rugoso… hay cierto patrón en él.
-¿Qué está haciendo Harry Potter?
Harry se sobresalta tanto que está a punto de caerse del taburete. Baila sobre sus pies hasta que su mano consigue apoyo en la pared. Por desgracia no es la pared de lo que consigue asirse sino del cuadro que se descuelga y provoca un ruido seco al golpear la alfombra.
-¡Harry Potter no debe tocar las cosas del amo!
La elfina Wata lo mira con infinito reproche.
-¡Lo siento! ¡Lo siento!... Me sorprendiste, ¿qué haces aquí?
-El ama Madeleine nos envía a proteger la casa. Ewe también está aquí.
-Sí… sí… ¿y dónde está él?
-Arriba, no tiene permiso para bajar.
-¿Pero tú sí?
-Wata limpia el despacho del amo.
-¿Te refieres a August Rumsfeld?
-El amo no permite que nadie entre en este lugar.
-Estaba… hum… espera, si este es el despacho de tu amo, ¿qué pasa con la oficina de la planta baja?
-Es una oficina. Este es el cuarto favorito del amo.
-¿Alguien más conoce la entrada al sótano?
-No.
-¿No le has dicho a nadie sobre este lugar?
-El amo le ordenó a Wata no hacerlo. El señor Harry Potter tiene el permiso de la señorita Madeleine, descubrió por sí mismo el sótano, pero no debe tocar las cosas del amo.
-¿Vienes con regularidad?
-Antes de que el amo enfermara, Wata venía por las tardes, a dejarle bocadillos cuando se quedaba hasta tarde, y temprano para hacer la limpieza del lugar. El amo le ordenó a Wata mantener limpio y bien iluminado el sótano.
-¿Alguna vez viste si la persona en la pintura se movía?
Pero Wata no responde porque se da cuenta que al caer el cuadro se ha desprendido de su marco.
-¡Ha roto el cuadro preferido del amo!
El cuadro se ha separado solo por el borde inferior derecho pero eso basta para que la elfina se eche a llorar y esté a punto de lanzarse de cabezazo contra la pared. Harry la sujeta a tiempo de evitar que se haga daño e intenta consolarla.
-Lo arreglo. No llores, por favor. Lo repararé, te lo juro.
Necesita casi diez minutos de promesas y consuelo para que la elfina consiga recuperarse. Cuando finalmente lo hace es porque Harry le ha prometido que se llevará el cuadro para arreglarlo y lo devolverá tan pronto esté en perfectas condiciones.
-¿Sabes quién es, Wata?
La elfina se suena la nariz en su limpio vestido de color azul antes de responder.
-Wata no sabe.
Harry no insiste. Cuando le lanza un hechizo de reducción Wata grita de puro pánico. El hechizo no funciona y la elfina corre a limpiar el cuadro como si fuera el tesoro más precioso que tuviera.
-El señor Harry Potter no debe hacerle daño a la pintura o el amo se enfadará con Wata.
-¿Por qué es tan importante esta pintura, Wata?
-Es la pintura favorita del amo, Harry Potter.
Harry suspira con desaliento y no le queda más opción que cargar con toda la pintura que, por culpa del marco de metal, pesa una tonelada. El elfo Ewe los espera en el salón, retorciéndose las manos y haciendo inclinaciones reverenciales en cuanto escucha que Harry Potter lo saluda por su nombre.
Después que lo elfos levantan el hechizo coraza Harry se queda para verificar que todo esté en orden e inmediatamente después se marcha llevando a cuestas el pesado cuadro.
VII - Siete
Ya en casa Harry coloca el cuadro en la silla que hay junto a la puerta de entrada, y al momento en que se gira para saludar a Kreacher el cuadro se desliza sobre el asiento. Harry consigue sujetarlo a tiempo de evitar que se estrelle, pero con tan mala suerte que al hacerlo el marco se desprende de toda la parte superior.
Harry maldice entre dientes y mientras carga con el cuadro le pide a Kreacher que le acerque la Guía Mágica. Ya en el primer piso, Harry coloca con muchísimo cuidado la pintura sobre uno de los sillones mientras se deja caer en otro para hojear la guía.
En cuanto abre el libro las voces de los anunciantes flotan hasta él.
Banquetes para tu fiesta…
Limpieza a domicilio, deje que nosotros nos encarguemos…
Túnicas a la medida, para toda ocasión y evento…
Harry se regresa hasta el índice y la pequeña imagen del mago que dormita se despierta de golpe cuando siente su presencia.
-Bienvenido a Guía Mágica -recita con voz adormilada mientras se frota los ojos-. Todos los productos y servicios que el mundo mágico ofrece al alcance de su mano.
-Necesito que alguien repare...
-Reparación de calderos. Reparación de varitas. Reparación de balanzas. Reparación de escobas…
-Es una pintura. Una antigüedad.
-Página 105. Restauración y cotización de Antigüedades. Y recuerde que lo vio aquí en Guía Mágica, el mayor directorio…
Harry ya no termina de escuchar lo que dice porque se apresura a buscar la página que le indican.
En la tienda de Viture recibirás la atención que mereces. Muebles, joyas, pinturas, libros…
Entre bostezos Harry anota el nombre, el número de chimenea al que llamar, y la dirección del local que se encuentra en el Callejón Diagon.
-¿Es tu casa?
Harry pega un bote y el libro se le resbala de las piernas hasta golpear el suelo. Se puede escuchar una adormilada vocecita que grita Eh, cuidado allá afuera, que intentamos dormir aquí.
El moreno se gira hacia el cuadro esperando ver al rubio parlotear, pero la pintura está vacía y sólo muestra un fondo negro. Cuando sus ojos se desvían ligeramente a la derecha el propio rubio está mirando a su alrededor. Su expresión es idéntica a la de un animalillo asustado.
Harry se levanta de un salto y enarbola su varita en dirección al rubio, quien al ver la puerta se escabulle por ella con Harry detrás de él.
Al salir, el rubio corre directamente a las escaleras y baja con tanta premura que choca con el paragüero que hay al final de las mismas. El cuadro que se oculta tras las cortinas negras comienza con su letanía de Impuros y bestias. Infames sangres sucias.. El chico la ignora y avanza hasta la puerta principal.
Escapa hacia el exterior, con Harry pisándole los talones. El rubio corre calle abajo, huyendo de algo que sólo él entiende, consigue llegar a la esquina antes que Harry le de alcance.
-¿Qué estás…?
El rubio se suelta con un brusco ademan. -¡No me toques!
Hay tal pánico en su expresión que por un segundo Harry duda, segundo que el rubio aprovecha para reemprender su carrera. Sigue derecho por la calle, adelantando a las personas a pie y casi provocando un par de choques al cruzar una calle sin mirar a los lados. Sus pasos lo llevan hasta los jardines en Argyle Square.
El rubio corre por la calle y se detiene veinte minutos después sin aliento. Harry lo alcanza a tiempo para ver el hermoso rostro desbordante de felicidad y entusiasmo.
Cuando consigue recuperar el aliento, Harry le pregunta:
-¿Quién eres?
El rubio se ríe, un sonido estrangulado y casi demencial. El chico está listo para alejarse pero Harry se interpone en su camino.
-No puedes ir más allá… es un barrio muggle, tu ropa llamará la atención.
Intenta no perder la calma, intenta no pensar que tiene frente a él la viva imagen de un cuadro que hasta hace unos diez minutos no parecía tener vida en absoluto.
-¿Dónde estamos?
-En Islington, Londres.
El rubio mira a su alrededor, menos aterrado que antes.
-¿Fuiste tú quien me sacó de la mansión en Wiltshire?
-Sí…
-¿Por qué?
-Para reparar el marco del cuadro.
El cambio en el joven es evidente. Su gesto se endurece, la expresión de sus ojos destila un fuego de color plata.
-¡Nunca volveré!
Harry no se espera el puñetazo que lo tumba al suelo con el sabor de sangre inundando su boca. Mientras está ahí, un tanto atarantado, el cielo se oscurece de pronto. Se debate por salir bajo la túnica que el rubio le ha lanzado encima. En cuanto lo consigue, distingue al rubio avanzar resueltamente hacia Belgrove Street.
Harry recoge la capa y lo sigue, a una distancia prudente.
El paso del rubio es decidido, pero su cabeza se gira en todas direcciones. En cuanto llega a la avenida de Euston se detiene, como si la mera visión de tantos autos circulando fuera algo de otro mundo. Durante un momento se queda inmóvil, completamente aturdido por los ruidos y las luces.
Al otro lado de la calle está la estación de King’s Cross, lo que parece aplacar un poco al rubio al comprender que se encuentran, realmente, en el distrito Islington de Londres. Cuando se vuelve se topa con el chico moreno, que le mira con fijeza.
Cómo si fuera un fantasma
Los ojos verdes no irradian ira ni venganza. Su mirada es tan limpia, tan consternada, que le provoca cierta culpa al contemplar el labio hinchado y sangrante.
-¿Qué día es?
Si la pregunta desconcierta al moreno se esfuerza por no demostrarlo, responde con deliberada calma como si fuera normal sostener una conversación con el personaje emergente de un cuadro mágico.
-Febrero 10.
-¿De qué año?
-2003.
Es escucharlo y sentir que su corazón martillea con desconsuelo en su pecho.
-¿Quién eres?
-¿Quién eres tú?-contraataca el rubio sin pensarlo, demasiado cansado para pelear…, y grande es su sorpresa cuando el chico le responde.
-Mi nombre es Harry Potter. Trabajo en el ministerio de magia, formo parte del cuerpo de aurores. Mi casa está en Grimmauld Place. Fuiste tú quien me golpeó en la cara y aún no sé por qué.
-Porque quieres encerrarme de nuevo.
-¡Ni siquiera sé quién eres! Estás frente a mí aunque hace rato eras un cuadro inerte. En ningún momento dije nada sobre obligarte a ir a ningún lado.
-¿Por qué sacaste el cuadro de la mansión?
-¡Ya te lo dije! El marco se desprendió, tenía pensado mandar a repararlo…
-¡Planeas encerrarme de nuevo!
-¡¿De qué diablos estás hablando?!
El rubio le ignora, está planeando marcharse pero Harry se interpone otra vez en su camino.
-¡Maldita sea! ¡No puedes acusarme de algo así y marcharte de nuevo! Explícame quién eres tú y cómo diablos saliste de esa pintura.
Hay una franqueza apabullante brotando de sus ojos color esmeralda.
Es un trampa, pero el rubio no se aparta. No se siente capaz. Hace muchísimo tiempo que no ha conversado con otra persona que no sea su carcelero. Y la honestidad que irradia el moreno es algo que hace mucho no ve.
-¿Quién eres?-la pregunta es un susurro débil, incrédulo; la voz del moreno es cálida y no hay en ella reproche alguno.
¿Hace cuánto que nadie pregunta mi nombre?, se pregunta el rubio a su vez. Su respuesta tarda una eternidad en salir. Brota insegura y trémula de sus labios.
-Draco… mi nombre es Draco Malfoy.
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