Título: Visto y No Visto (Eyewitnessing)
Personajes: principalmente Ziva David y Tony Dinozzo, con apariciones de casi todos los demás (vivos y muertos).
Advertencias: spoilers hasta el final de la siete. Importante leer notas de autor al
inicio del fic.
Rating: todos los públicos
Notas de autor: Ver entrada
Notas de Autor: Una entradita corta por hoy, pero estoy casi convencida que la próxima subirá el viernes.
Se me habia olvidado mencionar que la idea del fic nació a partir de una canción que no me dejaba vivir en paz (porque me seguía a todas partes). Por esa razón y otras tantas, el fic tiene su propio playlist. A las otras entradas no les he puesto su debido soundtrack, pero esta vez (tal vez por lo corta), siento que queda incompleta si no. Eh, aqui va:
i. All at Sea de Jamie Cullum
Letra Vid y
Traducciónii. The Pretty Things are Going to Hell de David Bowie
Letra y
Vid Traduccióniii. Top of the World de Mandy Moore (si, de Mandy Moore)
Vid con letra ...y una
Traducción algo pobre.
III. Instantáneas (Intermezzo)
***
i.
Sentada a la mesa en el restaurante que le recomendaron, Ziva alterna entre mirar el reloj y mirar por la ventana. Si en quince minutos su acompañante no llega, ordenará algo para llevar y comerá en el auto de regreso a la oficina.
Mientras espera bebe el agua de cortesía y disfruta la vista. La calle del restaurante está enmarcada por negocios que Ziva supone han estado ahí desde siempre. Es un barrio tradicional de Virginia, encantador y tranquilo, aunque alguno que otro parroquiano ya le ha lanzado una mirada sospechosa por su mala facha y su acento de inmigrante. A Ziva eso poco le importa: para bien o para mal está enseñada a que le observen como a un animal raro -y peligroso.
Aún está mirando por la ventana cuando ve las dos camionetas blindadas aparcar en frente del sitio. Un momento más tarde, Jen se sienta con ella a la mesa.
-MTAC,- le explica.
Ziva entiende. Conoce demasiado bien las responsabilidades del cargo de director para dejar que un retraso la moleste. De no haber aparecido Jen, Ziva le habría ordenado algo también a ella.
-¿Y? - pregunta Jen. -¿Qué te parece el sitio? No será La Strada, pero la comida es espectacular.
-Al menos huele delicioso. Aunque creo que no le caigo muy bien a toda la clientela.
Jen se encoge de hombros. - Ya sabes como es la gente.
Es una pena, piensa Ziva, que les haya tomado tanto tiempo lograr un almuerzo a solas. Para ella ha resultado mala suerte que una de las pocas personas que la conoce y que parece disfrutar de su compañía, no solo es su jefa sino la directora de una agencia federal. Se dice que si fuera hombre, Jen tal vez le recordaría a su padre.
Para no amargarse el almuerzo, Ziva cambia mentalmente de tema. -Por cierto-, le dice a Jen, - Sobre el caso Roberts. Ya-.
Jen mueve su mano y sacude la cabeza sin dejar de ver el menú. -Ahora no, - replica, y entonces levanta los ojos. -Comamos, ¿si? Me muero de hambre y no quiero pensar en trabajo. Por un minuto solo quiero relajarme y disfrutar el almuerzo. Hoy comamos como amigas, ¿te parece?
A Ziva no se lo tiene que pedir dos veces.
ii.
El volumen está tan alto que Ziva siente las vibraciones de la música viajar por su cuerpo, interrumpiendo su ritmo cardiaco. Su primera misión de vuelta con Mossad y todo salió a pedir de boca. Es razón más que suficiente para celebrar, así sea en uno de los bares mas ruidosos de todo Tel Aviv.
Al frente tiene a Rivkin. Michael, como ahora le dice su padre. Hace años que no lo veía. Esta mas delgado, mas bronceado, y la barba no le queda mal. ‘Un buen chico Judío’ se dice Ziva, y trata de no sonreír. El buen chico Judío es un asesino profesional casi tan bien entrenado como ella. Además, tendría que estar ciega para no notar como la mira siempre que se encuentran, o sorda para no darse cuenta de cómo su padre ha tratado de venderle a este chico Judío desde que volvió a pisar suelo Israelí.
Eli parece empecinado en que hacen un “buen equipo”. Ya espera Ziva que les ordene una misión juntos.
-¿Quieres otro?- le pregunta Michael señalando las copas vacías.
Ziva pasa pero le dice que ordene para él si quiere, y lo oye pedir otro whiskey al mesero.
Mientras tanto Ziva lo estudia. Hay algo de él que no logra descifrar. De que quiere meterla en la cama está segura, sin embargo hay algo más. Si estuviera con Gibbs diría que tiene un presentimiento.
Pero Gibbs no esta. Ni McGee, ni Abby, ni Tony. Ellos están a kilómetros, a países de distancia, y la única que parece recordar que Ziva existe es Abby, quien llegará a vieja recordando el nombre y las virtudes de su primer maestro de jardín infantil.
Ziva se pone de pie, agarra a Michael de la camisa y le planta un beso que no da lugar a confusiones.
-La música me tiene cardiaca. ¿Nos vamos?
Michael la mira con una sonrisa lobuna amplia y satisfecha, como si hubiera agarrado la presa que había estado esperando por tanto tiempo. ‘Ya veremos quien se traga a quien’, piensa Ziva mientras lo lleva de la mano hacia la entrada del bar.
iii.
-¿Tú con un bate de béisbol?- pregunta Tony escandalizado. -Estás loca. ¡Ni sueñes que me voy a acercar!- Y se mete en la casa sin volverse a mirarla.
Ziva se queda parada en medio del jardín delantero de la casa, tratando de descifrar cuál es la fascinación de los americanos con el pedazo de palo que tiene entre manos. Tan concentrada está, que se da cuenta demasiado tarde de la presencia de Gibbs justo en frente suyo.
A Ziva sólo le sale una sonrisita culpable. Espera no llevarse una colleja: el bate no es evidencia crucial y de todas formas tiene puestos los guantes.
-Supongo que le sacaste una foto.
Ella asiente y señala el marcador número catorce que ahora descansa en medio del césped.
-Entonces muéstrame.
Le toma un momento, pero apenas capta que Gibbs le habla del bate, Ziva lo toma entre las dos manos y hace la mímica de golpear una pelota. Sabe que lo hace terriblemente mal porque Gibbs no puede contener su sonrisa. Sin decir una palabra él sacude la cabeza y va a pararse detrás de ella.
-Así- le dice, cubriéndole las manos con las suyas y ubicándolas en la posición correcta.
-Y separa más las piernas.
Ziva lo hace hasta que deja de sentir golpecitos en los tacones de sus botas.
-Ahora, gira con la cadera.
Abrazada como la tiene, con las manos sobre las suyas, Gibbs guía el movimiento como si estuvieran golpeando una pelota real.
De pronto oyen a Tony llamar desde la puerta, -¡Nooo, jefe! ¿Un bate, de veras? ¡Si ella no necesita que le enseñen mas de lo que sabe!.
Ziva siente a Gibbs resoplar sobre su cabeza. -¿Tienes algo DiNozzo?
En respuesta, Tony alza una bolsita de evidencia con un fajo de billetes adentro.
-Ven,- dice Gibbs. -Vamos a trabajar.- Camino a la casa se vuelve hacia ella, y haciendo una mímica del movimiento le dice de nuevo,
-Gira con la cadera.
***