Título: Visto y No Visto (Eyewitnessing)
Personajes: principalmente Ziva David y Tony Dinozzo, con apariciones de casi todos los demás (vivos y muertos).
Advertencias: spoilers hasta el final de la siete. Importante leer notas de autor al
inicio del fic.
Rating: todos los públicos
Notas de autor: Ver entrada
Notas de Autor: Aquí aparece la primera escena que salió del fic, y como ya dije antes, todo fué por una canción que no dejaba de escuchar en todas partes. La susodicha canción es Rewind de Paolo Nutini. Aqui les dejo el
vid (en la descripcción aparece la letra), y la
traduccion al Español (hecha por mi, así que doy fe de su veracidad).
Y sin más demoras...
IV. Visto
La explicación resulta lo más fácil del asunto. A Ziva le basta un “es regalo de mi padre” para explicarlo casi todo. Después de aclarar que ella nunca tuvo idea, se queda sin más que decir.
Mientras la escucha, Tony se sienta en el sofá y mira las fotografías con una mezcla de asombro y horror. Cuando encuentra la primera fotografía que existe de ambos, la mueca de náuseas no le cabe en la cara.
-Si vas a decir algo, dilo de una vez.
-Las fotos no están nada mal.
La mirada fulminante que le lanza Ziva ni siquiera lo inmuta.
-No, mira, es en serio. Hay algunas que ni yo mismo las habría sacado mejor. Además sales perfecta en todas. Yo creo que hay mas de uno trabajando para tu padre que anda loco por ti.
Ella resopla y se marcha a la cocina para no darle un puñetazo.
***
Ziva llega al primer piso del hotel por las escaleras de emergencia. Se dio cuenta que la seguían desde que abandonó el astillero, y supone que alguien la esta vigilando todavía en el hotel, probablemente el tal Agente Especial DiNozzo.
Efectivamente, cuando se asoma por el vidrio de la entrada es a él a quien ve parado casi bajo la lluvia, comiéndose una pizza con poca gana. Sin pensarlo mucho, pasa por el restaurante y pide dos expresos para llevar. Esta lloviendo y hace frío, y no sabe por qué pero le da pena: el tipo sólo esta haciendo su trabajo. Además está de luto.
Cuando le dijo que esperaba que ver a Ari muerto, Ziva pudo ver que el dolor y la rabia de DiNozzo por la muerte de su compañera eran auténticos. Ella sabe lo que se siente, y de verdad espera que encuentren al bastardo que le voló la cabeza a la pobre chica. Pero ese bastardo no es su hermano.
Antes de salir lo observa un poco más: en la mañana cuando llegó estaba segura de conocerle perfectamente, pero después de haberlo tenido en frente, siente que hay algo en él que no termina de encajar. Es tan burlón y cretino como se lo imaginaba, probablemente tan mujeriego como dice su expediente. Sin embargo, mientras estuvo en la oficina llegó a mirarla, no como lo hacen generalmente los hombres cuando ella les sonríe, sino como lo hacen los policías cuando tienen en frente a un criminal peligroso y armado. Quizá no sea tan tonto como parece.
Al fin se decide a salir. Si a DiNozzo le da por ponerse pesado, Ziva sabe que puede neutralizarlo sin derramar una gota de café.
***
Cuando regresa a la sala, Ziva trae consigo un vaso de té humeante. Tony sigue en el sofá, y aún no suelta la foto que lo muestra a él con una caja de pizza en brazos y a ella sosteniendo dos vasos de expreso. Apenas la siente cerca, Tony le señala una de las fotos de Tel Aviv con la cabeza.
-Te ves muy contenta.
-Estaba trabajando- No es del todo cierto, pero Ziva considera que entre menos hablen de Michael, mejor será para los dos.
-Ya veo.- Lo dice sin ganas. Ya no está de mal humor, ni siquiera tiene rabia. Ahora Tony se ve triste, cansado. Ziva lo entiende perfectamente, y se dice que si no tuvieran esa estúpida cena en la embajada, se lo llevaría de la mano hasta la habitación y se tendería junto a el para dormir un rato. Después de ver todas las fotografías siente que ha vuelto a vivir cinco años de su vida en un par de horas y está exhausta.
Desprendiéndose al fin de la fotografía tomada frente al Embassero, Tony se cruza de brazos y vuelve la mirada al techo, tal vez, piensa Ziva, porque es el único lugar de la sala donde no hay pedazos de su vida en grotesca exhibición.
-Ya se por que Michael Douglas decidió matar a su mujer. Eso de que te muestren a tu chica pasándola bien con otro es un poco desagradable.
Ziva pasa por alto la admisión de celos. -Yo pensé que eso había sido por dinero.- Cuando Tony la mira extrañado ella le sonríe. Él lo habrá olvidado, pero esa película la vieron juntos.
-Un Asesinato Perfecto. La versión de Hitchcock es mejor.
-Eso dices siempre.
-Tiende a ser cierto.- Se pone a mirar las fotos de nuevo y de pronto agarra una del centro de la mesa.
-Esta me gusta. ¿Te acuerdas?
Ziva echa un vistazo y va a sentarse junto a Tony en el sofá. Se acuerda, claro. Esa noche llovía a cántaros, pero ella se las ingenió para arrastrarlo hasta la calle, donde él terminó por abrazarla y cantar a todo pulmón el tema de “Singin’ in the Rain”. En la foto están así: él sosteniéndola con un brazo alrededor de la cintura y mirando hacia atrás, tratando de convencer a McGee, quien fuera de foco los mira como a dos anormales, de que se una a su locura colectiva; ella con el pelo y la ropa empapados, con los ojos cerrados y riendo a carcajadas. Quien viera la foto diría que hacen una pareja preciosa.
Recuerda también que esa fue la última noche que pasaron juntos, en su antiguo apartamento, en su vieja cama, antes de que Jenny y su obsesión con el francés les pusieran a todos la vida de cabeza.
-Alguna vez piensas…
-No.- Lo dice a secas porque es la verdad. Ziva no piensa en esas cosas, se esfuerza mucho para no hacerlo. Se dice siempre que las cosas son lo que son, y es mejor no estar buscando pérdidas en lo que nunca se ha tenido. Mejor así, menos golpes para darse cuando se recuerdan las estupideces cometidas.
-Yo si.- Una convicción amarga y dura resuena en la afirmación; Ziva siente como que la han abofeteado.
Después de un silencio largo, Tony parece ablandarse un poco porque mira al techo de nuevo y le habla en un tono más conciliador, -Habría acabado mal, claro. Digo, tú y yo juntos, habría sido algo así como lo de Bill y Kiddo: una bomba siempre a punto de estallar, un eterna pelea a muerte. Y con lo que te gustan a ti los cuchillos… A mi me habría ido muy mal.
Ella sonríe sin ganas, sin ponerle atención. Se quedo estancada en ‘Una bomba a punto de estallar’. Así le decía su madre cada vez que hablaban de Ari. ‘Ese chico es un accidente andante’, decía ella. ‘Una bomba a punto de estallar’. A Ziva eso de la inevitabilidad no le va demasiado, pero desde que conoció a Tony piensa más y más en las palabras de su madre.
Sigue otro silencio largo y tenso, y de pronto Tony comenta, -Igual, creo que no me habría molestado tanto.
Ziva lo mira extrañada.
-Ya sabes,- sigue él. -Si las cosas hubieran sido diferentes… No sé. He sido policía desde siempre, y mi trabajo es salir a la calle a ver si me pegan un tiro, o me acuchillan o me agarran a palos. Así que pensándolo bien, tal vez…Tal vez morir a manos tuyas, no habría sido tan malo.
Ella habría preferido que siguiera de malas, que le dijera algo horrible para que la rabia ciega le sirviera como combustible para la noche que le espera. Pero contra una declaración de este tipo no puede alzarse en armas. Además siente que ya no le queda nada, ni un ápice de ganas. Sólo una inmensa tristeza y el dolor de saber que su padre, sin hacer un gran esfuerzo, ha logrado herirla una vez más.