Título: Visto y No Visto (Eyewitnessing)
Personajes: principalmente Ziva David y Tony Dinozzo, con apariciones de casi todos los demás (vivos y muertos).
Advertencias: spoilers hasta el final de la siete. Importante leer notas de autor al
inicio del fic.
Rating: todos los públicos
Notas de autor: Llegamos al final. Mil gracias por leer y seguirle el hilo a este experimento mío. Espero que la conclusión no defraude, aunque confieso de entrada el pecado de la ambiguedad.
Aviso también que esta entrega la he molestado hasta después de puesta, así que cualquier typo o error, me avisan, con mucho gusto lo corrijo.
De música dejo solamente Apres moi de Regina Spektor (
letra con traduccion y
vid). Para afilarle un poco los nervios a nuestro Vance.
V. No Visto
A pesar de ser callado por naturaleza, Vance trata de ser sociable, sobretodo cuando la ocasión lo exige. Sin embargo esta noche no tiene ganas de socializar: de una u otra manera se siente como en territorio enemigo. De pronto su esposa le aprieta la mano.
-¿Pasa algo?
Él trata de relajarse y sonreír. -No es nada. Había olvidado como son estas cenas.
-No te preocupes. Apenas termines lo que debes hacer, salimos de aquí y vamos a algún sitio a divertirnos de verdad.
Él sólo la mira con las cejas levantadas.
-¿Qué? ¿No me vas a dejar vestida así sin siquiera sacarme a baliar, no?
-Yo-
-¿Director Vance?
La voz que lo interrumpe viene de atrás. Jackie se voltea y hace un ruido de admiración que Vance no tarda en comprender. Ziva David acaba de llegar y tiene un vestido azul que la hace ver despampanante. Sin duda, la chica será la atracción de la noche…para gloria de su padre.
Ziva los saluda a ambos con toda la amabilidad del caso. Lleva una sonrisa radiante que a Vance le pone nervioso, especialmente porque recuerda bien la expresión cansada y el aspecto casi espectral que ella tenía cuando la vio en su oficina.
-¿Y Gibbs?
-Tuvo que trabajar.
Sin dejar de sonreír, Ziva asiente como si lo hubiera previsto.
-¿Terminó el trabajo que le encargué?
-Si señor,- responde ella sin cambiar la buena cara. -La verdad no encontré nada que valiera la pena. La información es vieja e inservible. No se para que se molestaron. Aunque tal vez es justamente por eso que la entregaron tan fácilmente.
Vance asiente poco convencido.
-Si me disculpan, creo que debería ir a saludar a mi padre.- Inclina la cabeza para disculparse e inmediatamente sale en busca de Eli.
-Esta bellísima, - dice Jackie. -Se ve muy distinta con ese vestido.
Vance no sabe por qué, pero está seguro que la culpa no la tiene el vestido.
***
Sabe que tiene que levantarse, vestirse para ir a la cena, pero Ziva no siente la más mínima inclinación por salir. Preferiría recostarse un rato, y se pregunta si a Tony le molestaría que lo tomase como almohada.
-¿Vas a ir a la cena?- Pregunta Tony de repente.
-Tengo que hacerlo. Mi padre-
-Tu padre-
-Vance espera verme ahí.
-Ahora me dirás que te fías de nuestro valiente director.
-¿Tú no?
-Yo ya no me fío ni de mi sombra.
Ziva se revuelve incomoda en su puesto. -¿Y tú? - pregunta después de un rato. - ¿De verdad piensas ir?
-¡Claro! Si tu padre en persona me invitó. De paso aprovecho para darle las gracias. Hace mucho que no tenia un álbum de fotos y aquí tengo material para rato. ¡Cinco años bien documentados! ¡Que amabilidad!
Cansada y dolida, Ziva ya no quiere discutir. Sin mediar palabra se reclina sobre el espaldar y cierra los ojos. Supone que tarde o temprano algo pasará. Con su suerte, tal vez se le desplome el techo encima. Tony parece notar su disposición porque eventualmente cambia de táctica.
-Siempre que estás a solas con él-
-No voy a estar sola.
-Las cosas salen mal.
-No voy a estar sola. Todos estarán ahí. Abby, McGee, Ducky. Hasta Gibbs estará ahí.
-Yo no contaría con Gibbs. Es igual, la última vez que te dejamos pisar suelo Israeli…
Ziva lo mira y trata de sonreírle. Sabe que la culpa de Somalia todavía pesa sobre él, aunque en lo que a ella respecta, él no tiene velas en ese entierro.
-Sólo voy a la embajada.
-Una embajada es suelo extranjero.
-Tony…
-¡¿Y por qué no puedo ir yo?!
-¡Sabes perfectamente por qué!
Según han marchado las cosas durante la visita de Eli, llevar a Tony a la embajada Israelí es abrirle paso a la debacle. A Ziva le preocupa más la seguridad de él que la de su propio padre, pero en ambos casos prefiere curarse en salud. -Si quieres, yo voy, hago lo que tengo que hacer, y cuando regrese tú y yo cenamos juntos. Hasta podemos ver una película. Así aprovechas y te cercioras de que estoy entera y no me falta ningún pedazo.
-Tú ya vas a una cena.
-Sí, pero servirán sólo comida almidonada.
-Acartonada.
-¿Entonces?.
-¿Entonces? Si digo que no, me dislocas el hombro y sales como si nada. ¿Tengo opción?
-Si no quieres esperarme, vete a tu casa.
-Esta bien, te espero,- dice Tony al fin. -Pero como me dejes con la comida hecha…
-Tú no cocinas.
-Claro que si, mi especialidad es el Take-Out alla Tony. Y como me dejes con él servido…
Ziva sonríe y sacude la cabeza. Todavía está exhausta, le duele la cabeza y daría su ojo izquierdo por quedarse inmóvil en su sofá por el resto de la noche. Sin embargo se da cuenta de que se siente extrañamente alerta, como si a pesar del cansancio, una inyección de adrenalina comenzara a despertar su sistema nervioso.
-Voy a cambiarme,- anuncia sin moverse. Se dice que sólo un momento más, que necesita adueñarse del corto circuito que le pasa por el cuerpo para poder levantarse.
Mientras le llega el impulso, da un vistazo general a las fotografías. Se le ocurre que la intención de su padre era tal vez recordarle a Vance que ella no es de confianza. Que después de todo fue capaz de mentir a sus amigos, de matar a su hermano; de volverle la espalda a su país, a su historia, a su propio padre.
Decide entonces que a la mañana siguiente devolverá el sobre completo al director. Lo que Vance piense de ella la tiene sin cuidado, y si la quiere vigilar, a Ziva le da lo mismo. Sabe bien que a Gibbs le importa poco lo que digan un manojo de fotografías, que McGee y Abby no se enterarán nunca del gesto de su padre, que Ducky confía en ella de manera incondicional.
-¿Cambiaste de opinión? Porque podemos cenar temprano.- Tony la mira con una cara que casi parece de buen humor. Ziva lo conoce lo suficiente para saber que cuando regrese lo encontrará ahí, con la cena lista y la mesa puesta.
-No me tardo- dice poniendose en pie. -Quédate dormido esperandome, y te levantaré de una patada.- Con eso y una sonrisa, sale en busca del vestido azul. De repente la noche no se le hace tan escabrosa.
***
-Quieres algo de tomar?- Vance se da cuenta que Jackie lo mira preocupada. Notará que aún se siente incomodo.
-No te preocupes.
-“No es nada. Yo voy por otra agua mineral. ¿Te traigo una a ti?
-Está bien. Gracias, cariño.
A Vance no le extraña que apenas su esposa se aleja, otra persona se sienta a su lado. Lo que le extraña es que esa persona sea el Doctor Mallard.
-Doctor.
-Linda fiesta, ¿no?
Vance reconoce el sarcasmo del doctor y sonríe.
-Es una pena que Jethro no haya podido venir.
-Sí, imagino que lo estará lamentando en el alma. Pero ya se consolará con un nuevo bote.
-Tal vez. ¿Y Anthony? Pensé que él si vendría.
-Que DiNozzo haya decidido no venir, -dice Vance con alivio- ha sido un pequeño milagro a mi favor. Creo que hay alguien allá arriba que todavía me aprecia un poco.
-Un milagro, si. Un milagro muy particular.- Pero la voz de Mallard denota más sospecha que convicción.
A Vance le basta con seguir la mirada del doctor para darse cuenta por qué. En un rincón del salón, Eli David departe con un grupo de militares y ejecutivos de alto rango. Junto a él Ziva, radiante en su vestido azul, parece la agente bien entrenada que Eli siempre debió desear: erguida, atenta, seria y amable al mismo tiempo. Vance sabe tan bien como el doctor que ella es la santa a quien debe el milagro de que DiNozzo no haya aparecido en la cena. Aún si no hubiera visto las fotos de vigilancia del Mossad, tendría que ser ciego, sordo y estúpido para no darse cuenta que esos dos se traen algo.
Mirando de nuevo a Mallard, Vance nota que el buen doctor parece todavía fascinado con los David.
-¿Algo que quiera compartir, doctor?
-No, es solo que…El director David esta muy contento cantando victoria, como si hubiera ganado la partida a todos: a usted, a Gibbs, a su hija. Si yo fuera él…no estaría tan convencido.
Vance no puede más que asentir. Cuando vio las fotografías, creyó que el plan de Eli era tal vez doblegar a su hija, recordarle de manera poco sutil la pérdida de Rivkin, y que ella en NCIS siempre fue un instrumento más que un miembro del equipo. Sin importar cual era la intención original, Vance esta casi seguro que las cosas no salieron como Eli quería.
A lo largo de la visita de su padre, Ziva ha sido tan sumisa y contrita como dijo que lo sería con tal de que las cosas se calmaran entre las dos agencias. Se ha doblegado ante todos los deseos de Eli, comportándose siempre como una hija necesitada de cariño y aceptación; aceptó el vestido y asistir a la cena, y lo que es mas, Vance esta seguro que logró vender la idea de que su movida a NCIS se debió a un sentido de perdida personal. Al trauma. A que no se siente capaz de ser una oficial de Mossad adecuada después de lo que sucedió.
Todo eso fue acordado con anterioridad, el mismo Gibbs accedió a seguir el juego. Pero esta noche, además del acto de interés y sumisión, Vance no deja de presentir que hay algo raro en ella, un aire de dureza, una frialdad nueva en su mirada…algo que lo pone nervioso. Después de todo, la chica es una cobra entrenada y Eli no hace mas que tratarla como a un trofeo.
Un hombre en esa posición debería ser menos confiado.
-No la conoce- dice el doctor de pronto, como si adivinara los pensamientos de Vance.
-Será su hija, pero no la conoce.
Como dando por culminada su reflexión, el doctor Mallard sonríe, pide permiso, y se levanta para ir en busca de la señorita Sciuto y de McGee, quienes deben estar deambulando juntos por salón.
Aprovechando la soledad, Vance saca su teléfono del bolsillo y busca la foto que su hija se tomo el día de su último recital de música. Le parece que su niña esta creciendo demasiado rápido, que hace años que no la ve.
-Siento la demora, me encontré con tu agente McGee y su amiga la forense. ¿Abby, verdad?
Vance detiene a su esposa para que no se siente, y guardando el teléfono se pone de pie.
-Si, ésa es Abby. Cariño, ¿te importa si nos vamos? Quiero pasar por la casa antes de salir contigo. Dirás que soy un sentimental, pero me gustaría ver a los niños