Tema: 1# Inicio
Autor:
jandredPersonaje: Harold Sasamine, Jen Sasamine, Hicrok J. Shitta
Rating: NC-17 (sexo) I KNOW. Pero no se preocupen, no sé escribir gráfico *se encoge de hombros*. Tampoco es que sea una Porn!film
Tabla:
Inteligencia emocional.Advertencias: … *suspiro* Slash (hombre x hombre), sexo (semi non-con, casi) y violencia.
Dedicatoria: A
anonimoed (Kokoro), que sé que adora la pareja y que me ayudó, a pesar de que son mis propios pjs, a comprenderles. Y porque es un poco musa y me inspiró en muchas escenas.
Notas del autor: Esto es… angst. Puro. Y mucho Hik/Hald y Hald/Jen, avisados desde el principio. Es triste. Y es la razón de por qué Hald nunca ha aceptado a Sei, o sea, casi imprescindible para comprender a Hald y su relación con el chico.
Esto tomó un rumbo bastante inesperado a medida que lo iba escribiendo, porque Hicrok se me salió de control _-_ A ver, la canción es de Hinder y se llama By the way (Hinder es mi nuevo vicio), porque me recuerda mucho a ellos y a este fic, lo que pasó antes de que Sei naciera, pues. Recomiendo escucharla mientras se lee la escena en la que sale ^^u Varias veces, si no da tiempo, porque en la escena está puesto el repeat y… err, sí, me hago bolas.
Es lo más triste que he escrito en mi vida, aviso. Es rompedor, hasta para mí, me pegué una llorera monumental mientras lo escribía. Usagi, traúmate. Comentarios en la segunda parte, please, que es tan largo que he tenido que dividirlo *se suicida* Mañana retocaré el formato, lo prometo
IE: Inicio (I parte)
Cuando Harold se entera, no monta en cólera, no la abofetea, ni siquiera dice nada. Baja la mirada, por unos segundos, y respira profundo. La evade.
- Hald…
Ella suplica, le toma el rostro, le obliga a mirarla. Los ojos de Harold son más verdes que de costumbre. No brillan y, en el fondo, Jen puede ver algo. Decepción.
- ¿Por qué?
- … No lo sé. -, dice, se excusa, piensa en ella misma, piensa en por qué lo ha hecho. Apenas ha pasado una semana y aunque lo ha pensado, no tiene una respuesta.
Le ve negar con la cabeza y se extraña. Harold tiembla, fuerte, y parece que se fuera a derrumbar, pero no llora y Jen se pregunta por qué no lo hace. Por qué cuando el dolor le supera, Harold siempre lo esconde.
- ¿Por qué ha vuelto?
Es un susurro. Un susurro amargo y de nuevo oculta el dolor. Harold se rompe, no soporta, y se rompe. Lo puede ver, el verde que se apaga, el césped que se moja de rocío. Llora sin llorar. Retrocede, hasta que su espalda toca la pared, y se lleva la mano al rostro. Musita algo y Jen no es capaz de oírle. Respira. Rápido, profundo, uno, dos. Inhala, exhala. Trata de calmarse, de lograr que su cuerpo le pertenezca de nuevo.
- Dijo que se iría, lejos. Le dije que no volviera. Le dije que nunca le echaría de menos, que… -, por un momento, su voz desaparece, hueca, quedándose en algún punto entre su garganta y sus labios.- … le dije… Le dije que nos dejara en paz, Jen.
Siente culpa, se acerca despacio, le abraza. Le siente temblar, entre sus brazos, como un niño pequeño y, de pronto, Harold tiene catorce años, Harold es un niño y llora. Es un llanto silencioso, con los ojos perdidos en algún punto del suelo y sintiendo que las lágrimas no son suyas. Sus dedos se enredan entre las hebras rubias y acarician y buscan consolar, pero no lo logran y Jen se permite mirar al vacío durante un momento, mover los labios, susurrar.
- Hicrok dijo que… estaría en la ciudad, unos días más.
Busca la tarjeta del hotel entre los bolsillos y la desliza con cuidado en su mano, cerrándole el puño, permitiéndole arrugarla.Cuando se separan, Harold abre la mano, mira la tarjeta, largamente, en segundos que parecen volverse eternos. Jen mueve los labios, habla sin decir nada. Ve, por favor. A Harold le tiemblan los labios al hablar y está más pálido de lo normal.
- Gracias…
***
Se queda casi un total de diez minutos en la puerta. Apoyado en ella, sin decidirse a llamar. Y cuando se abre, no significa que lo haya hecho. Se aparta casi de un salto y se da la vuelta lentamente. Hicrok le mira, con unos ojos medio castaños, medio verdes, que siempre son altivos. Sonríe, no es una sonrisa tierna, pero no hay burla, y Harold lo agradece.
El puñetazo llega rápido, directo a su mandíbula. No logra contenerse y él mismo no entiende por qué lo ha hecho. Respira profundo, se contiene para no soltarle otro golpe. Hicrok se limpia la sangre del labio con el dorso de la mano y sonríe y musita algo que suena como ouch porque le duele al sonreír, porque la boca le sabe a sangre, porque le ha partido el labio. Porque duele.
- ¿Has terminado? -, pregunta, entrecerrando los ojos con peligro al mirarle.- ¿O vas a golpearme de nuevo?
- Lo siento… -, chasquea la lengua y su voz sale rasposa, como si la hubiera arrastrado contra el paladar. Porque no lo siente, porque quería golpearle.
Hald se pasa una mano por el cabello, despacio, se lo revuelve y lo vuelve a ordenar después. Varias veces y contiene las ganas de sacar un cigarrillo y fumar, porque no, porque lo había dejado. Hicrok sonríe -ouch-, de nuevo, le aparta la mano, porque eso es lo que Harold hace cuando está nervioso. Y se aleja. El rubio se aleja, de golpe, como un reflejo, como si le hubiera quemado su tacto. Hicrok mantiene la mirada fija y de pronto sonríe, de medio lado, porque le duele hacerlo.
- Ya veo. -, dice, dejando las palabras en el aire; es una pausa que se hace eterna antes de que vuelva a hablar.- Te enteraste.
Harold asiente, despacio, y retrocede, apoyando la espalda en la pared de enfrente, entre un par de puertas. Cincuenta y cincuenta y dos. Enfrente suya, Hicrok y el brillante número cincuenta y uno. Cierra los ojos, no quiere verle y es un segundo, mientras suelta un pequeño suspiro y baja la vista. No quiere verle.
- Dos años, Hicrok, dos años. -, musita. Su voz pierde fuerza medida que habla, la siente desaparecer, quebrarse y respira profundo porque siente que va a llorar, pero no quiere. Aprendió hace mucho a contener los llantos silenciosos, esta vez no será difícil. Porque no es Jen, porque no hay abrazo, no hay errores, no hay comprensión y no hay miradas. No habrá lágrimas. Y es fuego y quema y quiere gritar.- ¡¡Desapareces dos putos años y vuelves para hacerme esto!!
El segundo puñetazo va directo a la nariz y en realidad no mira hacia donde lo dirige. Sólo golpea porque quiere hacer daño, porque le duele, porque se ha largado durante dos años y porque cuando creía que lo estaba olvidando, cuando lo estaba logrando, vuelve. Porque Hicrok le ha roto y no sabe cómo recoger las piezas del suelo y reconstruirse.
Lo que ve es sangre, lo que siente es dolor. Hicrok le devuelve el golpe y cree que no es ni siquiera la mitad de fuerte que los que él le ha dado. Hicrok se acerca, le toma por los hombros, susurra peligrosamente cerca de sus labios y es un siseo -¿te crees que yo quería esto?-, le pega contra la pared, le arrincona y le quema, porque Hicrok es infierno.
Harold deja que le bese diez segundos exactos antes de empujarle lejos de él y limpiarse la boca.
- No juegues conmigo.
Es un siseo y Hicrok sonríe, burlón, se acerca más y no se limpia la sangre que aún se desliza por su rostro. El segundo beso sabe a sangre y a violencia y resentimiento. Sabe a lágrimas, sabe a dos años de dolor, sabe a todo lo que no ha sido. Y dura más.
- ¿Quién te dice que estoy jugando?
- Te conozco…
Por un momento, hay arrepentimiento. Hay dolor. Hicrok le besa, atrapa sus labios entre los suyos y lo hace despacio y pide perdón. Lame las lágrimas y lame la sangre, que sabe agridulce en su boca. Y Harold no corresponde, su mirada se pierde en el cincuenta y uno grabado encima de la puerta de enfrente.
- Me derrumbarás... y luego desaparecerás de nuevo.
La distancia que les separa es más que poca pero Hicrok la rompe. Entra la habitación, musita -pasa, idiota- y cierra la puerta cuando él entra. Harold le mira, fijo, y sonríe, levemente, porque no tiene fuerzas, y señala el mueblebar -¿puedo tomar una copa?-.
- Sírvete.
Busca entre las botellas, mirando las etiquetas por no más de diez segundos. Whisky, ginebra, algo fuerte que le ayude a olvidar todo. O, al menos, a reírse de lo que está pasando, porque aún tiene la sensación de que está soñando y todo acabará pronto y Hicrok ya no estará porque, en realidad, Hicrok nunca ha estado. Le ve desaparecer tras la puerta del baño y oye el grifo del lavabo. Agita levemente la copa, antes de llevársela a los labios y lo siguiente que sabe es que tiene una toalla mojada en la cabeza y la copa casi se le cae al suelo.
- Hicrok…
- Límpiate la sangre.
Harold asiente y lo hace despacio. El labio, sólo sangra el labio, piensa y cada vez es más presente la seguridad de que Hicrok no lo ha golpeado todo lo fuerte que podía, que ni siquiera quería hacerle daño y ha sido un acto reflejo.
- ¿Cuándo te vas? -, pregunta, dejando la toalla en la mano que Hicrok le extiende. Lo hace sin rozar, sin contacto y no se acerca demasiado. El silencio es incómodo, porque Hicrok se lo piensa antes de contestar y lo hace desde el baño, cuando tira la toalla al cesto del hotel para que se la lleve el servicio por la mañana.
- Supongo que… el martes, como muy tarde.
- Entiendo.
No, en realidad no lo entiende, pero su madre le enseñó que las mentiras piadosas siempre son mejores que la verdad en este caso. Se quedan en el umbral de un silencio que duele, un silencio que dice demasiadas cosas y casi todo son reproches. Hicrok pone música, no muy alta, porque es tarde y la luna ya está en lo alto, pero quiere, necesita ocupar el silencio. Camina al mueblebar, toma una botella, se sirve algo de vino blanco. Por un momento, no hay miradas y Harold puede repetir la canción en su cabeza para no sentirse culpable.
In the winding hours, I let your heart down again. Y le suena, la canción. Le suena a noches en La Casa de los Gritos, tocando el viejo piano, notas que se deslizaban solas cuando quería tocar un Réquiem y al final sólo salía eso. Le suena a las veces que estuvo en casa de Michael y le suena a cuando se escapó con Jen a pasar un par de días de acampada.
Le suena. A Hicrok, a todo lo que no fue y a las heridas que aún no han curado. What did I do to make a scene so gory?
A las heridas que permanecen y que algún día van a ser cicatrices. Porque se lo dijo, que le odiaría, que no le echaría de menos y quiere cumplir. Porque se lo juró a sí mismo.
No hablan. No se miran. Ambos cierran los ojos cuando se besan porque no quieren ver en qué se han convertido, cómo han acabado. Hicrok respira a milímetros de su rostro y la separación antes del segundo beso es de apenas unos segundos. Es culpa de la canción, piensa, porque trae demasiados recuerdos y porque no es la primera vez que la escucha. Porque la primera vez que la escuchó tenía quince años y le hizo gracia que Hicrok sacara de la letra una historia de amor tan trágica.
I’m no better than the ones before me resuena cuando desliza la camisa de Hicrok fuera de sus hombros y se asfixia entre el beso y no se atreve a cantar, porque se le va la voz entre respiraciones que se cortan a la mitad. No se atreve a cantar, porque duele -en el fondo, muy en el fondo, casi le gusta que duela, porque así sabe que Hicrok está cerca-.
Aprieta sus hombros, clava las uñas, lo hace fuerte y no forcejea cuando acaban cayendo en la cama y Hicrok sigue encima. Y piensa que se irá y que no hay manera de mantenerlo ahí. Aguanta el llanto silencioso, porque no hay otra manera y se aferra más a él, a su espalda, y lo mantiene cerca, porque no hay tiempo, porque se irá de nuevo. Old habits die hard. I always end up hating the end
Porque ha caído, otra vez, y no sabe qué hacer. Porque no es fuerte, porque se está rompiendo, porque los gemidos se ahogan en medio de las lágrimas cuando Hicrok recorre su cuello con su boca y baja más y una de sus manos se mete debajo de la camisa y acaricia. Respira profundo, porque el aire no llega, porque el aire se escapa. El martes, piensa, se irá el martes y el día le parece increíblemente cercano aunque aún estén a jueves. Hay una parte de él que quiere separar a Hicrok y largarse, no permitirle que le destroce una vez más. Y hay otra, que roza la locura, que sólo quiere mantenerlo cerca un poco más, aunque le rompa, aunque le haga daño y luego se vaya como si no hubiera ocurrido nada. What did I do make a scene so gory?
Hicrok lo destroza todo, porque es su manera de amar, de mantenerse. Y no importa si duele porque, al final, simplemente quiere pensar que no existe ese amor que le destroza tan hondo. El beso le roba el aire, porque no tiene fuerzas para resistirse, porque en el fondo quiere que pase. Y aún sabe a sangre. Hicrok suelta la corbata, desabrocha su camisa y uno de los primeros botones salta porque lo hace demasiado rápido. Enreda los dedos en el cabello castaño, atrayendo su rostro de nuevo, besándole él, porque no hay otra manera. I'm no better than the ones before me. El beso es salado, porque Hicrok lame las lágrimas que se deslizan hasta las comisuras de sus labios.
No sabe cuándo pasa, cuándo se deshace bajo sus manos, cuándo sus lágrimas dejaron de ser suyas y cuándo dejó de tener la fuerza suficiente para retenerlas. Cuándo pasó, cuándo sus gemidos y los de Hicrok se mezclaron y se alzaron por encima de la música. Hicrok se mueve como una serpiente, roza sus caderas, besa sus hombros y se desliza más abajo y él se arquea, gime y busca el contacto, acariciando las hebras castañas entre sus dedos. Y se repite que no hay otra manera y que nadie es capaz de retener a Hicrok demasiado tiempo. Que si quiere irse, él le dejará hacerlo y no importa si duele.
I'm in the middle of a breakdown, watching you scream. Él mismo le ayuda con la ropa. El cinturón va fuera, el gemido y el roce son inevitables cuando levanta las caderas para ayudarle a retirar el pantalón. Al final, ni siquiera importa, piensa y sólo es un segundo, porque todo lo que hay en su mente es demasiado difuso para que él mismo lo entienda del todo. Hicrok le besa, dominante, y le arrincona contra el colchón, le saca el aire y logra que se deshaga en su boca junto a los gemidos no llegan a cruzar su garganta. In the middle of a breakdown, screaming at me.
Tiene la sensación de que la temperatura del cuarto ha subido demasiado en unos minutos, mientras profundiza el beso y se le van las fuerzas. Hicrok se irá y se convence a sí mismo de que no importa, no le echará de menos, porque no le necesita y si le ama, es asunto suyo, puede con ello. Tiene a Jen, lo sabe, y sabe que lo de ambos es enfermizo, que Hicrok les destroza y aún así estarían dispuestos a seguirle al fin del mundo. Ya no más, se promete, pero no está seguro de poder cumplir su palabra. El gemido se ahoga en su boca cuando Hicrok se permite deslizar una de sus manos dentro de la ropa interior y alivia, de cierta manera. And by the way, by the way.
Le muerde, en el mentón, apenas aprieta y se desliza hacia abajo, por el cuello, hasta que llega a la clavícula y se entretiene lamiendo, deja marcas que se vuelven moradas cuando apenas han pasado dos minutos, porque su piel es pálida, como porcelana, como papel, y demasiado sensible. What made you think you'd have it your way? No tarda mucho en deslizar sus bóxers hacia abajo, sin desmasiada dificultad porque Harold mira al techo y respira profundo. Gime al sentir la presión que Hicrok hace con sus dedos sobre uno de sus pezones, casi jugando, tentándole. Gime, despacio, dejando que sea casi un suspiro que acaricia su paladar, gime con los labios entreabiertos, casi completamente rojos, que son una tentación en sí. And by the way, by the way.
Su mano se desliza lento, le masturba despacio -una tortura, eso es lo que es- mientras besa -muerde- sus pezones y trata de acordarse de dónde dejó los condones -y el lubricante, también- y al final dictamina que da igual. Don't say I didn't warn you that I'll always stay the same. El beso es lento. Lento, casi suave, y finge que teme romperlo bajo el tacto.
Speechless and frozen. Uncomfortable silence again. Al principio, resulta incómodo. Después, casi molesto. Y el dolor, al final, lo reprime. No grita, suelta un quejido con los labios apretados, cuando se aferra a él y busca más contacto, casi con desesperación y de repente no es Hicrok la persona que está sobre él, y aprieta los párpados y musita algo que le suena a papá, pero ni él mismo está del todo seguro, porque su voz es demasiado débil y ni él mismo se oye bien.
Todo lo real en esa habitación parece desvanecerse por momentos y todo lo que queda son respiraciones agitadas, gemidos y un ritmo casi frenético que tratar de marcar él mismo.
What did I do to make a scene so gory? I’m not better than the ones before me…
***
I'm in the middle of a breakdown, watching you scream. Aún siente que el aire no le llega a los pulmones cuando se decide a abrir los ojos y mirar directo al techo. Y la sensación no se va, como si quisiera recordarle que realmente Hicrok está ahí y se han acostado, han tenido sexo, en una habitación de un hotel que roza el lujo innecesario. Se pasa una mano por el cabello, se lo ordena y se limpia el sudor de la frente. Siente la boca reseca y cuando se levanta va directo al mueblebar y bebe algo de whisky, que le quema la garganta y no sirve de mucho, de cualquier modo. No sabe qué ha hecho, en realidad. In the middle of a breakdown, screaming at me.
And by the way, by the way. Hicrok sigue en la cama, respira agitado, sonríe y es como si hubiera ganado la batalla. Y de cierta manera es así, porque Harold se recarga con las manos sobre el mueblebar y la mirada baja y no tiene voluntad. Maldice con la voz entrecortada y musita algo, una oración, y pide perdón sin saber a quién o por qué lo hace.
- Al final has caído.
What made you think you'd have it your way? Hicrok es burlón y Harold le mira apenas de reojo. Asiente y sonríe, una sonrisa amarga, que se burla y se hiere a sí mismo. Se pasa el dorso de la mano por los ojos y limpia los vestigios de lágrimas. And by the way, by the way.
- No volverá a pasar.
- No, supongo. -, y hay algo en esas palabras que dice no te creo con una ironía dolorosa.
Don't say I didn't warn you that I'll always stay the same
Busca su ropa, a los pies de la cama. Se viste en silencio y sin mirarle y con dedos temblorosos se abrocha la camisa y vuelve a atarse la corbata, de espaldas a Hicrok porque no quiere verle, porque algo dentro de él se ha roto. Y quiere alejarse, marcharse de ahí y no volver a cruzarse nunca con él. Hicrok le rodea con los brazos, casi apresándole, de forma sorpresiva y le hace sentarse en el borde de la cama. Siente su pecho contra su espalda. Y respira contra su cuello y, cuando habla, es un siseo peligroso que le estremece por completo -¿vas a huir?-.
Battered and bruised, broken confused. Si no le aparta, es porque le faltan las fuerzas y sólo sigue con la mirada las líneas del parqué del suelo que cada vez se hacen más difusas cuando se le nubla la vista y contiene las lágrimas, porque, muy dentro, duele. Busca su voz, dentro de él, e intenta que salga a través de sus labios sin sonar demasiado afectado, porque de repente siente que su cuerpo no le pertenece y que su voz no va a obedecer. It's time we both knew, can't stop what I started.
- Yo… yo voy… -, respira profundo y aprieta los puños, atrapando las sábanas entre sus dedos. Hicrok recorre su cuello con la boca y succiona ligeramente, dejando un chupetón que no tarda en marcarse completamente morado en la piel pálida. Harold gime y aprieta los párpados y no va a llorar más. Respira profundo y trata de calmarse, soltando lentamente las sábanas.- Voy a superar esto, Hicrok. Me llevará tiempo, pero… te voy a olvidar.
This time we both lose, lose.
Es burla. Hicrok sonríe con burla y se separa un poco, alza una ceja y por un momento parece que se arrepiente. Pero sólo es un momento y Harold prefiere pensar que se lo ha imaginado. Finalmente, Hicrok le suelta y se deja caer en la cama, con suspiro y la mano sobre la frente. Y se ríe, apretando los labios, como si tratara de reprimirse. Harold le mira largamente y de alguna manera retorcida también encuentra la escena graciosa y apenas dibuja una sonrisa en la comisura de los labios. And by the way, by the way.
- No podrás.
Es una afirmación rotunda. Cínica, que busca herir y que sabe de sobra lo que ha causado. Harold entierra el rostro entre las manos y sonríe, amargo. What made you think you'd have it your way?
- Puedo intentarlo. -, y es un arrebato optimista, iluso, cree él, porque no lo va a lograr. Sabe que caerá derrotado incluso antes de intentarlo. And by the way, by the way. Y simplemente, sólo quiere alejarse de él, hacer lo sensato por una vez en su vida y acabar con todo de una vez por todas, porque dejarse llevar por arrebatos estúpidos no ha hecho más que hundirle en el hoyo cada vez más. Don't say I didn't warn you that I'll always stay the same.
La sonrisa sigue ahí y no sabe por qué, no del todo. Cuando hace ademán de levantarse, los brazos de Hicrok se cierran a su alrededor con algo más de fuerza y casi, casi desesperación. The same, the same, the same…
- Quédate… -, susurra, sisea y suena casi como una súplica en medio de una orden. I'll always stay the same. Battered and bruised.
No se lo piensa, en realidad, cuando asiente despacio, sintiendo que se muere y que su voluntad, toda, se la ha llevado Hicrok, lejos, tanto, que no va a poder recuperarla mientras él siga ahí. The same, broken confused, the same. Su mente está en blanco cuando toma entre sus manos el teléfono fijo de la mesita y descuelga y marca el número casi de manera automática. Cuenta los segundos. Uno, dos, tres, cuatro. Al quinto, la voz femenina de Jen resuena al otro lado -¿sí? Hald, ¿eres tú?-
I didn't warn you that I'd always stay the same...
- Jen, yo… -, la lengua de Hicrok serpentea por su cuello antes de que muerda y Harold contiene el gemido entre el placer y el dolor. Siente una de sus manos colarse nuevamente bajo su camisa y casi tiene que aguantar la respiración por unos segundos.- … No iré hoy a dormir, ¿bien?
No hacen falta excusas. Ambos lo saben.
La canción vuelve a empezar cuando sus dedos cuelgan el teléfono y finalmente, se deja caer en el abismo de nuevo.
In the winding down hours, I let your heart down again…
***
Bieeen, ahora publico la segunda parte, I promise!
Segunda parte