A ti, que ya no estás en mi vida,
que no eres insomnio,
ni agonia,
ni rugido,
ni locura esmerada por
conseguir un beso.
A ti... que eras quien me permitia,
quien me castigaba,
me arañaba,
me torturaba,
quien me hacia sentir como un
ciego en mitad de un atasco.
A ti, inventor de sueños,
de falsas esperanzas...
agitador de entrañas
y conciliador de mi
(
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