Curiosamente, cuando te conocí pensé en California.
En una habitación de pensión barata, en ducharnos para quitarnos la sal de todo un día en la playa y en comprar un helado de camino a alguno de los cines del Boulevard. En el calor de tu piel bajo las farolas del paseo.
Luego, cambié de idea y pensé en Londres.
En mirarte de reojo mientras
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