Título: Clue
Pareja: suho/chen
Clasificación: PG+13
Géneros: detective
Número de palabras: 500
Resumen: Un grupo de desconocidos no tan desconocidos se encuentra por motivo de una cena que realiza Mr. Body, cuyo body muestra muy arrogantemente. Mentiras. Secretos. Todo lo que nadie se podía esperar, ocurre. Joonmyun y Jongdae, también conocidos como Kim&Kim, es la pareja de detectives mejor pagada en el presente y son invitados a esa cena.
Notas: Prestar mucha atención al más mínimo detalle.
"Estimado Mr. Green,
Está cordialmente invitado a la cena organizada en la mansión Hill, final comarcal 41.
Sería ventajoso para usted que se presentara a esta cita porque un tal Mr. Body va a liquidar cierto asunto financiero confidencial y doloroso.
Firmado, un amigo."
Joonmyun conducía su coche hacia el lugar que la carta indicaba. Aquel sitio estaba en la periferias, bastante alejado de la ciudad. Conforme se aproximaba a la dirección, el paisaje comenzaba a ser más boscoso y oscuro y el cielo cada vez estaba más oscuro.
Se acercaba una tormenta.
Mientras tanto, el chico seguía dándole vueltas a cuál sería el motivo que tenía ese tal Mr. Body para querer que él y su compañero, Jongdae, fueran a esa cena. Todo el tema le daba mala espina, su sexto sentido de detective le decía que nada bueno ocurriría esa noche durante la velada, pero para descubrir qué secreto oculto reservaba esa misteriosa carta debía llegar a la casa, lo cual se estaba convirtiendo en un gran problema.
No tenía ni idea de hacia dónde estaba yendo.
De repente comenzó a llover. Al principio eran gotas débiles y pequeñas, pero en nada comenzaron a ser goterones que dificultaban la vista a Joonmyun. Por más que su parabrisas quitaba todo el agua al instante, tenía que estar casi pegado al volante para poder ver la carretera. Mal día para ponerse lentillas.
Unos metros después de una curva cerrada en la que había derrapado ligeramente, se encontró con un coche parado que tenía el capó levantado, echando algo de humo. Preocupado, paró como pudo al lado del vehículo y bajó un poco la ventanilla para ver si el conductor de ese viejo automóvil estaba bien. Al ver de qué coche se trataba, supo inmediatamente que era de su torpe compañero de agencia, Jongdae. Este abrió la puerta y reconoció a Jun. Salió rápidamente de su coche y entró en el Porsche 911 antes de mojarse aún más.
-Menos mal que has aparecido, Jun, a este paso no hubiera llegado a la cena nunca.
-Mira que eres tonto, Chen Chen. ¿Qué le has hecho esta vez a tu pobre coche? -dijo Joonmyun.
-¡No sé! Venía por aquí y de repente el tubo de escape empezó a hacer ruidos muy raros y preocupantes, así que paré un segundo y al abrir el capó, empezó a echar humo y ahí siguió, echando humo durante unos quince minutos hasta que has aparecido tú.
Ya era la tercera vez en una semana que le pasaba eso. Jun suspiró pensando en la torpeza de su compañero, pero no pudo evitar reír.
-Tal vez es hora de que lo lleves al taller, eh, no sería mala idea que lo revisaran.
-¡No! No me voy a gastar dinero en ese trasto. Por más que lo arregle, seguirá estropeándose.
-Mira que eres tacaño... -dijo Joonmyun sonriendo.
-¡No es tacañería! Solo ahorro.
Ambos se quedaron en silencio. Chen parecía pensar muy serio.
-¿En serio crees que soy tacaño?
-Hombre... Algo sí que eres.
-¡Esperaba que me dijeras que no!
-¿¡Cómo te voy a decir que no eres tacaño si me regalaste por mi cumpleaños una corbata y unos calzoncillos!?
-¡Pero si me dijiste que te gustaban y que no tenía que regalarte algo más caro!
-Sí pero es lo que se suele decir si no te gustan los regalos, ¿no?
-¡Pues que sepas que no te voy a regalar nada más por tu cumpleaños, eres un inconformista!
El camino era eterno, la carretera parecía no tener fin y la lluvia era cada vez más fuerte.
-¿Tienes la carta? -preguntó Joonmyun sin quitar la vista de la carretera.
-Sí. ¿Tú también la tienes?
-Claro, si no no sabría a dónde ir -la poca lógica de Jongdae a veces hacía imposible creer que era detective.
-Es verdad -dijo sonriendo, avergonzado-. ¿A ti también te llaman con un nombre en clave?
-Sí, pero no llego a entender por qué.
-Bueno, se ve que ocultar nuestra identidad va a ser algo indispensable esta noche.
Todo quedó silenciado tras un trueno estrepitoso.
-Eh, mira, creo que ya se ve algo parecido a una casa.
-¿Dónde? -preguntó Joonmyun, maldiciendo la hora en que se había puesto lentillas en vez de llevar las preciosas gafas que le regaló Chen por su aniversario.
-Allí, al fondo, la casa encima de la colina.
Jun comenzó a ver a lo lejos la colina que su compañero decía y, encima de esta, una casa. Cuanto más se acercaban, se apreciaba mejor la grandeza de esa mansión de aspecto tenebroso. A lo lejos, se oía el ladrido de unos perros.
-La tormenta parece ir cada vez a más... -comentó Chen, mirando por la ventana.
-Sí, parece que esta noche está todo planeado para ser misterioso.
Joonmyun sabía que no pararía de darle vueltas.
Y, entre relámpagos, la mansión parecía aún más terrorífica de lo que ya era. A Jun se le puso la piel de gallina mientras Jongdae tragaba saliva.
-¿Tienes miedo? -preguntó Jun.
-No, soy un detective serio.
Tras un silencio de unos segundos, empezaron a reírse pero, en el fondo, ambos tenían mucho miedo.
Al llegar a la puerta, se pararon y lo examinaron todo brevemente como hacían siempre.
-Al parecer tiene dos perros, están ahí -Chen señaló una pequeña caseta en cuyo interior había dos pastores alemanes, asustados-. Huelen a carne fresca, parece que su dueño no les maltrata. Tendrán miedo a los rayos.
Mientras él examinaba con la vista los perros y su alrededor, Joonmyun se centraba en mirar de arriba a abajo el pequeño jardín desde la entrada para no mojarse.
-Parece bien cuidado y regado.
-Además no hay polvo por ningún lado, todo está muy limpio. Para una casa tan grande tiene que haber por lo menos dos o tres criados.
-Mira -Joonmyun vio que el timbre era una vieja cuerda de la que había que tirar-, este timbre no es muy moderno que digamos.
-La puerta tampoco, pero la madera no es vieja. O ha sido renovada o la casa está construida intentando parecer vieja.
-Creo que ya tenemos información suficiente. ¿Tocamos?
Miró a Jongdae sabiendo las ganas que tenía de tocar el timbre y le incitó a que lo hiciera. El chico, al que le divertían las cosas más estúpidas, tiró de la cuerda, que tampoco era muy vieja, y escuchó cómo sonaba una tétrica campana anunciando su llegada. Se quedaron tensos, en silencio, esperando la llegada de su anfitrión. Solo se escuchaba el sonido de la lluvia y los truenos hasta que se escucharon también los pasos de alguien que se acercaba.
-Mayordomo -susurró Chen.
La puerta chirrió y un mayordomo algo joven apareció detrás, con una sonrisa enorme y reluciente.
-¡Muy buenas noches! Les estábamos esperando. Pasen por favor.
Parecía muy formal para la edad que aparentaba. Tenía una corta melena de rizos anaranjados que brillaban y bailaban con el viento tormentoso. Llevaba puesta una gran sonrisa y tenía unos ojos enormes que resaltaban escondidos entre los rizos.
Entraron en la casa y se sorprendieron al ver que el estilo vintage se mantenía, pero estaba todo tan limpio y cuidado que la casa no parecía nada vieja. Quien la limpiara debía estar obsesionado con tenerla impoluta.
-¿Me dejan sus abrigos, por favor?
-Sí, claro.
Jongdae y Joonmyun se quitaron los enormes chaquetones que les cubrían, impidiendo que el agua les empapara la ropa cara que se habían puesto para la ocasión, ropa que rara vez solían llevar. Preferían ir cómodos que elegantes, pero la situación requería ropa más formal. Mientras el mayordomo se alejaba, ellos aprovecharon para comentar cosas sobre él.
-¿Cuántos le echas? ¿Diecinueve? -a Chen le divertía adivinar la edad de la gente.
-Yo diría que veintiuno.
El chico colgó los abrigos en un pequeño armario que estaba enfrente de la puerta, algo alejado, y volvió hacia ellos. Para disimular, hicieron que se secaban los zapatos en el felpudo.
-Bienvenidos, Mr. Green y Mr. Plum.
Ambos se quedaron parados un segundo, mirándose mutuamente sin entender nada.
-¿Perdón? -preguntó Joonmyun, algo confuso.
-Sí, usted es Mr. Green y su amigo -señaló a Jongdae con la mano abierta-, es Mr. Plum. ¿No leyeron sus cartas?
-Claro que las leímos, pero no pensamos que esos apodos fueran a ser importantes.
-Nadie puede saber sus nombres reales, no pueden saber nada sobre ustedes -dijo mucho más serio-. Para ello utilicen estos apodos, espero que sean de su agrado y no les molesten.
El chico seguía sorprendiendo a los detectives con lo educado que era para ser tan joven, casi de su edad. Uno normalmente espera un mayordomo ajado y experienciado, pero no uno tan joven.
-¿Se conocen?
-No, no, para nada.
-Qué va, se me paró el coche a medio camino y este amable señor-
-Señorito -corrigió Jun, aguantando la risa.
-Este amable señorito me invitó a llevarme y me trajo hasta aquí.
-Muy amable por su parte, Mr. Green. Por favor, acompáñenme.
Le siguieron hasta una habitación en cuya puerta había un letrero que ponía "Despacho". Les abrió la puerta y pasaron a una estancia con las paredes convertidas en estanterías, llenas de libros. En el centro también había un mini bar y unos sofás, algo viejos. Al fondo, descansaban una mesa y una silla delante de un gran ventanal. Parecía dar unas buenas vistas pero en ese instante solo se veían nubes grises, gotas y rayos. Encontraron a otras cinco personas dentro. Cuatro hombres bien vestidos y un criado, todos de pie alrededor del mini bar, bebiendo lo que parecía coñac.
-Les presentaré -dijo el mayordomo antes de que nadie pudiera decir nada-. Mr. Green, Mr. Plum, estos son Mr. Peacock, Mr. White, Mr. Scarlet y el Coronel Mustard. Señores, estos son Mr. Green y Mr. Plum.
-Un placer -dijo Mr. White, al que el apodo le venía de fábula dado su tono de piel extremadamente blanquecino y su pelo blanco, evidentemente teñido. Además, tenía un ceceo muy divertido.
-Lo mismo digo -esta vez fue Mr. Scarlet quien habló. Destacó sobre todo su pelo rojo y sus ojos con forma de castaña y que parecían tener sueño por las pequeñas bolsas que descansaban bajo sus ojos. Le sobraba confianza.
-Encantado -Mr. Peacock, de piel morena, ojos oscuros y pelo castaño rizado, dio un sorbo a su coñac tras decirlo, pero se le vio en la cara que aún no se acostumbraba al sabor. Parecía muy joven.
El Coronel Mustard, en cambio, se quedó callado. Su mirada desprendía cierta inocencia que no era de esperar. Este daba la misma sensación que el mayordomo, era demasiado joven para ser coronel, pero recordó que no era más que un apodo que les habían puesto a todos. Joonmyun seguía juzgándole con la mirada cuando, de repente, el chico le dedicó una sonrisa tímida y destacó el pequeño hoyuelo que escondía. Definitivamente, no era coronel.
También se paró a mirar al criado, que desprendía un aura muy pura, llena de paz y armonía. Lo que más destacaba era su pelo rosa, un color poco común a ojos de Joonmyun. Además, su mirada estaba llena de brillo.
-Puesto que se les llama por un apodo, comprenderán ustedes que aquí a nadie se le mencionará por su verdadero nombre.
De repente, un sonido estrepitoso resonó por toda la casa. Era un gong. Algunos invitados se taparon los oídos y Mr. Peacock se asustó tanto que derramó su copa sobre Mr. White, que le miró con muy mala cara.
-Lo siento, soy bastante patoso -dijo mientras le secaba lo que podía con su pañuelo.
-Sí pues lleva tú mi Ralph Lauren a la tintorería -contestó fríamente.
Mr. White se fue mientras Mr. Peacock parecía triste y arrepentido.
Salieron del despacho y se encontraron al cocinero, que era el que le había dado al gong ya que tenía el mazo en la mano. Daba cierto miedo con los ojos tan abiertos, aunque Joonmyun luego se dio cuenta de que tenía los ojos así, parecía eternamente sorprendido.
-La cena está lista.
Llegaron al comedor guiados por el criado. Era bastante grande, muy espacioso y acogedor. En el centro se encontraba la mesa, no muy larga y con las esquinas redondeadas, preparada para siete personas.
"Claro", pensó Joonmyun, "falta el anfitrión".
Los invitados empezaron a escoger sitios y a sentarse después de admirar la grandeza y elegancia de aquella sala. Era poco común que un comedor estuviera tan bien decorado y ambientado. Al sentarse, Joonmyun y Jongdae se separaron y se pusieron en las esquinas opuestas, más lejanas, para estar apartados el uno del otro. Las sillas engañaban, como toda la casa. Parecían viejas, pero eran realmente cómodas y estaban en perfecto estado, sin ningún rasguño ni golpe. La insistencia en que la mansión tuviera esa imagen envejecida cuando era evidente que todo era nuevo irritaba a Jun.
-¿Y a qué viene todo esto, mayordomo? ¿Para qué es esta cena? -preguntó curioso Mr. Peacock.
-No debemos inquirir, señor, se vive para morir.
-¿Morir? -preguntó Chen.
-Solo le citaba a Alfred Lord Tennyson, señor.
-Yo prefiero a Kipling. La hembra de cualquier especie es más mortal que el macho.
Miraron en silencio a Mr. White sin saber qué responder. Este, intentando evitar el incómodo momento, cogió un plato de canapés y se lo acercó a Mr. Scarlet.
-¿Le gusta Kipling?
-A mí me gusta todo -respondió Mr. Scarlet con tono seductor.
Mientras los detectives inspeccionaban con la mirada cada centímetro de la estancia, el criado entró y comenzó a dejarles sobre su plato un pequeño cuenco de algo que parecía sopa.
Los invitados fueron servidos uno a uno y, cuando todos tenían ya su primer plato, atacaron como depredadores su sopa. Jongdae, sin embargo, se lo tomó con calma. Desde la otra esquina, Joonmyun pensó "qué raro, él y su eterna calma", sonriendo.
-¿No deberíamos esperar al anfitrión? -preguntó Mr. White.
-Yo le pondré algo calentito -dijo el criado, que no había hablado hasta ese momento.
-¿El biberón, querido? -preguntó Mr. Scarlet con sorna.
Se produjo un silencio algo incómodo solo interrumpido por los sorbidos de Mr. Peacock.
-Hambrientos, eh -dijo Mr. Scarlet, con cierto retintín.
-¡Es sopa de aleta de tiburón! Hacía años que no tomaba una -Mr. Peacock parecía disfrutar de la sopa de verdad.
Aunque Joonmyun, que estaba a su lado, no sabía si la disfrutaba o simplemente estaba muy hambriento, olvidando las formas. Dicho más vulgarmente, comía como un cerdo, casi derramando toda la sopa. Para él, que era de buena familia, educado y tenía -demasiados- modales, le resultaba asqueroso verle comer. Más de una vez casi manchó su ropa de marca y esto le molestó, pero por cortesía y entendiendo que el chico tenía hambre no le dijo nada e hizo caso omiso. Continuó comiendo su sopa, aunque siempre con un ojo puesto en Mr. Peacock -le pegaba más Mr. Pork- por si le manchaba un solo centímetro de su camisa de Armani.
Cuando éste terminó su sopa, se secó la boca y comenzó a hablar.
-Bueno, alguien ha de romper el hielo y lo haré yo. Estoy acostumbrado a ser el anfitrión debido al trabajo de mi exmujer y sé que es difícil cuando un grupo de nuevos amigos se reúnen por primera vez para conocerse, de modo que estoy perfectamente preparado para empezar a calentar el ambiente, aunque no tengo ni idea de qué hacemos aquí o qué hago yo aquí o qué es este lugar pero he decidido pasarlo bien y estoy muy intrigado. Por cierto, la sopa está deliciosa.
Todos, con la cuchara en la mano, se quedaron quietos, boquiabiertos, mirándole por todo lo que hablaba. Nadie esperaba que fuera así.
-Hey, Green y Plum. ¿Os conocéis? Habéis venido juntos -preguntó Mr. White para cambiar de tema.
Por el interés repentino y la cara que puso, parecía el típico hombre que se divertía con los temas del amor. Pero más que tener pinta de ver Sálvame o El Diario de Patricia, parecía ser público fiel de Millonario busca esposa.
-No, le encontré por el camino porque se le había roto el coche -dijo Joonmyun, seriamente-. Le he salvado el culo.
-Eh, tampoco te pedí que me llevaras, te ofreciste.
-Soy todo un caballero.
El resto de invitados rieron divertidos por la situación, pero parecían creer que no se conocían de nada. Incluso haciéndose pasar por desconocidos, el dúo dinámico seguía siendo un dúo divertido que causaba risas.
-Parece que el anfitrión aún no llega... -dijo Mr. Scarlet-. ¿Se habrá parado de camino para darse un gusto?
-¿Qué insinúas, que está en una cuneta haciéndose una paja? -Mr. White había pillado completamente la inditecta.
-Nunca mejor dicho, pero yo lo decía intentando no ser vulgar.
Joonmyun y Jongdae se miraron un segundo y con esa simple mirada ambos supieron que pensaban lo mismo. Esos dos chicos tenían o tendrían algo.
Pero era cierto que el anfitrión no llegaba y se suponía que era él el que había organizado la cena. El cuenco de su sopa de aleta de tiburón estaba ahí, en su sitio vacío, enfriándose. Aquello era muy extraño y Jun sabía que allí había gato encerrado.
-¿Reservado para nuestro anfitrión? -preguntó Chen, señalando el asiento que tenía al lado, el que presidía la mesa.
-No, para el séptimo invitado, Mr. Body.
-Creí que era nuestro anfitrión -dijo Jun.
-Y yo -respondieron el resto de invitados.
-¿Entonces quién es el anfitrión, mayordomo? -preguntó el detective, sacando ya conclusiones rápidas.
El mayordomo simplemente rió y se quedó callado.
Tras esto, el silencio inundó la sala. Joonmyun empezaba a construir historias en su mente mientras Jongdae, que aún no iba ni por la mitad de la sopa mientras los demás ya habían terminado, miraba al resto de invitados, juzgando sus reacciones. Algunos parecían contentos -aunque probablemente no fuera por esa noticia sino porque ya iban por el tercer vaso de coñac-, otros excesivamente inexpresivos. Mr. Peacock miraba a todos lados, esperando que alguien dijera algo para terminar con ese incómodo silencio, pero viendo que todos estaban callados, no dudó en comenzar a hablar sin parar.
-Y bueno... ¿Son de por aquí cerca o han venido de lejos? Yo la verdad es que he tenido que comprar un mapa porque no sabía ni siquiera que esto existía, además me eché una siestita, muy placentera por cierto, y no escuché el despertador a tiempo, por eso llegué de los últimos, aunque no es raro que se me queden pegadas las sábanas, siempre me pasa, lo de dormir es una gran afición para mí.
"Ahora es más tirando a Mr. Parrot".
-Aunque he de decir que antes del divorcio no dormía tanto, le prestaba más atención a mi mujer, pero como ahora no está en casa pues hago lo que me da la gana y duermo todas las horas que quiero, esto sí que es vida, no sabía que estar casado era tan horroroso hasta que he vuelto a estar soltero y vaya vida más buena que se pega uno, eh, sin controles ni nada.
-¿Entonces estás divorciado? -preguntó Jongdae, que parecía haberse quedado al principio de la frase y hacía caso omiso al resto.
-Sí, desde hace más de siete meses. Si pudiera, me hubiera pegado estos últimos siete meses durmiendo de golpe.
-Veo que te gusta mucho dormir. ¿Cómo es que no te duermes mientras haces el amor? -preguntó Mr. Scarlet, bromeando.
-¿Pero todas las preguntas que haces tú tienen que ver con cosas sexuales? -preguntó esta vez Mr. White, divertido por la personalidad de Mr. Scarlet.
-Mientras la mayor afición de él es dormir, mi mayor afición es copular.
-Típico vividor follador -pensó Mr. Peacock en voz alta mientras el mayordomo, que estaba al tanto de la conversación, recogía los cuencos de todos.
Lo peor es que a Mr. Scarlet ni siquiera le ofendió, simplemente sonrió haciendo ver que lo que éste decía era cierto y lo aceptaba.
Se llevó el plato de Chen sin que se diera cuenta, que aún no había terminado, y este se dio la vuelta.
-¡Eh! ¿A qué viene tanta prisa? Aún no he terminado -dijo cabreado.
Joonmyun reconoció ese tono aniñado que tanto usaba y con el que conseguía todo lo que quería.
-Y... ¿Tienes esposa, Mr. White? -preguntó Mr. Peacock.
-Sí, sí que tengo. O tenía.
-¿Y qué hace?
-Nada.
-¿Nada?
-Bueno, la pobre está tumbada boca arriba todo el día.
-Yo prefiero hacerlo boca abajo -respondió Mr. Scarlet.
Entonces un relámpago invadió la sala con su luz y su ruido, sorprendiendo a Mr. Peacock que esta vez derramó su bebida en el traje de Mr. Scarlet.
-Te parecerá bonito, Peacock. Ahora me debes un favor sexual.
-Lo-lo siento. La verdad es que soy muy patoso.
-¿Hablas del favor sexual? Bueno, los ha habido peores.
Enseguida el mayordomo y el cocinero comenzaron a sacar el segundo plato, que parecía algún tipo de carne refinada que solo los de alta clase comían. Iba acompañada de una especie de salsa contundente de color amarillo con unas setas alrededor. Todo muy pulcro y selecto.
A todo esto Joonmyun miró hacia adelante y recordó que frente a él se encontraba el Coronel Mustard, que no había articulado ni una sola palabra desde el comienzo de la cena mientras que los otros tres parecían ser muy habladores -y vulgares-. El chico notó que le miraba y le devolvió la mirada, acompañada de una pequeña sonrisa con hoyuelo de regalo. Era como un cachorrito.
Cuando el criado por fin puso delante de Jun el plato, que era el último por estar en la esquina más alejada de la puerta que conectaba con la cocina, este se dispuso a probarlo. Todos ya comían y parecían saborear muy bien la carne o lo que fuera. Estaban muy callados -lo que más le extrañaba era que los tres picos de oro no pronunciaran palabra, ya que hablaban como cotorras-.
-Este plato está delicioso -dijo Mr. White con la boca llena y manchada de la salsa amarilla por todos lados.
-¡Y que lo digas! Es mi plato favorito.
-¿Qué es? -preguntó Jongdae, que tenía cara de asco.
-¡Sesos de mono!
Joonmyun automáticamente dejó de comer y se mareó al pensar que se estaba comiendo el cerebro de un pobre mono, pero tragó enseguida.
"Tienes que estar alimentado para que tu mente trabaje bien, Joonmyun, tienes que comer", pensó intentando autoconcienciarse de que debía seguir comiendo. Al mirar fugazmente a Chen, le vio pálido. Le hizo un gesto de que comiera y el chico se negó, pero Jun señaló a su cabeza y enseguida entendió lo que quería decir. No tuvo más remedio que seguir comiendo, les esperaba una noche llena de misterios.
-Tienes que ser muy finolis para que tu plato favorito sean los sesos de mono, Peacock -dijo Mr. Scarlet, con su eterna sorna en la voz.
Cualquier cosa que ese chico de sonrisa traviesa dijera sonaba muy sarcástico. Era como si se estuviera riendo todo el rato de ti sin que te dieras cuenta.
-Era un plato que estaba acostumbrado a comer por el trabajo de mi exmujer.
-¿Ocupaba un cargo importante? -preguntó Mr. White, que seguía metido en su telenovela constante.
-Sí y gracias a eso nuestro matrimonio fracasó. Desde que llegó a ese cargo, apenas la veía.
Mr. White parecía disfrutar realmente de los desamores de los demás.
"Tal vez haya sufrido muchos desamores y se refugie en ver que las demás personas también han tenido muchos amores que han terminado trágicamente".
-Aunque ahora que soy gay la vida es más fácil.
-Confesión nocturna, eh, Peacock -Mr. Scarlet, que no se extrañaba como los demás de que de repente hubiera desvelado su verdadera sexualidad, mostró su sonrisa más juguetona.
"Este también es gay".
-¿En qué trabajas, Mr. Green? Venga, ¿cómo vamos a conocernos si no contamos nada de nosotros?
-Puede que él no quiera que usted le conozca -dijo Mr. White, cortante.
-No lo sé, pero si yo no estuviera intentando mantener la conversación, estaríamos aquí en un embarazoso silencio.
Joonmyun, que observaba los gestos y las expresiones de Mr. Peacock de cerca ya que estaba a su lado, había captado lo que le pasaba.
-¿Le temes al silencio, Mr. Peacock? -preguntó Joonmyun.
-Sí. ¿Qué? ¡No! ¿Por qué?
-Me parece que sí, sufres lo que nosotros llamamos necesidad de hablar -dijo Jongdae.
-¿Nosotros? ¿Qué eres?
"Mierda Chen, no metas la pata".
-Soy psicólogo.
-Entonces también eres médico -dijo Mr. Peacock.
-¿Lo es, Mr. Peacock? -preguntó Jun.
-Lo soy, pero no practico.
-La práctica perfecciona. La mayoría de hombres necesitan practicar -dijo Mr. Scarlet.
Jongdae puso los ojos en blanco, cansado de los comentarios del depravado sexual.
-Bueno, creo que el Coronel Mustard debería contarnos algo -dijo Joonmyun.
No iba a permitir que aquel chico siguiese teniendo esa aura tan misteriosa y a la vez dulce. Tenía que hacerle hablar para que mostrara su personalidad, como hacían -demasiado abiertamente- el resto.
-Yo le conozco -dijo Mr. Scarlet.
Bingo.
-¿Qué? ¡Y-yo a usted no!
"Perfecto. Se ha puesto nervioso".
-Sé que vive por aquí cerca. Le he visto a menudo, Coronel.
-¡Bueno, yo también he visto a Mr. Green y Mr. Plum! -recriminó el Coronel Mustard.
-¿Dónde? -preguntó Chen, sobresaltado.
-No diré dónde, pero sé que viven también por esta zona.
-Bueno, eso no podemos desmentirlo porque es cierto -dijo Joonmyun, muy tranquilo porque en realidad no vivían ahí.
De hecho vivían bastante más lejos, unos pueblos más allá.
"Buen intento, Coronel".
-Pero... ¿Eres coronel de verdad?
El Coronel tragó saliva fuertemente y bebió agua. Tal y como Jun pensaba.
-S-sí, sí lo soy.
El criado fue sitio por sitio, quitando cuidadosamente los platos con los restos de sesos de mono. Al final Joonmyun no había comido mucho, pero faltaba el postre.
-¿Entonces vivimos todos por esta zona? -preguntó Mr. White, dejando claro que él también vivía allí.
-No, yo no -negó Mr. Peacock.
-¿Y en qué trabajas?
-Bueno, creo que no es de su interés.
-En la ONU -dijo Jun.
-¿Cómo...? -preguntó Mr. Peacock, algo extrañado.
-Suposiciones... Y que lleva la identificación de la ONU asomando por el bolsillo.
Todos le miraron sorprendidos por ser tan perspicaz. Jongdae le miró y su compañero supuso lo que estaba diciéndole con esa mirada, pero Joonmyun no creía que fueran a descubrir que era detective. Simplemente pensarían que era un hombre muy observador.
-Bueno, sí, trabajo para una rama de la ONU, la OMS, Organización Mundial de la Salud.
-¿Y en qué estás especializado?
-Planificación familiar.
En ese momento, sonó la campana. Sorprendió a varios comensales, que tragaron saliva tan rápido que se atragantaron y comenzaron a toser. Mr. Peacock le daba palmaditas a Mr. White, entretenido, mientras Joonmyun veía cómo Chen tosía. Quería levantarse e ir a su lado, pero era evidente que no podía, su estrategia tenía que seguir. Se calmó al ver que Mr. Scarlet, por fin, le daba palmadas en la espalda también. Cuando levantó los ojos y le miró, Jun se disculpó con la mirada. Entonces se escuchó cómo el mayordomo abría la puerta y recibía a su nuevo invitado.
Todos miraron hacia el único asiento vacío que había. Era Mr. Body.
-Bienvenido a casa, Mr. Body. Estábamos esperándole ansiosamente.
-¿Por qué cierras la puerta con llave? Dame la llave.
-Antes tendrá que pasar por encima de mi cadáver.
-¿Se puede saber a qué viene todo esto? Tengo más asuntos que arreglar, Wadsworth.
-Déjeme el abrigo y el maletín, por favor.
-No, lo llevaré conmigo.
-Contiene pruebas, supongo.
-Sorpresas, amigo mío. Eso es lo que contiene. Sorpresas.
Los pasos cada vez sonaban más fuertes, ambos se acercaban. Al llegar al comedor, todo el mundo le miró. Era bajito y menudo, de pelo castaño y piel muy blanca. En vez de imponer respeto, tenía unos ojos brillantes con aire juguetón y travieso. Cuando esbozó una pequeña sonrisa arrogante, Joonmyun pudo leer su personalidad en las pupilas.
-Señores, les presento a Mr. Body.
-¿Qué están haciendo todos aquí?
-Están cenando.
-Buenas noches, soy Mr. Body. Es evidente por qué -señaló su cuerpo, muy seguro de sí mismo-. Espero que hayan disfrutado de la comida, yo en cambio ya he cenado.
El criado llegó con la sopa de aleta de tiburón sin escuchar lo que había dicho.
-No, puedes llevártelo, encanto.
-Señor. ¿Seguro que no quiere nada?
Joonmyun enseguida se dio cuenta de que el mayordomo, que parecía llamarse Wadsworth, era distinto con su amo que con los demás. Mientras que con todos era servicial, parecía ser más indiferente al hablarle al patrono, algo poco común en un mayordomo.
-No, Wadsworth.
Entonces Jun corroboró lo que pensaba. Mr. Body respondió a la proposición "amable" de su mayordomo muy distante y serio. Esa relación dueño-sirviente parecía muy dañada y Jun quería indagar en ella. La noche era larga y, probablemente, descubriera algo.
-¡Oiga! Exijo saber qué está pasando. ¿Por qué nos han hecho venir a este horrible lugar? -dijo Mr. White, enfadado y con el ceño fruncido.
Aunque por lo que veía Joonmyun, lo tenía siempre fruncido.
-En fin, creo que todos recibimos una carta. La mía dice: "Sería ventajoso para usted que se presentara a esta cita porque un tal Mr. Body va a liquidar cierto asunto financiero confidencial y doloroso. Firmado, un amigo".
-Yo recibí una carta similar -intervino Jongdae.
-Los demás también, ¿verdad? -dijo Jun.
-También yo recibí una carta -respondió Mr. Body, con tono divertido.
-Perdone mi curiosidad, señor, pero ¿su carta decía lo mismo?
-No.
-Entiendo.
El criado comenzó a dejar el postre a los comensales. Fresas con nata. Al dirigirse hacia la cocina, Mr. Body le dio una sonora nalgada.
-Estás irresistible hoy.
El chico, avergonzado, se puso rojo y se quedó callado. Siguió caminando como si nada hubiera pasado y entró en la cocina a por más postres. Cuando todos tuvieron las copas delante, comieron sin apenas hablar. Mr. Body les hacía sentirse aún más incómodos que antes ya que les miraba en silencio uno por uno, con esa sonrisa de lado tan arrogante que ponía a Joonmyun de los nervios. Odiaba a la gente creída y más a él.
Se quedaron en silencio y los invitados tomaron las fresas con nata sin decir nada.
-Realmente deliciosa, felicito al cocinero -dijo Mr. Peacock, con la boca llena de nata.
-Peacock, tienes semen en la cara -el chico moreno se limpió la cara lo más rápido que pudo y no dejó ni rastro, avergonzado-. Era broma, eh, no te lo tomes tan a pecho -Mr. Scarlet parecía pasárselo genial burlándose de todos.
Cuando Mr. Body vio que todos habían terminado, cogió su maletin y se levantó, pero los comensales siguieron sentados.
-Bueno, en ese caso para el café y las copas les sugiero que pasemos al despacho, donde nuestro anfitrión desconocido nos revelará sus intenciones.
-Siéntense, por favor.
Los invitados pasaron poco a poco y se fueron sentando en los sillones y sillas que había en esa sala.
-También pueden fumar, a algunos les vendrá bien relajarse.
Mr. Scarlet, que parecía más relajado que los demás, sacó un cigarrillo y lo encendió. Seguidamente se sentó en el sofá mientras el resto seguían de pie, sin saber qué hacer.
Joonmyun se sentó en un sillón en medio de la sala mientras veía que Jongdae se sentaba en una butaca algo más allá. Se cruzaron las miradas y Jun le dedicó una pequeña sonrisa casi imperceptible para que nadie se diera cuenta.
Mientras tanto, el criado servía bebidas alcohólicas a todos muy amablemente y se las llevaba hasta donde estaban. El Coronel Mustard fue directamente al mueble bar a pedirle la bebida.
-Un whisky -dijo intentando hacerse el duro, pero el hoyuelo le delataba-. ¿Cómo te llamas?
-No puedo decirlo, pero me puedes llamar Deer.
-¿Deer? ¿Ciervo en inglés? ¿Por qué?
-Sí, el primer carácter de mi nombre también significa ciervo y mis amigos me llamaban así.
-¿Ya no te llaman así?
-No es eso... Ya no hablamos.
El chico se quedó callado y su expresión se volvió triste. El Coronel dio un sorbo a su whisky, intentando desvergonzarse.
-Me gusta mucho tu pelo, parece chicle.
El mayordomo estaba tras la mesa de despacho, expectante, hasta que sacó un sobre. Ninguno de los invitados llegaba a leer lo que ponía el sobre por fuera.
"Para Wadsworth, se ruega abrirlo después de la cena".
Mientras lo abría, todos permanecieron en silencio. Se respiraba tensión en el ambiente, pero no sabían ni por qué. Lo abrió y sacó una carta.
-Señores, tengo instrucciones de explicarles lo que tienen en común. A menos que quiera usted hacer los honores, Mr. Body.
-¿Por qué yo? ¿Saben quién soy?
Joonmyun miró hacia atrás y vio a Mr. Body sentado en una silla que parecía más un trono, situado al lado de la puerta, más serio que antes.
-Usted nunca se ha dado a conocer, según creo -respondió Wadsworth.
-¡Es una trampa, sugiero que nos vayamos todos! -gritó Mr. Body de repente mientras se levantaba de su sitio y salía al vestíbulo.
-¡Lo siento, señor, no puede irse de aquí! -el mayordomo le siguió y el resto de invitados salieron delante de la puerta, sin saber qué pasaba.
-¿¡Que no!? ¿Quién va a detenerme?
Intentó abrir la puerta principal, pero estaba cerrada.
-No hay salida. Las ventanas tienen barrotes y las puertas están cerradas.
-¡Es un atropello, no puede secuestrarnos!
Los demás se alarmaron al ver que estaban encerrados en la casa y empezaron a gritarle improperios al mayordomo, que mantuvo la calma.
-Por favor, les ruego que vuelvan al despacho y les explicaré todo.
Mr. Body salió corriendo y Wadsworth fue tras él mientras los invitados entraban de nuevo en el despacho. Joonmyun, que entró el último, oyó unos ladridos de perro muy violentos. Por el tipo de ladrido, supo que se trataba de perros guardianes. No había manera de salir de esa casa.
-Señores, todos ustedes tienen una cosa en común: son víctimas de chantaje. Durante bastante tiempo han estado pagando lo que podían y, en algunos casos, más de lo que podían a alguien que les amenaza con descubrirles. Y ninguno de ustedes conoce al chantajista, ¿verdad?
Todos permanecieron callados.
-Muy bien. Ya que todos estamos en el mismo barco, se pueden revelar algunos detalles y tengo instrucciones de hacerlo.
El mayordomo le hizo un gesto al criado con la mano para que se marchara. Este dejó la bandeja con copas sobre la mesa y salió de la habitación, cerrando la puerta tras él.
-¿No cree que podría ahorrarnos esa humillación? -dijo Mr. White, muy serio.
-Lo siento.
El mayordomo se acercó lentamente a Mr. Peacock y sonrió al ver la cara de asustado que tenía, aunque era una cara que todos tenían. El miedo corría por la sangre de los invitados, sabiendo que sus mayores secretos serían desvelados esa noche y en ese mismo instante.
-Mr. Peacock... ¿O debería llamarle Doctor Kim? Psiquiatra especializado en la ayuda a paranóicos y homicidas que sufrían delirios de grandeza. Pero no ejerce la medicina en la ONU, ¿verdad? Le han retirado la licencia para seguir ejerciéndola.
-¡Qué fuerte! -dijo Mr. Scarlet-. ¿Por qué?
-¿Sabe lo que no pueden hacer los médicos con las pacientes?
-Claro.
-Pues él lo hacía.
Todos abrieron enormemente los ojos. Aquel chico joven ya no parecía tan inocente.
-Pero... ¡Lo dejé! Me equivoqué. Pero ese chantajista... No dejó de arruinarme la vida. ¡Intenté empezar de cero y no pude! El pasado me perseguía.
-¡Tienes el alma sucia, chico! ¡Aprovecharse de pacientes! -gritó Mr. White indignado.
-¿Se atreve a hacer juicios morales usted, Mr. White? -Wadsworth intervino rápidamente y se le acercó despacio-. Es peor que cualquier viuda negra. ¿Quiere contarnos por qué murió su última mujer? Explíquenos por qué está "todo el día boca arriba".
-¡Así que te dedicas a matar a tus mujeres! -gritó Mr. Scarlet-. Qué sexy.
-¿Cuántas mujeres has tenido? -preguntó Chen.
-Cinco.
-¿A cuántas has matado?
-...Ocho.
-¿¡Ocho!?
-Las otras tres no querían casarse conmigo porque descubrieron lo que hacía. Las tuve que matar para que se mantuvieran en silencio.
-Silencio mortal -pensó Joonmyun en voz alta.
-Bueno, pero... ¡Todo es culpa del chantajista! Maté a la primera porque era rica y no quería matar a nadie más, tenía dinero de sobra... Pero por culpa de todo el dinero que el chantajista me pedía, tuve que matar a otras para conseguir más dinero.
-¡Tan frío como para matar a mujeres por dinero! -exclamó el Coronel Mustard, que hasta ahora no había intervenido.
-Coronel... -el mayordomo fue hacia donde estaba-. Qué gran mentira tiene ese apodo, ¿no? Es evidente que no es coronel. Pero se lo puse porque se esconde bajo ese nombre, ¿verdad? No creo que trabajar en el comercio negro chino sea muy legal.
-¿Comercio negro chino? Pero si tiene cara de niño bueno -dijo Mr. Scarlet mientras encendía otro cigarrillo.
-Estoy en la misma situación que los demás. Cuando quise corregir el error que he cometido durante toda mi vida, el chantajista contactó conmigo y me amenazó... ¡Me amenazó con contárselo a mi buena y anciana madre! Si se lo dijera, moriría de un infarto. Y por eso he continuado con el negocio, para poder pagarle y que siguiera en silencio... No quiero hacerle daño a mi madre.
Para Joonmyun era triste ver cómo los motivos de todos salían a la luz. Pero no debía dejar que le ablandaran el corazón con comentarios que no sabía ni siquiera si eran verdad.
-¿Y él qué? -Mr. Peacock señaló a Jun.
-Yo... creo que no es tan grave como lo de ustedes, pero trabajo para el gobierno y soy homosexual. El chantajista me descubrió y he tenido que pagarle sumas desorbitadas simplemente para que no me descubran y perder mi empleo...
Joonmyun intentó hacerse el arrepentido y funcionó, ya que los demás se lo creyeron todo.
-No creo que seas el único homosexual aquí, querido -dijo Mr. Scarlet.
En realidad no tenía nada que ver con el chantajista, era Jongdae el que le había avisado para que asistiera a la cena y, más adelante, le llegó la carta. El mayordomo ojeó los papeles que tenía con todas las pruebas, extrañado. Jun temía que descubriera su mentira, pero por suerte dejó de mirar preocupado los papeles.
-¿Alguno no se arrepiente? -preguntó Wadsworth, viendo que la situación se repetía.
-Yo -respondió Mr. Scarlet-. Llevo un hotel y una línea de teléfono para señoritos y señoritas que se sientan excesivamente solos.
-¿Un local de prostitutas?
-Y prostitutos. Intentaba no decirlo vulgarmente, White -dijo sonriendo.
-Un burdel -dijo Jun.
-Sí. Y no me arrepiento porque es una las profesiones antiguas que se llevan haciendo toda la vida.
-¿Y no nos va a hablar de los jóvenes inmigrantes a los que obliga a trabajar para usted, Mr. Scarlet?
-¡Te debería de dar vergüenza! -gritó el Coronel Mustard.
-Bueno, a ver, desde que se enteró el chantajista intenté despedirles pero muchos se quedaron porque sabían que no encontrarían otros trabajos sin tener papeles. ¡Así que les estaba haciendo un favor!
-Vale, ¿y la gente de la que se aprovechaba para conseguir dinero?
-No me arrepiento de nada. Lo hice por el chantajista, nada más.
Jun puso los ojos en blanco. Era orgulloso a más no poder. Chen sonrió al verle, sabía de sobra lo que le molestaba la gente así.
-¿De qué se ríe, Mr. Plum? No creo que precisamente usted tenga motivos para reírse.
Jongdae palideció. Joonmyun se extrañó.
-Traficante de drogas y cliente fijo en el local de Mr. Scarlet. Al parecer pagaba al chantajista para mantenerlo en secreto y que no se enterara el amor de su vida, ¿no?
Chen parecía apagarse como una bengala, perdiendo todo brillo en los ojos y la sonrisa. No pudo pronunciar palabra hasta que, de repente, cogió una gran bocanada de aire.
-Intenté rehacer mi vida. Hice la carrera de Crim... Psicología -parecía que le faltaba el aire, respiró y se quedó callado. De repente, suspiró-. Pero seguía enganchado a las drogas... Así que, en secreto, iba al local de Mr. Scarlet para conseguir drogas. Pagué al chantajista con la fortuna que hice traficando drogas... De todas maneras quería deshacerme de ese dinero sucio.
Jun, al oír todo eso salir de su boca, sintió que su vida había sido una mentira. Todo su amor era para alguien del que no conocía su pasado. Parecía que se derrumbaría en cualquier momento.
"Soy un detective. No puedo juntar lo personal con el trabajo".
-Y nos queda Mr. Body -el mayordomo le miró con picardía-. ¿Y él qué ha hecho? Chantajearles a todos ustedes.
-¡Escúchenme un momento, por favor! -gritó Mr. Body, antes de que todos empezaran a gritarle e insultarle.
Abrió su maletín, sacó unas cajas con un lazo violeta y las repartió. Todos se sorprendieron pero comenzaron a abrir las cajas. Joonmyun abrió la suya y vio que tenía un puñal. Miró al resto y vio lo que tenía cada uno: Mr. White una soga, Mr. Scarlet un candelabro, Mr. Peacock una pistola, el Coronel Mustard una llave inglesa y Jongdae una tubería.
-Cada uno de ustedes tiene en sus manos una posible arma mortal. Si me denuncian a la policía, ustedes también serán descubiertos. Me encargaré de ello ante el tribunal. Pero si uno de ustedes mata a Wadsworth ahora nadie lo sabrá excepto nosotros siete. Tiene la llave de la puerta de entrada y dijo que antes había que pasar por encima de su cadáver. Sugiero que aceptemos su oferta. El único medio de evitar que salgan ustedes en los periódicos es matando a Wadsworth... ¡Ahora!
En ese momento apagó la luz. Jun se quedó quieto hasta que oyó un disparo y se tiró en el sofá, cubiéndose la cabeza. De repente, se encendieron las luces. Las había encendido Mr. Peacock. Jun se levantó y vio un cuerpo bocabajo en el suelo. Era Mr. Body, muerto.
-¡Oh dios mío! -gritó Mr. Scarlet, asustado.
Mr. Peacock, que como todos sabían era médico, se acercó al cadáver y le tomó el pulso.
-Está muerto.
-¡Usted tenía la pistola! ¡Le ha matado usted! -gritó Mr. White.
El médico le dio la vuelta al cuerpo y vieron que no le había llegado ninguna bala.
-¡No he sido yo! ¡Alguien me ha intentado sacar la pistola y ha disparado!
-¿Entonces por qué está muerto? -preguntó el Coronel Mustard.
-Más bien, ¿quién le ha matado? -aclaró Wadsworth.
-Tampoco tiene ningún golpe... -dijo Joonmyun-. ¿Qué puede haber sido?
Mr. Peacock cogió una copa de coñac que había sobre la mesa y se la bebió de un trago. Mr. Scarlet abrió mucho los ojos y le señaló.
-¡Pudo haber muerto envenenado!
El moreno soltó la copa y empezó a gritar.
-¡No quiero morir! ¡Soy muy joven para ello!
Mr. White fue hasta él y le pegó un cachetón. Este se tranquilizó y se sentó en el sofá.
-Si estuviera envenenado, ya estarías muerto -dijo Chen, que parecía haberse recuperado un poco.
De repente, se oyó un grito de muy cerca, proveniente de la habitación de al lado. Parecía la voz del criado. El Coronel Mustard salió corriendo el primero y los demás tras él. Llegaron a la biblioteca y el criado se tiró a los brazos del Coronel, llorando a lágrima viva.
-¿Qué ocurre, Deer? -susurró Mustard mientras intentaba calmarle con un cálido abrazo.
-Me-me he asustado... Yo también bebí coñac... Pensé que me iba a morir...
-Tranquilo, si Peacock no ha muerto, tú tampoco -dijo Mr. Scarlet sonriendo pícaramente.
-Volvamos al despacho -dijo Jun.
El Coronel Mustard se separó del criado, pero cuando fue a caminar este le agarró de la mano, aún asustado. El chico le estrechó la mano y esbozó una pequeña sonrisa con hoyuelo, intentando tranquilizarle. Joonmyun, que contemplaba la escena, sentía que era todo tan bonito que vomitaría arcoiris en cualquier momento.
Al llegar al despacho, Wadsworth se sentó en la butaca, decaído.
-No era lo que yo pretendía...
-¿No es lo que pretendía? Osea que no es el mayordomo -dijo Joonmyun.
-No soy el mayordomo. Pero soy mayordomo. Era su mayordomo.
-Pero si le ordenó que nos invitara a su casa, ¿por qué llegó tarde? -preguntó Jongdae.
-Yo les invité y yo escribí las cartas. Todo fue idea mía.
-¿Por qué nos invitó a reunirnos con Mr. Body? ¿¡Le ayudó usted a chantajearnos!? -Mr. Scarlet casi pegó a Wadsworth pensando que le había ayudado, pero Mr. White le paró.
-¡De ningún modo!
-Será mejor que se explique -dijo White, aún agarrando a Mr. Scarlet.
-Por favor, les ruego que se sienten. Cuando les conté que era su mayordomo les dije en parte la verdad. Fui su mayordomo. Pero no ha sido su muerte esta noche lo que ha acabado con mi empleo.
Mr. Scarlet, algo más tranquilo, encendió su tercer cigarrillo y dejó el candelabro sobre la mesa.
-¿Cuándo acabó? -preguntó Jun, interesado por todo esto.
-Cuando mi mujer decidió poner fin a su vida. También a ella le hizo chantaje este hombre odioso que ahora llace aquí muerto. Él odiaba a mi mujer por la misma razón que les odiaba a ustedes. Decidió utilizar las informaciones y sacar un buen dinero de ellas. Yo también era su víctima. O lo era mi mujer.
-¿Nos odiaba? -preguntó Mr. Scarlet.
-Era un hombre obsesionado con convertirse en el héroe de la nación. Intentaba barrer la escoria. Típico de cualquier superhéroe de los dibujos animados.
-Chantajear no es digno de un héroe -susurró Jun.
-El caso es que... No teníamos dinero y el precio de su silencio fue trabajar gratis para él como sus esclavos. El suicidio de mi mujer se grabó en mi mente.
El mayordomo comenzó a llorar. Lágrimas de mentira para Joonmyun.
-Y decidí poner a Mr. Body entre rejas.
-¡Pero si está muerto! -gritó Mr. White.
-Hay que encontrar al asesino -dijo el Coronel Mustard.
-A lo mejor no ha sido ninguno de nosotros -Jun intentaba que toda aquella situación volviera a la normalidad para poder pensar tranquilamente en qué podía haber pasado.
Dejó el puñal encima del sofá, no quería hacerse daño por sostenerla. Era demasiado torpe.
-¿Quién pudo haber sido? ¿Quién más hay en la casa? -preguntó Chen.
-Solo el cocinero.
-¡El cocinero!
parte 2>>>