Masterpost ***
Today we escape
Exit music (for a film). Radiohead, 1997.
17.
Los ojos verdes están fijos en la ventana, pero no observan los jardines, ni los faroles, ni las casas fotocopiadas de Privet Drive. Miran hacia adentro (miran hacia atrás).
Harry Potter ya no es el niño delgado que arrastra camisetas demasiado grandes y soporta el abuso sin quejarse. Está a punto de cumplir 17, lo que en su mundo (el mundo de la magia, las profecías y los señores tenebrosos) lo convierte casi en un adulto. Y aunque muchos opinan que 17 es demasiado pronto para soltar adolescentes al mundo, en este caso la ley no se equivoca. Con un destino marcado en la frente y demasiada muerte a sus espaldas, Harry es un hombre de casi 17 años.
Queda menos de una semana. La Orden lo tiene todo planeado. Un contingente viene a buscarlo para ir de incógnito a la Madriguera, donde se esconderá hasta que empiecen las clases. No es que vaya a servir de mucho. Harry sabe que no es el único esperando su cumpleaños. La mayoría de edad significa librarse para siempre de los Dursley, pero también significa perder la protección ancestral que lo mantiene a salvo. Es una de esas paradojas cósmicas que solo hacen gracia cuando le pasan a otros.
Aunque no tiene mucho contacto con la comunidad mágica, es imposible ignorar que Voldemort se hace más fuerte cada día. Que la casa de Privet Drive está vigilada. Que la Madriguera no es segura. Que Hogwarts ya no constituye ninguna garantía. Que la Orden no puede protegerlo. Que lo intentará hasta la muerte.
Esto último, sobretodo, lo llevó a tomar la decisión que lo mantiene frente a la ventana, los ojos fijos en nada. Llegará a la Madriguera, como está planeado. Y saldrá de allí antes de poder convertirse en un peligro para nadie. Para cuando cumpla los 17, ya estará buscando horrocruxes donde nadie pueda seguirlo.
No se lo ha contado a nadie (y de alguna manera, eso hace la decisión más definitiva).
En el baúl que este año no llevará a Hogwarts está el álbum de fotos de sus padres, unos pergaminos enrollados, tinta y plumas, sus libros, algo de ropa, el giroscopio que Ron le regaló en cuarto y la Saeta de Fuego que Sirius le dio en tercero. La jaula de Hedwig va sobre el baúl cerrado. No lo necesita todo, pero necesita saber que no deja nada atrás. En la habitación quedan superficies vacías y un pequeño montón de ropa demasiado grande (recuerdos de una vida que nunca fue suya).
Van a llegar en cualquier momento.
Sobre el viejo escritorio de madera, el búho blanco se sacude las plumas y suelta una carta.
- ¿Hedwig? ¿Por dónde entraste?
Hedwig se ha vuelto experta en evadir la vigilancia de los mortífagos, y siempre lo sorprende con algún truco nuevo. Voltea la cabeza y se hace la desentendida. Harry sonríe.
La carta es de Ron. Tiene dentro una tarjeta de Magos Famosos (de esas que vienen en las ranas de chocolate), y es de lejos la carta más rara que haya recibido nunca.
Hey, Harry.
¿Cómo va todo con los muggles? ¿Se portan bien?
No puedo darte detalles, pero Moody tiene un plan, así que no te preocupes. Pronto estarás con nosotros. Mamá dice que puedes quedarte con el cuarto de Fred y George, y está emocionada con la idea. Cuando le pregunto cuál es la diferencia entre éste y cualquier otro verano que pasas aquí, dice que soy un insensible. Mujeres. Están todas locas.
Vuelve a leer el párrafo, porque no se lo cree.
¿Qué tiene Ron en la cabeza? ¿No sabe de la vigilancia del correo? ¿Y desde cuando la Orden lo deja enviar cartas como ésa?
Respira hondo y sigue leyendo.
Hablando de eso, Hermione ya está aquí. No quiere escribirte por miedo a decir algo que delate el plan, ya sabes cómo se pone. Por lo menos no está obsesionada con los EXTASIS (todavía). Supongo que la guerra tiene algunas ventajas después de todo.
Estaba pensando que éste es nuestro último año en Hogwarts y me puse a ver cosas de cuando éramos chicos. ¿Te acuerdas de esta tarjeta? Es la que encontraste en tu primera rana de chocolate, ¿verdad? ¿La que te regaló Neville la primera noche en Gryffindor?
En todo caso, pensé que querrías tenerla.
Nos vemos pronto,
Ron
Desde la tarjeta, un mago de bigote en punta parpadea expectante. Harry hace una mueca de incomprensión.
Edgar Stroulger
1703 - 1798
Inventor del chivatoscopio
- Lo siento,- le dice a Stroulger, por decir algo.- Creo que Ron se equivocó.
Stroulger le clava una mirada inquisitiva.
- Verá, mi primera tarjeta era de Dumbledore,- dice, sin tener muy claro por qué le da explicaciones a una tarjeta coleccionable.
Pero Stroulger sonríe como un maniaco y le hace gestos para que siga. Y tal vez solo porque no es posible que Ron se haya olvidado de eso, Harry sigue.
- Tampoco la encontré en el dormitorio de Gryffindor,- dice,- fue en el Expreso de Hogwarts.
Entonces Stroulger guiña un ojo, resplandece un segundo, y allí está Albus Dumbledore, con su barba blanca y sus ojos chispeantes, sonriendo desde el marco pentagonal. Parece que mueve los labios y la imagen cambia para mostrar las palabras Permíteme unas preguntas y ¿Cómo te hiciste amigo de la señorita Granger?
- La salvamos de un troll en el baño de niñas,- responde Harry, atónito. Luego sonríe, porque ésa es una pregunta cuya respuesta solo conocen otras dos personas. Una es la bruja más brillante de su edad y el otro es un experto en llevar al enemigo al jaque mate.
¿Qué regalo único recibiste en tu primera navidad en Hogwarts?
- La capa de invisibilidad.
¿Qué hiciste con la poción Felix Felicis?
- Fui a ver a Hagrid y obtuve el recuerdo de Slughorn.
Una vez más, la tarjeta resplandece. Dumbledore se ajusta los lentes y dice Muy bien, Harry y Ahora necesito que jures solemnemente.
Coge la agarradera del baúl con una mano y la carta con la otra. Aguanta la respiración.
- Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.
Y una fuerza conocida lo succiona en diagonal a través del espacio.
*
Cae sin mucha gracia y sus lentes salen volando. Odia los trasladores. Pero en este momento tampoco importa mucho, porque...
Esto no es La Madriguera.
Se pone en guardia, la mirada borrosa. Afortunadamente, la incertidumbre no dura mucho. Una voz conocida grita “¡Harry!”, dos brazos se le cuelgan del cuello, una melena castaña le tapa la vista y alguien le alcanza los lentes.
Detrás de Hermione, Ron sonríe de oreja a oreja.
No está en la Madriguera. Pero está en casa.
- Hola, Harry.- Tonks lleva el cabello encendido como una antorcha rosa. Va del brazo de Lupin, que asiente a modo de saludo. Sigue bastante demacrado y no pierde ese aire melancólico suyo, esa mirada que se posa en Harry pero parece estar viendo a una persona distinta, en un mundo lejano.
- Vamos, nos están esperando.
Solo entonces se da cuenta de que están parados en un pasillo y de que un troll en tutú hace giros frente a él.
- ¿La Sala de Menesteres?
- Es el lugar más seguro,- explica Lupin.- Incluso si los mortífagos pudieran entrar al castillo, tendrían que saber exactamente qué pensar para que la puerta aparezca.
Tiene sentido.
- Y tampoco es que podamos ir a la Madriguera,- agrega Ron, sonriendo satisfecho- considerando que en este momento todos los mortífagos piensan que estás allí.
Harry sonríe también, recordando la carta.
Nunca desconfíes de Ron.
Lupin cruza el pasillo tres veces y aparece una puerta enorme. Dentro hay un salón amplio, con numerosos estantes y una mesa redonda en la que se sienta, hasta donde Harry puede ver, toda la Orden del Fénix.
- No, el “efecto mariposa” es solo una teoría,- oye decir a alguien cuando se abre la puerta.- Pequeños cambios en la línea del tiempo...
- ¡Harry!- El grito apaga la discusión y dos brazos como troncos lo levantan del suelo.
- Ho… la… Ha… grid.- Los brazos enormes lo sueltan, pero antes de que pueda recuperar la respiración, tiene a Molly Weasley encima.
- ¡Harry! ¿Estás bien? ¿Tuviste algún problema?
- Molly, cariño, deja respirar al pobre chico.
Moody tose y se dirige al grupo.
- Muy bien, ya que estamos completos será mejor que empecemos. Bienvenido, Potter. Toma asiento.
Molly y Arthur vuelven a su lugar, junto a Bill (mucho más recuperado, pero aún cubierto de cicatrices). Ron y Hermione se sientan uno junto al otro, igual que Lupin y Tonks. Harry toma el asiento vacío entre Ron y Lupin, y se le ocurre que no parece una casualidad, que cada quien está ocupando el lugar que suele ocupar (y ése que queda vacío es el que estaban guardando para mí).
Recuerda su primera reunión con miembros de la Orden, exigiendo respuestas en la cocina de Grimmauld Place. Todo ha cambiado en dos años. Si bien Moody es un Auror experto, no puede dirigir esto solo, y lo sabe. La Orden tiene una cabeza nominal, pero es claro que ahora se apoya más en cada uno de sus miembros (incluso en aquellos no reconocidos, que, piense lo que piense Molly Weasley, ya no son ningunos niños). Fueron Ron y Hermione quienes desarrollaron el plan para traerlo a salvo, y la Orden confío en ellos. En contraste con aquella reunión, de respuestas forzadas y 'filtradas', esta vez la Orden lo espera para iniciar una reunión respecto a su propio futuro. En contraste con las reuniones que oía a escondidas con orejas extensibles, aquí es un adulto.
- Muy bien,- dice Moody,- ésta es la situación. La protección que mantiene a Potter a salvo está a punto de desaparecer, y Voldemort lo sabe. Como aprendimos en junio,- agrega gravemente,- ningún lugar es lo bastante seguro. La Orden se ha estado preparando para este momento desde hace mucho, pero las soluciones viables han sido pocas. Dumbledore, sin embargo, parecía optimista. Y hace poco descubrimos por qué. ¿Minerva?
McGonagall desdobla un pergamino.
- Hace casi un año el profesor Dumbledore me entregó esta carta, diciendo que ya estaba viejo y no quería dejar cosas en el aire.- Su voz es triste y pequeña, muy distinta a la voz decidida que Harry está acostumbrado a oír en clase de transfiguración.- Me pareció una tontería y le dije que no era el momento de pensar en esas cosas.- Respira hondo, se aclara la garganta y lee con voz más decidida.
Queridos amigos:
Si esta carta ha llegado a sus manos, es porque ya no puedo acompañarlos.
Lamento grandemente haberlos abandonado cuando mi presencia era todavía necesaria, y solo espero que mi partida haya servido para que otros puedan estar aquí hoy.
Además de las muchas cosas personales, que espero haber aclarado en vida, hay asuntos de importancia para la Orden que debo tratar.
Me preocupa principalmente la seguridad de Harry. Ha crecido mucho en este tiempo. Es un joven valiente y responsable, y no tengo dudas acerca de su capacidad como mago. Sin embargo, el peligro que lo acecha es demasiado grande. Requiere de más tiempo para aprender y prepararse.
Pensando en eso fue que recuperé un viejo artefacto de entre mis recuerdos. Querida Minerva, supongo que podrás reconocerlo. Está en perfecto estado, sorpresivamente.
La profesora McGonagall mira de reojo la cadena dorada que descansa a su lado, de la cual cuelga un pendiente verde.
Como podrás observar, es un salto de 20 años. Sé que el momento no parece el más seguro y que el peligro de alteraciones en la línea del tiempo es alto. Sin embargo, tengo plena confianza en los viajeros y su capacidad para tomar las decisiones correctas. Yo mismo estaré esperándolos en Hogwarts.
Sé que es una salida peligrosa, pero tiempos desesperados reclaman soluciones insólitas, y todo ha sido planeado con el mayor cuidado.
Este agujero en el tiempo le dará a los viajeros la oportunidad de prepararse para el enfrentamiento en un ambiente seguro. Y, por ahora, eso es lo más importante.
Me despido de ustedes, mis queridos amigos, no sin antes recordarles que la guerra que peleamos no es una guerra de hechizos y maldiciones, sino una guerra de la mente y el espíritu. No se dejen contaminar por la oscuridad que combaten. No se dejen vencer.
Solo el amor, mis queridos amigos, vence a la oscuridad.
Albus Dumbledore
*
Stand by me (nobody knows the way it’s gonna be)
Stand by me. Oasis, 1995.
- ¡Es una locura! Harry ni siquiera ha cumplido 17, ¡no pueden mandarlo solo a otro tiempo!
- De hecho, Molly,- dice la voz calmada de Lupin,- la carta se refiere a 'viajeros'. No creo que fuera su intención enviar a Harry solo.
- Es cierto,- corrobora Moody,- la carta se refiere a 'viajeros', en plural. Estamos seguros de que Dumbledore pretendía enviar a alguien con Potter. Lo que no sabemos es a quien enviaríamos, de cumplir con sus indicaciones.
- ¿De cumplir con sus indicaciones?- pregunta Hestia Jones, incrédula.- Alastor... todos los mortífagos de Inglaterra andan detrás del muchacho... no creo que podamos esconderlo aquí más de unas horas... ¿qué vamos a hacer después?
- Eso no significa que debamos enviar a un muchacho de 17 años veinte años al pasado sin discutirlo,- interviene McGonagall, un poco alterada.- Además, la mayoría de los miembros de la Orden tenían relación con Hogwarts en esa época,- continúa, como quien vuelve a una vieja discusión.- El riesgo de encontrarse consigo mismos...
- ¿Veinte años?- pregunta Lupin, como cayendo en la cuenta.
- Exacto.- McGonagall sacude la cabeza.- Yo tampoco puedo entenderlo.
Harry escucha la conversación como desde lejos. Como bajo el agua. Hace veinte años… hace veinte años, sus padres estaban vivos. Hace veinte años, Sirius era feliz. Hace veinte años, no existía ninguna profecía. No existía un niño-que-vivió. Hay un puño apretándole el corazón y Harry lo aprieta más fuerte, para que no se le escape.
- ¿No podríamos simplemente programarlo para otro tiempo?
- No, es imposible. Las piedras del tiempo son aparatos mucho más primitivos que los giratiempos. Permiten saltos más largos, pero están encantadas para saltos concretos. No pueden alterarse.
Los giratiempos, como le explicó Hermione al final de quinto año (cuando la imposibilidad de regresar unas horas parecía la injusticia más terrible de todas), eran los únicos aparatos que permitían viajes en el tiempo con flexibilidad y seguridad. Fueron creados por un monje en alguna montaña, y no era posible simplemente construir uno nuevo. No sin arriesgarse a “terribles consecuencias” que Hermione no quiso explicar. (“Además, no te servirían para cambiar el pasado, Harry. No se puede cambiar el pasado.”)
- Todos los miembros de la Orden eran lo bastante adultos para ser reconocidos, lo que pondría en peligro la misión... Sin contar las terribles consecuencias si fuesen reconocidos por sí mismos...
- Yo no,- interviene Tonks.- Todavía era pequeña.
No te servirían para cambiar el pasado, Harry.
- Pero tu trabajo aquí es importante. Ahora que no tenemos espía,- dice Moody, sombrío- necesitamos tus habilidades más que nunca.
-… No sé en quién puede haber estado pensando Albus...
No se puede cambiar el pasado.
- Se refiere a mí y a Hermione,- dice Ron, de pronto.
- ¡Ronald Weasley! ¡¿Te volviste loco?!
- M-mamá. Entiéndelo. H-Hermione y yo siempre hemos estado al lado de Harry.
- De ninguna manera…
- Siempre. Cuando enfrentamos al basilisco. Cuando peleamos en el Departamento de Misterios. Hace dos meses, aquí en Hogwarts. Dumbledore lo sabía. Se refiere a nosotros.
- De hecho,- interviene Hermione, y los ojos asesinos se vuelven hacia ella,- t-tiene mucho sentido. Todos los miembros de la Orden corren el riesgo de encontrarse consigo mismos o con familiares o amigos que los reconozcan, pero ninguno de nosotros había nacido aún.
- Eso no es suficiente para…
- Además, la carta dice que los viajeros tendrán la oportunidad de prepararse para el enfrentamiento y nosotros somos los que más necesitamos la preparación. Y…
- Tienen razón,- dice Harry (o se oye decir a sí mismo).
Tienen razón. Dumbledore lo sabía. Siempre lo sabía todo. No, no todo. Pero sabía la misión que le había encomendado. Sabía que iba a querer cumplirla solo. Sabía que no iba a resistir un regalo como éste (un tiempo muerto, en el que nadie buscaba a ningún chico con una cicatriz en la frente, viendo reír a sus padres, aunque fuera de lejos). Sabía que Ron y Hermione vendrían con él.
No tenía sentido, pero ¿cuántas de las cosas que hacía Dumbledore lo tenían?
- Dumbledore lo sabía,- dice, mientras los planes de irse solo en busca de horrocruxes, de dejar a sus amigos fuera del peligro, se disuelven como humo.- Sabía que eran los únicos que podían hacer el viaje y sabía que yo no me sentiría tan seguro con nadie más.
- Dumbledore se ha equivocado antes,- dice Lupin, y las palabras pesan en el gran salón.
- Como todos nosotros,- dice Hermione, y aunque es una verdad innegable, sabe mal oírla.- Pero tenemos un problema y tenemos una salida. Ron, Harry y yo votamos por tomarla. Es arriesgada, pero confiamos en Dumbledore. Y sobre todo, confiamos en que tendremos el cuidado suficiente para volver a salvo.
La discusión continúa, pero es claro que la decisión ha sido tomada. Todo ha cambiado en dos años. La Orden ha aprendido que necesita apoyarse en todos sus miembros. Que no puede depender de las decisiones de un solo hombre (incluso si ese hombre es el mago más poderoso que haya existido). Que los niños de la guerra no son niños durante mucho tiempo.
Esta vez, no hay orejas extensibles entre Harry y las decisiones sobre su futuro.
*
Al final de quinto año, cuando la imposibilidad de regresar unas horas parecía la injusticia más terrible de todas, Hermione le explicó a Harry cómo funcionaban los giratiempos.
No te servirían para cambiar el pasado, Harry.
La cuestión es que viajar en el tiempo no es una cosa tan difícil como uno hubiera pensado. “Siempre estamos viajando en el tiempo. Es cuestión de acelerar el paso, o de ir hacia atrás. Es magia muy avanzada, claro, pero cuando se descubrió, los grandes magos lo hacían para divertirse.”
Hasta que empezaron a desaparecer sin dejar rastro. Entonces, otros grandes magos empezaron a decir que el universo no era uno solo. Que había miles de universos creándose todo el tiempo (cada vez que una mariposa aleteaba, por ejemplo). Que cada vez que tomábamos una decisión creábamos un universo nuevo (el universo en el que tomamos jugo en el desayuno, por ejemplo, y el universo en el que tomamos leche). Que los magos que habían desaparecido habían cambiado tanto el pasado, habían creado un universo tan distinto, que ya no pudieron encontrar el camino de regreso. Habían seguido su vida en otro universo y tal vez ni siquiera sabían que ya no estaban aquí.
Y el Ministerio prohibió los viajes en el tiempo, como hace con todas las cosas que no entiende.
Luego apareció un monje en alguna montaña, diciendo que había descubierto una manera segura de viajar en el tiempo.
“Se llama Magia Temporal Cíclica. Es un poco complicado, pero lo que significa, básicamente, es que cualquier cosa que hagas mientras usas el giratiempo es algo que ya hiciste.” Como el Patronus que ahuyentó a los dementores. Harry pudo hacerlo en esas horas prestadas porque ya lo había hecho antes. O después. Algo así. “Es como un loop artificial, que hace que la línea de tiempo se doble sobre sí misma. Por eso le dicen giratiempo.”
No se puede cambiar el pasado.
- No entiendo el problema. Si vamos al pasado es porque ya estuvimos allí, ¿verdad?
- No, no. Eso es con los giratiempos. Pero los giratiempos fueron destruidos, ¿recuerdas? Además, es imposible crear un loop temporal de 20 años.
- ¿Entonces cómo…?
- Las piedras del tiempo son magia antigua. Permiten cierta flexibilidad, pero no se mueven en el tiempo cíclico, sino en el tiempo lineal.
Harry intercambia una mirada con Ron, que se encoge de hombros.
Hermione suspira y pone los ojos en blanco.
- En serio, ¿los mataría leer algo de vez en cuando? Cuando una línea de tiempo se altera…
- Castellano, por favor.
- Cuando cambias algo en el pasado, creas un futuro diferente. Y cuando quieres volver a tu tiempo, ya no encuentras el camino.
- ¿Y ya no puedes…?
Hermione sacude la cabeza.
- No podemos ir.
No pueden. Porque odiosa como es la maldita profecía, es una profecía. Y odiosa como es la cicatriz en su frente, es su cicatriz. Y no puede arriesgar a toda la gente que quiere por un poco de tiempo. No puede desaparecer.
- No pueden quedarse,- dice una voz a sus espaldas.
Y allí está Ginny, con su cabello rojo y sus ojos decididos, la expresión tangible de todo lo que quiere proteger.
*
Happiness, more or less
Lucky man. The Verve, 1997.
“No pueden quedarse,” dice, y “los mortífagos van a encontrarlos en cualquier momento.” “Solo tienen que tener cuidado,” dice.
Las piedras del tiempo, según explica Hermione, tienen mucha flexibilidad. Puedes pisar mariposas y conocer gente nueva y no pierdes el camino. Las inventó Alexander Wallace, un historiador de familia muggle con teorías controvertidas acerca de los orígenes de la “sangre pura”, que murió misteriosamente antes de poder publicar los resultados de sus investigaciones. Por supuesto, sus experimentos fueron destruidos en el trágico accidente (“es increíble que Dumbledore tenga una, no deben quedar más de dos o tres en el mundo”).
Sigue siendo un riesgo enorme.
- La Orden confía en que puedes manejarlo. ¿Por qué tú no?
En su primera clase de pociones en sexto año, Slughorn les mostró un caldero de Amortentia. Tenía un color como nacarado y el aroma era intoxicante. En el fondo de todo, inconfundible, estaba ese aroma a flores frescas que de alguna manera inexplicable siempre acompaña a Ginny.
Harry pelea y pierde (siempre pierde contra esos ojos).
No entiende por qué de pronto la Orden confía en ellos con algo como esto. Pero situaciones desesperadas requieren salidas insólitas, y si la Orden (y Ginny, sobretodo Ginny) confía en él, no le queda mucho más que confiar en ellos.
Se ponen la capa de invisibilidad (y apenas caben dentro, el cuerpo de Ginny contra el suyo, sus sentidos saturados de calor y olor a flores y azúcar) y suben a la Torre de Astronomía, a mirar las estrellas. Como si no estuvieran en medio de la guerra. Como si fuera fin de curso y se estuvieran despidiendo por el verano.
- Quiero que te lleves esto,- dice Ginny y le pone en las manos un aro de madera con una red en el centro. Un mechón rojo cuelga como único adorno.- Es un atrapasueños. Dicen que atrapa los sueños malos.
Harry acaricia el mechón.
- ¿Y puede atraparte en mis sueños?
Su sonrisa es triste, pero sonríe. Como negándose a caer bajo el peso de la guerra. Tiene 16 años, y si es posible, es todavía más fuerte de lo que era a los 11, cuando Voldemort la encerró bajo el castillo con un basilisco.
- Eso espero.
No es un beso de esos que se daban en los jardines hace apenas unos meses, celebrando el sol y la vida. No es un beso lento de tarde libre. No es un beso desesperado, de hormonas que despiertan. Tampoco es un beso de despedida. Es un poco miedo y un poco promesa, y un poco “aquí estoy” y “llévame contigo” y “nunca estás solo”.
Se quedan dormidos uno junto al otro, y a Harry se le ocurre un poco tarde que si no se quitan la capa de encima nadie va a encontrarlos allí arriba.
Pero despierta con Lupin sacudiéndolo despacio (“Harry, ya es hora”) y cuando va por sus cosas recuerda que todo ha cambiado en dos años.
- Profesor…
Que la Orden ha aprendido a apoyarse en todos sus miembros.
- Hay… hay algo que debería decir, antes de irme.
Que no puede depender de las decisiones de un solo hombre.
- Dime, Harry.
Que trabajar unidos no solo es mejor. Es absolutamente indispensable.
- ¿Sabe qué es un horrocrux?
Antes del alba, los viajeros han partido y la Orden se ha dispersado sin dejar huella.
***
Parte 2