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El poeta no hace dormir a sus bestias para jugar a ser domador, sino que, abriendo todas las jaulas, lanzando al aire todas las llaves, parte, como el viajero que no piensa en sí sino sólo en su viaje, hacia las playas del sueño, los bosques de manos, los animales del alma, hacia toda la innegable surrealidad.
René Crevel, L´Esprit contre la
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