Bernardo es un hombre gordo, viejo y feo, muy feo.
Sus ojos saltones y cristalinos recuerdan a la mirada perdida de un sapo, mientras sus ojeras, oscuras como la tierra, envuelven su mirada de tristeza y cansancio: de vida.
Sus temblorosas manos siempre sujetan una copa de güisqui con hielo. ¿No lo había dicho? Pues sí, Bernardo también es un
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