Gira interminablemente la mirilla de la puerta, esa que da a un lugar insólito y desconocido que solo nosotros dos conocemos. Solo es nuestro.
Nadie sabe que al otro lado de ese agujero de latón y cristal hay un bosque de mariposas y libélulas, con árboles altísimos que acarician las nubes del cielo.
Apenas sí entra la luz entre las ramas que se
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gracias
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y a mi me encanta el tuyo
esa silla me hace sentir soledad
me recuerda lo que puso ser y no fue
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Yo escogí la segunda opción, y aún me cuesta abrir la caja y dar unas puntadas cada día, pero de vez en cuando encuentro las fuerzas para hacerlo, y poquito a poco, va recuperando su aspecto normal, aunque con esas cicatrices que el tiempo disimulará, pero no podrá ocultar jamás. Algún día terminaré de reconstruirlo, y entonces volverá a ser tan fuerte como lo fue hace mucho tiempo, aún a riesgo de que el desencanto y la desilusión vuelvan a inundarlo otra vez.
El viajero sin destino.
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Este mundo es un poco complicado.
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