'Hay veces en que los silbidos no se escuchan ni en el mayor de los silencios.
Dos montañas rociadas al mando del alto cielo. Vigilante y siempre atento.
Dos fuegos estremecidos por el viento de los soplidos abundantes, de los ríos muertos.
Que siempre están presentes para apagar las llamas y llevarse las cenizas.
Esos ríos muertos de envidia,
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