Vivían en Norteña, una ciudad costera donde la mar era gris y la lluvia eterna.
Ella pasaba frío apenas la noche llegaba. Con una manta a cuadros él la arropaba.
Prometieron quererse mientras el frío existiera. Él la llamaba Ana La Friolera.
Tuvieron un riña y él la dejó marchar. Supo que no volvería; no vuelve la ola al mar.
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Aqui sólo da calor una manta verde con cuadros rojos y amarillos.
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A.
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