Aunque Jongin se toma muchos descansos para despertar a Kyungsoo el tiempo suficiente para que tome un vaso de agua, consigue terminar más trabajo de lo que habría hecho si Sehun estuviera ahí. Le hace preguntarse cuánto mejoraría en su trabajo si el gato siempre se quedara en casa con Tao. Jongin le pone una mano en la frente a Kyungsoo y se alegra al notar que su temperatura vuelve a estar a un nivel normal, y el color rojo cereza que tenía su nariz antes es ahora de un leve rosa. Con un suspiro, se pone de pie y está a punto de chocarse con alguien que no sabía que estaba ahí.
Se cogen el uno al otro para no caer al suelo y Jongin se encuentra cara a cara con Jongdae.
-Hacía tiempo que nadie me tocaba ahí -dice el felino con tono provocador, y Jongin mira hacia abajo para ver dónde tiene la mano. Sus dedos sólo estaban tocando el costado de Jongdae, pero antes de que se dé cuenta, el gato le coge la muñeca y lleva la mano de Jongin hasta su culo. Jongin se ríe al ver que Jongdae levanta y agacha las cejas, y le da una palmada en el culo antes de alejarse.
-Ya veo que sigues igual -comenta Jongin, va hasta su escritorio y se deja caer en la silla.
-Porque sigue siendo divertido.
Jongdae no es como todos los gatos. La mayoría desean tener un dueño, alguien que los cuide y los llene de atenciones. Pero él no. Jongdae disfruta de su libertad, camina orgulloso sin collar y se lía con cualquiera al que considere lo suficientemente atractivo para él. Jongdae y Jongin se habían acostado un par de veces tras entrar a la empresa, pero había sido dos años antes y no había rencor alguno porque fue sólo algo físico.
-¿Qué te trae al piso de arriba?
-Presupuestos trimestrales para la publicidad del año que viene -responde el gato con voz cansina, acercándose a la figura que sigue dormida en la esquina-. ¿Es tuyo?
-Es una larga historia -dice Jongin con un suspiro, y Jongdae no hace más preguntas. Siempre sabe cuándo no insistir con un tema, otra razón por la que se llevan tan bien.
Un leve estornudo se oye desde debajo de la manta y Kyungsoo se levanta, con el pelo revuelto y la mitad de la cara cubierta de marcas rojas al estar apoyada sobre la manta durante horas. Jongdae se queda boquiabierto y mira a Jongin con aprobación, a lo que este responde poniendo los ojos en blanco.
-¿Jongin? -pregunta Kyungsoo, frotándose los ojos.
Si fuera menos hombre, es posible que Jongin se hubiera derretido en su silla por este adorable ser que se había cruzado en su camino, una combinación entre la expresión confusa y somnolienta de Kyungsoo y el gesto de asombro de Jongdae conforme se agacha y extiende la mano para intentar acariciar el gato enfermo.
-Qué precioso eres -murmura con admiración, y la cara ya sonrosada de Kyungsoo se pone aún más roja.
-No te encariñes mucho -avisa Jongin-. Está enfermo.
No parece que eso desanime a Jongdae en lo más mínimo, y continúa acariciando a Kyungsoo, que ahora tiene los ojos cerrados y sonríe ante la atención.
-¿Puedes cuidarlo y a la vez encargarte de ese montón de papeles que hay en tu escritorio? -pregunta Jongdae, mirando los documentos en los que Jongin lleva trabajando meticulosamente toda la mañana.
-Nos las apañamos -gruñe Jongin.
-Oh, relájate. Sólo quería decir que me haría feliz arrebatártelo durante un rato. Para darle algo de sopa, al menos. Estoy seguro de que Chanyeol tendrá un poco en la sala de descanso y que no le importará compartir.
Al oír la palabra «comida», la cola de Kyungsoo empieza a agitarse y Jongin admite su derrota.
-Prométeme que no lo dejarás solo con el gigante.
-No dejaría sola con Chanyeol ni a una bolsa de plástico.
-Vale -suspira Jongin-. Si Kyungsoo quiere ir, por mí no hay problema.
Ambos miran al gato, que sonríe y asiente y ya está intentando ponerse de pie, aunque sigue enredado en la manta y se cae antes de conseguir quedarse en vertical. Jongdae le pasa un brazo por la cintura y lo guía hacia el piso de abajo, olvidándose de su trabajo por completo. Jongin suelta una risita antes de volver al suyo. Estarán bien.
Se oyen risas a través de la puerta entreabierta de la sala de descanso, una risita tintineante que Jongin inmediatamente identifica como la de Kyungsoo, pero suena mezclada con una voz profunda que conoce demasiado bien. Entra para encontrar a Kyungsoo sentado en una de las mesas, con las rodillas contra el pecho y con mucho mejor aspecto del que ha tenido en todo el día. Jongin ignora su necesidad de adular a Kyungsoo y le lanza una mirada asesina a Chanyeol, que está sentado frente a él, dándose palmadas en el muslo y soltando risotadas como un idiota. No es que no le guste Chanyeol, en serio, pero sigue convencido de que fue él quien estaba detrás del striptease de Sehun y eso le quita muchos puntos a su credibilidad a la hora de dejarlo solo con Kyungsoo. ¿Dónde diablos está Jongdae? Felino traidor.
Al final decide no tirarle nada a Chanyeol, y se sienta en el asiento más cercano a Kyungsoo, inclinándose para apoyar la cabeza en el hombro del gato. Está muy cansado y le duelen los ojos y le duele el cerebro y quiere irse a casa para hacerse un ovillo con Kyungsoo y dormir el día entero.
-¿Por qué no me habías dicho que tenías un gato? -pregunta Chanyeol al darse cuenta de que el otro hombre está ahí.
-Yo no tengo un gato. Tengo un Kyungsoo -aclara, y en ese momento Jongdae decide honrar la habitación con su presencia.
-Vaya, mira qué íntimos -dice, y Jongin bosteza, frotándose la cara antes de dejar caer su brazo sobre los hombros de Kyungsoo. El gato se pone tenso por un instante pero vuelve a relajarse, así que Jongin se queda así en un esfuerzo por satisfacerse un poco a sí mismo.
Cuando Jongin mira hacia Chanyeol, el estómago le da un vuelvo y gruñe.
-Deja de mirarlo así.
-¿Así cómo? -Todo el tema de la inocencia de Chanyeol es asqueroso y Jongin arruga la nariz. No es nada adorable y Jongdae golpea la cabeza del hombre alto con la cola antes de sentarse en su regazo. Bueno, nada nuevo.
Es demasiado tarde para que ninguna otra persona esté en la habitación y Jongin supone que la única razón que Chanyeol tiene para estar ahí es Jongdae, pero eso no le hace sentirse mejor con la manera en que estaba mirando a Kyungsoo, como si quisiera comérselo. Jongin se autoconvence de que lo que siente no son celos, sino una necesidad de proteger a aquellos que no pueden protegerse a sí mismos. Chanyeol es enorme y Kyungsoo es prácticamente tamaño de bolsillo.
-Oh -exclama el hombre, incorporándose de repente y haciendo que Kyungsoo casi se caiga de la silla porque había estado apoyándose en Jongin con todo su peso-. He traído tu medicina.
Jongin se saca las pastillas del bolsillo y le da dos a Kyungsoo, que se las toma sin vacilar. Es la única razón por la que había bajado, pero había acabado distrayéndose por culpa de Chanyeol. Jongin le pone la palma de la mano en la frente a Kyungsoo y le complace comprobar que su temperatura sigue normal. Se pone de pie y se estira antes de salir.
-¿Luego lo subes? -le pregunta a Jongdae, y el gato le muestra los pulgares en señal de acuerdo.
Jongin se asegura de que Kyungsoo esté bien abrigado antes de envolverlo con la manta para que puedan ir hasta el coche. Ya hace tiempo que ha anochecido y el frío les corta la cara cuando salen al exterior. Jongin tiembla y posa una mano donde cree que está la parte baja de la espalda del gato para guiarlo.
-Lo siento por ser una molestia -murmura Kyungsoo con un suspiro, y Jongin se detiene.
-Nunca eres una molestia.
-¿Ni siquiera cuando me escondo bajo la cama?
Lo único que ve Jongin de Kyungsoo son sus ojos, y están entrecerrados por la sonrisa que se oculta bajo capas de calidez.
-Por favor, prométeme que no volverás a hacer eso.
-Te lo prometo -dice, riendo.
Continúan andando, Jongin guiando a Kyungsoo para que esquive las partes que pueden estar cubiertas por hielo en el aparcamiento antes de volver a su hogar. Su hogar.
Jongin vuelve a casa al día siguiente con pizza que les ha sobrado de la pequeña reunión que han hecho en la oficina para celebrar el fin de año. Kyungsoo se sienta con él en el sofá, abandonando la mesa de la cocina, y se quedan despiertos hasta media noche mientras comen y comentan la falta de programas de televisión decentes. Se abrigan bien y salen a la puerta para ver los fuegos artificiales, con sendas sonrisas en la cara y las manos metidas en los bolsillos. Jongin está un poco más fascinado por la genuina felicidad que ve en la cara de Kyungsoo que por las luces de colores que explotan en el cielo. No deja de mirarlo de reojo, y se descubre sonriendo y deseando que la noche no acabe nunca.
Luhan los ve desde la puerta de al lado, se acerca con una sonrisa de lo más despreocupada y se tira sobre Kyungsoo otra vez. El pobre gato cae al suelo con Luhan sobre la espalda mientras Jongin intenta quitárselo de encima. Minseok se le une en el forcejeo y acaban cayéndose todos, un acolchado montón de abrigos y piernas. Kyungsoo, debajo de todos, está riéndose a pesar de que hay tres cuerpos aplastándolo, y Jongin resopla cuando por fin consigue apartar a Luhan. Comprueba que Kyungsoo está bien dos veces antes de darse por satisfecho de que no se haya hecho daño, y mira a Luhan con el ceño fruncido, que ahora está oculto tras su dueño.
-Sólo quería jugar -dice Luhan con un mohín, y los mira por encima del hombro de Minseok con las orejas gachas.
-Después de medianoche no -lo regaña Minseok, y Luhan vuelve a encogerse.
Se separan con promesas de verse pronto, y vuelven al interior de sus casas para meterse juntos en la cama y dormir.
Kyungsoo canta mientras se baña, y hace a Jongin sonreír, porque lo puede oír a través de las finas paredes.
Kyungsoo le roba una manta a Jongin para ponerla en su lado del sofá, y el hombre, instintivamente, deja ese sitio libre aunque el gato esté en otra parte.
Kyungsoo se acerca a Jongin y no duda en apoyar la cabeza en su regazo para que le rasque las orejas, y ronronea y murmura suavemente hasta que ambos están demasiado cerca de quedarse dormidos.
Kyungsoo se aferra a Jongin cuando se van a la cama, hundiendo la cara en su cuello y envolviendo su cintura con la cola.
Kyungsoo hace que Jongin se sienta una persona diferente, menos hastiada con el mundo, y no consigue recordar ninguna otra vez en que haya sonreído tanto.
Jongin se niega a vivir sin él.
-¿Comprando? -comenta Joonmyun al mirar por encima del hombro de Jongin hacia la pantalla de su ordenador. Tiene la página de una empresa inmobiliaria abierta en el navegador que había olvidado cerrar.
-Vendiendo -corrige, y le da a su jefe los papeles que había pedido. Joonmyun murmura algo, pero lo deja correr.
Jongin ha llegado a la conclusión de que si vende su casa, tendrán dinero suficiente para comprar un pequeño apartamento y tener algo de reserva. Las facturas no serían tan caras, y podría permitirse consentir a Kyungsoo como quería, comprándole ropa y mejor comida y más mangas porque está acabando la colección de Jongin a una velocidad alarmante. Siempre que Kyungsoo esté con él, cualquier sitio puede ser su hogar.
Jongin mira mientras Sehun se siente como en casa, con un zumo en la mano y los pies sobre el escritorio. No sirve de nada reñirlo o intentar que quite las zapatillas de los papeles sobre los que están. Jongin acaba por lanzarle una mirada asesina y ve cómo Sehun traga saliva, su nuez desciende hasta quedar oculta por el collar que lleva en el cuello. No hace calor en la oficina, el termostato está a una temperatura media, pero Jongin siente demasiado calor de repente y le empiezan a sudar las manos.
Si le comprara un collar a Kyungsoo, ¿se lo pondría? ¿Querría quedarse con Jongin?
Pasa todo el día inseguro, con cierta náusea a causa de la excitación, y acaba en una pequeña tienda que vende collares. Nunca había estado en una antes, y la amplia variedad lo pilla por sorpresa. Hay collares de todos los tamaños y colores, algunos con tachuelas y otros con joyas. Echa un vistazo a una serie de collares con anillas para ponerles colgantes en una fila junto a la caja de adornos. Es demasiado, y Jongin sabe que algo tan llamativo no es para Kyungsoo.
Kyungsoo posee una belleza natural que Jongin no quiere alterar. Es un delicado equilibrio entre su pelo negro y su piel casi blanca, con labios rosas y ojos oscuros para añadir un toque de color. Kyungsoo no necesita nada que pueda distraer de esos rasgos y al final, Jongin encuentra un collar negro y simple que sabe que quedará genial envolviendo su cuello suave.
El pequeño círculo no pesa en sus manos, pero se siente sobrecargado por la responsabilidad y el compromiso que conlleva. Es una promesa de por vida, que no hay que tomar a la ligera y Jongin no está seguro de si se siente tan dividido porque está a punto de dar un paso enorme o porque tiene miedo de que Kyungsoo lo rechace. Han pasado muchas cosas las últimas semanas, desde que lo encontró solo y casi helado ha pasado a no poder pensar en una vida sin su sonrisa. ¿Esto hará que Kyungsoo sonría?
Jongin se mete el collar en el bolsillo y vuelve a casa, intentando no pensar en lo que va a pasar. La cena está lista en la mesa cuando entra, y Kyungsoo esperaba que llegara antes a casa, pero no pregunta por qué llega tarde y Jongin no le da ninguna excusa. Tiene la mente demasiado ocupada, mirando al gato al otro lado de la mesa mientras come e imaginando ya que lleva el collar puesto, de un chocante negro contra blanco, y se le atragantan los fideos.
Una vez tienen los platos limpios y el estómago lleno, Jongin cree que debería habérselo pensado dos veces antes de comer. En cualquier caso, la comida sólo ha hecho que le duela más el estómago. Kyungsoo se levanta a lavar los platos y Jongin lo sigue, coge al felino por el brazo y lo hace girar. Parece sorprendido, y Jongin intenta tragar a pesar del nudo que hay en su garganta.
-Hoy te he comprado una cosa -dice, con la voz algo temblorosa, y su nerviosismo ya es evidente.
Las orejas de Kyungsoo se inclinan un poco hacia delante y se envuelve una pierna con la cola.
-No tenías que comprarme nada -dice en voz baja.
-Pero quería… quiero hacerlo. -Jongin se mete la mano en el bolsillo y Kyungsoo sigue el movimiento con los ojos, y se pregunta si está a punto de arruinarlo todo. Sus dedos aferran el símbolo de propiedad y duda antes de sacarlo. La sorpresa se refleja en Kyungsoo, desde su lenguaje corporal hasta sus orejas, y sus ojos van del collar que hay en la palma extendida de Jongin hasta su cara una y otra vez-. Sé lo que implica, lo que conlleva un collar, y no tienes que aceptarlo -se apresura a decir Jongin-. No quiero que te sientas obligado porque no lo estás. Sólo quiero que entiendas que voy en serio, y que te prometo que nunca te quedarás sin hogar estando conmigo. Si no quieres esto, está bien. No tienes que marcharte. Siempre serás bienvenido aquí.
No hay respuesta y Kyungsoo no se mueve. Jongin deja caer la mano que agarraba el brazo del gato con la resignación de alguien a quien acaban de rechazar. Con mucho cuidado, deja el collar en la mesa de la cocina y se aleja del felino, que parece estar en shock. La decepción que siente amenaza con hacer que las lágrimas se derramen por sus mejillas, pero se las aguanta. Le duele el corazón con cada latido y el silencio en sus oídos es atronador. Jongin enciende la televisión para ahogar la miríada de pensamientos y emociones que caen sobre sus hombros, y se sienta en el sofá.
Los colores parpadean en la pantalla y oye el agua correr en la cocina. Kyungsoo está fregando. Una sonrisa amenaza con dibujarse en sus labios pero se queda a medio camino y Jongin se concentra en los rostros sonrientes y pixelados y en su guionizada charla, porque es mejor que el rechazo. Un programa de televisión lleva a otro y Jongin no gira la cabeza cuando nota que el sofá se hunde bajo el peso de Kyungsoo. No mira hacia abajo cuando la cabeza del gato se apoya en su regazo, pero lo acaricia, como siempre hace. Kyungsoo encaja bien junto a él, como si el cuerpo de Jongin se amoldara a sus necesidades. Es una sensación agradable, casi perfecta, y por eso no quiere que acabe nunca.
Minutos más tarde, la pequeña mano de Kyungsoo agarra la muñeca de Jongin, deteniendo sus movimientos. Jongin contiene la respiración mientras su mano desciende, sobre suave cabello y piel hasta que toca algo más áspero. Kyungsoo lo libera de su agarre y Jongin inhala de repente. Mira hacia abajo para confirmarlo, y ve negro contra blanco, el collar abrochado contra la piel del cuello de Kyungsoo. Hay miles de cosas que le cruzan la mente, y quiere decirlas todas en voz alta, pero ninguna parece apropiada.
Jongin acaricia con las yemas de los dedos la parte superior del collar y la piel que hay por encima. Kyungsoo se estremece y comienza a oírse un profundo ronroneo, y con eso Jongin sabe que no tiene que decir nada. Esto es suficiente. Kyungsoo es suyo. El peso en su corazón se alivia, y lo reemplaza un tempo diferente, más sereno.
Es sábado. Jongin oye su teléfono sonando y lo busca a ciegas con la mano hasta que consigue coger el estúpido cacharro. Tiene la amarga tentación de lanzarlo por los aires, pero entreabre un ojo para pulsar el botón y aceptar la llamada.
-Qué -pregunta con voz ronca, intentando mantener un volumen bajo porque Kyungsoo sigue dormido.
-Buenos días, princesa -se burla Wufan, y si estuvieran cara a cara, tal vez habría tenido el impulso de pegarle un puñetazo.
-¿Hay alguna razón en particular para que me estés llamando antes de las siete un fin de semana, o es que disfrutas siendo un gilipollas?
-La verdad es que tengo dos razones. Baekhyun y Yixing.
-No pienso ser tu niñero otra vez. -La última vez había sido un desastre, Baekhyun había intentado redecorar su casa y Yixing había estado paseándose medio en pelotas durante una semana. Por no hablar de la falta de agua caliente.
Wufan suelta un bufido nada atractivo.
-No, pero quieren que nos hagas una visita. Con Kyungsoo. Y creo recordar que las palabras exactas de Baekhyun fueron «dile a Jongin que o trae a Kyungsoo o lo despellejaré vivo».
-No consigo ver dónde está el incentivo.
-Hay café gratis.
-Vamos enseguida. -Maldita adicción.
Kyungsoo gira sobre sí mismo con un quejido, y le da con la cola en la cara a Jongin cuando intenta despertarlo. El felino se acurruca aún más bajo el edredón y es horriblemente adorable. Jongin se siente más que tentado a volver a meterse bajo las mantas con él y dormir un par de horas más, pero café. Y amistad. Jongin se asegura de mencionar las magdalenas con pepitas de chocolate y Kyungsoo sale de la cara, con expresión somnolienta pero sin queja alguna.
Jongin tenía razón. Esos pitillos rojos son un pecado, se curvan deliciosamente en torno a los muslos de Kyungsoo y Jongin casi lo tira sobre el colchón para saltar sobre él hasta que recuerda que no tienen ese tipo de relación. A lo mejor, si tiene suficiente suerte, un día es capaz de dar el paso. Hasta entonces se limita a mirar, tal vez babear un poco, apreciando el movimiento del collar en el cuello de Kyungsoo cuando se abrocha el abrigo. E incluso cuando tiene la mayor parte de la cara tapada, Jongin sabe que está sonriendo.
Wufan le da a Jongin una taza de café en el mismo momento que entra a la tienda, y da un paso atrás rápidamente para ponerse fuera de su alcance. Jongin se ríe y respira hondo, dejando que el vapor caliente su nariz y que su garganta se empape del olor. Parece que hace siglos desde la última vez que pudo disfrutar del simple placer de beber traguitos de cafeína sin tener que preocuparse por las prisas o el dinero. Porque es gratis. Alza la vista cuando tres sonidos ahogados resuenan en la habitación y lo sacan de sus ensoñaciones. Jongin mira a los ojos a Kyungsoo, que se ha desabrochado el abrigo, dejando ver su flamante collar.
Yixing y Baekhyun empiezan a chillar como adolescentes en una tienda de cosméticos un día de muestras gratis mientras que Wufan mira el cuello de Kyungsoo con expresión atontada. Los dos gatos empiezan a alabar el collar mientras arrastran a Kyungsoo a un reservado y se apretujan dentro.
-Pensaba que no podías hacer eso -comenta Wufan, apartando la vista por fin.
-Voy a vender mi casa para hacer eso.
-Sabía que te gustaba. -Wufan le da un codazo juguetón en las costillas y ambos se ríen-. Pero lleva cuidado.
-¿Cuidado?
-Si conozco a Baekhyun lo suficiente, intentará convencer a Kyungsoo de que necesita diamantes.
Jongin se quema la lengua e inhala el líquido. Ay.
A Jongin se le caen los documentos que lleva en las manos y suelta una maldición antes de agacharse a recogerlos. Otro par de manos se le une y alza la vista para ver a Joonmyun ayudándolo. Le da las gracias y continúa hasta que vuelve a tener un pulcro montón, aunque ya no estén en las carpetas que les corresponden. Le va a llevar al menos una hora reorganizarlos.
En lugar de volver a su oficina, Joonmyun decide sentarse en un lado de la mesa de Jongin.
-Se va a crear un nuevo puesto de trabajo en la empresa -comienza, y Jongin lo mira y parpadea-. Me gustaría que lo pidieras.
-¿Yo? ¿Qué nuevo puesto?
-Asistente personal. -Hay una sonrisa de suficiencia en la cara de Joonmyun-. Mi asistente personal. Me atrevería a decir que es mucho más interesante que esto, y el sueldo es mejor. Además, por fin podrías darle uso a ese título de Empresariales tuyo. ¿Te interesa?
Jongin tendría que ser idiota para negarse.
-Sí.
-Genial, contratado. Empiezas por la mañana.
Jongin se queda un poco impresionado y no tiene oportunidad de preguntar qué diablos acaba de pasar antes de que Joonmyun desaparezca. Mira los papeles que hay sobre la mesa y los deja a un lado.
-Traes tarta -observa Kyungsoo tan pronto como Jongin entra por la puerta, pasándose el dulce de una mano a otra para poder quitarse el abrigo.
-Traigo tarta -dice con una sonrisa, disfrutando de la forma en que Kyungsoo la mira con una excitación que casi no puede contener. El pequeño despilfarro de Jongin merece totalmente la pena si puede ver este tipo de reacción. Se imagina que con su nuevo aumento de sueldo, puede pagar la factura de la luz ahora y el resto cuando vuelva a cobrar.
-¿Hay alguna razón para traer tarta?
Jongin deja la tarta en la mesa antes de que la tire.
-Me han ascendido -suelta de golpe, y de repente tiene los brazos llenos de gato.
Lo primero que advierte es el agradable olor, seguido de calidez, pero la mejor parte es la sensación de unos labios suaves contra los suyos. No dura mucho, Kyungsoo se retira con una expresión de horror en el rostro.
-Lo siento, no…
Jongin cree apropiado interrumpir al gato con un segundo beso, levantándole la cabeza por la barbilla y volviendo a juntar sus bocas. Kyungsoo fue el primero que pisó la raya y Jongin va a arrasarla, atrayéndolo hacia sí para poder abrazarlo fuerte. Siente unas manos en su espalda que lo acercan aún más y Jongin sonríe, disfruta estar envuelto en esta ola de felicidad.
Cuando se separan, Jongin junta sus narices y Kyungsoo se ríe.
-¿Tarta?
Si Jongin no supiera lo que sabe, pensaría que a Kyungsoo le gusta más la tarta que él. El gato murmura satisfecho con cada bocado, lamiéndose la cobertura de los dedos y los labios de una forma tan tentadora que Jongin a veces se inclina para hacerlo él, sólo para ver cómo sus ojos se nublan y sus mejillas se enrojecen. La simple y vieja cobertura de vainilla nunca había sabido tan bien. Kyungsoo se acerca para quitarle un poco de vainilla a Jongin del labio inferior, y con un ágil movimiento, el gato está sobre su regazo. Jongin se toma su tiempo lamiendo los labios entreabiertos de Kyungsoo, separándose cuando el gato presiona hacia delante porque no va lo suficientemente rápido. Un quejido desesperado se filtra entre sus bocas y Jongin por fin lo besa de la manera que tanto tiempo llevaba deseando. Kyungsoo hunde las manos en su pelo, agarrándolo más fuerte cada vez que sus lenguas se deslizan sobre la del otro. Es divino y Jongin se vuelve adicto con sólo probarlo una vez.
Se tumban uno junto al otro en la cama, Kyungsoo tiene la cabeza apoyada en el pecho de Jongin y la cola en torno a su cintura, como siempre, pero esta vez hay algo diferente. Jongin no puede dejar de sonreír.
-Me gustas -murmura Kyungsoo con la boca pegada a su camiseta, dibujando formas con los dedos sobre la tela que hacen que la piel del Jongin se estremezca.
-Tú a mí también. -Y Jongin piensa que la palabra «gustar» se queda corta, pero no parece que haya otra que encaje. Parece que está flotando en algún punto entre gustar y amar.
Kyungsoo se incorpora, mirando a Jongin con esos ojos brillantes que parecen relucir con la claridad que se filtra por el hueco de las cortinas.
-Quiero decir como más… más que mi dueño.
Sólo tiene que moverse un poco hasta estar lo suficientemente erguido para capturar los labios de Kyungsoo con un beso.
-Yo también.
Jongin camina animadamente por el pasillo hacia la oficina de Joonmyun, y se detiene por la sorpresa de ver a Tao en su antigua mesa, vestido de traje. Sehun está a su lado, con la cabeza apoyada perezosamente sobre el hombro del otro gato, pero a Tao no parece importarle.
-Buenos días -saluda Tao con una sonrisa.
-Buenos días.
Imagina que tiene sentido. Tao siempre ha estado más en sintonía con Joonmyun en lo que respecta a sus necesidades y esto es sólo un ejemplo más. Con un encogimiento de hombros mental, le devuelve a Sehun su vago saludo y entra en la oficina de su jefe con una mezcla de nervios y excitación. Joonmyun ya está tras su mesa, con el mñovil entre el hombro y la oreja mientras le hace señales a Jongin para que se acerque. Le da una copia impresa de su agenda (que está bastante apretada y Jongin traga saliva) y un paquete de papeles para que se familiarice con ellos. Es un informe detallado sobre la empresa con la que tienen una reunión más tarde y Jongin supone que él también estará presente.
La llamada de Joonmyun acaba y antes de que pueda decir una palabra, el móvil vuelve a sonar y suelta un quejido. Jongin se lo quita de las manos con agilidad y contesta por él.
Cuando recibe su primer sueldo tras el ascenso (y por supuesto que no llora al ver la cantidad), Jongin está más que contento con sacar su casa del mercado y continuar con su rutina de café matutino preparado por cierto rubio alto con apego emocional por dos felinos. Su nuevo puesto no es tan fácil como ser secretario, pero es un reto y su respeto por Joonmyun sube como la espuma. Lo único que lamenta es estar tan agotado cuando vuelve a casa.
Kyungsoo siempre lo espera para saludarlo, con los brazos alrededor de su cuello y unos labios cálidos que susurran saludos y sentimientos. La cena está en la mesa y su, su gato nunca deja que se acerque a los platos sucios. Es una nueva y agradable rutina y Jongin se adapta mejor que bien. Kyungsoo no va a marcharse a ningún sitio y él puede tomarse su tiempo para explorar su nueva relación, aunque a veces sea un poco impaciente. No siempre es fácil resistirse cuando Kyungsoo está ronroneando contra él y sus pequeños dedos arañan su espalda cuando están tumbados juntos en la cama. Pero Jongin ejerce el autocontrol suficiente para que las cosas no vayan demasiado rápido. Por el bien de Kyungsoo.
Pero ahora, no tan de vez en cuando, las duchas de Jongin son de las frías.
Kyungsoo se agarra la cola fuertemente con las manos y tiene las orejas peligrosamente gachas cuando se acerca a Jongin y se sienta con vacilación en el borde del sofá. El hombre se mueve para darle más espacio a Kyungsoo, pero éste no lo aprovecha. La expresión de su cara hace que Jongin se sienta nervioso y no está seguro de qué esperar de este repentino cambio de humor.
-Puedo… ¿puedo hablarte de algo?
-Claro que sí. -Jongin quiere mostrarle una sonrisa tranquilizadora, pero Kyungsoo no lo mira. Esto no puede ser bueno y sus manos se hacen puños sobre su regazo.
Kyungsoo se aclara la garganta y se mueve un poco para sentarse bien en el cojín y dejar de estar en riesgo de escurrirse. Le lleva un momento encontrar las palabras adecuadas, su boca se abre y se cierra un par de veces. Cada vez que piensa que su gato va a decir algo, Jongin se prepara para lo peor.
-Tendré-el-celo-ahora-mismo -consigue decir Kyungsoo por fin.
-Tendrás… oh. -El entendimiento golpea a Jongin en la cara y se queda sin aire-. Oh. -Y arruga el ceño ante lo aguda que le sale la voz. Es como si estuviera otra vez en el instituto-. Y cómo… ¿cómo sueles… manejarlo?
Las mejillas de Kyungsoo están completamente coloradas, y se encoge un poco.
-Yo solo.
Jongin extiende la mano y acerca al gato hasta su regazo, abrazándolo fuerte y esperando que Kyungsoo se relaje.
-Yo me encargaré de cuidarte. -Y Jongin espera que no haya sonado tan pervertido en voz alta como sonaba en su cabeza.
-Esperaba que dijeras eso. -Kyungsoo desliza la punta de su nariz lentamente por el cuello de Jongin y sobre su mejilla antes de besarlo con suavidad mientras el hombre intenta ponerle freno a su repentinamente salvaje imaginación-. Pero no quiero que nuestra primera vez sea por eso.
Y ahí va, Jongin se desinfla porque por supuesto que no quiere eso. ¿Por qué iba a quererlo? Lo entiende, en serio, y está dispuesto a esperar. Jongin se adaptará al ritmo de Kyungsoo aunque ahora haya unas manos que le acarician la piel desnuda del abdomen, lo que significa que el gato se las ha apañado para meterlas bajo su camiseta.
Una boca cálida acaricia su oreja y Jongin siente el aliento de Kyungsoo en su cara.
-Te quiero ahora -ronronea el gato, y sus dientes mordisquean levemente su oreja.
-Qué.
-Jongin -gime Kyungsoo, y el tono envía un escalofrío de deseo hasta los dedos de los pies de Jongin.
Suelta un gruñido y coge a Kyungsoo en brazos, lo besa con pasión mientras las riendas que intentaba ponerle a su lujuria se le escapan de entre los dedos. Si el gatito quiere jugar, Jongin jugará.
Resopla y se sienta recto, arrastrando a Kyungsoo consigo para que pueda levantarse.
-No vamos a hacer esto en el sofá -le dice al gato cuando ve el súbito miedo en su rostro, como si fuera posible que Jongin lo rechazara. Kyungsoo le pasa los brazos a Jongin por el cuello y la sonrisa vuelve a su rostro. Hasta después de tanta comida y tiempo para recuperar peso, Kyungsoo sigue siendo ligero en sus brazos y es genial. Se adapta perfectamente a los espacios vacíos y hace que Jongin se sienta completo. Es incapaz de contenerse, hunde la cara en el cuello de Kyungsoo tras tumbarlo sobre el edredón, y ninguno quiere soltar al otro.
Kyungsoo se acurruca sobre la manta con un suspiro cuando los labios de Jongin se posan en su mandíbula y su garganta dejando un rastro ardiente. Los suaves sonidos que hace Kyungsoo llegan al fondo de Jongin, se retuercen y se mezclan con la lujuria hasta que tiene una erección que presiona incómodamente contra sus pantalones. No puede esperar a reclamar a Kyungsoo por completo, hundirse en su tentador cuerpo hasta que grite. Quiere grabar este nombre a fuego sobre esta criatura para que nadie más pueda tocarlo.
Jongin lame la piel sobre el collar de Kyungsoo y su respiración se acelera, intenso y puntuado con un profundo gemido. Cuanto más juguetea con el cuero, más fuerte se aferra Kyungsoo a él, sus muslos se aprietan contra sus costados y sus dedos le tiran del pelo. A Kyungsoo se le quiebra la voz cuando Jongin muerde y levanta las caderas del colchón para frotarse contra la pelvis de Jongin con ansia. Kyungsoo está tan duro como él.
Si todo fuera ideal se tomarían su tiempo, se explorarían el uno al otro por completo con manos entusiastas y bocas cálidas, pero este deseo lleva acumulándose demasiado tiempo. Kyungsoo ignora la camisa de Jongin en su empeño de librarse de sus pantalones, desabrochándolos y bajando la cremallera antes de deslizar sus manos bajo la tela para hundir las uñas en los músculos firmes de su trasero y forzarlo a descender. Es genial, presión y fricción y la voz de Kyungsoo en su oído suplicándole más.
El aire es frío cuando sus cuerpos se separan, pero sólo lo suficiente para sus manos, temblorosas por la excitación, se deshacen de los pantalones y sacan camisetas por la cabeza. Esto revuelve el pelo de Kyungsoo y sus orejas ya se estremecen de impaciencia. Jongin bebe de la imagen que hay ante él con avaricia; piel pálida sonrosada que empieza a brillar por el sudor, labios que sus propios labios han dejado rojos y muslos carnosos abiertos para acogerlo a él en medio. Kyungsoo dice su nombre, extiende una mano para que haya contacto y Jongin la toma, entrelaza sus dedos y le sonríe.
La sangre le bombea como un torrente en los oídos, y el instinto más que ninguna otra cosa es lo que le mueve a librarse de los últimos obstáculos. Sus bóxers aterrizan en la alfombra sin hacer ruido. Jongin empieza por debajo, sus dedos se clavan en la carne de los muslos de Kyungsoo hasta que se rinde a sus propios deseos y se inclina para sustituirlos con su boca. Kyungsoo maúlla, se arquea ante el contacto y sus manos vuelven a encontrarse hundidas en el pelo de Jongin. Su cola se las ha apañado para acabar enrollada en el brazo de Jongin, la punta le roza la piel lo justo para provocarlo.
Jongin deja una marca roja en la parte superior interna del muslo de Kyungsoo y oye un gemido cuando la recorre suavemente con los dientes. El sonido es adictivo y Jongin repite la acción para volver a oírlo, pero esta vez Kyungsoo emite un quejido después, moviendo las caderas hacia abajo para que su miembro esté más cerca de la boca del hombre. Sabe lo que quiere y Jongin está más que deseoso de dárselo, de darle cualquier cosa. Agacha la cabeza y envuelve la punta de la erección de Kyungsoo con los labios, y el gato empieza a ronronear.
Las vibraciones del sonido se hacen eco por todo su cuerpo y Jongin lo siente a través de sus caderas, donde sus manos lo mantienen quieto. Kyungsoo intenta levantarlas cuando Jongin avanza con su boca, envolviendo la carne dura con la lengua y humedeciéndolo para que el movimiento sea más fácil. Su propia excitación late dolorosamente entre sus piernas, pero Kyungsoo ya está derrumbándose por el placer y la imagen es demasiado deliciosa como para separarse ahora. Sus quejidos y gemidos son música para los oídos de Jongin, que se crece más y más con cada movimiento de su cabeza. Siente que los muslos de Kyungsoo tiemblan y los dedos que hay en su pelo tiran de las raíces en un intento de controlar sus acciones, pero Jongin no lo va a permitir.
Jongin toma tanto del miembro de Kyungsoo como puede, relajándose cuando nota la punta tocar su garganta. Alza la vista y mira a los ojos a Kyungsoo antes de ahuecar las mejillas y tragar. El gato casi grita, tirando con fuerza del pelo de Jongin hasta que no tiene más remedio que separarse. Kyungsoo tira de él hacia arriba y está boca a boca con un amante muy ansioso, que lame y mordisquea sus labios mientras trata de recuperar el aliento. Las manos de Kyungsoo están por todas partes, se mueven desde sus hombros bajando por su espalda hasta que se deslizan por su estómago. Jongin respira hondo cuando las yemas de sus dedos recorrer su estómago y lo provocan yendo más abajo para después deslizarse hasta sus costados y agarrar sus muslos. Clava los dedos con fuerza y empuja hacia arriba, y el roce piel con piel de sus cuerpos les arranca a ambos un gemido que acaba ahogado entre besos.
Sólo necesita un poco, lo justo para calmar el dolor que pesa entre sus piernas, así que Jongin mueve las caderas hacia abajo. Su miembro se frota contra la piel seca de Kyungsoo, tocando zonas en las que queda saliva, y no es perfecto, pero servirá. Sólo un poco más.
-Jongin, te necesito -suspira Kyungsoo, intentando detener sus caderas, que se mueven para ajustarse a las embestidas de Jongin.
-Vuelvo enseguida. -Jongin posa un último beso apasionado en sus labios antes de dejar a Kyungsoo, con la respiración acelerada y pidiendo más, en el centro de su cama. Ahora mismo se está maldiciendo a sí mismo por no pensar en coger el lubricante del baño y llevarlo a la habitación cuando han entrado antes, pero para ser justos, no estaba pensando con claridad entonces. Con la botellita en la mano, vuelve corriendo y Kyungsoo se sienta para poder tener a Jongin en sus brazos antes de que le dé tiempo a trepar sobre él del todo.
Sus bocas se juntan una vez más y Jongin lo usa como distracción. Se humedece los dedos y los cuela entre los muslos separados de Kyungsoo. Éste se separa cuando siente que Jongin presiona contra él y Jongin siente un arrebato de emoción ante la absoluta confianza que se ve en su precioso rostro. Con las manos en torno a su cuello y abriendo aún más las piernas, dejando que Jongin introduzca un dedo en su interior. Kyungsoo se tensa a su alrededor durante un segundo y se relaja de nuevo, mordiéndose el labio inferior con fuerza. Jongin va lento, examinando los rasgos de su gato en busca de signos de que debería parar porque lo último que quiere es hacerle daño.
A Kyungsoo le lleva más tiempo adaptarse a un segundo dedo pero Jongin lo besa hasta que la incomodidad desaparece. Acaricia con el pulgar una mejilla roja y atrapa su labio inferior con la boca para salvarlo de sus dientes. Jongin piensa que son estos pequeños momentos los que son perfectos, cuando sus ojos se encuentran y lo único que arruina el silencio son sus respiraciones aceleradas que se derraman de labios entreabiertos. Siente que su corazón henchido y Kyungsoo lo abraza un poco más fuerte, agarrándose a su cuello para mantener el equilibrio. Está moviendo las caderas para corresponder los movimientos de Jongin y los gemidos ahogados que emite ahora son de placer.
Un tercer dedo es a la vez mejor y peor. La intrusión inicial hace que Kyungsoo se quede paralizado un momento y sus músculos se tensan tanto que impiden cualquier movimiento. La idea de estar tan cerca del interior de Kyungsoo, de reclamar su mente y su cuerpo, hacen que la erección de Jongin se mantenga dolorosamente. Su paciencia pende de un hilo, sobre todo con los quejidos del gato cuando empieza a corresponderlo otra vez. Se estira y se asegura de que no hay rastro de dolor antes de retirar los dedos y ponerse de rodillas.
Kyungsoo lo mira con los ojos entrecerrados y se pasa la lengua por unos labios ya húmedos. El puro atractivo de ver algo así hace que Jongin se estremezca, deseando más y más y esta vez puede obtenerlo. Se asegura de cubrir su miembro de lubricante por completo, y pone un poco más en la entrada de Kyungsoo sólo para estar seguro.
El primer movimiento es ardiente y lento y Jongin apenas puede respirar, y que Kyungsoo tire de él para darle un beso no ayuda. Levanta una de las piernas de Kyungsoo para apoyarla en su cadera y entra en él por completo con una última embestida. Las uñas de Kyungsoo se hunden en sus omóplatos y oye una queja, pero no para, se retira lentamente y agradece el profundo gemido que eso trae consigo. Kyungsoo levanta la otra pierna y comienza a alzar las caderas, echando la cabeza hacia atrás sobre la almohada y con la boca abierta, los sonidos mueren en su garganta. Jongin oye su nombre entre sonidos ahogados y embiste más fuerte, hundiendo los dedos en las finas caderas de Kyungsoo y acelerando el ritmo.
Un suave ronroneo envía vibraciones al miembro de Jongin y sus movimientos se desestabilizan por un momento. No había esperado eso, o la cola que ahora envuelve su muslo y aprieta cada vez más. El calor aumenta, se condensa y llena a Jongin hasta que empieza a ser demasiado. La forma en que Kyungsoo está obligando a su cuerpo a descender, cómo su espalda se arquea contra el colchón y sus orejas suben y bajan sin parar están volviendo loco a Jongin. Quiere tanto y no hace más que acumular más y más.
Jongin ha tenido suficientes amantes en su vida para saber que esto es diferente, alejado del resto por un amplio margen. Nunca ha deseado tanto acurrucarse junto a alguien y enterrarse en su piel para que nunca puedan separarse. Siempre ha sido Jongin primero y todo lo demás en segundo plano, pero ahora mismo y para todos los días que vendrán, Kyungsoo es el número uno.
Siente cómo todo llega a su fin, sus cuerpos funcionan a base de adrenalina y la necesidad de llegar a una cúspide que está fuera de su alcance. Jongin coge el miembro de Kyungsoo entre sus dedos y lo acaricia al ritmo que embiste, llevándolo hasta un clímax que deja todo su cuerpo rígido y silencia sus gemidos. Es demasiado y Jongin no puede evitar correrse dentro de su amante, empujando más y más adentro hasta que está agotado y satisfecho.
Jongin no quiere aplastar a Kyungsoo e intenta rodar hacia un lado, pero el gato no quiere saber nada de eso. Sus brazos y sus piernas lo mantienen en el sitio y Jongin esconde la cara en su cuello húmedo. El olor a sexo y sudor y cuero llega hasta su nariz, y Jongin la desliza sobre el collar. Jongin lo cataloga en la lista de cosas que tiene que hacer la próxima vez, todas las próximas veces.
La cola que había estado alrededor de su pierna está ahora balanceándose con pereza sobre la manta arrugada. Kyungsoo gira la cabeza para que sus labios se encuentren en un beso tierno que termina con una sonrisa de satisfacción.
El agua está caliente, casi demasiado caliente, pero ninguno de los dos se queja. Jongin está apoyado contra el borde de la bañera y Kyungsoo está entre sus piernas, con la espalda contra su pecho. A Jongin no le gustan demasiado los baños, prefiere saber que se está limpiando adecuadamente con una ducha, pero también sabe que un baño calmará el dolor de su actividad previa. Kyungsoo había bufado y se había hecho un ovillo al intentar moverse, y Jongin odiaba sentirse inútil, así que hizo lo único que sabía, prepararle un baño. Kyungsoo lo había forzado a unirse con pucheros y dulces besos.
Kyungsoo se inclina hacia atrás una vez termina de salpicar juguetonamente, y recuesta su cabeza contra el pecho de Jongin. Otro momento que Jongin atesorará. Envuelve a su gato con los brazos e inclina la cabeza lo justo para besarlo en la sien.
-Mi gatito Soo -dice, estrujándolo más entre sus brazos y ve cómo las orejas de Kyungsoo se ponen rojas y la sonrisa que hay en su cara.
Nada puede ser mejor que esto.
Dos mañanas más tarde, Jongin se despierta antes de que la alarma suene. Abre un ojo y luego el otro cuando ve por qué ya no está durmiendo. Kyungsoo está lamiendo su torso desnudo, su boca desciende cada vez más hasta que llega a la suave línea de vello de su bajo vientre. Lo más sorprendente es cómo la dura erección de Kyungsoo se frota contra el muslo de Jongin, tan fuerte que arranca gemidos de él que ahora caen sobre piel húmeda de saliva y lo hacen sentir escalofríos. Jongin se levanta apoyado en su codo para deslizar dos dedos bajo el collar de Kyungsoo y arrastrarlo para besarlo y cuidarlo como le prometió.
Así que quizá sí que puede ser aún mejor.
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