Viendo el desastre delante de él, Cairbre más o menos cree entender lo que pasa.
Keith está en el suelo, inconsciente, todavía vestido con la ropa que tenía al despedirse de él menos de media hora atrás. Arrodillado a su lado, está Gustav, que lo mira con lágrimas corriéndole por las mejillas: tiene la ropa removida, el pelo revuelto y los
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