Título: Las alas de un esclavo.
Autor:
yukojudithzzSpoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR, mención de sexo en grupo
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary:Dean tiene la oportunidad de ver a Sam con sus propios ojos, pero quizás hubiese preferido no hacerlo.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Capítulo 08. Capítulo 09.
A la mañana siguiente Dean no escuchó la alarma de su reloj sin embargo se despertó con un sonido mucho mejor, la respiración del ángel junto a su oído y el golpeteo de su latido pausado contra su espalda. Las manos de Castiel estaban enredadas en su cintura y bajo las sábanas las piernas de su amo se movían ligeramente acariciando sus propias piernas. Sintió una calidez extraña que le envolvía el pecho y sin saber porqué se le revolvió el estómago. Con cuidado de no despertar al ángel se deshizo del agarre de Castiel, dejando su mano sobre la cama y saliendo de ella poco a poco. Dudó unos instantes, sentado en el borde de la cama, si debía o no girarse a mirar al ángel pero sólo pensar en la visión divina de aquel ser celestial durmiendo, tendido en la cama le pareció demasiado tentadora como para dejarla escapar. Instantes después de haberlo hecho se arrepintió al ver los orbes azules de Castiel mirándole sin ningún atisbo de sueño. Dean no sabía que decir, permaneció con la boca abierta hasta que Cas habló.
-Buenos días.- dijo con su habitual tono.
-Buenos días... Me voy a duchar.- Dean se levantó rápidamente encerrándose en el baño, esperando el máximo tiempo bajo la ducha a que el ángel desapareciese de su cama, nunca se le había dado bien la mañana siguiente, sobretodo porque casi nunca había una mañana juntos. Cuando salió del baño y entró de nuevo en su cuarto, no había rastro del ángel y su cama estaba hecha, sobre ella había ropa, limpia y doblada. Dean se vistió con ella, era nueva pero olía al suavizante que Castiel utilizaba, aún le seguía pareciendo gracioso que un ángel le hubiese enseñado a hacer la colada y que tuviese toda una teoría sobre los detergentes y suavizantes. Se vistió con extrema lentitud dilatando el encuentro con su amo lo máximo posible hasta que fue inevitable. En el comedor le esperaba el ángel que se servía una taza de leche tan solo manchada con unas gotas de café que apenas le daban color a la bebida caliente. Dean no le miró a los ojos al sentarse en su asiento habitual frente a él.
-¿Quieres café?- preguntó con una normalidad que a Dean le molestaba.
-Sí...- alargó la taza que tenía frente a él y Castiel la llenó casi hasta el borde. Dean comenzó a echar azúcar hasta que el líquido prácticamente rebosaba.-¿Que hora es?- preguntó después de dar un sorbo a un café que aún le sabía amargo.
-Casi las cinco de la tarde.- Dean estuvo a punto de atragantarse con el café.
-¿Porqué me has dejado dormir tanto? ¿Has parado tú el despertador?- el ángel le miró severo y Dean se calmó un poco.-Debería haberme levantado a las siete como siempre... quería entrenar un poco. ¿Qué hacemos tomando café a las cinco de la tarde?-
- Cuando te quedaste dormido eran más de las cinco...-
-¿Y por eso me has dejado dormir doce horas?-
-Lo necesitabas, llevas un par de días sin dormir bien. Además te has despertado un par de veces durante la noche.-
-No recuerdo eso...- Dean se bebió el resto de su café de un sólo trago sin poder evitar la mueca en su rostro al sentir el sabor de aquel líquido amargo que bajaba por su garganta.- ¿Y cómo sabes que no he dormido bien estos días? ¿Me vigilas mientras duermo? Porque eso es un poco espeluznante.-
-No, no te vigilo, pero lo noto, lo sé... recuerda que tenemos un vínculo...-
-Ya ya...- al escuchar esa palabra el humano volvió a sentir aquel calor en el pecho y las nauseas volvieron de nuevo haciendo que le entrasen ganas de salir de allí corriendo. Dean cogió una tostada y comenzó a untarla con mantequilla, raramente las nauseas no le quitaron el apetito. Después le puso mermelada de fresa y se la comió igual que lo estaba haciendo todo aquella mañana, lentamente. Durante toda la comida ninguno de los dos volvió a hablar hasta que el humano se levantó de la mesa para comenzar a recogerlo todo.
-Dean... tenemos que hablar...- el hombre estuvo a punto de dejar caer la cafetera al suelo pero consiguió llevarla hasta la cocina ignorando las palabras de su amo. Al volver el ángel le seguía con la mirada fija en él y estaba sentado en el mismo lugar, esperándole.
-Cas lo que pasó anoche, no sé si tengo ganas de hablar de eso, simplemente pasó y...- Castiel le miró con extrañez.
-Quería hablar de lo de esta noche.- dijo simplemente. Dean sintió el rubor extenderse por su rostro.
-Oh...- dijo entre aliviado y decepcionado.- Bien... dime...-
-No podemos arriesgarnos a que te reconozcan así que tendrás que ir totalmente cubierto, si alguien llega a identificarte estaremos en problemas así que procura que nadie te toque, ¿de acuerdo?- Dean asintió aún con el calor en sus mejillas. - No me importa cuanto patalees o grites Dean, harás cuanto yo te diga y cuando te lo diga.- El humano siguió asintiendo a la vez que se sentaba frente al ángel. - No te separarás de mí en ningún momento...-
-Pero si nos separamos cubriremos más terreno.-
-Dean.- la voz severa del ángel le provocó escalofríos.- He dicho que harás lo que te diga. Por tu seguridad.-
-Vale... era sólo una sugerencia.- dijo algo molesto por que le dijeran lo que tenía que hacer. Castiel no era su padre y por mucho que hubiese pagado por él, Dean no le pertenecía.
-Supongo que el sentido común te servirá para comportarte.- Castiel sonaba como un profesor aleccionando a su alumno más rebelde.- Y sobretodo, si ves a Sam no te acerques a él, no intentes hablar con él ni contactar con él de ninguna forma.-
-¡No puedes estar hablando en serio!- Dean se levantó con ira y el ángel hizo lo mismo.
-Hablo muy en serio Dean. No puedes acercarte a tu hermano sin más. ¿Cuántas veces voy a tener que repetirte que es muy peligroso para que te entre en la cabeza?- Castiel golpeó la mesa con ambas manos haciendo temblar las cosas que había sobre ella.
-¿Y cuántas veces voy a tener que decirte que sé cuidarme sólo para que lo entiendas?-
-Quizás cuando sea verdad empiece a creerte. Porque si tan capaz fueras de cuidarte sólo no habrías sido capturado y vendido como esclavo.- a Dean se le pasaron por la cabeza las imágenes de su padre y su hermano justo antes de que perdiera el conocimiento y fuese arrastrado al interior de una furgoneta.
-Eso ha sido un golpe bajo.- musitó con los dientes apretados. Recordar la muerte de su padre no era algo agradable y Dean odiaba al ángel ahora mismo por ello.
-Lo siento Dean pero si quieres venir tendrás que hacer las cosas a mi manera.-
-Estoy cansado de tener que pelear contigo cada vez que pasa algo así.- A estas alturas ambos estaban gritando sin darse cuenta.
-Si no te empeñases en hacer todo lo contrario de lo que digo poniendo tu vida en peligro quizás no tendríamos que discutir siempre.-
-Odio que me digan lo que debo hacer, me recuerda a mi padre y él no va a volver...- Dean se sentó en el sofá agotado, esperando que Castiel siguiese gritándole.- Él daba órdenes y yo le obedecía... Sam siempre le cuestionaba pero yo no... yo acataba sus órdenes sin preguntas. No puedo seguir haciendo eso con nadie Cas...- el ángel se sentó a su lado y le abrazó sorprendiendo al humano.
-Entiendo que eches de menos a tu familia pero la mejor forma de recuperar a Sam no es rebelarte contra mí y por extensión contra ti mismo...- Dean devolvió el abrazo sin pensarlo y hundió su rostro en el pecho del ángel.- No quiero recordarte a tu padre porque sé que te hace sufrir... pero...-
-Lo sé Cas... pero ponte en mi lugar...- la voz del humano estaba amortiguada por el cuerpo de su amo.- ¿Que harías tú?-
-Yo no soy humano Dean... no siento ni pienso de la misma forma que lo hacéis vosotros...- Castiel sonaba triste al pronunciar aquella afirmación.
-¿Seguro?- Dean le miró fijamente a los ojos intentando descifrar lo que aquella mirada fría escondía detrás, vislumbrando la tristeza que desprendían tenuemente.
-Al menos antes de conocerte estaba seguro... Ahora n...- el humano no pudo dejar que las palabras terminasen de salir de aquella boca, sintió la necesidad de acallarlas con un beso.
-Esta bien Cas... por esta vez haré lo que dices, pero cuando volvamos seguiremos discutiendo.- Dean volvió a besarle brevemente y se levantó del sofá.- ¿Estás seguro de que no me estás haciendo algo con su "mojo angelical"? - Cas le miró extrañado.- Sí, controlando mi mente con tus poderes o algo así.-
-Aunque pudiese hacerlo no controlaría la voluntad de una persona. Y si lo hiciese ¿no crees que me habría evitado tus pataletas?-
-No son pataletas... -
-¿Porqué lo preguntas?- Dean se quedó un rato en silencio pensando en si responder o no a su amo.
-Porque me siento raro contigo Cas... me siento vulnerable... Da igual... olvídalo.- el humano se dirigió a su habitación sin esperar que el ángel respondiese.
Dean se sentía incómodo rodeado de tal cantidad de demonios y criaturas infernales. Parecía que aquella ocasión debía ser un evento especial porque se habían congregado más gente de la que parecía caber en el recinto. El ángel estaba a su lado, su mano rodeando su cintura con fuerza, pegándole a su cuerpo evitando que nadie más le tocase, era tremendamente difícil caminar con normalidad entre aquella marea de cuerpos agitados y nerviosos. Dean sentía demasiado calor con aquella ropa oscura, la capucha que prácticamente le tapaba todo el rostro no le ayudaba a la entrada de aire y quizás si hubiese sido más débil le hubiese dado ya un mareo. Castiel se había empeñado en que llevase la mayor parte del cuerpo posible tapada para que fuese más difícil que alguien le tocase por error, pero eso le estaba haciendo sudar como un animal y casi sentía sus dedos encharcados dentro de los guantes.
Estaban cerca de la jaula, apenas un par de metros les separaban de ella y ambos vieron como un hombre caminaba hasta el centro haciendo que los gritos aumentasen un instante y se acallasen al poco tiempo. Dean dirigió instintivamente su mano hasta el arma, el cuchillo de Ruby que tenía atado al cinturón y rozó sin querer los dedos del ángel quien se acercó a su oído y susurró.
-¿Te encuentras bien?- preguntó con algo de preocupación en la voz.
-Sí... hace calor aquí.- el hombre del centro de la jaula, o mejor dicho, el demonio, hizo una señal a alguien y un micrófono comenzó a bajar del techo.
-Quizás pueda ayudarte.- la mano en su cintura comenzó a buscar entre los pliegues de ropa intentando alcanzar la piel del cuerpo de Dean quien se sorprendió al sentir como cuando la punta de aquellos dedos rozaron su carne una sensación de frío y bienestar le recorrió todo el cuerpo.
-Gracias.- susurró cuando los dedos volvieron de nuevo a su cintura. El demonio comenzó a hablar y toda la atención del humano se centró en él.
-Damas y caballeros.- gritó con voz profunda a la audiencia que aún murmuraba de vez en cuando.- Bienvenidos.- dijo dejando una pausa de efecto después.- Esta es una noche especial, supongo que todos estáis enterados ya que hay más público que de costumbre.- Dean se puso nervioso al escuchar aquellas palabras.- Cabe decir que hoy se encuentra entre nosotros alguien muy especial.- la gente a su alrededor volvía a murmurar, esta vez con más vehemencia.- Uno de los mejores gladiadores, seguro que todos vosotros habéis oído hablar de él. Habréis escuchado cosas malas y cosas peores pero seguro que todas se quedan cortas.- Por un momento Dean desestimo la idea de que estuviesen hablando de su hermano, nunca en toda su existencia hubiese elegido esas palabras para definir a Sammy.- Yo, al igual que vosotros, al principio hubiese querido arrancarle la piel a tiras, poco a poco, haciendo que derramase lágrimas de sangre pero...- el demonio sonrió con maldad.- ... las cosas han cambiado y ahora nuestro asesino se ha convertido en nuestro elegido, en nuestro gladiador estrella, nuestro Mesías demoníaco.- La gente comenzaba a ponerse nerviosa a su alrededor.- Sin más preámbulos ni dilaciones os presento a nuestro primer gladiador de la noche, el campeón invicto, Sam Winchester.- la multitud comenzó a gritar y a aplaudir mientras a Dean se le salía el corazón por la boca, las manos del ángel se movían en su cintura intentando relajarle. A la derecha de la jaula se abrió la puerta y una figura colosal entró dentro, a Dean no le hizo falta verle la cara para saber que se trataba de su hermano, la forma en la que se movía ya era suficiente para saber que se trataba de Sammy. En su garganta se quedó atascado el nombre de su hermano que intentó salir quedando en un quejido ahogado por los aullidos de la multitud. Sam caminó hasta estar junto al locutor, llevaba tan sólo unos pantalones negros y una toalla sobre sus hombros, las manos vendadas y una mirada que a Dean le recordó la de un animal salvaje.- Y también tenemos al aspirante, le ha costado llegar hasta aquí.- dijo con el mismo tono de maldad en la voz que desprendía cada uno de sus gestos. Dean seguía sin poder apartar la vista de su hermano, había algo en él que le hacía familiar y extraño al mismo tiempo.
-Tranquilo Dean.- susurró de nuevo el ángel contra su oído. El humano perdió el hilo de lo que el demonio estaba diciendo y tan sólo las palabras del ángel le devolvieron al mundo real que cobraba vida a su alrededor.
-... después de diversos combates. Así que con todos ustedes, el aspirante, Jay Finnegan.- los gritos de la multitud no eran esta vez tan abrumadores. El chico que entró en la jaula era corpulento pero al lado de su hermano parecía un hombre apocado, sin duda no debía tener más de veinte años pero en su cara el cansancio y las peleas le habían condenado a una vejez prematura. Desde fuera de la jaula, a espaldas de los contrincantes, un hombre llamó a su hermano mientras el locutor seguía alargando el momento del inicio de la pelea, Sammy se acercó a él, intercambiaron un par de palabras y de nuevo volvió a su lugar en el centro de la jaula con una sonrisa maliciosa en los labios que a Dean le heló la sangre.-... ya conocéis las reglas, todo vale y no se para hasta que uno de los dos queda muerto o inconsciente. El combate empieza en 5... 4...- la gente coreaba la cuenta atrás mientras el demonio salía de la jaula y cerraba la puerta tras él.- ...3 ...2 ...1... ¡GO!- la sonrisa en la cara de su hermano se hizo más amplia al ver como su contrincante caminaba en círculos con pasos tambaleantes por el miedo, sin duda su fama le precedía.
-Creo que no deberías ver esto Dean.- el ángel giró al humano con más esfuerzo del que creía necesario, hasta que estuvo mirándole a los ojos.- Dean... será mejor que nos marchemos...- susurró haciendo que los ojos de su esclavo se abriesen con sorpresa.
-No.- Dean intentó vanamente volver a girar su cuerpo para ver lo que ocurría dentro de la jaula, los gritos de la gente estaban poniéndole nervioso.- ¿Que sentido tiene entonces que hayamos venido?- finalmente Dean consiguió girar lo suficiente para vislumbrar lo que pasaba en la jaula y se arrepintió de haberlo hecho.
-Ha sido un error que vinieras...- las palabras se perdieron en el aire del local que de repente se volvió mudo para los oídos de Dean, su atención exclusivamente centrada en los movimientos de su hermano. Sus puños golpeaban con fuerza la cara del otro chico, la rabia en sus ojos podía cortar el aliento de cualquiera, y la sonrisa demoniaca de su cara era la guinda del conjunto.
-¿Cómo…?-las palabras no terminaron de salir de su boca.
-Dean... nos vamos, ya tengo lo que quería y tú has visto a tu hermano así que no tenemos motivos para permanecer aquí más tiempo.- las piernas del humano no respondían ante los tirones del ángel que le sacó de allí lentamente mientras sus ojos seguían fijos en su hermano y la cantidad de sangre que el otro gladiador estaba perdiendo. -Dean...- Castiel zarandeó al hombre un par de veces consiguiendo que le observase con una mirada vacía.- Vámonos, hablaremos en casa.- Dean no reaccionó al estar fuera del local ni al llegar a casa, hasta que Castiel le llevó al dormitorio y le pidió que se tumbase un rato el humano no fue consciente de dónde estaba. El ángel fue a la cocina en busca de algún tipo de bebida caliente y al volver encontró a Dean acurrucado bajo las sábanas con los ojos muy abiertos y llenos de lágrimas pero sin derramar una sola.
-Siéntate Dean.- susurró con delicadeza mientras ayudaba al humano a incorporarse.- Te he hecho chocolate caliente, espero que te haga sentir mejor.- Dean se encogió levemente de hombros y aceptó la taza humeante de chocolate. Castiel se sentó junto a él en mientras veía como daba pequeños sorbos a la bebida.
-He visto a Sam matar cosas durante toda nuestra vida...- dijo de repente con apenas un hilo de voz.- ... es a lo que nos dedicamos... ir viajando con el Impala y matando seres... yo no me preguntaba si aquello estaba bien o mal... simplemente lo hacía porque nuestro padre nos lo decía... pensaba que si él lo mandaba debía ser lo correcto, lo que debíamos hacer... Sammy siempre se preguntaba si todas aquellas criaturas a las que dábamos caza merecían lo que les hacíamos... algunas veces nos hizo ver que los seres a los que perseguíamos no eran tan malos como creíamos, que eran igual que nosotros, algunos más vulnerables incluso y simplemente les dejábamos en paz... pero esto es diferente...- Cas no pudo evitar recuperar su gesto de costumbre y acariciar el pelo del humano.- ...estaba matando a golpes a un humano... a otra persona... sin más motivo que...-
-Salvar su propia vida Dean...- intervino Castiel.- ... tu hermano no hace eso por placer, lo hace para sobrevivir.- Dean agitó la cabeza con vehemencia, negando. El ángel tomó su taza antes de que la derramase sobre la cama dejándola sobre la mesita.
-No le conoces Cas... esa mirada... esa sonrisa... estaba disfrutando con cada golpe que le daba... Sam... ya no es...- las lágrimas finalmente cayeron por sus mejillas, resbalando con premura por su cálida piel.
-Sigue siendo tu hermano...-
-No...- Dean le miró sin ver más que la figura borrosa que las lágrimas le dejaban vislumbrar. El ángel le besó la frente y limpió su rostro con delicadeza.
-Termínate el chocolate...- sugirió con suavidad mientras le acercaba de nuevo la taza. Dean estaba aún algo aturdido y cumplió sin muchas pegas, bebiendo lo que quedaba en la taza de un solo trago. Cuando terminó el ángel volvió a apartar la taza y acarició de nuevo su pelo haciendo resbalar sus dedos hasta las mejillas del hombre que volvían a estar húmedas por sus lágrimas mudas.- Ven, te ayudo a ponerte el pijama.- Dean se dejó hacer mientras el ángel le desnudaba con cuidado y le ponía el pijama, después le metió de nuevo en la cama y tras desaparecer unos segundos volvió de nuevo para acostarse junto a él, ahora también con su pijama puesto.
-No necesito que te quedes aquí Cas...- dijo Dean más compuesto.
-No lo hago por ti... - el humano le miró con una ceja levantada.- ¿No has pensado que quizás no eres el único que necesita compañía?- Dean le miró con una expresión vacía.- Mañana verás las cosas de otra forma.- el ángel se metió en la cama después de apagar la luz y se abrazó al humano hasta sentir todo el calor de su cuerpo rodeándole.
-No creo que nada haya cambiado mañana...- dijo cuando la habitación permanecía en silencio desde hacía un rato.
-No hables así Dean...-
-Tenías razón Cas... no debí haber ido...-
-Nunca me escuchas...- dijo con una sonrisa tímida mientras giraba al humano hasta estar mirándole a los ojos, acarició su rostro y después entrelazó sus brazos alrededor de su cintura.- Dean...- susurró con una voz profunda que acariciaba los oídos del humano con tosca delicadeza.- ... no quiero que estés así... no soporto verte llorar... triste...- el esclavo acercó más su cuerpo al de su amo y escondió su cabeza en la curva de su cuello.- ... es como si algo aquí dentro se rompiese...- dijo señalando su pecho aunque el humano no podía verlo.- ... nunca había sentido algo así... no me gusta...-
-Lo siento Cas... no puedo evitar sentirme así...-
-¿No puedo hacer algo?- los labios del ángel hablaban pegados contra la oreja de Dean.
-Abrázame más fuerte...- musitó sintiendo como las lágrimas volvían a sus ojos, el rubor subía a sus mejillas al escuchar sus propias palabras y los brazos del ángel le apretaban más contra su pecho mientras dentro latía el corazón de Castiel con un ritmo tranquilizador que le inducía poco a poco al sueño.
CONTINUARÁ...
Capítulo 10.