Las alas de un esclavo (Destiel) 11/20 [Fanfiction]

Mar 17, 2013 22:33

Título: Las alas de un esclavo.
Autor: yukojudithzz
Spoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR, mención de sexo en grupo
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary: Dean entra en el edificio en busca de su hermano. Quizás aquello no fue una buena idea.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Notas: Llevo todo el fin de semana enferma, iba a actualizar el viernes pero me encontraba fatal, parece ser que siempre tengo excusa (¿?). Gracias a toda la gente que me lee y que comenta. Recordad que esta historia es AU así que no sigue la linea argumental de la serie, aparte de algunas licencias poéticas, aunque hay cosas que en esencia son iguales. Espero que este capítulo no sea confuso debido a la gran cantidad de cambios rápidos de escenario, mi intención era darle dinamismo a la escena. No sé si lo he conseguido.

Capítulo 10.

Capítulo 11.

-¡Sammy!- La niña corrió hasta donde el muchacho estaba sentado y se arrojó sobre él rodeando su cuello con sus brazos.

-Ey enana, ¿qué tal estás?- el hombre se levantó con la niña en brazos.

-Bien, papá me ha llevado al parque y me ha comprado un helado de chocolate.- Sam volvió a sentarse poniendo a la niña en su regazo mientras ella le explicaba con una gran sonrisa lo que había hecho durante aquella tarde.

-Cariño, no molestes a Sam con tanto parloteo.- Crowley entró en la habitación con la seguridad que le caracterizaba.

-No te preocupes no me molesta.- dijo acariciando la nariz de la niña con cariño y sonriéndole como si fuese su hermana pequeña.- ¿No deberías estar durmiendo señorita? Ya es muy tarde.- la niña frunció el ceño y negó con vehemencia haciendo que su pelo dorado se moviese con soltura.

-Se ha empeñado en acompañarme a recogerte. Ha dicho que no se iría a dormir hasta ver a su "Sammy"- dijo el padre de la criatura sonriendo con maldad. La niña se aferró al brazo del humano y tiró de él con fuerza.

-Vámonos a casa Sammy.- el chico asintió, levantándose con la niña colgando de su brazo.- ¿Qué has hecho hoy?- dijo mientras caminaba de la mano del hombre.

-No demasiado, entrenar principalmente.-

-Qué rollo...- dijo la pequeña con cara aburrida mientras balanceaba su mano y la de Sam de un lado a otro. El humano rió.

-Sí, supongo que es un rollo.-

-¿Y qué es este lugar?-

-Es...- Sam miró a Crowley en busca de ayuda.- ... bueno... es una clínica...-

-¿Cómo un hospital?-

-Sí.- los tres se pararon frente al ascensor y el demonio pulso  el botón.

-¿Estás enfermo Sammy?- preguntó la niña con preocupación.

-No.- el humano se arrodilló en el suelo hasta estar al mismo nivel que la niña.- No estoy enfermo. Vengo para que me den... vitaminas... para ser más fuerte y poder ganar muchos combates.-

-Ah. ¿Y como son las vitaminas?- Sam de nuevo miró al demonio quien sonreía sin intención de ayudar al humano.

-Bueno pues... no son como pastillas ni caramelos ni nada de eso... me ponen un tubo en el brazo y me inyectan la sangre con las vitaminas directamente...- la niña le miró confundida.

-Quiero caramelos.- dijo sonriendo, parecía que era la única parte que había captado de la frase de Sam.

-Creo que hay una máquina de golosinas en esta planta.-

-¿Puedes comprarme algo Sammy?- la niña dijo haciendo pucheros.

-Esta bien pero no te vayas si mí. ¿Vale enana?- Sam alborotó ligeramente el pelo rubio de la niña al mismo tiempo que esta asentía con una sonrisa dulce en la cara.

Cuando Sam se hubo alejado lo suficiente Crowley habló con voz más grave que de costumbre.

-¿Ocurre algo Lilith?- La sonrisa inocente de la niña se convirtió en una llena de maldad.

-Está en el edificio. Sólo.- sus ojos se volvieron blancos y vacíos y su sonrisa se volvió aún más amplia.- No dejes que Sam le vea.- Crowley sacó el móvil del bolsillo de su americana.- Pero no le mates todavía.-

-Chicos, paradle.- dijo simplemente.

Dean sentía la sangre de todo su cuerpo hervir con anticipación, había un extraño olor en el aire que le recordaba a las cacerías con su hermano y su padre, quizás era la adrenalina, quizás era el sonido de su corazón golpeándole dolorosamente contra el pecho, quizás era ese sabor metálico en la boca que se acumulaba sin poder tragar, fuese lo que fuese todo aquello le era demasiado familiar. Estaba dentro de uno de los ascensores mirando como los números se iluminaban con cada piso que subía, quizás hubiese sido más seguro usar las escaleras. Se sentía intranquilo, le había sido demasiado fácil entrar, se había acercado a los dos guardas y antes de que fuesen conscientes les había desgarrado la garganta, lo mismo hizo con el recepcionista. Sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo y aún así no le importaba. De repente el ascensor se paró y las luces se apagaron.

-Genial…- murmuró mientras metía la recortada de nuevo dentro de la bolsa y sacaba una palanca de la misma, nadie podría echarle en cara que no había ido preparado para cualquier imprevisto. Colocó la palanca entre la rendija de las puertas y empujó con todas sus fuerzas hasta que las puertas cedieron y se abrieron lo suficiente como para poder empujarlas con las manos. El ascensor se había parado justo en mitad del agujero de la puerta y aunque aquello no le daba demasiada buena espina, no tenia tiempo para plantearse si debía o no hacerlo. Echó una ojeada fuera, todo limpio. Dean se sentó en el suelo y sintió sus piernas colgando, intentando no pensar en el gran vacío que había bajo sus pies, cogió la bolsa con las armas y saltó hasta que sus pies estuvieron sobre tierra firme o al menos algo similar. Los pasillos estaban a oscuras tan solo iluminados por la tenuidad de las luces de emergencia. Dean sacó de nuevo la recortada y comenzó a escudriñar la oscuridad con afán, quizás no había sido tan precavido porque había olvidado traer una linterna.  Todavía estaba en el segundo piso pero no parecía que hubiese nadie más en aquel edificio, cambió de opinión cuando escuchó unos pasos acercarse desde la derecha, se giró rápidamente viendo como un grupo de demonios vestidos con trajes negros aparecían por las puertas de salida de emergencia.

Sam caminaba de vuelta hasta dónde había dejado a la niña y a Crowley cuando las luces se apagaron súbitamente. El humano se paró y miró a su alrededor, aún tenía los caramelos que había comprado para Lilith en las manos. Su instinto de cazador le decía que aquello no era un simple apagón, podía olerlo en el aire, algo iba mal, muy mal. Retomó su camino, presto, y cuando estuvo frente al demonio le preguntó mirándole con el ceño fruncido.

-¿Pasa algo?- la niña se acercó a él y tomó los caramelos de las grandes manos del humano.

-Papi dice que se ha ido la luz.- dijo la niña abriendo el envoltorio y cogiendo un caramelo de color rojo, se lo metió en la boca y lo saboreó unos segundos antes de decidir si le gustaba y sonreír dulcemente.

-No es nada, seguridad se encargará de ello.- Crowley tomó la mano de la niña e hizo un gesto con la cabeza para que Sam les siguiera.- Bajemos por las escaleras.- el humano no se movió, siguió en el mismo sitio con los sentidos muy alerta, si se concentraba podía escuchar la gente corriendo arriba y abajo por el edificio.

-Quizás necesiten ayuda.- dijo apretando sus puños ansioso de pelear.

-No hay nada en este edificio que merezca la pena como para poner en riesgo tu vida Sam. Vámonos, ¿no querrás asustar a Lilith?- La niña le miró con grandes ojos azules mientras aún sostenía la mano de su padre. Sam le devolvió la sonrisa y asintió, siguiendo a ambos demonios hasta la salida de emergencia. Cuando apenas había bajado un par de escalones se escuchó un estruendo proveniente de los pisos inferiores, Sam conocía demasiado bien aquel sonido.

-Están disparando.- Susurró intentando que sólo Crowley escuchase sus palabras.

-Sam, tranquilizare, todo está bajo control, tenemos personal competente que se encargará de cualquier imprevisto.- Crowley sonrió con una pizca de malicia y le instó a que siguieran bajando.

Dean estaba hasta arriba de mierda. Si de algo entendía era de eso, era un experto en problemas y ahora mismo estaba metido de lleno en uno. Supuso que le idea de estar solo en un edificio lleno de demonios no era buena ni siquiera en la teoría, pero ¿desde cuando algo así le había parado? Nunca y esa no iba a ser la excepción. Ahora mismo corría por los pasillos del segundo piso, había disparado a varios demonios pero estaba seguro de que al menos un par más le perseguían. Se encontró con un largo pasillo, al final de él una puerta que el humano estaba seguro conducía a las escaleras, debía haber más de una salida en un edificio tan grande. Corrió tanto como pudo hasta llegar a la puerta pero poco podía imaginar que se abriría antes de que él pusiese su mano sobre ella y que el golpe le mandaría al suelo haciendo que la recortada escapase de sus manos. El demonio que salió de detrás de la puerta se abalanzó sobre Dean quien agarró con premura el cuchillo de Ruby que llevaba en el pantalón y se lo clavó en el pecho. Después del chisporroteo inicial, Dean arrancó el cuchillo y se levantó, cogiendo la recortada y la bolsa que llevaba consigo. Abrió la puerta de nuevo y cuando estuvo al otro lado la atrancó con la palanca justo cuando escuchó los pasos de los demonios acercarse por el pasillo. Sin perder tiempo comenzó a subir las escaleras, la adrenalina palpitando con excitación en sus venas, podía escuchar gritos en los pisos inferiores pero también en los superiores. Cuando escuchó la puerta de una de las plantas abrirse y unos pasos bajando torpemente decidió salir por el quinto piso.

En aquella planta todo parecía estar en calma, de nuevo atrancó la puerta, esta vez usando un archivador que había cerca de unos cubículos y caminó con cuidado hasta llegar al centro de la sala. Los demonios debía haber llegado hasta ese piso, Dean podía escucharles golpear la puerta atrancada. Corrió hasta el otro lado de la sala y un estruendo le indicó que la habían traspasado, de pronto se paró en seco y miró a su alrededor intentando pensar qué hacer. A su izquierda había una sala con la puerta entreabierta, una especie de despacho, entró sin pensarlo y tras cerrar la puerta sacó un bote de sal de la bolsa que llevaba y la echó frente a la puerta para evitar que ningún demonio la traspasase. Se sentó un segundo en en suelo y entonces escuchó su teléfono sonar.

-Mierda.- susurró buscando el aparato de dentro de la bolsa, hubiese sido una gran idea ponerlo en silencio antes de entrar en el edificio. Cuando por fin lo encontró, las siluetas de dos personas se pararon frente al despacho en el que él estaba.- Joder.- descolgó el teléfono, era Castiel.- Ahora no tengo tiempo Cas, estoy un poco ocupado.- los seres al otro lado de la puerta comentaban algo entre ellos, seguramente una forma de poder entrar en la sala. Dean miró frente a él mientras los chillidos del ángel salían del auricular del teléfono y vio una ventana que parecía tener una repisa. No parecía una buena idea pero quizás una mala idea podría arreglar otra. Se levantó, ignorando la regañina del ángel.- ¿Cas, porqué no me echas la bronca cuando volvamos a casa y me dejas trabajar tranquilo?- dijo abriendo la ventana y asomándose al exterior. El sitio estaba alto para ser sólo un quinto piso. Se bajó un poco el pasamontañas, estaba empezando a sudar debajo de él.

-Dean, Ruby y Meg están entrando. Si las descubren pueden meterse en un gran lío por tu culpa.- Dean no se sentía culpable por hacer que un par de demonios se metiesen en líos aunque la verdad es que tampoco era algo que le hiciese extremadamente feliz. Suspiró y agarró la bolsa, puso todas sus cosas excepto el móvil dentro y se la colgó del hombro.

-Lo siento Cas, no esperaba que esto fuese a salir así. Ahora si me lo permites, estoy apunto de escalar por la pared del edificio y no me gustaría que mi precioso culito fuese a parar al asfalto, le tengo bastante aprecio, así que hablamos más tarde, no me llames, te llamaré yo, ¿ok?- Dean cortó la comunicación y metió el teléfono en el bolsillo de su pantalón mientras salía al alféizar y se aferraba a la pared con fuerza.

Sam bajaba los escalones con quizá demasiada calma para todo el jaleo que estaba generándose en el edificio. Seguía sin gustarle demasiado lo que estaba pasando allí y estaba completamente seguro de que si su padre y Dean estuvieran con él en ese momento los tres se hubiesen encargado del problema, pero eso no era posible ya que ambos estaban muertos. El humano miró a la niña que bajaba con cuidado frente a él, todavía cogida de la mano de su padre. Sam sonrió un poco cuando la niña le miró con cara un tanto asustada.

-Está bien cariño, no pasa nada.- le dijo intentando hacer que se sintiese mejor. La niña asintió y tomo su mano, tirando de ella levemente.

-Sammy, ¿me coges en brazos?- pidió haciendo pucheros a lo que el humano no pudo negarse. Asintió y tomó a la niña cuidadosamente, ella le rodeó con sus pequeños brazos y apoyó su cabeza en el amplio hombro de Sam. De repente el teléfono de Crowley comenzó a sonar y este lo cogió instando a Sam a que continuase mientras él se paraba en las escaleras a responder la llamada. Cuando Sam había bajado un piso más escuchó como el demonio gritaba a quien fuese que estaba al otro lado de la linea.

-¡¿Qué coño quiere decir que…?!- entonces bajó la voz y volvió a repetir de nuevo.- ¿Qué coño quiere decir que está escalando por fuera? No es Spiderman. Haced algo ya.- colgó el teléfono y se reunió de nuevo con Sam y la niña.- Parece que estamos teniendo algunos… problemitas.- dijo sonriéndole y golpeándole la espalda un par de veces.- Pero no te preocupes Sammy, no hay nada de qué preocuparse.-

Quizás escalar edificios en medio de la noche no era el punto fuerte de Dean, pero al menos había subido algunos pisos sin haberse caído, pero no iba a seguir tentando la suerte así que cuando estuvo cerca de una ventana intentó abrirla.

-Genial, cerrada.- murmuró recolocándose la bolsa sobre el hombro, agarrándose con fuerza a la pared y golpeando la ventana con su codo hasta que rompió el cristal y pudo entrar por ella. Una vez dentro se aseguró de que la sala estaba vacía, se sentó en el suelo unos segundos hasta que recuperó el aliento y sacó de su bolsa la recortada y algunos cartuchos, poniéndolos en los bolsillos traseros de su pantalón. Dean estaba seguro de que Cas se enfadaría con él y si era un poco inteligente se daría cuenta de quien era la persona, o mejor dicho, el ángel, que le había proporcionado las armas. Ahora no tenía tiempo de preocuparse por Chuck aunque le daba un poco de pena el querubín, si salía vivo de esa le haría una tarta o al menos lo intentaría, la repostería no era su fuerte. Se levantó y abrió la puerta de la sala, escuchó pasos ir de un lado a otro pero el piso parecía estar vacío, ahora sólo necesitaba llegar hasta las escaleras para poder subir hasta la planta superior donde probablemente estaría su hermano. No pudo dar más que un par de pasos cuando un demonio que pareció salir de la nada le agarró del cuello y le estampó contra una pared. Dean resbaló hasta el suelo y antes de que recibiera una patada del mismo hombre rodó un par de metros. Había perdido la recortada pero aún conservaba el cuchillo de Ruby. El demonio volvió a atacar y Dean se movió hacia atrás torpemente apenas desviando el golpe con su brazo izquierdo. Se puso en pie e intentó clavar el cuchillo en la carne de aquel ser, fallando dos veces. El demonio le golpeó en el costado y entre  el rugido de dolor Dean aprovechó la cercanía de ambos cuerpos para asestarle una puñalada en el cuello. El demonio calló al suelo mientras la herida  brillaba y abría la boca en un grito sordo. Dean no perdió el tiempo en recoger las cosas, tres sombras se acercaban a él por su derecha, corrió hasta las escaleras blandiendo el cuchillo de Ruby, cuando la hubo alcanzado apenas tuvo tiempo de abrirla cuando un demonio le agarró del brazo y le lanzó al suelo pero en esos instantes pudo entrever un cuerpo enorme bajando por aquellas escaleras y Dean jamás podría confundir a su hermano. Aún algo desorientado en el suelo el humano pronunció el nombre de su hermano con sorpresa y a la vez esperanza mientras intentaba zafarse del agarre del demonio.

-¡Sammy!-

El hombre se paró de golpe casi haciendo que el demonio tras él chocase contra su espalda. De pronto todo estaba en silencio.

-¿Pasa algo Sammy?- preguntó la niña que parecía adormilada entre los brazos del humano. Sam agitó la cabeza no muy seguro de lo que acababa de escuchar, hubiese jurado que era la voz de su hermano la que le había llamado hacía unos instantes.

-Me ha parecido escuchar a mi hermano.- dijo apenas en un susurro. Crowley se tensó durante unos segundos pero cuando la voz de Lilith volvió a hablar se relajó un poco.

-Yo no he oído nada.- dijo la niña inocentemente. Más tarde le haría pagar a los empleados de su falso padre por su incompetencia, ahora lo mejor era hacer que saliesen del edificio lo antes posible.- Estoy cansada, Sammy, vámonos a casa.- dijo susurrando y aferrando el cuello de Sam con un poco más de fuerza. El humano asintió y sonrió brevemente, probablemente su imaginación le había jugado una mala pasada. Siguió bajando las escaleras intentando olvidar que por unos segundos su hermano había estado de nuevo vivo, al menos para él.

Dean no podía respirar, había perdido el cuchillo cuando el demonio le había cogido por el cuello y había comenzado a apretar su agarre. El arma deslizándose delicadamente de sus dedos mientras su visión comenzaba a nublarse, intentó golpear al demonio pero era demasiado grande y fuerte, escuchó unos pasos acercarse a ellos y temió que fuesen sus últimos segundos de vida. Cuando todo se volvió negro frente a él y los sonidos a su alrededor se comenzaron a apagar sintió un repentino alivio en su cuello, la mano que se cerraba entorno a él le soltó de golpe y Dean comenzó a toser frotándose la garganta e intentando recobrar el aliento con algo de dificultad. Miró a su alrededor y vio el cuerpo de los demonios tirados en el suelo, frente a él, con una sonrisa juguetona en la cara y limpiando su cuchillo en los pantalones de uno de los muertos estaba Ruby.

-No voy a negar que tienes agallas, chico.- dijo la mujer acerándose a él y tendiéndole la mano para ayudarle. Dean la miró durante unos segundos y después la tomó levantándose con algo de dificultad. Más pasos sonaron detrás de Ruby y Dean se tensó, esperando que más demonios viniesen a por ellos, preparándose para luchar.

-Por aquí todo despejado.- gritó Meg corriendo hacia ellos. Dean se relajó un poco y Ruby le devolvió el cuchillo que ella misma le había entregado a Castiel para que le fuese útil al humano.

-Le he visto.- dijo Dean aún con la voz algo ronca. Ambas mujeres le miraron, expectantes.- Bajando por las escaleras, si corremos aún podemos…- dijo señalando la puerta por la que había visto aparecer el rostro de su hermano y caminando con premura hacia él, pero una mano le detuvo.

-No hemos venido a rescatarle Dean.- Ruby miraba a su alrededor nerviosa, más demonios podían llegar en cualquier momento y estaban en inferioridad numérica.- Y Castiel ya está suficientemente enfadado. Nos largamos.- Dean se zafó de aquella mano y agitó la cabeza con vehemencia.

-Yo no me voy de aquí sin Sam.- Dean sintió su cuerpo elevarse y golpear la pared con fuerza, quedándose ahí colgado, sin poder moverse.

-No era una sugerencia, esclavo.- la voz de Meg abandonó sus labios con desprecio.

-¡Meg!- Ruby miró al otro demonio con reprobación.- Suéltale, nos vamos.- Meg suspiró y dejó ir al hombre, quien golpeó el suelo con un ruido sordo. Dean no sabía que un demonio podía ser capaz de algo como aquello, realmente había subestimado a aquellas dos.- Vienen más, vámonos… por el otro lado.- Dean se levantó del suelo con rapidez y siguió a los demonios, mirando aún con odio a Meg. Los tres corrieron por los pasillos, mirando siempre hacia atrás por si acaso le seguían, una vez llegaron a las escaleras Dean vio como Ruby comenzaba a subir.

-Espera, pensaba que íbamos a salir.-

-Y eso es lo que vamos a hacer. Como espera salir vivo de aquí cuando la puerta del edificio está llena de demonios.- dijo sin para de subir, Dean suspiró y la siguió sin hacer más preguntas. Después de subir algunos pisos más llegaron hasta la azotea, a Dean le pareció algo extraño no encontrar más demonios por el camino pero no iba a quejarse por una racha de buena suerte, no solía tener muchas. El aire del exterior era frío y el humano se quitó el pasamontañas, su pelo aplastado por aquella tela y el sudor se le pegaba a la frente como si estuviese incrustado en ella.- Hay que saltar al edificio de enfrente.- dijo Ruby cerrando la puerta de la azotea y atrancándola con una tubería que arrancó de la pared.- Y después tendremos que saltar al otro, Castiel nos espera con tu coche a un par de manzanas.- el otro demonio ya había comenzado a coger carrerilla y cuando Dean se giró para mirarla ya estaba en el aire, en medio del salto. Por unos instantes Dean deseó que no llegase hasta la otra punta, ¿quien podía reprochárselo?, era un demonio y acababa de estamparle contra la pared con sus poderes de zorra infernal, y quizás que quisiese meterse en los pantalones de su amo también tenía algo que ver. La mujer cayó en el otro edificio sin demasiada dificultad, rodando un par de veces y levantándose, sacudiéndose el polvo de los tejanos. Dean ni siquiera lo pensó, quizás porqué esa era la única forma en que saltaría desde la azotea de un edificio de quince pisos, simplemente guardó el cuchillo de Ruby en su pantalón y comenzó a correr, rezando para no acabar aplastado en el suelo. Cuando estuvo suspendido en el aire por un momento sintió que volaba.

-¡Dean no sé que…!- Castiel estaba apoyado en el coche, nervioso, y en cuanto vio al humano se acercó corriendo hasta él, pero Dean simplemente pasó de largo, golpeando el hombro de su amo y haciéndole tambalear.

-No quiero oírte Cas, Sammy estaba allí, le he visto.- Las dos mujeres venían detrás y se pararon en seco cuando vieron la mirada que el ángel le lanzó al humano.

-No me importa lo que hayas visto Dean.- Castiel le agarró del brazo y le hizo girarse hasta estar mirándole, el ángel estaba furioso, Dean podía verlo en los azules ojos de su amo, pero no le importaba, quizás su plan no había salido como esperaba pero al menos ahora sabía dónde estaba Sam. El humano intentó zafarse del agarre del ángel y le empujó contra el coche.

-Mira Cas, tú no eres mi madre, ni mi padre y a pesar de lo que esta mierda de sociedad diga, tú no eres mi amo, así que si puedo hacer algo para recuperar a mi hermano, lo haré.- Dean había apresado al ángel contra el coche, apretando su pecho con cada palabra que pronunciaba, sabía que con sólo pensarlo el ángel podía convertirle en una masa sanguinolenta de carne, pero estaba harto de esa actitud sobreprotectora de Castiel y necesitaba hacer algo sin que éste lo cuestionase.

-No has hecho nada para recuperarle Dean, tan sólo lo has empeorado todo.- La voz del ángel era calmada y sus ojos severos, a Dean le produjo escalofríos.-¿Qué crees que pasará ahora? ¿Crees que Crowley no sabe que has sido tú?- la mano del humano golpeó de nuevo el pecho del ángel quien no hizo nada por evitarlo y simplemente recibió el golpe con resignación.- No volverán ahí, te buscarán y si consiguen pruebas estás perdido.- Dean agitó la cabeza intentando no pensar en cómo la había cagado. Castiel tenía razón pero ahora no estaba de humor para admitirlo delante del ángel y dos demonios que observaban la escena un tanto nerviosos.

-¿Chicos, podrías dejar la discusión para otro momento, como cuando no nos busquen un puñado de demonios cabreados a un par de manzanas de aquí?- dijo Meg caminando hasta el coche y abriendo una de las puertas traseras. Dean la miró aún con desagrado pero dejó caer sus manos y se apartó del cuerpo del ángel.- ¿Nos lleváis o qué? Hemos tenido que dejar el coche abandonado.- dijo la mujer un tanto disgustada. Dean caminó hacia el otro lado del coche, Ruby se acercó también a él, le dio una palmada en el hombro y entró en la parte trasera junto al otro demonio. El humano entró en el coche malhumorado y lo puso en marcha, de repente el ángel se materializó a su lado y Dean pudo sentir como le clavaba aquellos ojos llenos de ira contenida.

Durante unos minutos el coche permaneció en total silencio, la tensión era palpable y Dean se moría de ganas de gritar y golpear algo, por haberlo hecho tan mal, por la actitud del ángel. No podía más con aquello, odiaba que aquel ser le tratase como un niño indefenso, Dean sabía lo que hacía, podría sobrevivir sólo si se lo proponía y quizás la estupidez de entrar en el edificio sin ningún plan demostraba lo contrario pero si Cas le hubiese escuchado desde el principio y hubiese cooperado quizás todo hubiese resultado de otra forma.

Desde la parte trasera del coche Ruby abrió la boca para decir algo pero antes de que pudiera hacerlo Dean conectó la radio, la melodía de rock inundó el coche y la chica volvió a cerrar la boca sin dejar escapar ni un sólo sonido. Sería mejor que hablasen cuando estuviesen fuera del coche. Pero la música no duró más que un par de minutos porque Castiel alargó el brazo y paró el aparato.

-Lo que has hecho ha sido una gran estupidez Dean. Aquello estaba lleno de demonios, podrías haber muerto.- el ángel miró al humano mientras este conducía hasta el local de las chicas, apretando con fuerza el volante para aplacar un poco su ira.

-¿Y eso qué importa? No he muerto, estoy aquí, vivo, y puede que haya sido una tontería pero si me hubieses ayudado desde el principio…-

-Claro que importa Dean, no seas estúpido.- Castiel estaba empezando a exasperarse, a veces era imposible razonar con aquel humano.

-¿Ah sí? ¿Y a quien le importa? Sammy no creo que sepa si sigo vivo, mis padres están muertos, a nadie le importa si yo vivo o no.-

-A mí me parece que a Castiel le importa.- dijo Ruby, quizás no era demasiado sensato interferir en la conversación pero estaba cansada de estar ahí sentada simplemente observando. Dean la miró a través del retrovisor, una mezcla de odio y duda en sus ojos.- ¿Qué? ¿Acaso crees que haría esto por todo el mundo? Sí, ha liberado a muchos esclavos, pero todo esto, dejarse el culo buscando a tu hermano, enfrentarse a Alastair, el ataque de la otra noche, la escapadita nocturna… cualquiera te hubiese echado a patadas de su casa hace tiempo, pero quizás has tocado alguna fibra angelical porque se preocupa por ti.- Ruby sintió como las manos del humano se relajaban un poco pero lo que dijo Meg a continuación quizás no ayudó demasiado.

-O puede que la chupe bien.- Ruby se hubiese reído en otra situación, incluso hubiese seguido con la broma pero en aquel momento simplemente le dio un codazo a su amiga e intentó sonreír a los hombres que estaban en la parte delantera. Intentando ignorarla siguió hablando.

-Quizás Castiel no es tu amo, pero es tu amigo.- Se encogió de hombros y a partir de ese momento el coche volvió a permanecer en silencio durante todo el trayecto hasta que Dean paró el coche cerca del local de las chicas. Ambas salieron del vehículo, Ruby apenas intercambió un par de palabras con el ángel, prometiendo que hablarían al día siguiente pero Meg se inclinó en la ventana del copiloto y besó al ángel en la mejilla y le guiñó un ojo a Dean, lo cual hizo que el humano añadiese un par de razones más para matar a aquel ser despreciable. Cuando las dos mujeres desaparecieron de su vista entre las callejuelas oscuras ambos hombres permanecieron en el coche, sin mirarse, sin hablar, sin moverse de allí, esperando a que el otro pronunciase las primeras palabras de una conversación desagradable y predecible. Cuando no habían pasado siquiera cinco minutos Dean no puedo aguantar más y finalmente habló.

-No voy a pedirte perdón.- dijo con tranquilidad, sin mirar al hombre que tenía a su lado.- Hice lo que tenía que hacer.-

-Lo hiciste mal Dean.-Castiel ya no sonaba enfadado pero el humano sabía que lo estaba. Enfadado y muy preocupado.- Estoy cansado de pelear contigo, tienes razón, no me perteneces y no soy de tu familia pero eso no hace que deje de preocuparme por ti.- Castiel no tenía derecho a hacerle sentir culpable.

-Yo también estoy cansado…- Dean se giró para encontrarse con los tristes ojos azules del ángel.- Cas…- odiaba aquella mirada porque le hacía sentir vulnerable.- Vamos a olvidar que esto ha pasado. Volvamos a casa y pensemos en cómo podemos encontrar a Sammy, ¿okay?- Castiel sabía que no tenía sentido seguir discutiendo, así que asintió y sonrió levemente.

-Pensaba que iríais a cenar fuera.- dijo el hombre dejando el libro que estaba leyendo sobre la mesa frente a él. Sus movimientos elegantes y naturales siempre hacían que el humano se quedase mirándole con curiosidad. Sam dejó a la niña en el suelo con delicadeza, esta corrió hasta los brazos del hombre y le besó con ternura en la mejilla.

-Cambio de planes, han entrado algunos intrusos en el edificio y he pensado que lo mejor era volver directamente.- Crowley se quitó la chaqueta y se la entregó a un esclavo que había entrado en la sala discretamente, Sam hizo lo mismo y después se sentó en el sofá junto a la otra persona y a la niña.-Pero no te preocupes, todo está bajo control.-

-Eso espero. Cariño, ¿porqué no vas a la cocina y le pides a la cocinera que os prepare algo de cena?- le dijo a la niña quien asintió en silencio y salió de allí con premura.- ¿Qué tal estás Samuel?- preguntó con demasiada cortesía y una sonrisa lisonjera en su cara.

-Bien, los entrenamientos van cada día mejor y la sangre ayuda. Creo que estaré listo antes de lo que esperaba.-

-No es necesario que te excedas Sam, todo lleva su tiempo.- Crowley miró a su jefe esperando que éste estuviese de acuerdo con él.

-Crowley tiene razón pero no te culpo por querer acelerar el proceso, supongo que toda esta situación deber ser muy dura para…- un grito femenino proveniente de la cocina llegó hasta la sala de forma estruendosa.-… ti.- el hombre miró a Crowley con severidad, éste le sonrió en señal de disculpa y se levantó.

-Creo que nos hemos quedado sin cena y sin cocinera. Será mejor que vaya a echar un vistazo.- el demonio desapareció por la puerta de la cocina dejando a ambos hombres solos en la sala.

-Lucifer…- Sam susurró acercándose más a aquel ser.- Hay algo que quisiera saber.- el ángel caído asintió y sonrió para indicarle al humano que continuase.- Verás, mi padre nunca nos contó demasiado y le he preguntado un par de veces a Crowley pero siempre me da largas. He pensado que quizás tú podrías contarme cómo el mundo ha pasado a ser lo que es ahora.- Lucifer sonreía por dentro pero por fuera su rostro era de preocupación y concentración.

-Samuel, no sé si de verdad es necesa…-

-Necesito saberlo. Para entender porqué está pasando todo esto, para saber porqué Dean ha muerto, necesito respuestas Lucifer y creo que eres el único que puede dármelas.- el ángel desvió la mirada y dejó escapar un suspiro.

-De acuerdo.- dijo finalmente con fingida resignación.- Pero puede que lo que te cuente no te guste, sé que eres un hombre inteligente y espero que no me juzgues por los pecados de mis hermanos.- Sam frunció el ceño algo confuso y agitó la cabeza en señal de negación.

-No, claro que no.- Sam necesitaba saber, anhelaba algo de información que le diese sentido a la pesadilla en la que el mundo se encontraba ahora, pero sobre todo necesitaba saber porqué su hermano y su padre habían muerto.

-Hace muchos años los criaturas sobrenaturales vivían escondidas,- comenzó a decir mirando al humano con ternura.- los humanos desconocían su existencia y de esa manera todos se aseguraban su supervivencia. Los demonios fingían ser hombres, los duendes vivían escondidos en los bosques y los ángeles observaban a todos desde su lugar en el cielo.- Lucifer pasó lentamente su lengua por sus labios antes de continuar.- Un día mis hermanos, cansados de sólo observar, decidieron que era el momento de reclamar lo que era suyo. Pensaron que las criaturas que poblaban la tierra no eran dignas de ella y bajaron a este mundo para adueñarse de él.- Sam escuchaba absorto cada una de las palabras que salían de la boca del ángel.- Empezaron matando a los demonios, los cazaban y masacraban sin escrúpulos pensando que eran la calaña de la sociedad. Después pasaron a las demás criaturas hasta que finalmente fijaron su punto de mira en los hombres.- Lucifer miró a Sam intentando leer sus gestos, complacido, siguió con su historia.- Yo no aceptaba aquella actitud, no podía seguir mirando como mis hermanos acababan con la creación de nuestro padre, como os esclavizaban y os usaban para sus más oscuros propósitos así que me revelé y me alié con los demonios, por suerte muchos consiguieron salir vivos. Junto a ellos ayudé a crear una sociedad que velase por su seguridad, la de todas las criaturas mágicas y la de los humanos, pero los ángeles eran testarudos y acabaron ingeniándoselas para que toda criatura carente de magia fuese considerada un ciudadano de segunda.- el ángel agitó la cabeza levemente en señal de desaprobación y después de dejar escapar un suspiro bien ensayado terminó de hablar.- No hay mucho más que pueda decirte. Ya sabes que estoy intentando agotar los recursos legales para poder liberar a los humanos y me temo que eso no es suficiente. Muchas veces es necesario trabajar al margen de la legalidad para poder crear una sociedad dónde las leyes sean más justas. Por eso estoy intentando ayudarte a encontrar a los asesinos de tu padre y tu hermano, porqué se que tu causa es justa y que tú Sam, podrías ser el que lidere esta nueva etapa, el camino que llevará a humanos y demonios hasta lo más alto. Hasta el lugar que realmente se merecen.- Sam asintió en silencio, sus ojos brillaban con las lágrimas que contenía, recodar la muerte de su familia siempre era dolorosa pero saber que vengaría a su padre y su hermano le reconfortaba.

-Gracias Lucifer.- susurró sin apenas fuerzas. El ángel alargó el brazo y posó su mano en el hombro del humano, apretándolo levemente mientras le miraba con una sonrisa paternal.

-No tienes nada que agradecerme Sam, soy yo el que deber hacerlo.-

CONTINUARÁ
Capítulo 12.

fanwork: fanfic, pairing: destiel, fandom: spn, title: las alas de un esclavo

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