Título: Las alas de un esclavo.
Autor:
yukojudithzzSpoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR.
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary: Por fin llegamos al desenlace de la historia.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Notas: Again. Estoy pensando en hacer una especie de giveaway y regalar una de estas camisetas (
1,
2,
3 ) entre la gente que ha estado siguiendo este fanfic desde el principio y que ha aguantado hasta el final. Puede que sea una tontería pero si alguien está interesado que lo diga.
Bueno, ahora sed libres para odiarme, pero no me matéis que tengo que escribir la segunda y tercera parte.
Capítulo 19. Capítulo 20.
Estaba empezando a dolerle la cabeza. Era el segundo café que se tomaba y aquella porquería empeoraba con cada sorbo que daba, parecía que a pesar de todos los avances que había en aquel lugar, aún no habían aprendido a hacer máquinas que hiciesen un café pasable. Tiró el vaso vacío a la papelera llena de agua que había junto a la pared y vio como flotaba junto con el resto. El agua había parado hacía unos minutos pero a Sam eso ya no le importaba, toda su ropa estaba ya empapada y sus botas nuevas estaban echadas a perder, tendría que pedirle a Crowley que le comprase otro par. Buscó dentro de su bolsillo algunas monedas para tomarse otro café, quizás si seguía bebiéndolo al final le encontraría algo bueno a aquel líquido espeso y negruzco que algunos llamaban café. Lucifer estaba tardando demasiado, no había ni rastro de Crowley y no llevaba más monedas encima. Dejó escapar un bufido y se giró para pedirle a uno de sus guardaespaldas que le diese dinero.
-¿Tienes algo suelto?- El demonio le miró con desagrado pero buscó en uno de sus bolsillos y sacó una moneda. - ¿Eso es todo?- Sam se acercó a la máquina y metió la moneda en la ranura. No entendía porqué necesitaba guardaespaldas, si algún demonio quería matarle sólo tenía que usar sus poderes. - Necesito otra más.- Extendió la mano esperando a que el demonio le diese otra moneda pero después de unos segundos su mano seguía vacía. Se giró de nuevo esperando encontrar a su guardaespaldas frente a él pero no había nadie. -¿Pero qué…?-
-Samuel.- Una voz rasgada y profunda pronunció su nombre desde su izquierda, donde hacía unos segundos no había nada. El humano se giró con rapidez y asestó un golpe al aire. Una mano apresó su brazo pero Sam se zafó de ella y consiguió golpear al hombre en el pecho sin ningún resultado. - Sam, te insto a que te detengas. He venido con tu hermano para rescatarte.- Aquellas palabras hicieron que la sangre de Sam comenzase a hervir, no sabía quién o qué era aquel ser ojizarco pero usar el nombre de su hermano para intentar engañarle era algo que no iba a permitir. Gruñó y golpeó de nuevo al hombre, esta vez en la cara, pero el resultado fue el mismo. Castiel frunció el ceño y ladeó la cabeza mientras observaba al humano. Para Sam fue casi imposible ver los movimientos de aquel hombre mientras le agarraba de un brazo, retorciéndoselo con facilidad y le empujaba contra la pared. - Samuel, no tengo tiempo para pelear contigo, Dean me ha pedido que te saque de aquí, tenemos que encontrarle a él y a Ruby y salir de este edificio.- Cuando aquel ser pronunció el nombre de Ruby se sorprendió y relajó un poco.
-¿Conoces a Ruby?- Castiel asintió aunque el humano no podía verlo.
-Ruby es amiga nuestra, nos ha ayudado a encontrarte. Mira, todo esto es largo de explicar, no sé que te habrán contado Lucifer y Crowley exactamente pero Dean está bien, me ha dado esto y me ha dicho que te lo enseñase, dice que se lo regalaste tú cuando erais niños.- Castiel liberó el brazo de Sam y agarró el colgante que colgaba de su cuello, enseñándoselo al humano.
-¿Dean está vivo?- Sam se giró y agarró el colgante, su voz sonaba incrédula pero con una pizca de esperanza.- Un momento, si Ruby estaba con vosotros ¿porqué no me dijo nada? Todo este tiempo…- Castiel tomó a Sam de los hombros y le agitó brevemente.
-No es momento de reproches Sam, debemos encontrar a Dean y a Ruby, pueden estar en peligro.- Sam quería replicarle, quería gritar, quería encontrar respuestas, pero la voz de ese ser, sus manos sobre sus hombros y la mirada de esos ojos tristes hacía que se tranquilizase.
-¿Dónde están?- Soltó el colgante y se pasó ambas manos por el pelo mojado, apartando algunos mechones que le cubrían la cara.
-Están en la parte izquierda del edificio, en las escaleras, Dean me ha dicho que te sacase de aquí en cuanto te encontrase pero no pienso irme sin él.- Sam dio un paso atrás y apoyó su cuerpo en la pared.
-Entonces era verdad, aquella era su voz.- Dijo para sí mismo.- Y la otra vez… también le oí, sabía que era él.- Sam agitó la cabeza un par de veces intentando aclarar sus pensamientos.- Espera, has dicho que estaba en la parte izquierda, en las escaleras. Lucifer. Lucifer a bajado por las escaleras, ha dicho que tenía que arreglar un problema y antes había escuchado un disparo y… Tenemos que ir a por ellos. Pero si ha conseguido salir de las escaleras y está en este piso será difícil de encontrar, hay muchas salas y pasillos y…- Castiel volvió a tomar a Sam por los hombros y agitó la cabeza.
-Samuel, cálmate, les encontraremos. Vamos, nos separaremos para cubrir más terreno.-
Dean siguió el pasillo de la cuarta planta hasta llegar a una bifurcación, no sabía hacia qué lado debía seguir, cerró los ojos y se dejó guiar por su instinto siguiendo el pasillo que iba hacia la derecha. Al cabo de diez minutos parecía que se había perdido, esperaba que Castiel hubiese encontrado a Sam y que ambos hubiesen abandonado el edificio, lo único que le calmaba en aquel momento era pensar que seguramente ambos estarían ahora mismo en casa, sanos y salvos, pero de todas formas no podía estar totalmente seguro, buscaría por toda la planta hasta que no le quedase ninguna duda y entonces encontraría una forma de escapar. Aunque el edificio estaba casi vacío estaba seguro de que habría algunos demonios cerca para proteger a Sam y le extrañaba no haberlos encontrado todavía. Unos pasos le pusieron en alerta y se llevó la mano al Colt. El ruido provenía de una sala a su izquierda, sacó el arma y entró en ella con precaución. En la sala tan sólo habían algunos escritorios vacíos y un par ordenadores apagados, frente a él había otra puerta cerrada, los pasos se escuchaban con más claridad conforme se acercaba a ella. Caminó entre los escritorios con precaución, mirando en cada recoveco, asegurándose de que no había nada ni nadie escondido en algún rincón esperando para saltarle encima. Después de cerciorarse que la sala estaba vacía, Dean se pegó a la pared y abrió la puerta de golpe. Los pasos al otro lado pararon tan pronto como la puerta golpeó contra la pared, Dean tomó una bocanada de aire y, con el Colt en la mano, se asomó esperando encontrar algún demonio al otro lado.
-Sammy…- Dean bajó el arma. Frente a él, a unos diez metros se encontraba su hermano. -¡Sam!- Gritó de nuevo y vio como su hermano sonreía.
-¡Dean! Dios, pensaba que estabas… ¡Dean!- La expresión en la cara de Sam cambió diametralmente en cuestión de segundos, un momento estaba eufórico por poder ver a Dean de nuevo y al siguiente el pánico se había apoderado de él. Dean miró a su hermano algo confuso, dio un paso hacía él y abrió la boca para comenzar a hablar, pero un sonido a su espalda y una mano en su hombro le robaron la voz.
-Lo siento Dean, pero tú vienes conmigo.- Dean sintió como de pronto su cuerpo se relajaba y su vista comenzó a nublarse, apenas escuchó el sonido del Colt cayendo al suelo o la puerta de la sala cerrarse, pero lo que sí escuchó fue la voz de su hermano gritando su nombre y corriendo hacía él.
-¡Dean!- Sam sentía una llama arder dentro de su pecho, odio e impotencia al ver como el cuerpo laxo de su hermano caía con facilidad entre los brazos de Crowley. El humano alzó su mano, concentrándose en usar sus poderes para detenerle.
-¿Intentas utilizar tus poderes con el que te ha estado enseñando a usarlos? Lo siento chico pero no funcionarán conmigo. Más suerte la próxima vez. Nos veremos.- Crowley le sonrió y le guiño un ojo mientras sostenía a Dean. El demonio hizo un simple gesto con la mano y el cuerpo de Sam salió volando, golpeando la pared y cayendo al suelo mientras el humano apretaba los dientes por el dolor. Sam se levantó tan rápido como pudo e intentó llegar hasta Dean, pero la puerta se cerró justo cuando estaba a punto de alcanzarla. Agarró el pomo y trató de abrirla mientras gritaba el nombre de su hermano una y otra vez. Cuando consiguió abrir la puerta, casi sacándola de sus goznes, dentro de la sala no había nada más que el Colt tirado en el suelo.
-¡Samuel!- Castiel apareció de pronto al final del pasillo, había escuchado los gritos de Sam mientras llamaba inútilmente a su hermano. Se apareció a su lado y le puso una mano en el hombro. -¿Dónde está Dean?- La voz del ángel estaba llena de preocupación y angustia. Temía haber llegado demasiado tarde.
-Se lo ha llevado…- Sam estaba en el suelo, con el Colt en su mano y una expresión de impotencia y aversión en su rostro.- Crowley se lo ha llevado.- Castiel entró en la sala más nervioso de lo que nunca había estado, mirando a su alrededor sin encontrar ningún tipo de rastro que indicase hacia dónde habían ido. Se pasó las manos por el rostro tomando una gran bocanada de aire. Escuchó su corazón latir más rápido de lo normal y apoyó una mano contra la pared para intentar calmarse.
-Castiel.- Gabe apareció justo al lado de su hermano con Ruby en sus brazos, la mujer todavía inconsciente pero viva. Cas no se inmutó al ver a su hermano, era como si supiese que iba a aparecer allí.- Debemos irnos, Ruby está muy mal y están llegando los refuerzos. En un par de minutos esto estará lleno de demonios. Le he dicho a Bobby que se vaya, que nos reuniremos en su casa.-
-No, tú llévate a Samuel y a Ruby, yo tengo que encontrar a Dean.- Castiel se acercó a Ruby y le examinó la herida, tenía muy mala pinta, estaba sorprendido de que el demonio aún estuviese vivo. Sam seguía en el suelo maldiciéndose por no haber podido hacer nada por su hermano, pero entonces se percató de la presencia de los otros seres y alzó la vista para ver a la mujer inconsciente.
-¡Ruby!- Se levantó y se acercó a Gabriel, tocando la cara fría del demonio. - ¿Quién eres tú? ¿Y qué le ha pasado?-
-Perdona guapito, pero creo que no es momento de explicaciones. Movamos el culo antes de que sea demasiado tarde.- Gabe miró a su hermano y este volvió a negar.
-Gabe, tengo que encontrarle, si Crowley se lo ha llevado… no sé que puede ser capaz de hacerle. Necesito encontrarle. ¿Lo entiendes?- el mayor de los hermanos gruñó y se acercó un poco más a su hermano.
-Mira hermanito, entiendo que estás totalmente enamorado de ese humano.- Susurró.- ¿Pero qué vas a hacer para encontrarle? No sabes a dónde se lo ha podido llevar, ahora mismo lo más importante es ayudar a Ruby y al sasquatch. Volveremos a casa, trazaremos un plan y buscaremos a Dean. ¿De acuerdo?- Castiel suspiró y alzó la vista mirando a su hermano y asintiendo con pesadumbre. - Genial. Tú te encargas del gigante, nos vemos en casa de Bobby.- Y sin más, el arcángel desapareció ante sus ojos. Sam no tuvo tiempo de preguntar qué había pasado ya que lo siguiente que sintió fueron los dedos de Castiel en su frente y cómo el mundo a su alrededor comenzaba a desaparecer.
Ruby llevaba dos semana en casa de Bobby; Sam y Castiel acababan de volver de visitarla. El demonio seguía vivo pero su recuperación era lenta y nadie sabía a ciencia cierta cuanto tiempo iba a seguir así ni si algún día volvería a ser la de siempre. Sam se sentó en el diván blanco y apartó uno de los cojines cilíndricos, estaba cansado, apenas había tenido un par de semanas para asimilar toda la información que le habían proporcionado los dos ángeles, toda la verdad sobre lo que había pasado con Dean, todas las mentiras que le había contado Lucifer.
El día que llegó a la casa de Bobby por primera vez, después de caer al suelo algo mareado y todavía en estado de shock por todo lo que acababa de ocurrir, el hombre le dio un extraño abrazo que le reconfortó, como si por un momento volviese a recuperar a su padre. Casi no hubo tiempo de presentaciones, Gabriel y Bobby se encargaron de Ruby, desinfectando y cosiendo su herida, intentando algunos rituales para evitar que el demonio muriera. A pesar de su interés por la mujer, la preocupación por su hermano era aún mayor. Castiel y él se reunieron en la sala de estar, dónde Sam le contó todo lo que sabía sobre Crowley y sobre sus negocios, y en cuanto estuvieron listos volvieron a desaparecer para buscar a Dean.
Aquello fue en vano, catorce días después todavía no había ni rastro de su hermano. Con la ayuda de Gabriel, le habían intentado seguir la pista al demonio sin ningún tipo de resultado, todos los negocios relacionados con Crowley y Lucifer habían desaparecido, todos habían sido vendidos, traspasados o habían cerrado sin más. No había conexiones, cada pequeña pista que encontraban les llevaba a un callejón sin salida y no había rastro de Crowley ni de Lilith lo cual hacía que Sam perdiese un poco la esperanza y se culpase por haber sido un necio durante todo ese tiempo, pero Dean no había dejado de buscarle y él tampoco iba a hacerlo.
Entre todos habían decidido que por el momento lo mejor era que se quedase con Castiel, era lo más practico y seguro para todos, los dos habían llegado a un acuerdo mudo de no utilizar la habitación de Dean, Sam tenía su propia alcoba cerca de la que solía pertenecer a su hermano; pero algunas noches, cuando el ángel no estaba buscando a Dean o visitando a Ruby, veía como Castiel entraba en la habitación de Dean y se sentaba en la cama, tocando las frías sábanas y mirando hacia la nada con la vista perdida y una expresión triste en el rostro. Aquello le hacía plantearse muchas cosas, como ¿cual era la relación entre ese ángel y su hermano? pero lo más importante era que hacía que se le rompiese el corazón y se sintiese abatido igual que en aquel preciso instante, sentado en aquella sala de colores claros que todavía conservaba las huellas de su hermano por todas partes. Unos libros abiertos tirados en el suelo junto al sofá junto con una lata de cerveza a medio terminar, los restos de una hamburguesa sobre la mesa de la cocina, o la camiseta sucia que estaba entre los cojines del diván que acababa de mover. Sam la cogió y sonrió al percibir el olor familiar de su hermano, suponía que Castiel no había querido deshacerse de todas esas cosas porque le deban esperanza. Justo en ese momento, el ángel se sentó a su lado y posó su mano sobre el hombro de éste en señal de apoyo, sonriendo tristemente al ver la que se había convertido en la camiseta favorita de Dean.
-No te preocupes Samuel, Dean es un hombre fuerte, ambos lo sabemos y lo es aún más cuando tiene motivos para luchar. Le encontraremos.- Castiel llevó su mano libre hasta su pecho, buscando con sus largos dedos el colgante dorado del que no se había separado desde el día en que Dean se lo había puesto alrededor del cuello.
FIN.