Estaba mudo ante tanta belleza, cuyo recuerdo habia creido conservar en mi memoria, porque alguna de mis estrofas, admiradas por mis condiscipulos, tenian de ella palidas tintas. Cuando en un salon de baile inundado de luz, lleno de melodias voluptuosas, de aromas mil mezclados, de susurros de tantos ropajes de mujeres seductoras, encontramos
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